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Un mar de mentiras:


—¡¡LA GRAN BATALLA PARA CORONAR AL HÉROE MÁS GRANDE DE LA HISTORIA CONTINÚA!!—anunció Heimdall—. ¡¡EL TERCER COMBATE DE LA PRIMERA RONDA TIENE COMO GANADORA A LA REPRESENTANTE DE APOLO!! ¡¡MEG MCCAFFREY!!

Meg salió caminando lentamente del campo de batalla, dejando un reguero de sangre a su paso y con la mirada perdida.

—¡Eso es Meg!—gritaba Apolo desde las gradas—. ¡Ahora estás un paso más cerca de ganar este torneo!

Deméter miró con tristeza a su hija.

—Margaret...

La descendiente de Plemmneo se reunió con su séquito de Melíades y con Melocotones. Mientras abandonaba el coliseo, las ideas se arremolinaban dentro de su cabeza.

—Esa lerda... realmente tenía fuertes convicciones—frunció el ceño—. ¿Acaso yo también las tengo? ¿Tengo motivos para querer ganar esto tan importantes como los de ella? De verdad, no lo entiendo...

En las gradas, Chris miraba con la cabeza gacha la destrozada arena de batalla.

—Clarisse... hiciste lo mejor que pudiste sin jamar echarte atrás—murmuró al aire—. Hubo mala suerte en la selección de enfrentamientos, eso es todo. Nadie más podría haber atravesado nunca tu invulnerable escudo.

Una vez Meg hubo salido del estadio y sus heridas fueron tratadas, la joven se sentó en uno de los jardines del Olimpo y se quedó mirando al cielo silenciosamente, en total soledad.

—No me había divertido en años tanto como con esa pelea...—murmuró a la nada—. Todos esos golpes, cortes y estocadas... me despertaron, y conseguí derrotar a la Asesina del Drakon. ¿Realmente podría ser yo la más grande de entre los héroes aquí reunidos...?


QUIERO AVERIGUARLO


—Apolo...—llamó, con la vista puesta en el sol—. De verdad, gracias por traerme aquí.







Los reflectores del coliseo se centraron nuevamente sobre Heimdall, cuyos dientes dorados relucieron con intensidad mientras alzaba su micrófono.

—¡ES MOMENTO DE DAR CIERRE AL PRIMER DÍA DE COMBATES DE UNA FORMA ESPECTACULAR!—gritó—. ¡¡EL EVENTO FINAL DE HOY, AQUELLO QUE TODOS HABÍAN ESTADO ESPERANDO!! ¡¡¡QUE COMIENCE LA CUARTA BATALLA!!!

Una puerta se abrió en el extremo del estadio, de la cual salieron litros y litros de agua a manera de torrente, cubriendo la arena casi en su totalidad bajo las olas.

Acto seguido, el océano remitió, hasta únicamente ser un violento río que corría por el perímetro del campo de batalla.

—¡ESTE ES EL SEGUNDO FAVORITO A HACERSE CON LA VICTORIA EN ESTE TORNEO! ¡¡UN HOMBRE QUE SE HA GANADO SU LUGAR EN LA HISTORIA COMO DOS VECES HÉROE DEL OLIMPO!!

Los semidioses espectadores sintieron un repentino subidón de adrenalina y se inclinaron sobre sus asientos.

—NACIDO DE UN SAGRADO JURAMENTO ROTO, LLEGÓ AL MUNDO UN BASTARDO PRÍNCIPE DE LOS MARES. ¡EL ÚLTIMO HÉROE DEL OLIMPO!

Una figura ataviada en armadura griega entró lentamente al campo de batalla, y con su llegada, las aguas que corrían por el estadio aumentaron su ferocidad.

—¡¡PODEROSO Y LEAL!! ¡¡UN MAGNÍFICO GUERRERO!!


¡REPRESENTANTE DE POSEIDÓN: PERSEUS (PERCY) JACKSON!


El joven héroe se volvió hacia las gradas, en donde sus compañeros semidioses, tanto griegos como romanos, estallaron en vítores.

—¡¡Percy!!

—¡¡Finalmente el momento que estábamos esperando!!

—¡Eso es!

—¡Demuestra quién manda por aquí!

—¡Gana este torneo por nosotros!

El hijo de Poseidón sonrió ladino antes de volver su atención hacia el extremo opuesto de la arena.

—CONTINUANDO, ¡¿QUIÉN SERÁ EL HÉROE QUE SE ENFRENTARÁ A ESTA LEYENDA EN VIDA?!


"VALQUIRIA"


Del nórdico antiguo: valkyrja, "Selectoras de los Caídos en Combate"

Un honor a la que pocas mujeres a lo largo de la historia han sido dignas: buscar y llevar almas al Valhalla para unir Einherji a los ejércitos de Odín.

Múltiples nombres son mencionados al momento de hablar de estas peculiares guerreras:

Göndul, en el Völuspá.

Þrúðr, en el Grímnismál.

La infame Brynhildr, del Skáldskaparmál.

Inclusive la antigua capitán de las valquirias, Guilla, hija de Thor.

—SIN EMBARGO, HAY UN NOMBRE QUE A ÚLTIMAS FECHAS A RESALTADO POR SOBRE EL RESTO. ¡LA VALQUIRIA ELEGIDA PARA LUCHAR ESTÁ AQUÍ!

Un corcel echo de niebla descendió desde las alturas, llevando sobre su lomo a una guerrera.

—¡SU LEALTAD ESTÁ SÓLO HACIA CON ODÍN, MUY A PESAR DE SU DESAFORTUNADO PROGENITOR! ¡Y HA DEDICADO SU VIDA A REALIZAR MISIONES DE ALTO RIESGO PARA SU AMO!

La joven desmontó de su caballo y se paró muy erguida, un luminoso destello refulgió y pronto una lanza de luz pura se materializó en sus manos.

—¡SALIÓ DEL RETIRO CON EL ÚNICO PROPÓSITO DE HACERSE CON LA VICTORIA EN ESTE TORNEO! ¡QUIEN ES HIJA DE LOKI, PERO TAMBIÉN MEJOR QUE ÉL!


¡REPRESENTANTE DE ODÍN: SAMIRAH (SAM) AL-ABBAS!


La valquiria miró a sus alrededores fijamente, mientras el viento hacía hondear su hijab.

—Así que este es el lugar...

Los Einherjar del Valhalla comenzaron a vitorear enérgicamente ante la llegada de la primer representante de su panteón.

—No ha cambiado para nada desde que nos dejó—murmuró una de las valqurias en las gradas.

—Se podrá decir lo que sea sobre esa hija de Loki, pero agallas no le faltan—estuvo de acuerdo otra de sus compañeras.

—¡DOS GRANDES GUERREROS SE ENCUENTRAN EN LA ARENA Y SE ENFRENTAN EL UNO A LA OTRA!

Sam tomó su lanza con fuerza y le sostuvo la mirada a su rival.

—Entonces tú eres ese Percy Jackson del que todos hablan tanto—murmuró—. Si lo que Magnus y Alex me contaron es cierto, esta no será una pelea fácil.

El hijo de Poseidón le dedicó una sonrisa torcida.

—Bueno, mi conocimiento sobre mitología no es precisamente el mejor, pero tengo entendido que Odín es algo así como el jefe supremo del panteón nórdico—respondió—. Si tú eres su representante, significa que seguramente me darás problemas.

Los ojos veres del joven relucieron brevemente.

—Aún así, no me contendré ni siquiera un poco sólo por qué seas amiga de Magnus. Hay un estúpido torneo que debo ganar.

La valquiria le apuntó con su lanza.

—Entonces respóndeme una cosa primero—pidió—. ¿Qué es lo que buscas ganar con esto? ¿Cuál es el favor de los dioses que persigues?

Percy se encogió de hombros.

—La verdad, no tengo idea, ni siquiera quería participar—reveló, antes de que se le oscureciese la mirada—. No obstante, desde que vi a Cómodo entrar por esa puerta, supe de inmediato que él no sería el único antiguo enemigo de los dioses que lucharía aquí. Y si de algo estoy seguro, es de que no puedo permitir que ninguno de ellos consiga la victoria.

Sam se aferró a su arma y un aura de energía luminosa recorrió su cuerpo mientras el suelo temblaba bajo sus pies.

—Gracioso...—murmuró—. Eso es exactamente lo mismo por lo que yo estoy aquí.

La valquiria se elevó en el aire, alzándose por encima de su oponente al tiempo que le apuntaba con su lanza.

—Aún así, tampoco pienso contenerme.

Los semidioses griegos comenzaron a removerse inquietos.

—¿Puede volar?—se maravillaban.

—¡Esa lanza es increíble!

Mirándolo todo desde su palco, el ojo de Odín relució.

—Una aproximación directa—murmuró—. Sólo hay destrucción en su mente, pero ¿será eso suficiente para que la más valiosa de mis valquirias sea capaz de enfrentarse cara a cara con el último héroe del Olimpo?

Percy le sonrió a su rival y se llevó la mano derecha al bolsillo, extrayendo un bolígrafo de plástico.

—De acuerdo, supongo que hay un nuevo Supermán por aquí... esto, Supergirl—murmuró—. Vuelas por los aires y sostienes una lanza luminosa como un rayo, digamos que... me trae recuerdos.

Con un movimiento de su dedo, Percy destapó el bolígrafo, el cual se extendió y creció hasta convertirse en una hoja de doble filo forjada con Bronce Celestial: Anaklusmos.

—Muy bien... que empiece el juego.

El público comenzó a inquietarse.

—Espada contra lanza...

—No se ve muy favorable para el chico.

Odín permanecía con la vista fija en Sam.

—Mi valquiria... hagas lo que hagas, no lo subestimes—pidió.

—¡¡AHORA, FINALMETE, LA CUARTA BATALLA DE LA PRIMERA RONDA PUEDE COMENZAR!!


"EL ÚLTIMO HÉROE DEL OLIMPO"

PERCY JACKSON

VS

"LA SERVIDORA DE ODÍN"

SAM AL-ABBAS


—¡¡COMIENCEN!!

Ambos oponentes que quedaron en sus lugares, mirándose fijamente, sin hacer un sólo movimiento mientras la brisa marina soplaba a través del coliseo.

—¿EH? NINGUNO ESTÁ HACIENDO NADA...

Ambos guerreros, cuyo último deseo era volver a ser arrastrados a misiones y profecías peligrosas por los dioses, ahora se tenían frente a frente.

Y al encontrarse ambos en una situación tan similar, fue que decidieron atacar al mismo tiempo.

El viento rugió salvajemente mientras los dos oponentes balanceaban sus armas y cargaban frontalmente a toda velocidad.

Sam lanzó una estocada desde el cielo con su lanza, mientras que Percy respondió trazando un arco ascendente con su espada.

Un destelló de luz divina refulgió en cuando ambas armas chocaron y el poder del océano contenido dentro de la Anaklusmos y la Magia de la Luz con la cual había sido forjada la lanza se debatieron por primera vez.

—¡SON RÁPIDOS!—se maravilló Heimdall—. ¡HAN CHOCADO EN EL CENTRO DE LA ARENA!

Sam retrocedió levemente antes de volver a atacar, aterrizando en el suelo y plantando los pies con firmeza para hacer presión.

—Definitivamente... eres más fuerte... de lo que pareces a simple vista...—reconoció Percy, mientras forcejeaba con su rival.

La valquiria sonrió.

—Y aún no has visto nada...—con un movimiento de brazos, Sam utilizó su lanza para abrir por completo la guardia de Percy, exponiendo su pecho a un ataque—. ¡Soy Samirah al-Abbas! ¡Samirah del León!

La hija de Loki lanzó una nueva estocada, Percy retrocedió y evadió el ataque por muy poco. La joven buscó golpear desde un nuevo ángulo, pero el hijo de Poseidón no estaba tan aturdido como aparentaba, corrigió su postura y a una velocidad vertiginosa volvió a atacar de frente.

Sam interpuso el asta de su lanza, sujetando el arma desde sus extremos. Ambos semidioses comenzaron a medir fuerzas, con la hoja de Anaklusmos a pocos centímetros del rostro de la valquiria.

—Aún... no me impresionas...—gruñó Sam, mientras empujaba contra su adversario.

—Sucede que... aún no comenzamos a bailar... como es debido...—respondió Percy.

La valquiria le asestó una poderosa patada en el estómago, mandándolo despedido hacia atrás. No obstante, y en una fracción de segundo, el hijo de Poseidón trazó un arco ascendente con su espada mientras era lanzado lejos.

Se hizo un breve momento de silencio.

—Nada mal...—murmuró Percy, mientras buscaba recuperar el aire que le habían arrancado de los pulmones.

Sam se miró la mano izquierda, tres de sus dedos habían sido rebanados con un corte limpio.

—¿Cómo...?—gruñó, mientras palidecía por el dolor—. Sólo fue un parpadeo...

—Y aún así, estás sangrando—sonrió el semidiós, poniéndose de pie—. Si te soy sincero, preferiría acabar con esto rápido...

Con un veloz movimiento, sacudió la sangre que ahora manchaba la hoja de Anaklusmos.

—Mientras antes termine todo, más rápido volveremos a casa.

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