❤️12💔
En una de las habitaciones del pasillo, un joven pelinegro se había desvelado todo la noche buscando información sobre el paradero de la familia Park. Durante los últimos días no había parado de hacer llamadas a los vecinos de su antiguo vecindario, pero nadie parecía saber dónde estaban.
Intentó usar las conexiones de su abuela para buscarlos en todo Seúl, y aún estaba a la espera de alguna respuesta. Mientras tanto, había intentado acercarse a Jimin sin descanso, esperándolo fuera de su casa con la esperanza de poder hablar con él. Sin embargo, Hoseok no le permitía acercarse a menos de cinco metros, lo que hacía que hacía que su objetivo resultara inalcanzable.
Además, lo situación entre ellos también estaba afectando a Yoongi. Como su novio, no salía de casa a menos que fuera junto a Jimin y muy lejos de Jungkook. Llevaban días sin verse y tampoco se comunicaban mucho, lo que lo preocupaba aún más.
No quería que los demás sufrieran por su culpa. Aunque Jin aún no conocía todos los detalles de lo que estaba ocurriendo, sospechaba que ellos le escondían algo importante, y que esa era la razón del desánimo de Yoongi y del encierro de Jungkook. Pero prefería concentrarse en cómo conquistar a Namjoon en lugar de entrometerse en los problemas de los demás.
Las horas pasaban, y estas terminaron por convertirse en otro día más sin noticias sobre la familia del rubio. Eso pensaba, hasta que su teléfono comenzó a vibrar alrededor del mediodía, mostrando el nombre del investigador.
—¿Si? ¿Encontraron algo? —preguntó, con la esperanza de que la respuesta fuera afirmativa.
—Tenemos lo que buscaba —una gran sensación de alivio inundó su cuerpo al escuchar esas palabras; ahora tenía esperanza—. La familia Park se encuentra viviendo en Australia desde hace varios años y está ubicada en una zona cercana a la costa, ya que dirigen un resort de lujo. En cuanto a Park Jihyun, él estuvo trabajando con sus padres, pero hace unas semanas regresó a Corea para descansar y en unos días volverá.
—Perfecto. ¿Sabe dónde se está quedando?
—Sí, en estos momentos se está hospedando en un hotel en la cuidad. Le enviaré la dirección de inmediato.
—Está bien, esperaré entonces —tras un leve sonido de afirmación, colgó, y en segundos recibió la dirección del hotel—. Al fin te encontré —murmuró, comenzando a empacar algo de ropa.
Sabía que convencer a Jihyun iba a ser difícil, especialmente porque ambos se envolvieron en una fuerte pelea en el pasado. Por lo que le llevaría tiempo lograr que fuera a ver a Jimin; pero estaba decidido a no rendirse.
Al tener todo listo, bajó las escaleras con cuidado para no llamar la atención de Jin y de la tía de Yoongi, quienes se encontraban en la cocina. Pero mientras dejaba una pequeña nota en la mesa, aquel castaño egocéntrico lo sorprendió.
—¿Piensas escaparte o qué? —el pelinegro, se le acercó rápidamente y cubrió su boca para que no alzara la voz.
—¿Podrías callarte? —le susurró, pero Jin, frunciendo el ceño, lo apartó y se cruzó de brazos.
—¿Y si no quiero? No puedes ordenarme nada, musculitos —le respondió con un tono de superioridad.
—Por favor, Jin, solo déjame ir.
—Lo haré cuando me digas a dónde te diriges —esta vez, le hablaba en serio—. Sabes que si desapareces así preocuparás a todos en la casa, ¿no?
—No tengo mucho tiempo, Jin. Si alguien pregunta por mí, solo dí que fui a la ciudad para ver a mi abuela —intentó irse en ese momento, pero el contrario lo sujetó del brazo para impedirlo.
—Escúchame bien, Jeon Jungkook. Espero que si vas a escaparte, al menos logres arreglar todo el desastre que hiciste, ¿lo entiendes? —la autoridad y firmeza con que habló Jin, lo dejaron perplejo; casi nunca le hablaba así—. No me hagas golpearte por ser un imbécil que no sabe pedir perdón.
—E-espera...... ¿Lo sabes?
—Ja, ¿y tú qué crees? Ninguno de los dos puede esconderme nada. Además, los oí hablando a escondidas —la mirada del pelinegro decayó mínimamente, mostrando vergüenza—. Nunca pensé que un tipo tan blandito como tú tuviera un pasado tan oscuro —mencionó esto con un tono burlón, mientras le pellizcaba ambas mejillas, como si fuera un niño chiquito.
—Ya suéltame —logró safarse—. No estoy orgulloso de lo que fui, ¿vale?
—Lo sé, y por eso espero que lo arregles —posó su mano sobre su cabello, acariciándolo levemente—. Sé un buen chico para que no rompas su corazón de nuevo, Kookie.
Su voz fue suave y alentadora, por lo que este asintió.
—Haré todo lo posible —respondió, dirigiéndose hacia la puerta, bajo la mirada del castaño, quién sonreía mínimamente.
Puede sonar extraño e irónico, pero desde que Jin conoció a Jungkook, lo veía como su "bebé", uno que debía proteger. A pesar de que ambos tenían la misma edad y que el pelinegro era milímetros más alto; eso sin mencionar que muchas veces se molestaban entre sí, lo que terminaba en peleas infantiles. De cualquier manera, Jin sentía cierta debilidad por él, especialmente cuando estaba triste o se lastimaba.
¿Y con Yoongi? Bueno, a él simplemente le gustaba molestarlo, ya que no tenía paciencia.
—¡Jin! ¿Puedes venir un momento, hijo? —le pidió la tía de su amigo desde la cocina.
—¡Enseguida voy! —respondió, apresurándose a volver a su lado.
En el establo cercano a las praderas, un despistado pelirrojo se encargaba de peinar la crin del caballo que había nombrado Boram, un hermoso equino de color negro cenizo. Últimamente, pasar tiempo con los caballos lo hacía sentir mejor; llevaba días sin ver a Hoseok, y eso lo estaba destrozando.
Aunque se moría por aparecer en su casa y abrazarlo con todas sus fuerzas, por escuchar su voz y sentir su olor, Hoseok le había pedido que se mantuviera alejado por un tiempo; quería salir de casa con Jimin para distanciarse de todo.
Esa situación lo hacía pensar que lo ocurrido estaba afectando su relación, que él estaba sobre protegiendo demasiado a su amigo. Sin embargo, aunque deseaba protestar y decir que ellos podían arreglar las cosas si solo les daba un poco de espacio, presentía que esas palabras provocarían una pelea entre ambos, y eso era lo último que quería.
Confiaba en que Jungkook pronto lo resolvería; el día anterior había ido a la ciudad en busca del hermano de Jimin, así que esperaba que todo saliera bien.
—¿Tú crees que todo volverá a la normalidad, Boram? —le preguntó al animal, tratando de buscar respuesta alguna en sus grandes ojos mientras continuaba acariciándolo.
Pero, evidentemente, el caballo no respondió, al menos no de una manera que él pudiera entender.
—Si solo hablas con los caballos en vez de con mi sobrino, dudo mucho que todo vuelva a la normalidad —interrumpió otra voz; era Namjoon.
El chico levantó la vista hacia la entrada y encontró al mayor allí, vistiendo un traje de jinete y sujetando el casco con una de sus manos. Namjoon se acercó poco después.
—Señor Kim, ¿qué hace por aquí? —preguntó, sorprendido.
—Hace mucho tiempo que no vengo al establo —respondió mientras acariciaba a Boram, luego miró al pelirrojo—. Suelo venir a montar de vez en cuando. ¿Y tú?
—Ah.... Solo vengo a cuidar a Boram y a los otros. No tengo ánimos para montarlos —dijo con tristeza en su voz.
—Es porque Hoseok y Jimin se fueron, ¿cierto? —el contrario, sabiendo que era muy fácil de leer, asintió—. Tranquilo, Min. Por lo que sé, volverán pronto; solo necesitan tiempo.
El pelirrojo lo sabía, pero aún así le dolía.
—Usted..... ¿sabe por qué decidieron alejarse?
—No exactamente —su respuesta fue muy rápida, pero le pareció extraño que no lo supiera—. La verdad, Hoseok nunca me habla de lo que sucede con Jimin, y no pretendo presionarlo. Estoy seguro de que ha sufrido mucho antes de que mi hermano y su esposa lo acogieran, así que no quiero tocar temas sensibles. Solo soy el tío que los mima.
Namjoon terminó con una pequeña sonrisa, que delataba su descontento por no estar al tanto de lo que ocurría, pero también su deseo de darles su espacio.
—Entiendo lo que dice. Pero también se que debe sentirse igual que yo; perdido y sin saber qué más hacer para ayudar, impotente. Precisamente porque queremos darles su espacio y que ellos mismos vengan a nosotros cuando nos necesiten, pero lo único que podemos hacer es esperar a que todo se solucione.
El rostro del mayor se volvió completamente neutro en cuestión de segundos; tenía mucha razón, así era como se sentía. Sin embargo, él siempre había vivido en su propio mundo, y eran pocas las veces que visitaba a su familia en la ciudad, así que temía entrometerse en lo que no le correspondía opinar.
—No tenemos de otra —musitó técnicamente, sin despegar la mirada del caballo y sintiendo nuevamente la necesidad de ir a buscarlos él personalmente.
—Pero no se preocupe —volvió a hablar el pelirrojo—. Al fin y al cabo, siempre regresan, ¿no?
Él asintió lentamente, volviendo a ese momento en el establo y trayendo consigo su pensamiento principal; esperar.
—¡Yoongi! —se oyó una voz familiar gritar ese nombre—. ¿¡Cómo fuiste capaz de dejarme en el lago, ah!? ¡Estoy echo un maldito desastre y solo por vigilar...!
Cuando el castaño entró en el lugar, se dio cuenta de que su amigo no estaba solo.
—Lo que me faltaba —murmuró bajo la mirada de ambos.
Jin lo siguía por orden de su tía, quien quería asegurarse de que estuviera bien. Pero ese pelirrojo le jugó una broma que implicó que cayera al lago por la inestabilidad del puente que había sobre este; no lo culpen, a él también le gusta molestar a Jin, aunque sea para reírse un poco.
Y ahora se encontraba allí, completamente mojado de la cabeza a los pies. Las mangas de su camisa estaban algo sucias, al igual que sus pantalones; sin mencionar que había perdido una de sus zapatillas.
—Ah.... Creo que será mejor que me vaya. Fue bueno verlo, señor Kim. Adiós —se apresuró a despedirse antes de que Jin lo alcanzara.
—Pero, ¿¡a dónde crees que vas!? —intentó seguirlo como pudo—. ¡Min Yoongi!
Fue lo último que logró gritar antes de tropezar con sus propios pies y caer al suelo.
—¡Ay, maldito idiota! —hizo un berrinche en el suelo, provocando que Namjoon no pudiera evitar reír—. ¿Y tú de qué te ríes, eh? ¡Ayúdame a levantarme, ¿quieres?!
Estiró la mano en su dirección, esperando que este la tomara. Pero, en su lugar eso, se inclinó un poco hacia él con una media sonrisa.
—Cuando aprendas a hablarme adecuadamente, en vez de darme órdenes, entonces te ayudaré. Por ahora, dile a Boram que lo haga —dijo divertido, y luego se alejó.
—Oye, ¡Oye! ¿¡Quién carajos es Boram!? —apenas mencionó su nombre, el caballo relinchó en respuesta, asuntándolo—. ¡Namjoon, espérame!
Logró levantarse y lo siguió, sin dejar de gritar su nombre, aunque no le respondiera. Pero llegó un momento en el que se cansó y corrió para tomar su mano.
—¿Te hace..... sentir bien que..... corra trás de ti, ah? —su cuerpo estaba agotado, y eso se reflejaba en su voz.
—Tal vez —respondió como si no le diera importancia a la energía que había gastado por su culpa; pero, en el fondo, le preocupaba un poquito que siguiera con esa ropa mojada encima—. ¿Tú no vas a cambiarte?
—Ja —lo soltó para echarse el cabello hacia atrás, tratando de apartarlo de su rostro; aunque no sirvió de mucho, ya que volvió a su lugar—. La última persona que podía llevarme se acaba de ir, y mi moto se descompuso a medio camino. Hoy en serio no tengo suerte.
—Yo te llevaría —soltó de repente, provocando que el castaño enarcara una ceja—, si no tuviera cosas mucho más importantes que hacer.
Continuó su camino, dejándolo ahí.
—¿Eh? ¡Eres un hombre sin corazón, Namjoon! ¿¡Cómo puedes abandonarme así!? ¿¡Y si me llego a enfermar que harías, ah!? —de repente, este se detuvo y se dio la media vuelta en su dirección—. Lo sabía, ahora tendrás que venir a ayudarme.
Se murmuró, sintiéndose victorioso, pero Namjoon solo pasó de largo sin siquiera dejarlo hablar. No obstante a eso, en minutos apareció montando un caballo de pelaje blanco y brilloso, deteniéndose a su lado.
—Si quieres seguir intentando que venga a salvarte, bien por ti. Pero si quieres cambiarte con uno de los uniformes y unirte a mi en una carrera, no me opondría a ganarte —le sugirió, sabiendo perfectamente la respuesta.
—Ya quisieras que montara esa cosa —lo señaló con desdén—, pero descuida, me las arreglaré para volver por mi cuenta.
Y sin más, se dio la vuelta, rumbo a la salida.
—Si tan solo apreciara y viera algo más que a sí mismo, tal vez las cosas serían diferentes. ¿No crees, Sori? —le habló al animal, y este movió levemente la cabeza antes de empezar a andar.
¡gracias por leer!
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