💔04❤️
La caminata pasó de ser incómoda y silenciosa a convertirse en una amena plática de introducción para ambos. Las palabras fluyeron con naturalidad, como si se conocieran de toda la vida. Hablaban de lo que les gustaba, de sus estudios, y de cómo Hoseok había llegado a este lugar. Su voz se llenaba de entusiasmo mientras explicaba que sus padres tenían que trabajar demasiado y no tendrían tiempo para él. No querían arruinar sus vacaciones, así que le dieron la oportunidad de elegir a dónde querría ir.
—Decidí venir al campo —dijo Hoseok, su sonrisa iluminando su rostro—. Mi tío vive aquí, y siempre quise visitarlo con mi mejor amigo, pero nunca habíamos podido venir a su casa en este lugar. Siempre nos encontrábamos en la ciudad.
—Ya veo —respondió Yoongi, sintiendo cómo su cuerpo se relajaba al conversar tan tranquilamente con el joven que caminaba a su lado—. Dicen que todo tiene su propio encanto, ¿no? Pues el campo no sería la excepción.
—¡Exacto! —exclamó Hoseok, sus ojos brillando con entusiasmo—. Hay tanto espacio y la naturaleza es tan hermosa. ¡Y hay animales por dónde sea que mires! Se respira mucho mejor aquí.
—Tienes razón... —musitó, deleitándose con su genuina emoción—Ah... puedo hacerte una pregunta.
—Claro, lo que quiera —dijo con una pequeña sonrisa.
—Bueno, ¿por qué estabas acostado entre las flores? —preguntó Min con curiosidad, mientras se adentraban en el sendero que daba a la entrada del pueblo.
Hoseok rió suavemente, como si la pregunta le recordara un momento vergonzoso.
—Bueno… estaba viendo el lugar y, había unas pequeñas ardillitas jugando —comenzó a explicar, haciendo pequeñas pausas, como si cada palabra tuviera que ser cuidadosamente elegida—. Quise acercarme a ellas, ya que son mi animal favorito. Pero se escaparon antes de que pudiera alcanzarlas. Así que corrí tras ellas, pero al final se subieron a los árboles y no pude encontrarlas.
Mientras hablaba, su expresión se tornó en un puchero adorable y molesto que hizo que Min no pudiera evitar sonreír. Era un gesto tan fresco y auténtico que le recordaba a su Hobi, pero a la vez era diferente, lleno de una inocencia que lo cautivaba.
—Y así es como llegué a las praderas —continuó Hoseok, su tono ahora más melancólico—. Era tan bonito ver el amanecer desde allí… Incluso tomé varias fotos con mi celular, pero mientras admiraba el paisaje, comencé a sentir demasiado sueño. Por eso me quedé dormido ahí.
Él asintió, comprendiendo cada palabra que decía. Estaba disfrutando de su naturalidad y de la forma en que se expresaba. Min sentía que cada palabra de Hoseok lo acercaba más a la esencia de aquel chico. La pasión en su voz y la sinceridad en sus ojos lo atrapaban. Era un recordatorio de lo que era vivir sin las sombras del pasado.
Ambos continuaron caminando, el aire fresco y agradable del pueblo envolviéndolos mientras más se adentraban en el. Min comenzó a abrirse, permitiéndose hablar sobre su pasión por la música, su amor por escribir letras de canciones y lo que significaba para él la creatividad. Hoseok lo escuchaba atentamente, asintiendo con entusiasmo y haciendo preguntas que mostraban su interés genuino por el mundo de Min.
Aunque de momento, Hoseok se detuvo frente a él, lo que hizo que Yoongi retrocediera un poco, dejándolo confundido y con el corazón acelerado.
—¿Q-Qué sucede? —preguntó, sus párpados parpadeando rápidamente, sorprendidos por la cercanía entre ellos.
—Esa es mi casa —dijo Hoseok, señalando con una mano la hermosa construcción blanca que se alzaba ante ellos. Un camino de piedras, cuidadosamente alineadas, conducía a la puerta principal, flanqueado por coloridas rosas y tulipanes que adornaban el jardín—. Muchas gracias por acompañarme a casa, Yoongi hyung. Me gustó mucho hablar contigo.
La sonrisa de Hoseok era tan radiante que hizo que el corazón de Yoongi se acelerara nuevamente. No pudo evitar corresponderle con una sonrisa tímida.
—A mí también me gustó hablar contigo, pequeño —respondió, sintiendo una calidez inesperada en su pecho. Sin pensarlo, llevó una mano al cabello de Hoseok, desordenándolo un poco en un gesto amistoso, un pequeño acto que revelaba su "reciente cercanía". Sin embargo, al darse cuenta del apodo y de la mirada feliz del rubio por el contacto, se alejó un poco, aclarando su garganta en un intento de retomar la compostura—. Ah… deberías entrar. Tu tío debe estar preocupado por ti.
—Ya le había dicho que iba a salir a explorar el lugar. Me dio permiso hasta antes del almuerzo, por eso salí muy temprano —explicó Hoseok, su tono ligero y despreocupado. Su mirada brillaba con emoción, dando a entender que podía ausentarse un poco más, pero que era mejor no caer en demasiada confianza.
—Entonces tendrías que apresurarte, ya casi es mediodía —replicó Yoongi, sintiendo que el tiempo parecía fluir más rápido en la presencia de Hoseok.
—Mm, bien —respondió, aunque su tono no reflejaba muchas ganas de irse. Soltó un suspiro, como si esa despedida le pesara más de lo que quería admitir—. Pero antes de irme… —dijo, extendiendo su mano de manera casual—. ¿Me dejaría su teléfono un momento?
Yoongi dudó por un segundo, mirando fijamente sus manos, preguntándose qué era lo que Hoseok pretendía. La chispa en sus ojos lo intrigaba, y finalmente, con un ligero asentimiento, accedió a dárselo. Hoseok tomó el dispositivo y tecleó durante unos segundos, su expresión concentrada y decidida. Luego de un instante, le devolvió el teléfono.
—Escríbame si quiere que salgamos otro día —dijo, sorprendiendo a Yoongi con la audaz propuesta—. Podríamos ir a almorzar la próxima vez —añadió, guiñándole un ojo antes de apresurarse a entrar a su casa.
Min se quedó parado, aún aturdido por lo sucedido. Su cuerpo no se movió durante unos segundos, mientras su mente reproducía la coqueta invitación de Hoseok una y otra vez. La adrenalina y la curiosidad se apoderaron de él, inundando su ser. Finalmente, comenzó a reír, incapaz de contener la incredulidad que brotaba en su interior.
—Definitivamente no es mi Hobi —murmuró mientras se daba la vuelta, negando con la cabeza y comenzando a caminar de regreso a su casa provisional. Su mente estaba en un torbellino de emociones, reflexionando sobre lo inesperado de la situación. Cada paso que daba resonaba con la posibilidad de una nueva amistad, o tal vez algo más, en el aire que los rodeaba.
Mientras se alejaba, la imagen de la sonrisa de Hoseok continuaba grabándose en su mente, una chispa de emoción que lo acompañaría durante el resto del día. Su corazón latía con un nuevo ritmo, y en su pecho anidaba la idea de que este encuentro había sido solo el comienzo de algo especial.
Hoseok entró en la casa con una felicidad palpable. Sentía un leve cosquilleo en su estómago solo al recordar la mañana que había pasado con el pelirrojo. La memoria del toque suave que hizo en su mejilla mientras dormía y las palabras que resonaban en su mente, aunque distorsionadas, lo hacían sonreír para sí mismo.
“Te he extrañado tanto, ¿sabes? Pensé que jamás volvería a verte...”
“Tenía ganas de volver abrazarte, de tener el valor de decirte “cariño” y “mi amor”...”
Solo de pensarlo, una calidez se asentaba en su pecho. Aunque sabía que esas palabras no eran para él, se permitía disfrutar de la sensación, aunque solo fuera por un breve instante.
—¡Ya llegué! —anunció con alegría, cambiándose los zapatos y colgando su mochila en el perchero.
—Bienvenido, Hoseok —saludó su tío, un castaño de 37 años que se encontraba en la cocina, colocando platos en la mesa—. Llegaste justo a tiempo para ayudarme con el almuerzo...
—¡Hoseokie! —la voz chillona de su mejor amigo interrumpió a Nam mientras este hablaba. Jimin bajó las escaleras a toda prisa, lanzándose hacia Hoseok y abrazándolo con tanta fuerza que casi lo hizo tambalear y caer al suelo.
—Me dejaste solo, Hoseok —se quejó, apoyando su cabeza contra el cuello de su amigo. Luego se separó, frunciendo el ceño en un gesto que le resultaba adorable—. Te castigaré escondiendo todas tus pulseras —amenazó, señalándolo con el dedo índice—. Quiero que te arrepientas de haber dejado a tu pobre amigo solito.
Hoseok trató de no reírse ante la actitud dramática de Jimin, pero era difícil resistirse. Su amigo lucía demasiado tierno cuando estaba enojado, especialmente con su cabello atado en una coleta que él mismo había hecho la noche anterior, que parecía una pequeña manzana.
—Siento haberte dejado, pero sabía que no tendrías la fuerza de voluntad para despertarte tan temprano e ir conmigo, así que no te puedes quejar —le sacó la lengua en señal de burla y corrió hacia la cocina.
—¡Hoseok! —Jimin hizo un berrinche, arrastrando las sílabas, mientras se quedaba parado en su lugar.
—Jimin —lo llamó Nam, el tío de Hoseok—, no actúen como niños y vengan a ayudarme con el almuerzo, ¿sí?
—Todo es su culpa, tío Nam —respondió Jimin, acercándose a la barra para tomar los vasos que contendrían el agua y llevarlos a la mesa, manteniendo su puchero—. Siempre me está molestando.
Namjoon suspiró, se acercó a Jimin y le quitó la liga de su cabello, dejando que los mechones rubios cayeran desordenadamente sobre su frente.
—Se nota que son mejores amigos, porque él dice lo mismo de ti —dijo, mientras se encaminaba hacia la cocina, dejando a Jimin con su berrinche, ahora en silencio.
Después de almorzar y de que Hoseok les contara entusiasmado todo lo que había visto, él y Jimin subieron rápidamente a su habitación. Había cosas que solo podía compartir en privado.
—¿Qué me estás escondiendo, eh? —preguntó Jimin, imitando la expresión curiosa de Hoseok mientras se subía a la cama y abrazaba una de las almohadas en forma de fresa.
—Mm… hoy conocí a un chico muy guapo —confesó Hoseok, dejando que una gran sonrisa iluminara su rostro. La reacción de su amigo fue inmediata, frunciendo levemente el ceño.
—¿En serio, Seok? Llevas solo un día aquí y, ¿ya te gusta alguien?
—No lo diría exactamente así —respondió Hoseok, mostrando un leve puchero—. Solo dije que es guapo y muy amable.
—Aja —Jimin se acercó un poco más, inclinándose hacia él—. Hay algo que no me estás diciendo, ¿verdad? Dilo.
Había algo más, y aunque no fuera tan importante porque Hoseok sabía que esos apodos no eran para él; que pertenecían a alguien que seguramente amaba mucho. Sin embargo, intentaba convencerse de que, de alguna manera, esas palabras eran suyas.
—No es nada importante —empezó a jugar con sus manos sobre la cama, buscando las palabras—, pero me gustó escucharle decirlo.
—Ay, ya dime qué te dijo —Jimin estaba al borde de la desesperación, ansioso por conocer los detalles.
—Bueno... me dijo cosas como "te he extrañado tanto" y "tenía ganas de volver abrazarte, de decirte “cariño” y “mi amor” cuando dormía en las praderas —confesó, utilizando un tono de voz más grave al repetir las palabras del pelirrojo, provocando que los ojos de Jimin se ensancharan al oírlo—. Es extraño, lo sé. Pero dijo todo eso porque le recordaba a alguien más, así que trato de no ilusionarme por muy bonito que se haya sentido —continuó, desanimado.
Jimin, al ver la expresión melancólica de Hoseok, se acercó y lo abrazó por los hombros con ternura. Hoseok tenía la costumbre de entregarse a sus emociones con facilidad, pero estos enamoramientos fugaces rara vez terminaban bien; siempre había algo que se interponía en su camino, una barrera invisible que lo separaba de lo que realmente deseaba. Y esta vez, lo que había ocurrido no solo lo había ilusionado, sino que también lo había herido.
—Estoy seguro de que pronto tendrás un novio que te quiera mucho, Seokie —dijo Jimin, intentando transmitirle un poco de esperanza. Se inclinó hacia él y le dejó un leve beso de consuelo en la mejilla, su gesto cargado de cariño y comprensión. Luego, se puso frente a Hoseok, buscando sus ojos para que se encontraran.
El suspiro que salió de los labios de Hoseok era un eco de su desánimo, pero al mirar la sonrisa sincera de su amigo, algo en su interior se iluminó. Jimin siempre había sido su mayor apoyo, y su fe en él parecía capaz de disipar cualquier sombra de duda.
—Eso espero, Minnie —respondió Hoseok, con una pequeña sonrisa que comenzaba a dibujarse en su rostro. Era una sonrisa genuina, una que reflejaba no solo gratitud, sino también una chispa de optimismo que había estado escondida.
Jimin, al notar ese cambio, sonrió aún más ampliamente, como si su propia alegría estuviera ligada a la de Hoseok. Se acomodó mejor en la cama, dando un ligero tirón de la almohada en forma de fresa hacia él.
—Sabes, Seokie —comenzó Jimin, mientras jugueteaba con la almohada—, a veces las cosas no salen como uno espera, pero eso no significa que no vayan a mejorar. Ese chico solo se confundió, ¿no? Su comportamiento fue raro por lo que me dijiste pero, al parecer estaba sufriendo. No le prestes atención.
Hoseok se quedó en silencio, reflexionando sobre las palabras de su amigo. A veces, la vida podía parecer una montaña rusa de emociones, y él había estado en la cima y en el fondo en un abrir y cerrar de ojos. Pero en esos momentos difíciles, la presencia de Jimin siempre le daba la fuerza necesaria para seguir adelante.
—Tienes razón —respondió finalmente, sintiendo que un peso se aliviaba en su pecho—. Tal vez necesito dejar que las cosas fluyan y no apresurarlas. Esperar a que él destino haga de las suyas, ¿cierto?
Jimin asintió, satisfecho con la respuesta de su amigo. Sabía que Hoseok tenía un corazón inmenso, uno que merecía ser amado plenamente y sin reservas. A veces, su amigo solo necesitaba un pequeño empujón para recordar lo valioso que era.
—Además, si algún chico no se da cuenta de lo increíble que eres, entonces es una pérdida de tiempo pensar él —añadió Jimin, guiñándole un ojo como si estuviera compartiendo un secreto.
Hoseok soltó una risita, sintiendo cómo la calidez del momento llenaba la habitación. Era fácil dejarse llevar por la tristeza, pero tener a Jimin a su lado le recordaba que siempre había luz al final del túnel.
—Gracias, Minnie. Siempre sabes qué decir —dijo Hoseok, sintiéndose renovado.
—¡Eso es lo que hacen los mejores amigos! —exclamó Jimin, haciendo un gesto exagerado con las manos mientras se recostaba en la cama—. Ahora, ¿qué tal si hacemos algo divertido para distraernos? Tal vez ver una película con palomitas.
—Me parece una excelente idea —respondió Hoseok, su ánimo recuperándose poco a poco—. Pero solo si prometes no criticar la película que pondré. ¡Tampoco vale quedarse dormido!
Advirtió, levantándose para salir de la habitación.
—¡Así será, mi señor! —dijo Jimin, divertido, riéndose mientras se levantaba para seguirlo.
La tensión del momento se desvaneció, y la habitación se llenó de risas y complicidad. En ese instante, Hoseok se dio cuenta de que, aunque el camino hacia el amor verdadero podía ser incierto, siempre habría un lugar seguro en el corazón de su mejor amigo donde podría refugiarse y recobrar la esperanza.
En la casa de Yoongi, este salía del baño, secando la humedad de su cabello con una pequeña toalla blanca. Vestía un conjunto negro: de pantalones de algodón cómodos y una camisa fina sin mangas que acentuaba su figura.
Mientras se acercaba a una de las maletas que aún no había desempacado, un sentimiento de nostalgia lo invadió. Comenzó a sacar algunas cosas, organizando su habitación con un movimiento automático. Calcetines, ropa interior, y otros objetos personales fueron colocados cuidadosamente en los cajones de madera. Sin embargo, al hurgar en el interior, se topó con un sobre rojo que lo hizo detenerse en seco.
Ese sobre había sido dejado por Hoseok, su mejor amigo, poco antes de irse. Había pedido que se lo entregaran a su padre para que, al volver, pudiera recibir esa despedida. Yoongi recordaba vívidamente el día en que lo encontró y, aunque había comenzado a leerlo días después de su muerte, las palabras le habían causado un dolor tan profundo que había decidido guardarlo en la maleta, sin atreverse a abrirlo de nuevo. Pero ahora, solo en su habitación, sentía que era el momento adecuado para enfrentarse a esas emociones.
Colocó la toalla a su lado y se sentó en su cama; poniendo sus piernas en forma de mariposa. Con un leve temblor en las manos, abrió el sobre y sacó la carta que había en el interior, inhaló profundamente y comenzó a leer…
Mi Ginie…
Las palabras escritas a mano parecían cobrar vida ante sus ojos. Yoongi podía imaginar la voz de Hoseok resonando en su mente, su tono alegre y desenfadado, incluso en los momentos más oscuros.
Sé que cuando leas esto posiblemente estés molesto conmigo, y no te culpo. Pero no quería que me vieras así. Ya no podríamos salir juntos, beber juntos, ir al parque de diversiones o hacer algo que implique actividad física, ya que mi corazón está demasiado débil y no lo soportaría.
Las letras se volvían borrosas mientras las lágrimas comenzaban a deslizarse por sus mejillas. Hoseok siempre había sido el optimista del dúo, encontrando luz y diversión incluso en las situaciones más sombrías.
Tengo mucho miedo ¿sabes? Temo no poder estar más tiempo contigo, de no ver cómo crecemos y nos graduamos. Quería estar contigo en tus momentos más felices y tristes, que nuestra amistad durara hasta que nos volviéramos unos viejos cascarrabias (bueno, yo sería un adorable abuelito comparado contigo)
Un leve susurro de risa escapó de los labios de Yoongi, a pesar del nudo en su garganta. Hoseok siempre había sido un maestro en hacer que la tristeza se sintiera un poco más ligera.
Por eso no quería que me recordaras de esta manera. En serio luzco horrible y no puedo aceptar que te veas más atractivo que yo, gatito arisco.
Con cada palabra, la risa se mezclaba con el llanto. Hoseok había sido un rayo de sol en su vida, y ahora esa luz parecía apagarse, pero sus recuerdos permanecían brillantes.
Perdóname por pedirle a tu padre que te separara de mí. Pero debes comprender mis razones; solo quiero que me recuerdes como un chico feliz y saludable, que solo tengas buenos recuerdos de nosotros. Quiero que te enamores de alguien y le des todo ese cariño que escondes. No quiero que te aferres a mí, porque sé que eres capaz de deprimirte por mucho tiempo y volverte un chico rebelde.
Yoongi sintió que su corazón se rompía aún más al leer esas palabras; realmente lo conocía. Hoseok siempre había estado tan preocupado por él, incluso en sus momentos de dolor.
Solo cuida de tus padres y cuídate, pero sobre todo… no me olvides, mi bebé llorón.
Tú Hobi.
Las lágrimas caían libremente ahora, como un torrente que no podía contener. Se abrazó la carta contra el pecho, sintiendo el peso de su ausencia. Sus emociones se entrelazaban en su interior, dejándolo completamente vulnerable.
—Nunca te olvidaré —afirmó, tratando de limpiar sus lágrimas—. Y te prometo ser feliz, Hobi.
..Entiendan a Hoseokie, le hace ilusión que lo llamen así, y Yoongi trata de dejar a un lado sus sentimientos para no confundirse, aunque le cueste y le duela dejarlo ir...
¡muchas gracias por leer!
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