Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

La vieja tienda de campaña (7 de mayo)

Fermín vino anoche a verme. En la comisaría apenas coincidimos, ya que nos han asignado horarios de lo más enrevesados. Otras veces podemos incluso hasta tomarnos un café o echar unas risas entre horas, pero estas últimas jornadas ha sido imposible. Total, que se plantó en casa a la hora de la cena con envases del restaurante chino de la esquina y vestido para salir de fiesta. No me apetecía lo más mínimo ir a tomar copas por ahí, pero al final me convenció y me agarré una tajada olímpica.

Quizá por la necesidad de liberar mi estrés, accedí a pasar una noche en compañía de mi amigo. Lo que no imaginaba es que acabaríamos yendo al local de los moteros donde Jiménez, Sonia, Alfonso y cómo no, el cafre de Gómez, andaban de juerga desde hacía ya unas horas. Con la nariz roja, el niño bonito de la comisaría se acercó y empezó a abrazarme. Juro por Dios que quería arrancármelo como si de una rata infecta se tratara, pero mantuve las formas y sólo esbocé una sonrisa ante su séquito presente. Alfonso y Jiménez suelen reírle todas las gracias, por lo que no hallé extraño que salieran juntos de vez en cuando. Pero Sonia no suele ser una habitual en ese rebaño. Nos tomamos unas copas y me dio por preguntarle qué diablos sucedía en su vida para acabar desperdiciándola en compañía de Gómez. Riéndose me dijo que no lo soportaba, pero que era mejor que pasarse la noche viendo "Padre de familia". Después de recordar algunas de las estrafalarias escenas que ofrece la serie y de reírnos a carcajadas con las locuras que suelta Peter Griffin por esa boca soez y sexista, me dijo: «¿Te acuerdas de la acampada?»

Me había olvidado por completo de aquel día. Acababa de mudarme y Fermín me presentó a Sonia una tarde en el paseo marítimo. Entablamos una relación amistosa con extrema rapidez, no sé exactamente por qué, pero el caso es que nos entendimos bien. Un día me dijo que no había pescado nunca y, en un amago por mostrarme sociable, sugerí que nos fuéramos de excursión a algún sitio con río. Un fin de semana bastaría para enseñarle a pescar. A ella y a Fermín, que confesó no haber cogido una caña en su vida. Por aquel entonces comenzaba a salir con Ángela, así que la acampada le parecía una excusa idónea para pasar más tiempo junto a ella.

Los cuatro partimos aquella jornada a una localización conocida, donde infinidad de turistas suelen hacer paradas en autocaravanas y vehículos por el estilo. Sin embargo, debido a la época, no había nadie. Sonia no tuvo inconveniente en compartir tienda conmigo, sobre todo porque los tortolitos no se separaban ni un segundo. La primera noche, no sucedió nada, pero la siguiente advertí sus manos acariciándome el abdomen. Yo no tenía pareja y en ese momento no me pareció un problema dejarme llevar. Lo jodido fue que nuestra relación de amistad se deterioró. Siempre dijo que no pretendía nada más conmigo, pero lo cierto es que a veces pienso que esperaba otra cosa y que por eso acabó distanciándose.

Después conocí a Rita y mis contactos con ella fueron única y exclusivamente en el trabajo. Ya ni siquiera charlábamos frente a la máquina de café, de hecho, cada vez que yo aparecía, ella solía despedirse con una mueca amable. Hasta ahora no me había fijado, pero conforme pasaba la noche me percaté del trato que me dedicaba.

Quizá fuera el alcohol, pero sus preguntas respecto a Rita acabaron incomodándome. No es que hiciera cuestiones inapropiadas, sencillamente hizo que recordara un fragmento de mi vida que yo trataba de olvidar a toda costa.

Y entonces sucedió. Entre música y barullo, Sonia me dio un beso. Se aferró a mi cuello con ambos brazos y me vi protagonizando un morreo que duró más tiempo del debido.

Cuando separó sus labios le pedí que por favor no volviera a hacerlo. Ofendida y sintiéndose rechazada, decidió apostillar: «Ya veo que lo que dicen es verdad.»

Si es más feliz pensando que la rechacé por ser gay, pues que así sea. Pero no entiendo por qué cree tal cosa si en la famosa acampada lo pasamos bien.

Varias veces.

Bueno, y esto quedaría como una simple anécdota de no ser porque me siento culpable. Se supone que puedo estar con quien me plazca y aun así no puedo evitar verme como un infiel. Disfruté del beso. Sonia es maja y atractiva, una de esas mujeres esbeltas que capta la atención de la mayoría a su paso y, aunque podría disfrutar demostrándole que está muy equivocada respecto a mi tendencia sexual, creo que debo mantener una distancia por mi propio bienestar.

Después del suceso, un poco perjudicado por el alcohol, me planté en casa de Laura. Por supuesto, ella no abrió la puerta. Primero porque eran las cinco de la mañana y, segundo, porque amenacé con no irme hasta que abriese.

Sé que estaba dentro, o al menos eso intuí gracias a la luz que salía por las ventanas.

Tirado en las escaleras del edificio, dormí media hora y luego me marché.

Vale, me porté como un chiquillo con rabieta. Pero me merecía al menos una respuesta. Me habría conformado con uno de sus característicos «vete a la mierda». Sin embargo, no he recibido ni un maldito mensaje. Me he pasado semanas llamándola y ella no quiere dar señales. Siento que me ha desplazado de su vida a la primera de cambio, como si lo que hemos compartido no significara nada. No me parece justo, no sabiendo que en el fondo ella también ha sentido cosas, quizá no como yo, pero son igualmente emociones que no debería aparcar de buenas a primeras. Le importa su trabajo y lo entiendo, pero ¿qué pasa conmigo?

No merezco estos desplantes. Al menos podría decirme que está bien, o sólo hablarme de cómo le va con los capullos de la secta. Me preocupa de veras, no es únicamente porque sienta que me ha abandonado como un objeto inservible. Pienso que se juega demasiado en esta misión y no sé muy bien si podré encajar que le pase algo malo.


*Imagen de Deedee86 (Pixabay)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro