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La muerta y la paloma:


Un terrible estallido.

Gritos.

La mano de una valquiria.

Mi voz ahogada.

Todo...


TODO TERMINÓ EN UNA EXPLOSIÓN








Mallory Keen rugía a todo pulmón, poniendo cada gramo de su concentración en controlar la magia de su armadura. Un huracán rugía a su alrededor, del cual escapaban los gemidos de los muertos deshonrosos.

—¡LA FUERZA DE LA NIEBLA ESTÁ CRECIENDO!—exclamó Heimdall.

—¿Pero qué Hades...?—murmuró Piper, mientras retrocedía a causa de la impresión.

—¡Mallory, detente!—pedía Frigg a gritos—. ¡Con tu armadura rota, la magia de Hearthstone no puede contener la niebla del Helheim! ¡Debes renunciar a ella o morirás!

—¡¡Cállate, bruja!!—espetó su hija.

Tentáculos de niebla azotaron el campo de batalla. Piper esquivó los golpes como pudo. Los vientos de su espada sólo podían protegerla de los residuos de la neblina. Pronto, todo su cuerpo se vio cubierto de cortes y rasguños.

—¿La niña de Afrodita quiere jugar a la guerra? ¡Bien! ¡Déjame presentarte a mi vieja amiga, la muerte!

Un latigazo de niebla se estrelló directamente contra Piper. La joven se mantuvo imperturbable, muy a pesar de que su rostro comenzaba a sangrar profusamente.

—Eh...—murmuró el público.

—¿NO LO ESQUIVÓ?—se asombró Heimdall.

—¿Qué...?—se extrañó Mallory.

—¿También tienes problemas con tu madre?—cuestionó Piper.

La einherji abrió los ojos de par en par. La hija de Afrodita prosiguió:

—Estás muerta, y culpas a los ingleses por la opresión sobre tu pueblo. Culpas a Loki, por llevarte hacia el mal camino. Y culpas a tu madre, Frigg, por no salvarte cuando pudo. Pero, en el fondo sabes que ella sólo hizo lo mejor por ti. Sabes que su intervención te permitió llegar al Valhalla, donde has tenido una buena vida tras la muerte—comprendió—. Te aferras a esa furia porque crees que eso es todo lo que puedes aportar. No tienes ningún poder que te sea de ayuda en la batalla, sólo tu ferocidad. Por eso temes no ser suficiente. Quieres ganar este torneo por tus amigos. Pero temes que si ninguno de ellos pudo, tu también fallarás. Eso puedo ver.

Mallory bajo la la mirada ensombrecida, apretando los dientes con frustración. La niebla del Helheim se desvaneció.

—No hables como si lo entendieras—gruñó—. Sí, estoy furiosa por haber muerto. Y sí, entiendo que la vieja bruja me hizo un favor. Y sí, me asusta fallar. Me asusta que ni siquiera con este traje pueda ser rival para esos héroes que destrozaron a mis amigos en batalla.

Alzó la mirada.

—Pero, definitivamente no permitiré que nuestro deseo no sea concedido. Magnus dijo palabras bonitas, y ese dios Apolo parece estar ahora de nuestro lado, pero no es suficiente. Esa meta por la que luchamos, el mundo donde vivimos, definitivamente lo protegeré. No importa cómo.

Piper sonrió satisfecha, limpiándose la sangre que tenía en la boca.

—Ya veo...

La hija de Frigg asió con firmeza sus cuchillos gemelos y devolvió la sonrisa a su oponente.

—Ambas estamos en el límite, Piper McLean.

—¿Límite?—cuestionó la hija de Afrodita, alzando su espada—. Pero si yo aún estoy bien, Mallory Keen.

La einherj emitió un gruñido. Ambas oponentes se prepararon, y al mismo tiempo se abalanzaron la una sobre la otra con las armas en ristre.

Jason observaba todo desde su habitación. Su cuerpo echaba chispas cada vez que veía a Piper perder terreno. Quería intervenir, aunque sabía que no podía. Ella estaba dando todo de sí para salvarlo a él. Jason quería asegurar que ya estaba bien, que Juno lo había liberado de su influencia, pero podía sentir desde el fondo de su corazón que no era así del todo.

—No te distraigas—advirtió la voz de la reina de los dioses—. Eres diferente a ellos, eres mi campeón. Eres fuerte. El héroe representante que me dará la victoria. Pero no lo tomes a la ligera, siempre avanza con todas tus fuerzas. Concéntrate sólo en la pelea. Es una orden: gana. Sólo eso. Confío en ti, cónsul de semidioses.

El fin del combate se acercaba.

Mientras sudor y sangre se mezclaban en el campo de batalla, la espada de Piper y las dagas de Mallory chocaron en medio de una ráfaga de rugientes vientos polares.

—AMBAS ESTÁN AL LÍMITE...—comentó Heimdall—. CON EL SIGUIENTE ATAQUE SE DECIDIRÁ QUÍEN GANA. ¡LAS DOS TIENEN ALTAS PROBABILIDADES DE GANAR! ¿CUÁL DE LAS DOS SERÁ LA VICTORIOSA?

Un tornado de niebla comenzó a soplar a través del anfiteatro, encerrando a Piper entre altos muros de gas mortal.

"Si dejo de emplear la fuerza del idiota y la regeneración de beantown, la magia que queda en mi armadura debería ser capaz de controlar la niebla del Helheim por algo más de tiempo"—pensó Mallory, con los dientes apretados por la concentración—. "Sólo un poco más..."

La neblina envolvió a Piper, forzándole a defenderse creando una tormenta de nieve en miniatura a su alrededor. La espada boréada se estaba congelando en su mano. La piel se le había pegado al mango del arma, casi podía sentir sus células morir a causa de las quemaduras de frío. Pronto la espada explotaría, sobrecargada por el uso indiscriminado de magia. Necesitaba darse prisa.

"360 grados..."—murmuraba Piper hacia sus adentros—. "La niebla viene desde todas las direcciones"

Sintió un desagradable cosquilleo en la nuca. Mallory se había materializado a su espalda con sus cuchillos en alto.

La hija de Afrodita se volvió en redondo, interceptando el golpe con su espada y obligando a su oponente a retroceder de un empujón. No podía competir contra la fuerza mejorada de la einherji, incuso sin la magia de su armadura. Velocidad, agilidad, resistencia. Piper no era rival para Mallory Keen. Tendría que depender de su creatividad, de su magia y su armamento superior.

Extendió la mano izquierda, haciendo aparecer tras un estadillo de luz su vieja cornucopia, el cuerno de la abundancia que había ofrecido en sacrificio a sus hermanos, los dioses Deimos y Fobos, en aquel templo subterráneo de Esparta.

Ahora, reclamaba de nuevo el trofeo que había arrebatado al dios del río Aqueloo para buscar hacerse con la victoria en aquel torneo.

Un chorro de agua a presión salió disparado con velocidad letal desde la boca de la cornucopia, congelándose al instante a causa del frío glacial que cubría el campo de batalla, convirtiéndose en una afilada daga de hielo que se internó en la niebla del Helheim, desapareciendo junto con Mallory.

Nada.

"Está evadiendo casi todos los ataques con esta niebla"—comprendió Piper—. "Como pensaba, es fuerte".

—¡ASÍ QUE ESTAS SON LAS ÚLTIMAS HEROÍNAS DE ESTE TORNEO! ¡ES INCREÍBLE! ¡¿QUIÉN SERÁ LA PRIMERA EN MORIR?! ¡¿QUIÉN QUEDARÁ DE PIE AL FINAL?!

Ambas contrincantes chocaron en el centro de la arena, espada contra cuchillos, niebla contra hielo, creando un estallido de poder al impacto de sus armas.

"Esta niña es resistente"—pensaba Mallory—. "Aunque la pise y pise sigue de pie... cómo sea que ataque, sigue viniendo hacia mí. ¿Dónde está el límite de esta chica?"

Tentáculos de neblina se enrollaron sobre la pierna izquierda de Piper, abriéndole una serie de nuevos cortes. La joven retrocedió mientras ahogaba un grito de dolor. Aún podía correr. Aún podía luchar. Pero la concentración comenzaba a menguarle a causa del sufrimiento.

"Si seguimos dañándonos de poco en poco al final ella terminará por superarme"—comprendió Piper—. "No estamos en el mismo nivel físico. Necesito acabar con ella de un sólo golpe".

Trazó un arco con su espada, desviando con una ráfaga de viento helado un nuevo ataque de la niebla de los muertos.

"Sólo un golpe"—se repitió—. "Sólo eso puedo permitirme"

Mallory fijó su vista sobre ella desde el extremo opuesto del campo de batalla. Asió con firmeza sus cuchillos y se preparó para la inevitable siguiente arremetida.

"Se está quedando sin opciones y lo sabe"—pensó la einherji—. "Seguramente vendrá hacia mí... ¡Y destruiré su cráneo!"

La niebla del Heilheim estalló con gran fuerza, desvaneciéndose una vez más. Mallory fue lanzada hacia atrás varios metros, dejando sus pies profundas marcas en el suelo.

"Ya no me quedan fuerzas"—comprendió—. "¡Se decidirá con este ataque! Con todo el poder que le queda a esta armadura... ¡Destruiré esa espada con la que se defiende!"

Sonrió con salvajismo. La neblina del Helheim volvió a brotar a su alrededor, cubriendo el campo de batalla al completo, girando como un remolino, cerrándose sobre Piper McLean con la intención de despedazar su cuerpo y alma hasta que no quedase más que un deshonroso espíritu, tan destrozado que ni el infierno mismo quisiese su desgarrado cadáver.

Piper se aferró a su cornucopia con todas sus fuerzas. Si la niebla que se cernía sobre ella era la muerte y la miseria, ella respondería con vida y felicidad. Canalizó sus emociones a través del cuerno, como había hecho con Percy y Jason en el nifeo de Roma, se imaginó que ya estaba muerta, como de hecho lo estaba Mallory, y regalaba todo lo que tenía, su alegría, su vitalidad, su paz y resolución. Todo lo estaba obsequiando, se lo obsequiaba a Jason. Todo fuese por salvarlo de Hera.

Sí, ella era hija de Afrodita, pero más que eso, era una McLean. Su padre había empezado siendo un don nadie. Y acabó siendo famoso en todo el mundo. Los McLean no se echaban atrás. Como todos los cherokee, sabían aguantar el sufrimiento, conservar su orgullo y, cuando era necesario, contraatacar. Y había llegado el momento de contraatacar.

"Ya estoy muerta"—se dijo—. "Es la única forma".

Una explosión se tragó el campo de batalla.

La neblina se despejó poco a poco. El público estaba mudo de asombro, y una fina cortina de lluvia, fresca y pura, cayó del cielo.

Piper se abalanzó sobre su oponente a toda velocidad, con el brazo izquierdo cercenado, la piel desgarrada y el cuerpo cubierto de cortes, pero viva, viva y con la espada en ristre.

Mallory abrió los ojos de par en par, luchando por retroceder.

"No puede ser.... ¡¡Debería haber muerto!!"

—Quédate ahí—pidió Piper, con una sonrisa—. ¡No te muevas!

El poder de su voz se filtró a travez del cuerpo de Mallory y todos los espectadores. Semidioses, magos y einherjar se quedaron quietos como estatuas, algunos incluso se desplomaron contra el suelo. Mallory se vio incapaz de mover un músculo, su corazón mismo se había congelado.

"¿Qué...?"—pensó la guerrera—. "¿Por qué...?

La runa Othala de su armadura chisporroteó débilmente. Piper lanzó su golpe final: una fina linea trasversal con su espada.

Mallory Keen lanzó un terrible gritó de dolor, cayendo al suelo con el rostro destrozado a la altura de los ojos. Sangre salpicó el campo de batalla.

Piper se encorvó sobre sí misma, apoyando una rodilla en el suelo y usando su espada a modo de bastón. Temblaba visiblemente. Recién había notado la pérdida de su brazo a causa del bajón de adrenalina.

Comprendió que había fallado.

El don que Alex Fierro había dado a Mallory: su experiencia.

La hija de Loki sabía resistirse al control que otros podían inducir sobre su cuerpo, a la persuasiva voz de su madre, el dios del engaño Loki. Y fue sólo gracias a ese regalo que Mallory pudo reaccionar a tiempo y echar su cuerpo hacia atrás, esquivando un golpe destinado a decapitarla y sólo quedando ciega a cambio.

Piper río amargamente. Ya no tenía fuerzas para nada más. Había perdido demasiada sangre. Estaba entrando en shock. Moriría en cuestión de segundos.

Miró a su oponente. Mallory Keen estaba noqueada, inconsciente, indefensa, pero sobreviviría. Sus heridas no eran mortales, al menos no a corto plazo. Lo mismo no podía decirse de Piper.

Cayó al suelo. El mundo a su alrededor se desvanecía. Se sentía sorprendentemente en calma, tranquila, en paz.

Había ganado la pelea, pero perdido la batalla. Ella estaba muerta y su oponente no. De nada le había servido su sacrificio final, pero no se sentía mal por ello. Algo le decía que se había ganado el respeto de su rival. Quizá, y sólo quizá, Mallory le ayudaría a salvar a Jason. Sólo el tiempo lo diría.

El público se había recuperado del hechizo de Piper y comenzaba a revolverse inquieto:

—¡¿Lo hizo?!—preguntaban los campistas.

—¡¿Ganó?!

—¿Qué?—bramaron los einherjar.

—¡No te duermas!

—¡Levántate!

Heimdal guardó varios segundos de silencio. Escuchó con atención. Latidos de corazón, una respiración débil, leves espasmos musculares. Sonrió de oreja a oreja, haciendo brillar sus dientes dorados, y se hecho a reír con ganas.

—¡ESTE ES UN RESULTADO ÚNICO!—exclamó—. PIPER MCLEAN... QUIEN DERROTÓ A SU OPONENTE... ¡ESTÁ MUERTA! ¡¡LA VICTORIA ES PARA MALLORY KEEN!! ¡¡LA VICTORIA ES PARA EL PANTEÓN DE ESCANDINAVIA!!

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