Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

💔05❤️

Ir a aquel lugar era un castigo por la insensatez e irresponsabilidad de Yoongi. Así que no podía pasarse todo el tiempo encerrado en su cuarto, viviendo la vida como si nada hubiera pasado; tenía que aprender que cada acción tenía un precio. Por eso, allí estaba, vestido con ropa sencilla, un sombrero que lo protegía del sol y unas botas que le recordaban la dureza del trabajo que lo rodeaba. Llevaba alrededor de dos eternas horas en el invernadero de su tía.

Ella y su esposo eran unos de los principales proveedores de alimentos para el pueblo, lo que significaba que llevaban una gran responsabilidad sobre sus hombros. Esa carga ahora recaía también sobre Yoongi, quien, aunque no estaba acostumbrado a la vida rural, comenzaba a entender el valor del trabajo duro. Su tía había decidido no tomar el control de la empresa familiar, prefiriendo la tranquilidad de una vida pacífica al lado de su esposo en su pueblo natal. No quería ser esclava de viajes interminables y reuniones agotadoras; esa no era la vida que quería. Así que su padre, con resignación, asumió el peso del negocio.

Después de llenar diez cajas con verduras frescas, frutas jugosas y hortalizas, las colocaron cuidadosamente en la camioneta. Su destino era el mercado del pueblo, donde una parte de la cosecha se vendería, otra se dejaría en las tiendas del lugar y las últimas tres cajas irían al orfanato, un gesto que siempre llenaba de alegría a su tía. Sabían que los niños esperaban con ansias esas frutas, un pequeño regalo que alegraba sus días.

A pesar de que estar en un ambiente tan sencillo y rural era algo nuevo y, en ocasiones, desgastante, Yoongi empezó a disfrutar de su tiempo allí. Solo llevaba unos días, pero sentía que era un buen cambio, una desconexión total del caos de la vida en la ciudad que lo había consumido. La rutina de trabajo en el invernadero, el olor a tierra fresca y el sonido del viento entre las hojas le ofrecían una paz que no había conocido en mucho tiempo.

Con su cuerpo cansado y empapado de sudor, salió del orfanato después de haber sido perseguido por una ola de niños curiosos que intentaban tocar su cabello rojizo y le lanzaban preguntas inocentes y a menudo hilarantes. No era un amante de los niños, pero había algo en su energía contagiosa que lo hacía sonreír. Tal vez podría cuidar… a uno. No más, eso era suficiente.

Mientras se alejaba, su mirada se desvió hacia la acera de enfrente, donde un chico caminaba del brazo con otro rubio. Uno de ellos llevaba un fino suéter rosa, mientras que el otro optaba por un morado que contrastaba con sus jeans de mezclilla. Pero fue el pequeño de lentes, con una boina rosa que le daba un aire adorable, el que captó toda su atención y le sacó una sonrisa involuntaria.

En un impulso, sacó su teléfono y lo marcó. Al instante, se dio cuenta de que el menor se había guardado como “🐿️Hoseokie🐿️”, lo que lo hizo negar divertido, recordando su encuentro días atrás. Cuando el teléfono comenzó a vibrar, dirigió la mirada al frente y vio cómo el chico, con un poco de confusión, contestaba.

—¿Hola? —empezó con una tímida voz; él aún no notaba que estaban frente a frente.

—¿Cómo estás, pequeño? —preguntó con una voz suave, acompañada de una leve sonrisa; pudo notar como se empezó a emocionar al reconocer su voz.

—¡Hyung! De verdad me llamó —respondió, feliz—. Pero… ¿por qué lo hizo? —ahora se mostraba un tanto confundido.

—Pues, me preguntaba si querías ir a almorzar conmigo hoy. Me dijiste que podría invitarte —le propuso. Seok al oírlo dio pequeños saltitos en su lugar, haciendo que riera un poco.

—Claro que quiero almorzar con usted, hyung. Solo dígame dónde y ahí estaré —aceptó, contento.

—Yo iré a recogerte a tu casa. Dentro de una hora y media, ¿te parece bien?

Se notaba que para él estaba más que bien.

—Me parece perfecto, hyung, lo esperaré con ansias —este emitió un sonido de afirmación y luego colgó; viendo como el pequeño rubio arrastraba a su amigo a toda prisa para llegar rápidamente a su casa.
                 
De repente, el sonido de unas cajas vacías cayendo resonó a su espalda, interrumpiendo la sensación que Yoongi había comenzado a disfrutar. Al darse la vuelta, se encontró con su tía, cuyos ojos estaban cristalizados y una mano cubría su boca en un gesto de sorpresa.

—¿Ese… ese era él? —musitó, señalando hacia el frente con una incredulidad palpable en su voz.

Yoongi no pudo evitar sonreír mientras recogía las cajas que habían caído. La similitud entre Hoseok y el chico que había visto justo antes era innegable.

—Se parecen mucho, ¿verdad? —dijo, mientras acomodaba las cajas en la camioneta, sintiendo una mezcla de emoción y nostalgia. Era como si el destino estuviera jugando con él, presentándole un eco del pasado.

—Pero… ¿cómo? Son casi idénticos. Yo diría que hasta iguales —su tía se mostraba confusa, y su tono revelaba una preocupación que no podía ignorar—. Espera, ¿tú has hablado con él?

Frunciendo el ceño, Yoongi tomó un momento para pensar en cómo responder. La inquietud de su tía era evidente, y eso lo hizo suspirar antes de girarse totalmente hacia ella.

—Puede ser confuso y… extraño, pero se podría decir que somos amigos —respondió, dejando que las palabras fluyeran con sinceridad, aunque sabía que no era exactamente lo que ella quería escuchar.

—Yoongi —ella arrastró las últimas letras de su nombre, como si intentara transmitirle una advertencia que iba más allá de las palabras—. Por favor, piensa bien en lo que harás. Quizás estés confundiendo a este chico con Hoseok y pienses que puedes aprovechar esta oportunidad —su mano se acercó a su hombro, buscando conectarse con él—. Pero no es él, no le hagas daño, y a ti tampoco, cariño.

Él sabía todo eso. Había estado preparándose mentalmente desde el momento en que vio al chico, intentando diferenciar entre la versión de Hoseok que había conocido y esta nueva aparición. No se estaba confundiendo, aunque las emociones eran intensas y complicadas.

—Sé que él no es mi Hobi, y no pretendo confundirme, tía. Pero de verdad quiero conocerlo mejor —sus palabras eran firmes, aunque la preocupación en los ojos de su tía no se desvanecía.

Estaba consciente de que las emociones podían nublar su juicio. Entendía que podría aferrarse a este nuevo chico, que la conexión podría llevarlo a un lugar doloroso si las cosas no salían como esperaba. Pero al mismo tiempo, había una curiosidad innegable, un deseo de descubrir si había algo más allá de la apariencia.

Su tía lo miró con una mezcla de ternura y preocupación. Sabía que era una decisión que él debía tomar por sí mismo, y aunque su instinto maternal la empujaba a protegerlo, comprendía que debía dejarle espacio para explorar sus propios sentimientos.

—Está bien, cariño. Vámonos, ¿sí? —dijo finalmente, su voz suave pero decidida. Yoongi asintió, sintiendo un ligero alivio ante su aceptación. Caminó hacia las puertas del vehículo.

Mientras se acomodaban en la camioneta y arrancaban, Yoongi no podía dejar de pensar en el chico de lentes y boina rosa. Había algo en su mirada que realmente le recordaba a Hoseok, algo que lo atraía de una manera que no podía ignorar. La idea de conocerlo mejor se volvió una necesidad, queriendo descubrir a este ser que el destino colocó en su camino.

Ya en ruta de regreso a casa, el paisaje rural se deslizaba por las ventanas, y cada kilómetro que avanzaban parecía alejarlo un poco más de la confusión de la ciudad. Yoongi sabía que debía ser cuidadoso, pero la posibilidad de una nueva amistad, de  una nueva historia, comenzaba a florecer en su corazón.

Después de una ducha refrescante y de arreglarse un poco, Yoongi se sentía más preparado para lo que estaba a punto de hacer. Su mente giraba en torno a las mejores opciones para llevar a Hoseok a almorzar, tratando de encontrar un lugar que fuera cómodo y acogedor para ambos. Tenía la firme intención de hacer de ese día algo especial.

Al llegar a la casa de Hoseok, se detuvo frente a la puerta, tomando un momento para calmarse antes de tocar. Con tres golpes firmes, la puerta se abrió, revelando a un castaño mayor que él, quien lo miró con una ceja enarcada y una expresión que combinaba sorpresa y desconfianza. Se cruzó de brazos, interponiéndose en la entrada.

—¿Tú eres Min Yoongi? —preguntó con un tono neutro, casi autoritario. Yoongi sintió un ligero nerviosismo recorrer su cuerpo, pero reunió el valor necesario para responder.

—Sí, señor. Estoy aquí para llevar a Hoseok a almorzar, si usted lo permite, claro —intentó esbozar una sonrisa, aunque sentía que su expresión no era completamente convincente.

El hombre, que se presentó como el tío de Hoseok, cerró la puerta tras de sí y se acercó a él, su mirada fija y seria.

—Escucha, Min —comenzó, con un tono que dejaba claro que quería ser tomado en serio—. Solo quiero decirte una cosa: Hoseok es muy sensible, y más cuando se ilusiona.

Yoongi sintió la carga de esas palabras, comprendiendo la seriedad de su protección. El hombre llevó una mano al hombro de Yoongi, apretándolo suavemente, mientras una pequeña sonrisa se dibujaba en su rostro, lo que le dio al pelirrojo una sensación de alivio.

—Así que, por favor, cuida de él, ¿sí? —continuó, su tono ahora más cálido.

—No se preocupe, señor Kim, haré todo lo posible para cuidarlo —respondió Yoongi, devolviendo la sonrisa, sintiendo que en ese momento había recibido la confianza de alguien que realmente se preocupaba por Hoseok.

Apenas terminó de hablar, la puerta se abrió nuevamente, mostrando a Hoseok, que ahora lucía un suéter tejido de color blanco y un gorro a juego. Su bermuda verde y un pañuelo anudado en su cuello del mismo color complementaban su atuendo alegre. Sin embargo, notó que no llevaba sus anteojos, cosa que lo intrigó.

A diferencia de Yoongi, que era un manojo de nervios y preocupación, vestido con un conjunto de pantalón negro y una camisa blanca con los dos botones principales abiertos, Hoseok emanaba pura felicidad y emoción. Su rostro iluminado parecía brillar con anticipación.

—¡Hola, hyung! —exclamó, acercándose a ellos con una energía contagiosa. Pero su ceño se frunció levemente al ver a su tío y, con un tono juguetón, dijo—: Tío Nam, deberías ver a Jiminnie, dice que tiene muuucha hambre.

El mayor soltó una risa suave, dejando escapar un aire de complicidad mientras miraba a su sobrino. Era obvio que trataba de desahcerse de él para que no dijera algo que pudiese incomodar al pelirrojo; conocía el carácter de su tío.

—No seas travieso, ¿entendido? —le advirtió, con un tono de voz que intentaba ser serio, pero que se veía opacado por la ternura que sentía hacia su sobrino. Acarició suavemente el cabello del chico, que en respuesta hizo un pucherito en forma de triángulo, un gesto que le resultaba adorable.

—No soy un niño, tío —le recordó Hoseok, con un ligero puchero en sus labios—. Solo vamos a almorzar. Volveré dentro de unas horas —caminó hasta ponerse al lado de Yoongi, adoptando una postura desafiante, pero que no podía ocultar su emoción.

—Lo sé, Seok —dijo el adulto, dirigiendo su mirada hacia Yoongi—. Diviértanse.

Sin más que añadir, entró en la casa, dejando a su querido sobrino al cuidado del pelirrojo. Yoongi soltó un leve suspiro, sintiendo un ligero peso sobre sus hombros ante la responsabilidad que le había sido otorgada. Comprendía las razones de su tío; sólo quería protegerlo. Hoseok, al verse solo con él, se colocó frente a Yoongi, su mirada un tanto apenada.

—¿Mi tío le dijo algo que lo incomodó, hyung? —preguntó, bajando la mirada mientras sus dedos jugaban nerviosamente con el dobladillo de su camiseta.

—Hey —respondió Yoongi, agachando un poco la cabeza para poder encontrar sus ojos color café oscuro—. Solo te está cuidando, Hoseok. Es normal.

Finalmente, el chico levantó la mirada, dejando entrever una pequeña sonrisa, pero también un destello de vulnerabilidad.

—Pero… él no tiene por qué preocuparse. Siento que en verdad puedo confiar en usted.

La sinceridad en sus palabras hizo que la sonrisa de Yoongi se ampliara. El gesto de Hoseok era tan genuino que, de alguna manera, le hizo sentir un calor en el pecho. Se acercó un poco más, llevando su mano a los cabellos rubios del menor, acariciándolos con delicadeza, sintiéndose halagado por el voto de confianza que le otorgaba.

—Poco a poco, ¿está bien? —dijo, alejando su mano para llevarla a su bolsillo, como si tratara de contener la emoción que empezaba a burbujear en su interior—. Nos iremos conociendo conforme pase el tiempo.

Hoseok asintió, sus ojos brillantes llenos de curiosidad y emoción. Tenían mucho tiempo por delante para conocerse a fondo y explorar qué podría surgir entre ellos… o tal vez no. El futuro era incierto, pero eso no les impedía disfrutar del presente.

—Ahora tengo curiosidad por tus anteojos —continuó Yoongi mientras comenzaba a caminar, dejando en evidencia su confusión porque el chico no los llevaba puestos—. ¿Dónde están?

—No tengo que usarlos siempre, hyung —respondió Hoseok, caminando a su lado con un paso ligero—. Los uso mayormente cuando leo o cuando me da pereza ponerme los lentes de contacto.

Hoseok explicó, haciendo gestos con sus manos, señalando sus ojos y el lugar donde solía guardar sus lentes. Sus movimientos eran pequeños, pero notables, llenos de energía.

Yoongi lo escuchaba atentamente, disfrutando de cada palabra que salía de la boca de ese chico tan curioso. Era evidente que a Hoseok le gustaba hablar sobre cualquier cosa que le pasara por la mente, y el pelirrojo se sentía complacido por poder escucharle. Además, no podía evitar responder a sus preguntas o dar su opinión, disfrutando de la interacción.

Comenzaba a darse cuenta de que Hoseok era como una ardillita curiosa y enérgica, siempre llena de vida y entusiasmo. Cada palabra, cada gesto, lo acercaba más a la idea de que, tal vez, habían encontrado un espacio donde ambos podían ser ellos mismos, lejos de las expectativas y las preocupaciones del mundo exterior.

—Entonces, ¿te gusta leer? —preguntó Yoongi, interesado, mientras caminaban juntos por el sendero que llevaba hacia el pequeño café del pueblo, un lugar que siempre había querido visitar.

—¡Sí! —exclamó Hoseok, sus ojos brillando con emoción—. Me encanta sumergirme en historias de todo tipo. A veces, siento que puedo vivir mil vidas a través de los libros.

La pasión en su voz era contagiosa, y a Yoongi le resultaba imposible no sonreír ante la idea de un chico tan lleno de sueños.

—Entonces, ¿cuál es tu libro o autor favorito?

—Mm, definitivamente Romeo y Julieta —respondió, acercándose a su oído como queriendo susurrarle un secreto—; suelo leer romances trágicos de vez en cuando. Son interesantes y apasionados, como la mayoría de los libros de Shakespeare.

—¿En serio? —su incredulidad era más que evidente.

—Sip, se puede sentir con más intensidad el amor entre dos personas si son capaces de afrontar las adversidades juntas. Aunque muchas veces sea difícil o no terminen bien. Es lo curioso de las tragedias amorosas: sufres pero aprendes a apreciar el verdadero amor —esa sensación tan calmada y profunda que emanaba al hablar, lo hizo sentir extraño de alguna forma.

—Puedo decir que me identifico un poco con eso —mencionó, cabizbajo, llamando su atención.

—Hyung, sé que realmente no me incumbe pero, ¿podría contarme un poco sobre ese amigo al que le recuerdo? —su pregunta y la suavidad de la misma lo dejaron pensativo, debatiéndose en si era buena idea o no contarle sobre su pasado.

Pero después de un largo suspiro, se decidió.

—Creo que te debo una explicación por como me comporté ese día, ¿no? —el rubio bajó la mirada con vergüenza al recordar, pero Yoongi decidió continuar—. Pues, él era mi mejor amigo y...

Contó cortos detalles. Etapas de juventud y niñez con su mejor amigo. Mencionó su parecido vagamente a decir verdad, y sus sentimientos no fueron tocados en un extremo más allá de la amistad. Pero Hoseok entendió, comprendió un poco más Yoongi a través de su historia. Durante las horas que compartieron, le dio respuesta a muchas de sus dudas sobre ese día y el ahora.

¡gracias por leer!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro