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Capítulo 7: Christopher

-¡En serio, eres una decepción para esta familia Christopher!. - grita su padre con la furia desbordar por sus hirientes palabras.

Aquello dicho le ataca de una manera inimaginable, sus ojos se humedecen y sus puños se cierran ante lo poco que su madre lo ayuda, hasta podría decir que se encuentra del lado de el hombre que tristemente es llamado padre. Su mandíbula se tensa, sería tonto pelear contra él, sin embargo ya se siente cansado de lo mismo.

-Si crees que soy una decepción, ¿Por qué no me botas al igual que hiciste con Lucas?, ¿Por qué no solo te olvidas de mi y de que soy tu hijo? - hablo sin pensar, la tristeza predominaba en si, tenía demasiados sentimientos y emociones en ese momento y lo último que hacía era analizar sus palabras.

La sala callo al instante, la mirada de su padre cae sobre la suya. La madre se mantiene cabizbaja enloqueciendo sin saber que hacer, todo era un desastre.

-Tu hermano no tiene nada que ver ahora, ¡Ningún hijo mío merece tener mi apellido con esas preferencias!, Me repugnas Chris. - Demanda el señor Bang, acomodando sus anteojos por encima de su cabeza.

-No debí de venir. Mamá aquí te dejo tu regalo, nos vemos otro día. - Eso fue lo último dicho antes de dejar la bolsa con pequeños detalles y cosas bonitas gracias al cumpleaños de su madre, cerrando la puerta tras de sí con furia.

Sabía que no era buena idea regresar a su casa, simplemente quería un momento bonito entre familia, su madre merecía más que peleas y golpes, necesitaba un momento feliz algún día del año y esperó tanto para darle una sorpresa que fue arruinada al instante gracias a las estupideces que su padre tenía en su mente.

El señor Bang tenía un pensamiento machista, claro está y no está de más decir que lo odia completamente, no pudo entender como su madre se había metido con un hombre así y porque ese tipo de ser humano le ha tocado de padre. Odiaba con su alma como menosprecia a todo aquello que no es como quiere, tal y como hizo con su hermano mayor.

El caso de su hermano no es muy diferente al suyo, simplemente quiso tomar un rumbo diferente al que sus padres querían. No era malo, pero no le fue como espero. Fueron minutos para que se viera fuera de la casa sin razón coherente por parte de su padre, Lucas también mantenía una orientación diferente, solamente la mantenía en secreto y el único que lo sabía era él.

Camina sin mirar al frente, no le importaba realmente si sufre algún accidente. Está ciego por la tristeza y no sabe cómo poder curarse así mismo. Un parque cerca parece la mejor opción, solo y abandonado, sin un alma en él y cree que es perfecto para su caos mental.

Sentándose en unas de las bancas solitarias piensa, se pregunta así mismo ¿Que hizo mal?, ¿Acaso no fue buen hijo? Por fuera parece no importarle lo que su padre le decía a diario, pero por dentro abre una herida que aún no sana, una tan profunda que cree morir si otra vez llega a lastimarse de esa manera. A veces llega a pensar que se odia.

Sus manos se mantienen en su rostro, ocultando aquel odio que sentía en ese instante, lo triste que se siente y lo molesto que se encuentra. El mundo era otro cuento, ahora se encuentra encerrado en si con preguntas que resolver y parece no querer volver a la fea realidad que vive.

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El uniforme todavía permanece en su cuerpo, siendo las ocho de la noche Jeongin se niega a llegar a su casa desde que ha salido de la escuela.

Se encuentra vagando por las calles tan activas de Seúl, con las mejillas llenas de gomitas y el paquete de estos mismos en sus manos. Pasando cerca de un parque desconocido y apagado en cierto modo, la única señal de vida eran las lámparas encendidas y un chico sentado a lo lejos. Una silueta bastante conocida a decir verdad.

Como el chismoso que es se asoma un poco, notando aquella cabellera rubia y debatiéndose si sería el australiano que tanto le tiene mal. Sin más se acerca a paso lento, reconociendo cada vez más a Christopher mientras a menos metros se encuentra.

Finalmente llega a su lado y el mayor parece no saber de la presencia ajena.

-Te vez muy mal. - murmura sin saber si sería suficiente para que el chico saliera de sus pensamientos.

-Uh. - Christopher alza su rostro, encontrando un bonito chico de brackets. No tardó mucho para reconocerlo y darle un espacio para que pudiera sentarse.

-¿Quieres una gomita?. - pregunta Yang, mostrando sus dientes con la ortodoncia y extendiendo sus manos con varias gomitas de diferentes formas y colores. - las rojas y las azules son las más deliciosas. - susurra en su oído, seguido de una risita.

No tardó mucho para que Bang tomará un poco de las recomendadas, llevando estás a su boca y quedar en un silencio profundo. Observando a los juegos solitarios, recuerda su niñez, cada vez que se escapaba con su hermano mayor para jugar un rato, gracias a qué sus padres no los dejaban salir. Cree llorar ahí mismo, sin embargo, por mucho que las lágrimas se mantuvieran listas para salir no lo hacía.

-Los dulces te alegran la vida. Cada vez que me encuentro triste como un dulce. - menciona el menor mirando al mismo lugar que Chris parece mantener su vista. - Los padres no deberían de prohibir los dulces, por eso los niños están activos gracias a esto, los pone felices. Los caramelos son felicidad.

Bang piensa, pocas veces ha probado un dulce, desde niño se le eran restringidos completamente y no sabe que es sentir el placer de comer la variedad de dulces que existía.

-Ten, traigo como cuatro paquetes de gomitas y dos de chocolates, regalarte uno no sería molestia. - vuelve a hablar el menor, extendiendo un paquete de gomitas y uno de chocolates, con una bonita sonrisa en su rostro.

Christopher los acepta, devolviendo una sonrisa con un poquito más de ánimo, quizás sólo necesita algo de compañía, algo que le era casi difícil si no se encuentra en la escuela. Sus amigos viven del otro lado de la ciudad y no tenía esas energías para verlos en ese instante.

-Gracias.

Le agradece mucho al chico de haber aparecido así de repente.

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-Entonces mi madre me dijo, "Jeongin, baja de ahí que puedes caer... Y eso fue suficiente para que a los dos segundos me encontrará cayendo del árbol. Me rompi un brazo y dure todo ese verano en casa. - Cuenta Jeongin con diversión.

Christopher ríe, ha perdido la noción del tiempo con el menor, realmente desconoce de la hora y pide que jamás se acabe. La sonrisa tan característica vuelve a su rostro, parece olvidarse por un segundo de su mal rato.

-Woah, me pasó algo parecido pero mi mejor amigo me tiro de unas escaleras solamente por que no quería dar el examen ese día. - dice divertido, con la mano en su estómago gracias a todo el tiempo que ha estado riendo sin parar.

-Un clásico.

Una melodía pegadiza se escucha en ese instante, Jeongin abriendo su mochila para tomar su teléfono y atender la llamada de su madre, seguro estaría muerto, pero valía la pena el regaño si el tiempo fue perdido con Christopher Bang.

-¿Hola? - habla con miedo a lo que contestará la mayor, sin darse cuenta mantenía el teléfono en altavoz.

-¡¿Qué horas crees que son Yang Jeongin?!. - grito su madre desde la línea, obligando a apartar su oído del celular para evitar quedarse sordo.

-No lo sé. - contesta inseguro, tomando sus cosas con rapidez con la mirada de Chris encima.

-¡Te quiero aquí en veinte minutos jovencito! ¡Si no te quedas haciendo los quehaceres todo el fin de semana sin ver Pororo! - demanda la mayor.

Jeongin solo puede mirarse avergonzado apenas Chris se digna a reír. No era su culpa que una sería para niños sea tan buena.

-Ya voy, ya voy. Estaba en casa de Félix mamá. - se excusa aún sin levantarse, buscando una de las cosas más importantes que debería de tener. Su billetera.

-Ya no te creó Jeongin. Por cierto, ¡Ven rápido que dejastes tus calzones sucios encima de la lavadora!, ¿No te da pena?, No lavare tus desastres.

-¡Mamá!

Ahora sí su vergüenza era más grande, Chris no paraba de reír y aún no sabe por qué sigue con el teléfono en altavoz.

No tardó mucho en visualizar lo que estaba buscando, levantándose del asiento y corriendo lo más rápido posible a agarrar el último transporte.

Christopher debía aceptar que fue una de las mejores noches de su vida.

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