Por fin he vuelto a la carga y, aunque aún siento en mi estómago resquicios de ansiedad, resolví sin problemas la jornada de trabajo. Por lo que se ve la noticia de mi ruptura ha corrido como la pólvora entre los compañeros y todos, incluyendo a un Gómez especialmente simpático, me han dado ánimos para superar el bache. Extrañado y creyendo que se trataba de un sueño, decidí mantener los ojos y los oídos bien atentos por si de repente se rompía el encantamiento. Y, bueno, pronto volvieron los comentarios mesozoicos que incluían porno en todas sus versiones, por lo que, en efecto, las cosas seguían igual.

Laura, que mostró su versión más amable conmigo dadas las circunstancias, obviaba las barbaridades que el resto de agentes soltaban sin medida. Al parecer, ya está acostumbrándose a sus burradas, e incluso ha desarmado más de una vez a un Gómez tan seguro de sí mismo que insistía en invitarla a salir creyéndose Don Juan Tenorio. Sonriente, consiguió zafarse de los pesados al tiempo que tiraba de mí para que abandonásemos el vestuario lo antes posible.

Durante nuestra ronda me contó las cosas que me había perdido y entonces me di cuenta de que aquella chica y yo éramos tremendamente parecidos. También ella siente que aún debe encontrar su sitio no sólo en el trabajo, sino en el mundo en general. Y de pronto, me veo contándole mi vida como si la conociera desde hace años. Es muy extraño que yo abra mi corazón tan alegremente, hasta le he hablado de mi nonna y la relación tan rara que mantengo con mi madre, cosa que al parecer también tenemos en común. Por lo visto, ambas son como agua y aceite, siendo su abuelo el único con quien se entendía. Lástima que el hombre muriera hace años.

Todos la ven como una tía buena a la que tirarse, pero en realidad hay mucho más allá de su preciosa fachada. Le gusta la buena música y le van las pelis de Robert de Niro. Quizá algún día quedemos para ver una maratón de Scorsese... Pero por ahora lo mejor será mantener cierta distancia. No quiero nada serio con nadie y, además, no es buena idea pretender intimar tanto con una compañera. Por mucho que esa morenaza se adapte a cada una de mis fantasías, lo mejor será dejarlo estar.

Por otro lado, Giovanna ha venido de visita. Me he alegrado enormemente de que haya aparecido justo en este momento en que necesito desconectar y divertirme. Estuvimos cenando en Fratello's y, después de un postre cargado de azúcar, caminamos un rato por el paseo marítimo. Pese a las bajas temperaturas, compartimos un rato estupendo. Me vino genial contagiarme de su espectacular humor.

Me ha contado que está saliendo con una chica a la que conoció en las clases de yoga. Dice que se llama Sandra y que tiene los ojos más bonitos que ha visto nunca. Está colada hasta las trancas, pero prefiere pensar que es algo pasajero. Ella en su línea.

Obviamente, me ha pedido que no traslade esto a la familia. Como si eso ya no formara parte de nuestro trato... Hace como doce años que le guardo el secreto. En el mundo real, su condición no es ningún problema, pero sabe perfectamente qué clase de padres y tíos tiene, por lo que prefiere vivir a su aire sin hacer a los suyos partícipes de cada aspecto de su intimidad.

En ese sentido la admiro. Creo que no es nada fácil andar ocultándose, aun así, ella es capaz de absorber al máximo cualquier circunstancia que se encuentre en el camino; ella es capaz de vivir. Entiende perfectamente cuál es la esencia de esa palabra y, aunque a veces lamenta no poder abrirse a sus padres o incluso a su hermano, cree que este sistema también tiene sus ventajas. Cuando inicia una relación hace malabares para mantenerla en secreto, lo cual puede llegar a ser extenuante, pero también es cierto que si se produce una ruptura no tiene que andar hablando del asunto con nadie, por lo que el proceso de recuperación tiende a ser más corto. En resumidas cuentas, sufre lo justo.

Me ha hecho reflexionar mucho al respecto. Quizá me haya pasado los últimos años intentando encajar para que todo a mi alrededor estuviera en equilibrio: tener un buen trabajo, una novia que gustara a la familia, reprimirme para no discutir... ¿Ha servido de algo mi esfuerzo? La respuesta es no, así que tal vez sea el momento de hacer lo que realmente me apetece sin reparar en la aprobación del resto.

La única aprobación que preciso, es la mía.

*Imagen de jwvein (Pixabay)