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Arrepentimiento


"Fui una persona terrible, y lo acepto. Dime, ¿qué puedo hacer para cambiar?"

Esas mismas palabras resonaron en la cabeza de Vaticano, un adolescente con ropa de metalero acudió a las puertas de su iglesia, con el maquillaje arruinado debido a la incesante lluvia. Su mirada se veía consumida en ira y arrepentimiento.

—.....Lo siento— soltó el colombiano, apretando su guitarra eléctrica partida a la mitad con fuerza entre sus puños, mientras su mandíbula se tensaba. Estaba a punto de estallar en llanto.

El padre solo le dedicó una mirada de pesar.

—Pasa— solo bastó esa simple palabra bisilaba para que el colombiano se lanzase hacia el hombre en frente suya en un fuerte abrazo, casi arrebatándole todo el aire. No se veía su rostro, pero ya se sabía que estaba llorando, los sonidos de sus gritos ahogados lograban escucharse incluso por fuera de la tela en la que hundió su rostro: La túnica de Vaticano.

El mayor suspiró, tratando de ser fuerte para el jóven, acogiendolo entre sus brazos, acariciando sus mojados cabellos crespos teñidos de negro, sin importarle mancharse en absoluto, buscando cumplir con la única tarea que había tenido en éstos últimos 16 años: cuidar del niño.

Se desplomó con cuidado en el suelo de la iglesia, con el tricolor aún pegado a él como una garrapata. Con el tiempo su canción de cuna susurrada logró dormirlo, había sido un día agotador para el jóven muchacho y para el padre novato.

••••••••

Cinco años después, aquel adolescente rebelde ahora era un adulto jóven bien formado, ayudaba a la comunidad en general y a su padre en la iglesia. "Una persona de bien" como dicen por ahí, con un pasado doloroso que lo atormentaba a la hora de dormir; pero por fortuna solo era eso, pasado pisado...o al menos era lo que creía.

—Que tengan una linda tarde— se despidió cordialmente el colombiano de las últimas ancianitas que dejaban la iglesia, ya era las 7:30 de un domingo, cerraban temprano por la seguridad de sus clientes. Era curioso como un domingo, denominado día de dios o día de descanso era el día en el que más temprano despachaban a la gente.

—Amén hijo—respondieron las amables abuelitas, susurrando lo agradable que era la presencia del jóven muchacho en la iglesia. Ojalá hubieran más hombres así.

Dedicó su última sonrisa y después cerró las puertas, no sin antes verificar el clima que amenazaba en su contra.

Odiaba los días lluviosos.

Puso el candado en la cerradura y caminó por los largos pasillos de alfombra roja lentamente, fijándose que los asientos no estuvieran sucios. Por un momento su cabeza jugó con él y le mostró un gran escenario de concierto, con él como el cantante y guitarrista principal, con toda una banda al rededor, con música y gritos del público emocionado de fondo, las cámaras cegando sus ojos y los tubos de luz de neón danzando únicamente para él.

Ese era su sueño.....hubiera sido bonito, hubiera sido increíble. Sin embargo solo eso era, un sueño inútil y sin futuro, una fantasía que solo lo distraería de la realidad.

Se encontró a su padre en frente suya, con muffin que llevaba encima una velita, todo sobre una bandeja plateada.

—Feliz cumpleaños número 21, mi niño —

Le deseó sonriente el hombre de cincuenta y pico de años.

El colombiano le sonrió devuelta, con lágrimas de alegría en los ojos.

Pensé que te habías olvidado...— se abrazaron, con cuidado de no tumbar la bandeja del pastillo.

—Tal vez esté viejo, pero jamás olvidaría el cumpleaños de mi querido hijo. Aún recuerdo, fue el día más feliz de mi vida—

—Querrás decir más aterrador— se burló el colombiano.

—Bueno... también. Era jóven y no sabía qué hacía un pequeño y hermoso bebé en una canasta, justo en frente de la puerta de mi iglesia recién montada. Tenía una tarjeta, en ella estaba escrito tu nombre... lo primero que pensé fue "qué horrible ser podría abandonar a una criatura tan inocente?", Lo segundo fue en llevarte a la policía, pero lo más probable era que te dejaran en un orfabato...y no tenía el corazón para cargar con esa culpa toda la vida. Así que te llevé conmigo. Te bañé con agua caliente, era un día lluvioso y milagrosamente no te habías mojado; te cambié los pañales y te arropé, te alimenté y te arrullé para que conciliaras el sueño. Recuerdo que llorabas tan fuerte que hacía eco por toda la iglesia...pero no me importó— contó su breve historia de cómo conoció a Colombia, cosa que llevaba contándole toda su crianza, como si fuera la mejor de las historias, porque para él lo era.

—Awww...ya basta, papá, me sonrojas—
Depósito un piquito en la frente del mayor, era más bajo que el tricolor, y a veces me causana gracia presumirle su altura a su padre.

Se cambiaron y se dirigieron a la parte de atrás, donde había una casa en el patio de atrás de la iglesia, no tan pequeña ni tan grande, solo una casa. Corrieron para no mojarse en el corto trayecto de allá a acá, menos mal ya se habían comido el pastelito, o sino se les habría empapado.

Entre risas, lograron entrar a su hogar, cerrando la puerta con los cuerpos empapados, pues allá afuera había una fuerte tormenta.

Después cada uno se turnó para darse una ducha caliente, previniendo la fiebre, se cambiaron y calentaron unas ricas lentejas para la cena, alumbrando el comedor con una vela, puesto que la energía se había ido por culpa de la tormenta.

— Mi niño, olvidé traer la caja de recaudaciones del día...¿Podrías ir por ella por favor?— le extendió la sombrilla, pues siempre contaba cuánto dinero habían ganado antes de dormir. Colombia asintió y tomó su paraguas de nuevo y un saco para ir corriendo a la iglesia. Los pasos apresurados en los charcos de lodo de escucharon perfectamente a pesar de los truenos de fondo, casi se resbala, pero gracias a su precaución no sufrió ningún accidente.

Apresuradamente sacó las llaves de su bolsillo, acomodando el paraguas en su nuca y presionandolo contra su hombro para que no se cayera ni se lo llevara la fuerte ventisca; abrió la puerta y la medio cerró, fue estruendoso, haciéndole chistar de fastidio. No demoró nada en caminar hacia el "altar" y debajo de éste sacar la caja de recaudaciones diarias, fijándose que estuviera bien cerrada, no necesitaba linterna, pues la luz de la luna alumbraba perfectamente el interior de la iglesia.

Apenas estuvo listo para irse de nuevo, un fuerte trueno acompañado de un rayo azotó cerca de ahí, asustandolo y ocasionando que dejara caer todas las cosas, cubriéndose los oídos con fuerza, haciéndose bolita detrás del estrado, buscando protección. Sentía que su corazón se le iba a salir del pecho en cualquiera momento, trató de controlar su respiración agitada pero no era tan fácil como pensaba; siempre le tuvo miedo a los truenos, y puede sonar ridículo que un adulto siga temiendole a pequeñeces de la naturaleza, sin embargo la desgracia le perseguía siempre en días lluviosos; primero, fue abandonado en un día lluvioso, segundo, escapó de casa un día lluvioso en medio de su rebeldía, casi lo atropella un carro, y cuando fue al concierto de talentos, no solo se burlaron de él en el escenario porque se equivocó una vez, sino que un rayo azotó contra el mismo y se incendió todo; como si no fuera suficiente, cuando estaba huyendo, lo persiguieron en un callejón, lo atracaron, humillaron y golearon. Todos esos traumas se asociaron con la lluvia, y por eso tenía sus razones para odiarla.

Apenas logró calmarse, escuchó el chillido de la puerta principal abriéndose. Extrañado, asomó la cabeza lentamente por el borde del estrado, mirando a todos lados....nadie, absolutamente nadie, y la puerta estaba abierta.

¿Pero cómo era eso posible?, si él mismo recordaba muy bien como sonó la puerta cuando la azotó para cerrarla...no tenía sentido.

—¿Papá?— preguntó, tragando saliva nervioso, cualquiera entraría en pánico en estas situaciones inexplicables...pero él trataría de controlarse lo máximo posible.

—No tenías que venir, papá, ya tengo lo que me pediste, no me iba a tardar. Ya deja de jugar y vámos a casa— dijo de nuevo en voz alta. La luz de la luna se fue ocultando por las pesadas nubes, asustandole como todo quedó oscuro de repente. Tomó sus cosas de vuelta y rápidamente se levantó, a pasos rápido se dirigió a puerta, pero ésta se cerró en toda su cara; aterrado soltó las cosas de nuevo, cayendo de cola en el suelo, soltando un grito de terror puro, retrocediendo confundido.

Volteó su mirada a todos lados, sacudiendo sus mojados cabellos de acá a allá, con la mandíbula temblandole. Sin haberse dado cuenta su espalda chocó contra las mini escaleras de la capilla de tanto que había retrocedido, había recorrido todo el pasillo sin pensarlo. Algo goteó encima de su cabeza, lo primero que pensó fue "seguramente una gotera", subió su cabello lentamente, con miedo de encontrarse con algo desagradable que terminara por darle un paro cardíaco del susto.

En efecto. Desearía no haber visto lo que vió.

Encima suyo, estaba la estatua del Jesucristo de mandera crucificado, caído, inclinado en todo el medio del estrado, justo encima de él, sus ojos goteaban sangre, era surrealista, no entendía qué carajos estaba pasando, su cuerpo se paralizó de lo aterrado que estaba, las lágrimas comenzaron a brotar, las gotas de sangre seguían cayendo encima de su rostro, su respiración se volvió tan agitada que su vista se tornaba borrosa; cuando por fin tuvo la valentía de apartar la mirada, notó que los vitrales tenían manchas de manos en sangre, hasta la estatua de la virgen María estaba llorando sangre; casi a punto de desmayarse, en la pintura situada en una de las columnas, donde un ángel estaba parado encima de un demonio, demostrando la victoria del bien sobre el mal, se estaba rasgando poco a poco en patrones similares a umas letras. Todo pasó tan malditamente lento que llegó a pensar que estaba alucinando porque se iba a morir.

"specto te proditoris filium" ("Te observo, hijo del traidor") terminó la frase en el recuadro, como si hubiera sido escrita con garras, o con un cuchillo. Obviamente no sabía lo que significaba, pero lograba definir el idioma, era latín.

No supo de dónde sacó las agallas para levantarse, agarrar sus cosas y abrir la puerta de una patada, de la misma manera la cerró y corrió hasta su casa; recuperó la "consciencia" cuando se vió a sí mismo en primera persona, con los zapatos empapandose con el barro del suelo, la lluvia seguía cayendo. Apenas entró a su casa, cerró con llave y candado.

Agitado, se apoyó sobre la puerta y dejó deslizar hasta caer al suelo, absorbiendo todo el aire reconfortante del cálido hogar que le había faltado allá afuera.

Su padre apagó el piloto de la estufa donde estaba preparando un chocolate caliente, cuando vió a su hijo adoptivo en ese estado de inmediato corrió a su socorro.

—¿Estás bien?, ¿qué te pasó?...pareciera que hubieras visto un fantasma....— se preocupó de sobre manera, agarró un trapo limpio cercano y secó el sudor frío y sus lágrimas secas, ayudándole a restaurar su respiración natural.

Ya tranquilizado, se miraron uno al otro, dándose apoyo incondicional. Sabía que su padre quería respuestas...pero...¿Quién le creería?... pensaría que se había vuelto loco.

—Yo....— lo pensó seriamente, si no le decía se quedaba con el misterio en su cabeza, su padre estaría ajeno a la situación y no se preocuparía; en cambio, si le decía, lo más probable es que lo creyera loco, y si no era así, entraría en pánico también, y arrastraría a su padre a algo que ninguno de los dos entendía, lo menos que quería era preocuparlo —Fueron los truenos...

—Oh—suspiró aliviado el mayor, pensando que había pasado algo peor...si tan solo supiera....—Está bien, no hay nada que temer— lo abrazó, y Colombia se apegó a él con miedo. Había visto suficientes películas de miedo como para deducir que, si llegara a querer mostrarle lo que vió, no habría nada; la estatua que lloraba sangre no estaría caída, sino en su lugar, como siempre, los vitrales estarían limpios y el cuadro no estaría rasgado.

Decidieron hacer la cuenta mañana en la mañana, así que dejaron las cosas en el nochero, tomaron su chocolate caliente y se acostaron a dormir (olvidé mencionar que Colombia tuvo que darse una segunda ducha caliente).

A la hora de tocar el suave colchón de su cama, se quedó mirando al techo, ignorando al tormenta interminables reflejada en su ventana, justo al lado de su cama. La ventana cerrada mermaba el ruido y el frío que la misma emanaba.

Se quedó pensando toda la noche en lo que había pasado, sin atreverse a cerrar los ojos en ninguna momento por el miedo constante de que si los abría, algo o alguien lo estaría asechando desde la oscuridad. Mantuvo la puerta cerrada todo el tiempo con seguro, con la linterna al lado de su cama para permanecer precavido; sin embargo su cuerpo estaba muy cansado y terminó durmiendose.

En sus sueños, lo único que vió fue a él mismo, en tercera persona, en un campo lleno de flores blancas; entrando en detalle, se concentraba en observar una única rosa roja que parecía estarle hablando. Susurraba "tócame", tantas veces que parecían que cientos de personas le hablaran suave al oído. No obstante, él no movía un sólo músculo, hasta que las rosas blancas tomaron vida y, entre sus raíces espinosas, envolvieron a la fuerza el brazo derecho del colombiano, ocasionando que se levantara exaltado. No dispuestas a perder, buscaron enredar todo su cuerpo hasta cubrirlo, obligandole a tocar una espina de la rosa rosa roja.

Con el cuerpo cubierto de raíces, apenas su ojo izquierdo estuvo a la vista. El pinchazo le dolió, luego de que una gota de sangre se derramara sobre el tallo de la flor, todo el suelo pastoso empezó a mancharse del mismo color carmesí. Las antes blancas rosas ahora se tornaron rojas, sentía las espinas enterrandose en cada parte de su cuerpo, haciéndole chillar de dolor. Cuando pensó que todo estaba perdido, logró divisar lo que parecía ser el sol, que bajó del cielo y se posó delante suya, podía sentir su calor...no quemaba, para nada, al contrario, era una calidez reconfortante.

Fue testigo de cómo en el mismo apareció un enorme ojo, como si lo tuviera desde siempre y simplemente lo hubiera abierto. Primero miró a todos lados y después conectó con su mirada, quedándose estático, su pupila se dilató hasta el punto de parecer todo el iris negro; fue entonces cuando las "lianas" que apresaban su cuerpo se quemaron por completo, al igual que todo el páramo. ¿Lo había salvado?...¿Pero qué era esa cosa?.... sentía una calma realmente abrumante....

Acto seguido notó que en el jardín ya no habían las mismas flores. En cambio, nacieron rápidamente una especie de ceibos color celeste.

A la hora de voltear, presenció una figura "humana" resplandeciente con unas enormes alas blancas, tres a cada lado, repletas de ojos, algunos mirándole fijo, otros desorientados, tanta era la luz que no lograba identificar su rostro. Era como mirar al sol mismo.

"Despierta" Ordenó, su voz fue una mezcla de eco de diferentes voces que lograron aturdir sus oídos.

°

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Fue lo último que sucedió antes de despertar.




























































||| Heyaaaaa

Nuevo libro nuevo libro NUEVO LIBROOOOOO!!!! ✨✨✨✨.

sisisissisis ya se imaginan de qué se trata jijijiji, se vienen cositas 😈😈😈.

Tenía este borrador guardado desde hace años XD.

Omg me encantó el desarrollo de personaje que le dí a Colombia, esperen un poco y verán el tremendo desarrollo de personaje de vaticano jujuju 🤭.

Nah es que ando re inspirada gente 😔✋

En fin espero les haya gustado tanto como a mí. Esta vez Wattpad no me molestó para nada, estamos mejorando 🙈🙈🙈.

Ya parezco vieja poniendo tantos emojis xddd.

Ya saben banda, dejen su votito, su comentario, siganme, y nos vemos en el próximo videooo.

Que digo, capítulo JAJEJAJEUA perdón me escapé del circo 🤡.

Madumu cambio y fuera 🧚🏻‍♂️|||.

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