💔03💔
Al final, decidió que iría. Necesitaba un descanso de todo lo que había sucedido; sentía un ligero alivio al pensar que su padre se haría cargo del incidente. Sin embargo, la idea de que le había quitado la vida a alguien, aunque fuera en un accidente, lo perturbaba. Ese peso en su conciencia sería una carga difícil de llevar.
El viaje en autobús se tornó aburrido y solitario. Todo a su alrededor le resultaba extraño: el paisaje que se deslizaba por la ventana, los rostros ajenos en el vehículo, y ese hombre que, sin previo aviso, se había quedado dormido en su hombro, roncando con una intensidad que lo sacaba de quicio.
No había podido dormir ni comer, y eso lo estresaba aún más. Anhelaba una cama cómoda donde descansar y algo de carne para satisfacer su estómago vacío; era lo que más deseaba en ese momento.
Después de unas tres horas, finalmente se acercaba a su destino. Su tío, el esposo de la media hermana de su padre, lo fue a recoger a la terminal. Lo condujo en su auto hasta la casa que lo acogería durante sus vacaciones. Al llegar, se encontró con una casa grande y algo rústica, situada al lado de un invernadero de cultivo. El lugar había cambiado bastante desde la última vez que lo visitó; tenía un aire diferente, casi renovado, que despertó en él una mezcla de nostalgia y curiosidad.
De la casa salió su tía, una mujer de cabello pelinegro, un poco más baja que él, pero que lucía igual que antes, con esa sonrisa reconfortante y sincera que siempre le había mostrado.
—¡Mi pequeño Min! —exclamó, abrazándolo con fuerza al acercarse.
—¿Cómo estás, tía Jisoo? —preguntó, tratando de sonar tranquilo, aunque la fatiga se hacía evidente en su tono.
—Bien, cariño —respondió, separándose un poco para tomar su rostro entre sus manos—. Pero creo que tú no lo estás —su mirada se tornó preocupada—. Siento mucho lo de Hobi. No quiero imaginar cómo te sientes, Min.
Y ahí estaba de nuevo, esa presión en el pecho que lo asfixiaba cada vez que alguien mencionaba el nombre de su amigo. La simple palabra le daba un vuelco a sus sentimientos, y aunque intentaba mantener la compostura, el dolor era innegable.
—Hago lo que puedo —dijo, esforzándose por normalizar su tono—. Todos me dicen que debo seguir adelante pero… lo extraño demasiado.
—Lo sé, cariño —ella tomó sus manos con ternura—. Ustedes dos eran inseparables. Sé que te duele mucho haberlo perdido, pero debes tratar de ser feliz. Creo que eso es lo que más le importaba.
Le sonrió débilmente, consciente de que todos intentaban consolarlo con las mejores intenciones, pero el consuelo no borraba el dolor. Aun así, sabía que debía intentar estar bien, o al menos aparentarlo.
—Es lo que intentaré hacer. Durante el tiempo que estaré aquí, trataré de hacer que mi vida sea como antes, aunque sea un poco.
—Ese es mi muchacho —dijo, apretándole levemente los hombros en un gesto de apoyo.
—¡Cariño, vengan a almorzar! —gritó su marido desde el interior de la casa.
—¡Está bien! —respondió Jisoo, sonriendo—. Vamos a adentro, ¿sí? Debes tener mucha hambre.
—Debo admitir que sí —respondió él, sintiéndose algo más relajado ante la perspectiva de una comida casera.
—Entonces vayamos a alimentar a mi… —lo escaneó con la mirada, una sonrisa cómplice en sus labios—, bueno, has crecido bastante desde la última vez que te vi, así que ahora eres mi sobrinito grande.
Revolvió un poco su cabello para comenzar a adentrarse a la casa. Tuvieron un agradable almuerzo en donde Yoongi les contó cómo le iba en la Universidad y una que otra cosa personal; eso omitiendo muchos detalles recientes. Pero fue una de las mejores cenas que tuvo en mucho tiempo.
Quizás este cambio de escenario, esta nueva rutina, podría ofrecerle la oportunidad de sanar y de relajarse, aunque fuera un poco. Y tal vez, en el calor del hogar familiar, podría encontrar un refugio donde dejar que el tiempo hiciera su trabajo.
Cuando la cena culminó, Min tomó una ducha y se dispuso a descansar un poco. La suave cama lo recibió como un abrazo cálido, y en un instante se dejó llevar por el cansancio. Sin embargo, su mente no podía escapar de un único pensamiento: el accidente y el cuerpo del hombre tendido en el suelo, repitiéndose una y otra vez en su cabeza como un eco aterrador.
Sentía un miedo tan profundo cada vez que su imagen se presentaba, tan real y desgarradora. Lograba ver nuevamente la sangre cubrir con rapidez el espacio a su alrededor, oscureciendo el abrigo que traía puesto. Ese sentimiento de culpa no lo dejaba tranquilo, y dio mil vueltas en la cama debido a el, pero eso no impidió que continuara dormido.
El pequeño descanso que había anhelado se prolongó hasta el día siguiente. El cansancio dominaba cada fibra de su ser, tanto que, incluso con las pesadillas que lo asediaban, no se despertó. Sus tíos, conscientes de su estado, decidieron no interrumpir su sueño y dejarlo descansar por el largo viaje que había tomado.
Al abrir los ojos con lentitud, se dio cuenta de que eran alrededor de las 7:30 de la mañana, demasiado temprano para su gusto. Se levantó con un suspiro, tomó un conjunto deportivo gris de su maleta y se cambió rápidamente luego de una corta ducha. Decidió que una carrera por el pueblo podría ayudarlo a despejar la mente y a recorrer los alrededores, recordando cada rincón de su infancia en el.
Salió con sigilo de su cuarto, intentando no despertar a sus tíos al pasar por su habitación o bajar las escaleras. Se dirigió a la cocina manteniéndose en silencio, dirigiéndose al refrigerador para vertir un poco de agua en su termo de metal, para el camino. Al terminar de hacerlo, finalmente salió de la casa, percibiendo la temperatura fría de la mañana golpear su piel y la leve luz solar que a esa hora iluminaba.
Comenzó su recorrido y, se dio cuenta de que realmente había cambiado. Nuevas casas y tiendas habían surgido, más invernaderos y terrenos de cultivo se extendían por doquier, pero la esencia del lugar aún permanecía intacta. La amabilidad de la gente seguía siendo la misma, y eso le proporcionó un pequeño alivio. Ya que las señoras que antes solían darles dulces a él y a Hoseok, lo saludaron con alegría y lo invitaron a que se pasara a verlas en algún momento. Él obviamente aceptó.
Después de un rato corriendo, llegó a las praderas, donde admiró la vista de un pasto verde y vibrante, salpicado de flores de colores brillantes que danzaban suavemente al ritmo del viento. Se respiraba libertad y paz en ese lugar.
Sin embargo, algo captó su atención. Entre las flores, se dibujaba una forma humana. Se acercó lentamente, preocupado por si alguien necesitaba ayuda. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, casi dejó de respirar. Se vio obligado a sentarse, ya que sus manos comenzaron a sudar, su corazón latía desbocado y una oleada de emociones lo invadió: la tristeza se entrelazaba con una repentina felicidad.
El chico que yacía frente a él, descansando bajo el suave sol de la mañana, era su viva imagen. Tenía sus mismas facciones, sus labios, la forma de sus mejillas, su nariz, su delgado y pequeño cuerpo. Todo era idéntico, excepto por los mechones de cabello rubio que caían desordenadamente sobre su frente. Era Hoseok.
Min sintió que la realidad se desvanecía a su alrededor mientras intentaba acercarse, deseando tocar su rostro para comprobar que no estaba soñando. Con un leve temblor en las manos, acarició suavemente la mejilla de Hoseok, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos. Una sonrisa se asomó en su rostro; creía que esta era su oportunidad para despedirse.
—Mi Hobi —susurró, con la voz quebrada—, te he extrañado tanto, ¿sabes? Pensé que jamás volvería a verte —el dolor en su pecho se intensificó al dejar escapar las lágrimas de emoción y nostalgia.
—¿Por qué me dejaste, eh? ¿Por qué no me diste la oportunidad de decirte cuánto te amo, Hoseok? —sus susurros solo aumentaron su llanto y sollozos, proporcionándole fragilidad a su voz—. Quería dejar de acobardarme y confesarte que eras todo para mí.... que cuando supe que me dejaste me quería morir por no poder despedirme. Me dolió tanto perderte, Hoseok... Todos estos años... solo tenía ganas de volver abrazarte, de tener el valor de decirte “cariño” y “mi amor” como lo hacen las parejas.... Pero no pude...
Las palabras fluyeron como un torrente, y Min se encontró sumido en un mar de lágrimas. Una mezcla de felicidad y nostalgia se apoderó de él, haciéndole desear detener el tiempo y quedarse en ese irreal momento para siempre. Intentó acercar su rostro un poco más, deseando rozar sus narices. Pero al tocarlo y susurrarle, junto con las lágrimas que caían en las mejillas de Hoseok, el chico comenzó a abrir lentamente los ojos, aunque todavía no podía ver con claridad.
—¿Papá...? —musitó con una voz suave y confusa. Min se alejó rápidamente y se apresuró a secar sus lágrimas, sintiendo cómo la realidad lo golpeaba.
El chico se sentó, tomando los anteojos que estaban a su lado y colocándoselos. Llevaba un overol de mezclilla decorado con corazones de colores y flores, acompañado de una camisa blanca de manga corta y una pequeña boina beige. Al ver a Min tan cerca, su expresión se tornó de sorpresa a desconcierto.
—¿Quién es usted? —preguntó el chico, retrocediendo un poco y frunciendo el ceño, su expresión reflejaba una mezcla de curiosidad y desconfianza—. ¿Y por qué estaba tan cerca de mí, eh?
La voz del joven era suave, incluso más de lo que Min recordaba, y se veía adorable con aquel atuendo. No era el estilo que solía llevar el Hoseok de sus recuerdos, pero le quedaba sorprendentemente bien. Min se vio atrapado en sus pensamientos, cuestionándose cómo era posible que dos personas pudieran parecerse tanto. ¿Era realmente posible que existieran dos seres humanos que lucieran prácticamente idénticos?
—Ah… —Min carraspeó, tratando de recomponer sus pensamientos, y se levantó, haciendo una leve reverencia—. Lo siento mucho, no era mi intención asustarte. Solo… me recuerdas a alguien muy especial para mí. Me disculpo sinceramente si te hice sentir incómodo.
Retrocedió un poco, sintiendo un torbellino de emociones en su interior. Sin embargo, segundos después, escuchó de nuevo la voz del chico.
—A quien le recuerdo —dijo, provocando que Yoongi se detuviera y girara sobre sus pies, mientras el rubio se levantaba del suelo y tomaba su pequeña mochila blanca—, ¿se llama Hoseok?
El corazón de Min se detuvo un instante. El chico había escuchado parte de su conversación, y eso lo llenó de un leve pánico. No quería que pensara que era extraño o que tenía alguna intención inquietante.
—S... Sí —respondió, su voz temblando ligeramente—. Su nombre es Jung Hoseok… o… era.
Los ojos del chico se abrieron con sorpresa al escuchar el nombre. Se acercó un poco más a Yoongi, la curiosidad brillando en su mirada.
—Yo… yo también me llamo Hoseok, Kim Hoseok para ser exactos —aclaró, como si la coincidencia lo llenara de alegría—. Su amigo y yo tenemos el mismo nombre, pero diferente apellido.
Min se sintió ahogado por la realidad. «Y se ven exactamente igual…» —pensó, embobado con la pequeña sonrisa que el joven le dedicaba. Esa expresión era tan familiar, tan reconfortante y, al mismo tiempo, desgarradora.
—Siento haber reaccionado así —continuó el chico rubio, sacándolo de su ensueño—. Es que pensé que me quería hacer algo cuando lo vi tan cerca. Me asusté.
La vergüenza y timidez que se reflejaban en su rostro, lo hacían lucir tan adorable que el corazón del pelirrojo sintió derretirse.
—No te preocupes —respondió Min, intentando calmar su propio tumulto emocional—. Yo…
Se detuvo a sí mismo al recordar. Tenía tantas ganas de acercarse a él y abrazarlo, besarlo, hacer lo que no pudo años atrás. Pero ese no era su Hobi, por mucho que se parecieran no eran la misma persona, así que debía controlar sus impulsos para no asustarlo.
—Creo... Creo que será mejor que me vaya, no te quiero seguir molestando —murmuró Yoongi, intentando alejarse.
Sin embargo, se detuvo en seco al sentir el cálido roce de las manos del chico sobre las suyas; Hoseok lo sujetaba con ambas manos, como si quisiera asegurarse de que no se marchara. A su lado, Hoseok se veía tan pequeño y tierno, casi como un niño, y Min no pudo evitar pensar que apenas tenía 19 años, la misma edad que tenía cuando perdió a su primer amor.
—Usted… aún no me ha dicho su nombre —dijo Hoseok con timidez en su voz, soltando lentamente la mano de Yoongi—. Soy nuevo en este pueblo, así que no conozco a mucha gente, solo tengo un amigo.
—Ah… mi nombre es Min Yoongi. Y podría decirse que también soy nuevo aquí; hace años que no visito el pueblo —respondió, sintiendo una extraña mezcla de nostalgia y alegría al compartir su nombre.
Los ojos de Hoseok brillaron con curiosidad.
—Oh, entonces, ¿podría mostrarme los lugares que recuerda, Yoongi hyung? —preguntó, juntando un poco sus manos y acercándose como si intentara convencerlo con su entusiasmo contagioso.
—Podría, pero no creo que yo sea muy confiable con las direcciones —dijo Min, rascándose la nuca de manera nerviosa, notando cómo la mención de sus limitaciones desanimó un poco al chico—. Pero podemos ir aprendiendo juntos, ¿te parece?
Hoseok asintió, una sonrisa radiante iluminando su rostro.
—Me encantaría, hyung —dijo, y juntos comenzaron a caminar hacia el pueblo, uno al lado del otro.
Mientras Hoseok sujetaba las correas de su pequeña mochila, su mirada se perdía en los paisajes que los rodeaban, saltando de alegría con cada paso. Era un espectáculo encantador; su energía era contagiosa, y Min no pudo evitar sonreír al observarlo.
Pero, por dentro, Yoongi se sentía descompuesto, atrapado en una maraña de emociones contradictorias. Tenía a su lado a alguien que se parecía inquietantemente a su primer amor perdido, y eso lo llenaba de confusión. La tentación de dejarse llevar por sus impulsos era abrumadora. Sin embargo, sabía que no podía. Aunque Hoseok lucía igual, su personalidad era mucho más tierna, alegre y confiada, incluso más de lo que había sido su Hobi. Recordaba cómo su primer amor siempre le hacía bromas, cómo lo trataba como a un bebé solo por nacer unos meses después que él.
La singularidad de la situación lo llenó de inseguridad y miedo. ¿Qué pasaría si se dejaba llevar por esa conexión que sentía? Pero, al mismo tiempo, la presencia de Hoseok despertaba en él una chispa de esperanza. Quizás esta nueva persona podría ayudarlo a seguir adelante, a encontrar su propia felicidad y dejar atrás el dolor del pasado. Tal vez, solo tal vez, este nuevo Hoseok podría curar su corazón roto.
A medida que caminaban, la conversación fluyó con facilidad, y Min se dio cuenta de que Hoseok tenía una mente curiosa y un corazón abierto. Hablaban de trivialidades, de sus sueños y aspiraciones, de la vida en la ciudad y en el pueblo. Cada palabra los acercaba más, y, por un momento, Min sintió que podía permitirse olvidar el pasado y concentrarse en el presente.
¡gracias por leer!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro