Todo vuelve a su sitio, ¿verdad? (3 de abril)
¿He dicho ya que soy gilipollas? ¿Por qué me empeño en seguir llamándola si ni siquiera atiende a mis llamadas? Le habré dejado como un millón de mensajes en el contestador, y aun así es incapaz de escribirme para saber que todo va bien.
Estoy preocupado. Tal vez Laura ya no sea mi novia, pero eso no significa que deba quedarme de brazos cruzados a esperar que alguien me notifique que la han matado. No dejo de darle vueltas al hecho de que va a entrar voluntariamente a un lugar plagado de peligros. ¿Y si la lastiman? ¿Y si un grupo de enfermos la sodomiza? ¿Acaso alguien tiene idea de para qué quieren a tantas mujeres? Podría ser por millones de motivos: rituales macabros, venta de órganos, trata de blancas... Es una pesadilla.
Fermín me ha dicho que el antro donde ha de ir para hacerse amiga de estos desquiciados es un mal sitio. La cocaína flota en el ambiente como si fuera un elemento decorativo, y encima, en vez de apoyarme en esto y animarme, se dedica a decirme cada día que me olvide de ella. No para de decir cosas como: «esta tía no te conviene, hermano», «desde que la conoces te has vuelto un muermo», «saca tu peor versión...»
¿A qué diablos se refiere? Están todos tan acostumbrados a que sea ese mudo que nunca se queja, que ahora que he decidido expresarme piensan que Laura es una especie de bruja que me ha llevado por el mal camino. No voy a decir que estoy de maravilla a su lado. De hecho, es cierto que consigue desequilibrarme hasta límites que desconocía, pero la verdad es que gracias a ella me he dado cuenta de cuántos errores he cometido en el pasado. Y no pienso volver a tropezarme con las mismas piedras.
Es muy frustrante comprobar por ti mismo que quienes deberían apoyarte y comprenderte se empeñan en tratarte como si tuvieras doce años. Estoy realmente harto de ser siempre el mismo inútil.
Supongo que hoy tengo un mal día y que esto mejorará a medida que pase el tiempo.
O eso espero.
Para rematar, hoy he tenido una discusión con Nonna. No atiende a razones, y eso me pone frenético. Supongo que con todo lo que estoy aguantando últimamente es lógico que pierda la paciencia con rapidez, incluso con ella.
Resulta que se le ha roto una tubería en casa y claro está que rápidamente he llamado a alguien para que se encargue de arreglarlo. Hasta ahí todo bien. El problema ha empezado cuando amablemente le sugerí que pasara algún tiempo conmigo hasta que le solucionen el problema.
Había que ver a la siciliana montando en cólera... Parecía Al Pacino en Scarface. Sólo le faltaba la metralleta, aunque para ser justos, Pacino estaba más relajado... Luego de diez minutos gritando se ha apaciguado un poco, pero lo más reseñable que dijo fue: «Desde que estás con esa muchacha te has vuelto un contestón.»
Y he reflexionado al respecto. Puede que la presión de no tener noticias suyas me haya acibarado un poco. O puede que Laura me haya contagiado su necesidad de rebatirlo todo. En cualquier caso, que Nonna me haya dicho eso me ha afectado. Puedo dirigirme a cualquiera comportándome como un capullo, pero ella es la excepción. Nonna es sagrada. Nunca le he alzado la voz. Jamás. Nuestras disputas se reducen a un monólogo a base de imprecaciones en italiano. Monólogo por su parte, huelga decir. Yo me limito a escucharla y, cuando su tensión arterial vuelve a niveles humanos, le traslado qué pienso en un tranquilo y suave tono de voz. Ella entonces suelta una burrada de las suyas y acabamos descojonados de la risa.
Hoy no ha sido así. Al menos ha accedido a quedarse los días que estén arreglando la avería. Mientras cambiaba las sábanas para que ella se quede en el cuarto, se ha puesto a mirar la cocina con ese gesto de desaprobación que sólo ella puede esbozar. Abrió la nevera y gritó: «¿¡Es que sólo bebes!? ¿¡Dónde diablos está la comida!? ¿¡Crie acaso a un borracho!?»
Iba a pedirle una tregua, cuando Fermín me ha mandado una foto de Laura saliendo del Notre dame. Parece que le fascina verme cabreado, como si el hecho de demostrarme que ella ha pasado página tan ricamente, mientras yo ando hecho una mierda, le proporcionara una jugosa satisfacción.
Al verla me he derrumbado. Nonna se acercó arrastrando sus perjudicadas piernas y ha comprendido que no estoy bien. Iba a soltarme uno de sus discursos cargados de reproches, pero al verme ha debido darse cuenta de que ya estoy bastante tocado y hundido.
Dijo algo que no comprendí y le pedí que lo repitiera. Entonces, como si se hallara confusa y algo desorientada, expresó: «corre tras el lobo, Giorgio. No lo pierdas en la bruma.»
Me niego a creer que se trata de un episodio relacionado con la edad. No parecía estar divagando, pero ¿qué sentido tiene semejante frase?
No estoy preparado para afrontar algo así. Espero que Dios no le arrebate la identidad a Nonna. No sé si podría soportarlo.
*Imagen de Pixabay
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