Epílogo. Reese
Tres años después.
Regreso de hacer ejercicio y mi chica aún dormía cómodamente con mi almohada entre sus piernas.
Cada día la miraba dormir por unos minutos y luego la cargaba para llevarla a la ducha. De lo contrario no se levantaba temprano, aunque lo intentase. Eso de correr a las siete, había pasado de ello brutalmente. Tengo la culpa, la hago dormir bastante cansada y más tarde, pero no recibo quejas.
Lleva dos años en la universidad, le quedan aun dos años. Siendo la hija de Aiden, podría haber estudiado en la mejor universidad de Estados Unidos, pero su decisión de basó solo en San Francisco. En ese momento no la limité, ya me acomodaría yo, pero ella decidió quedarse en el estado.
He intentado ayudarla en todo lo que he podido, incluso Lia lo hace, permitiendo que no se sienta aturdida con tantas cosas. La universidad no es un paseo, yo lo sé. En cambio, Kimberly parece pasarlo como tal. Es jodidamente inteligente.
La tomo en mis brazos y se queja aún adormilada. Empiezo a besarle el cuello y se remueve encantada con los ojos aún cerrados.
—No tengo que ir a la Universidad hoy —protesta—. ¿Podría dormir unas horas más? —indaga pasando las manos por mis brazos—. Está bien, hazme lo que quieras —comenta y sonrío—. No puedo resistirme a esto.
La llevo al baño y la siento sobre el lavabo. Abre sus ojos y me observa con una enorme sonrisa en sus labios.
—Lo mejor de que me despiertes a esta hora es verte sudado por los ejercicios —comenta mordiéndose el labio.
Me desprendo de mi ropa deportiva y me acerco a ella.
—Te equivocas, lo mejor viene ahora —aseguro bajándola de lavabo y girándola, de espaldas a mí y frente al espejo.
Subo su pierna al lavabo y ella solo mira por el espejo mis movimientos. Le azoto las nalgas antes de tocar su delicioso coño. Magreo con mis dedos toda su hendidura, llegando hasta su entrada y recorriéndola, sin entrar en ella, torturándola más, haciéndome de rogar. Busco con mi mirada la de ella, a través del espejo y mi verga palpita más al ver su cara de placer y esos preciosos labios separados.
Introduzco un dedo en su coño y ella empieza a mover las caderas buscando más. Introduzco otro. Sin darle tiempo a moverse la embisto rápido, con movimientos circulares que me hacen tener el control de ella.
En estos años no hemos tenido recesos. Estoy loco por ella, por su cuerpo; así que me es imposible ir a dormir un día sin haberla tocado.
Saco los dos dedos y azoto su sexo, vuelvo a introducirlos con gran rapidez y agilidad. Vuelvo a repetirlo y los gemidos, que nunca ha podido controlar, salen sin cesar de su boca, indicándome cómo está a punto de correrse.
La chica que creía que no sentía deseo sexual, la que estaba preocupada por si no sería capaz de correrse, ahora me empapa la mano con un squirting.
Aún no ha dejado de temblar cuando yo ya coloco la punta de mi verga en su entrada y empujo, hasta darle todo mi tamaño.
Sé cuánto le gusta que entre duro, cuánto disfruta sentir que la rompo por dentro. Una tortura para mí, porque a pesar del tiempo que llevo follándola, sigue estando jodidamente apretada en la primera intromisión.
—Me volveré a correr —dice entre jadeos apoyando la cara en el lavabo.
Agarro su nuca y levanto su cabeza.
—Quiero que mires —demando en su oído mientras nos mantenemos la mirada a través del espejo—, como tú marido te hace correr, otra vez.
La embisto, sin tregua, rápido, fuerte y ella cierra los ojos en instantes y vuelve a abrirlos, intentando cumplir con mi orden.
Empieza a contraer su sexo, así que arremeto contra ella hasta que los temblores no le permiten ni siquiera mantenerse en pie. Corriéndome a la par con ella, dejándola llena de mí.
Desde que probé su coño sin el puto preservativo, me ha sido imposible volver a follarla con él, así que, empezó a tomar píldoras.
— ¿Cuando vas a ir a ver a la chica de la noche? —cuestiona caminando hasta la ducha, perdiéndome en el movimiento de sus nalgas.
En estos tres años también hemos seguido el juego. Algunas noches ella va a ese antro y yo, la espero en su habitación. Al principio me quedaba durante su actuación, pero, se me estaba haciendo bastante complicado ver cómo otros hombres miraban con deseo lo mío. Sé lo que tengo a mi lado, se cuánto vale, lo jodidamente buena y preciosa que está; no necesito que otros hombres la miren para darme cuenta de ello.
—Mañana —informo acercándome a ella. Metiéndome de lleno en la ducha, con ella—. ¿Me necesitarás chica de los negocios?
—No, iré a domar a mi bestia.
Allá ella es la que manda. Me sigue bailando, provocando y follando con el antifaz y ese pelo intenso.
Tomo el gel y lo dejo caer sobre su cuerpo, pasando mis manos por él.
— ¿Podemos ir a Las Maldivas con Lia? —pregunta—. Me parece increíble que empecemos desde ya a recorrer el mundo. Desde que fuimos en nuestra luna de miel, no he dejado de pensar que le gustará.
—Cuando termines este semestre iremos —comento y le doy un beso.
Intento bañarme yo, pero ella toma el gel y empieza a hacerlo ella. Mi mente, recuerda la boda a pesar de todo el tiempo que ha pasado.
Flashback
Pasaron tres meses desde que le había pedido matrimonio. Los preparativos habían resultado una pasada, a pesar del tamaño que tuvo la boda. La mamá de Kimberly, las tías, las abuelas y mi mamá, estuvieron tan ocupadas de elegir todo, que tuve a mi chica disponible todo el tiempo.
Me intenté colocar la corbata, pero, automáticamente sentí un calor horrible así que paso de ella. Dejé un botón de la camisa desabrochado y me acomodé el saco frente al espejo.
Observé a Aiden, vestido completamente de traje acercarse a mí.
—Reese —me llamó y yo me giré hacia él—. Ya lo hemos hablado antes, pero, justo hoy, antes de que te cases, te vuelvo a repetir. Yo no me meteré en la vida de ustedes, en cómo quieran vivir su matrimonio, sin embargo, estaré pendiente de que ella esté bien. Es tu esposa, pero es mi hija. El matrimonio no es una pasada y lo sabes, así que, sin en algún momento alguna situación te sobrepasa, no la maltrates, no le hagas daño. Sé que ella puede perfectamente estudiar y atender su vida contigo, no tengo ninguna preocupación por ello, pero ayúdala y tenle paciencia si en alguna ocasión no sabe qué hacer o como lidiar con todo. Kimberly es la niña de los ojos de todos y es tratada como tal, así que tú debes darle mucho más que eso —comentó y asentí, dándonos la mano—. Si no la cuidas te mataré y dejaré a tu hija, además de sin padre, en quiebra —amenzó y aunque no dudo de su protección como padre, sabía que era una broma. Aprendí a conocer al suegro y me lo gané también desde que pedí matrimonio.
—Si no me amenazabas, dejabas de ser tú Stone —le dije antes de girarme y mirarme al espejo una última vez—. ¿Crees que puedas llevarme a la habitación donde está para verla? Necesito asegurarme de que dirá que sí.
—No te follarás a mi hija a pasos de nosotros. Espera a la luna de miel —aseguró desabrochando los dos botones de su camisa y quitándose la corbata que tenía.
—He hecho cosas en su habitación y ustedes han estado cerca —apunté.
—Yo también estuve haciendo cosas en esos momentos donde te colabas en mi casa, así que te daba libre alderío —aseguró él.
—Quiero que Kimberly tenga su propia empresa —le conté, porque es una idea que hace algún tiempo estaba en mi cabeza.
—También lo quiero, pero, A.S Enterprise debe tener un sucesor y no sé que quiere John aún —expuso.
—Cuando te jubiles, que imagino que te queda poco, porque te están cayendo los años sin miedo, pueden fusionar las empresas —agrego.
—Cuando tengas mi edad, espero que luzcas como yo. Hombre si los años te caen sin miedo y acaban contigo, que difícil la tienes hermano, con una chica once años menor —me devolvió la burla—. Y sí, vamos a hablar de ello después. ¿Tú te quedarás solo con los Almacenes o tienes planes de crear una empresa?
—Solo los almacenes. Aumentaré la red de Almacenes Collow a todo el mundo —comenté.
Este asiente y mi hija entra en la habitación.
— ¿Él será mi abuelo ahora? —preguntó Lia y Aiden se empezó a reir.
—No tengo nietos, así que si vas a ser mi nieta debes ver deportes conmigo, por horas —informó Aiden y Lia frunció los labios.
—Bueno, tú tendrás que comprarme mi helado favorito o los tacones que me gusten, llevarme a pasear, leerme historias que me gusten...
—No se vale, he exigido menos yo —protestó Aiden.
—Eres el abuelo, das más de lo que recibes —apuntó Lia.
—Está bien —comenta Aiden y se acerca a ella, besándole la cabeza—. Puedes decirme abuelo, pero no delante de las chicas, me hace ver mayor y luego se me alejan...
—Se lo voy a decir a abuela Keira —saltó Lia y Aiden rió.
— ¿Qué me vas a decir, hermosa? —preguntó Keira, quién estaba parada ahí desde que Aiden dijo lo de las chicas, como él también la había visto llegar.
Lia miró a Aiden y finalmente dijo:
—Que este señor me aceptó como nieta —comentó Lia.
— ¿No dijo nada más? —preguntó Keira.
—Me dejó llamarlo abuelo —aseguró.
Keira sonrió y Aiden le guiñó un ojo a Lia.
—Reese ¿Puedes ir a ver a Kimberly antes? Está de los nervios...
—Ni hablar —interrumpió Aiden—. Nieta, hazle compañía a tu padre hasta que tengamos que salir —demandó Aiden y Lia, asintió.
Keira y Aiden se marcharon abrazados y yo me quedé con mi hija.
—Estás hermosa princesa —comento besándola. Ella, hace una reverencia y muestra su gran traje blanco.
—Usted también estás muy guapo, rey —aseguró Lia—. La princesa, que se convertirá en reina, está muy linda.
— ¿Muy? —pregunté.
—Muy, muy, muy —repitió varias veces.
— ¿Le puedes dar un recado de mi parte? —pregunté y ella asintió.
—Dile en su oído que se pare por la ventana de la habitación —pedí.
Lia salió corriendo y yo, llamé a Steven para que me consiguiera una escalera de inmediato. Después de quejarse donde iba a conseguir una escalera, terminó diciendo que los guardias le darían una.
Por ese motivo había llamado a Steven, porque sería capaz de encontrarla. Tiene mucha labia.
Estamos en la mansión Stone. Kimberly quería celebrar su boda aquí, así que no me negué.
Salí de prisa de la habitación y traté de evadir a los demás. Me di cruce con Liam y Dylan, pero ellos con su frase «Si no hace alguna locura, deja de ser nuestro sobrino», pasaron de mí.
Me desplacé por el lateral de la mansión hasta dar con Steven y la escalera que guardias le ayuda a poner.
Subí por ella hasta llegar a la ventana, donde mi chica ya me esperaba.
— ¿Dónde está el hombre serio, que no comete locuras? —pregunta desde la ventana, mostrando solo su cabeza.
—Se ha marchado. Contigo no puedo ser así —confesé—. Déjame besarte.
— ¿Has venido por un beso? —preguntó.
—Y a decirte que te amo —respondí—. Que te quiero conmigo los años que me queden de vida. Que te follaría ahora, pero ¿crees que podamos aquí en la ventana?
Kimberly empezó a reírse.
—Te amo mi fuertote —comentó—. Y sé que si nos dejan un simple hueco, por ahí follamos, pero, tendrás que esperar.
— ¿Intentado follar antes de decir que sí o intentando asegurarte de que no diga que no? —cuestionó Andrea.
—Intentando asegurarme de que no me diga que no —respondí.
—Pues lo haces de pena, porque ya la tendrías que tener contra la escalera —comentó esta.
—Me la está poniendo difícil —aseguré.
—El coño es tan valioso, que merece que ustedes lo lloren —destacó.
—La verga también lo es y no te he visto llorar por ella —interviene Enzo.
Ellos dos se fueron susurrándose cosas y yo volví a atender a mi chica.
—Te espero en el altar nena —comenté contra su boca, sin llegar a besarla.
—Ahí nos vemos, futuro esposo y fábrica que producirá mis productos especiales —agregó.
Con ganas de besarla, pero no lo hice. Bajé por la escalera hasta reunirme de nuevo con Steven y los guardias quiénes tomaban la escalera para llevarla de vuelta a su sitio.
Era atardecer, así que el patio estaba repleto de luces que hacían la decoración perfecta.
Caminé con Lia de mi mano y me situé a la espera de Kimberly. El sonido que me indicaba que ya llegaba me hizo mantener un poco la calma.
Venía de brazos con su padre, pero yo solo la miraba a ella, con ese vestido blanco tan grande que me impedía ver sus curvas, pero que me revelaba mucho de la parte superior.
Estaba preciosa y yo, me sentía un jodido afortunado de tenerla para mí.
No ocultó su sonrisa, cuando por mi mirada terminó rascándose el cuello. Sonreí con ella, me encantaba que al pasar de los meses seguía teniendo el mismo efecto en ella.
Aiden me extendió su mano y dijo «Todo está dicho» La tome con ansias y le miré el cuello con unas ganas terribles de besarle el sitio. No me contuve, lo hice.
El juez dio su discursos y yo solo pensaba en que acabara para besarla. Finalmente, dimos el sí y antes de que me autorizara ya la estaba tomando de la cintura y besándola.
Llegó los aplausos, las felicitaciones, las fotos y el baile.
Untitled (How Does it feel) de D'Angelo sonó mientras nosotros bailamos en el escenario que habían preparado. La misma canción que la hice bailarme en el antro. La misma que escuchamos en la fiesta que dio la que era su amiga. La misma que escucharemos mucho tiempo.
De un giro la pego, de espaldas a mí y seguimos bailando así. Lo más similar que puedo hacer para sentirla, como me lo pide esta canción cada vez que la escucho con ella.
Cuando se acabó el baile, terminaron las fotos, dieron las felicidades y hablaron para nosotros, cada uno tomó su sitio para el bufé. Supe que era esa mi oportunidad de sentirla.
Nuestra mesa era solo pequeña, solo para nosotros y aunque estábamos de frente, peor estar de espaldas.
—Intenta subir el vestido —susurré—. Quiero tocarte.
Ella sonrió y lo hizo. Levantó lo suficiente el vestido para que mi mano pudiese llegar a su sexo. Corrí la braga y ella abrió mucho más sus piernas, permitiendo acceso.
—Mírame a mí —susurré mientras tocaba su clítoris.
—Sabes que no se controlar los gemidos, se van a dar cuenta —respondió y se mordió el labio cuando introduje dos dedos en su sexo—. Están frente a nosotros, todos.
—No se darán cuenta si tú te comportas, nena —dije y empecé a mover los dos dedos en su interior.
—Más rápido —pidió y yo sonreí—. Me voy a correr amor y mojaré todo.
—Hazlo nena —demando cerca de su boca—. Empápame la mano.
Moví los dedos rápido, ya no me importó que estuviésemos de frente. Kimberly no aguantaba más los gemidos así que la besé. Empezó a temblar mientras mi mano se empapaba sin contención de su liberación.
— ¿En qué piensas amor? —pregunta Kimberly, sacándome de mis pensamientos.
—En el día de la boda —respondo.
—Fue más de lo que una vez soñé y eso que siempre tuve las expectativas para todo altísimas.
— ¿Qué tal el marido? —pregunto acariciando su cara.
—El marido está guapo, sexy y es millonario —responde tomando una toalla—. A eso agrégale que tiene ojos solamente para mí, que me hace tener orgasmos brutales y me consciente como si fuera una reina. No tengo quejas, Reese Collow.
Salimos del baño y terminando de ponerse uno de esos vestidos ajustados al que yo ya iría a quitar, Lia nos interrumpe.
—Mamá... Mamá —grita y Kimberly sale veloz del vestidor cerrando la puerta tras de ella.
Aún recuerdo cuando se le fue por primera vez la palabra mamá con Kimberly.
Estuvieron minutos en los que ninguna de las dos decía nada.
Lia estaba emocionada porque ya se sabía algún paso que le había mostrado Kimberly, así que en su entusiasmo le gritó mamá.
La dejé, solo miré de lejos, como las dos se miraban sin decir nada, hasta que Kimberly le sonrió y Lia se relajó. A partir de ese momento, la llama así, sin contención alguna, como ahora.
Terminé de vestirme y salí con ellas.
—Papá, nos darás permiso, ¿Verdad? —pregunta Lia.
—Peque, pídele permiso para ti, papá a mi no me dice si puedo ir o no —aclara Kimberly y le dedico una mirada de esas que le pone nerviosa.
— ¿A dónde quieren ir princesa? —pregunto.
—Voy a bailar en un escenario para gran cantidad de personas, como mamá —dice y Kimberly sonríe desde su sitio.
—Ni hablar —dejo claro—. Tu mamá tampoco va a ir más.
—Pero papá...
—Dile a ella que te lleve —digo y cruzo las manos.
—Me dio permiso, llévame mamá —le dice Lia y ella la mira, me mira a mi y vuelve a mirarla.
Solo lo hace para que me ponga de los nervios, pero obviamente no pasaría a Lia por un sitio como ese.
—Peque, tú lo ves ahí —Me señala—. No quiere que vayamos a ese sitio, porque hay hombres y papá siente celos de nosotras. Entonces si vamos, él estará enojado después y no queremos eso, ¿Verdad? Porque si se enoja no nos paga el viaje a la playa que te conté.
—Yo lo pago —comenta y la miramos a la vez—. Se lo pido al abuelo Aiden —apunta y Kimberly se empieza a reír.
—Eres una chica lista, peque —le dice Kimberly dándole un beso—. Pero vamos a hacer que papá esté por un día tranquilo. Mañana seguimos jodiendo.
Mi hija sonríe y se marcha.
—Quítate el vestido. Te voy a demostrar si yo controlo tu cuerpo o no —demando acercándome a ella.
Mi móvil empieza a sonar y lo ignoro brutalmente. Sin embargo, sigue jodiendo, dando timbre una y otra vez.
—Aiden, joder, me dejarás disfrutar de lo que creaste —protesto.
—Te estás tardando cinco minutos, imbécil. Ven ya, que tienes alrededor de doscientas personas esperando porque no pudiste follarte a mi hija en la mañana.
—Tú tampoco has podido follarte a mi suegra en la mañana ¿No? —pregunto—. Ya vamos —digo y cuelgo.
— ¿A dónde? —pregunta mi chica pintándose los labios.
—A aguantarle el increíble humor que tiene el suegro hoy —expongo.
Mi madre, al vivir cerca, va muchas veces a casa y otras se lleva a Lia. El desayuno lo empezó haciendo Kimberly, pero ella la acostumbró a que lo haría ella. Entonces, no hay mañana en la que me pueda volver a follar a mi chica en el gimnasio.
Conduzco hasta la ubicación de Aiden. Kimberly mira extrañada el sitio cuando detengo la marcha. Me bajo, veloz, antes de que empezara con las preguntas que aún no le iba a responder.
Le abro la puerta y ella, tras bajarse me sigue observando, preguntándome sin palabras.
Al cruzar las grandes puertas de cristal nos encontramos con Aiden y si, alrededor de doscientos empleados a diez pasos de nosotros.
Aiden saluda a su hija, como si no la hubiese visto en años y me extiende la mano.
—Princesa, Reese y yo hablamos en tu boda sobre la probabilidad de que tuvieses tu propia empresa. Cuando yo deje mi puesto y tu madre el de ella, las dos empresas se fusionarán con esta y la dirigirás tú. Hemos hablado con John y su interés está en los automóviles. Tus abuelos le ayudarán a construir su propia empresa basada en sus intereses.
Ella mira todo el sitio sin decir nada.
— ¿Es mía? Es decir, ¿mía? —pregunta perdida.
—Tuya nena —respondo.
—Los amo —comenta con una sonrisa enorme y sale caminando hasta las doscientas personas—. Buenos días, soy Kimberly Stone y les pondré al tanto sobre que quiero con esta empresa. Antes, sus nombres y área en que se especializan, me los aprenderé todos.
Sí, son doscientos o más nombres y ella los repitió todo.
Cómo ya la empresa de Keira se encarga de la logística en el país, la de Aiden que es la mayor se encarga a nivel internacional, la de Kimberly será un complemento, como un mix que desempeña las funciones de tecnología adecuada, plataformas de comercio, soluciones de seguridad y centro de formación de logística.
Estuvo por más de una hora revisando todas las áreas y conversando con los trabajadores.
Cuando finalmente volvió a mis brazos no la solté más. Con intenciones de volver a casa, cuatro parejas y una mujer entraron como si fuesen los reyes del mundo por las puertas de cristal.
— ¿Nos vamos al club? —pregunta Andrea—. Ya el demonio puede saber de él. Merecemos una celebración.
Aiden asiente y Kimberly están tan perdida como yo de lo que hablan.
Conducimos todos, unos detrás de otro por la Jackson st. Se trata de un club privado. Según le están contando a Kimberly hace varios años lo construyeron Aiden, Liam y Dylan. Funciona como cualquiera club, ideal para fiestas, pero tiene habitaciones para ellos. Con el pasar del tiempo Enzo se le unió a Aiden, Liam y Dylan, agregando otra habitación; Ryan, el marido de la tía de Kimberly, también.
Aiden me extiende una llave con las iniciales nuestras.
—También tienen su habitación —informa.
— ¿La puedo utilizar ya? —cuestiono y todos me miran.
—La silla, sí —contesta Andrea y mueve la silla de una de las mesas que nos quedan cerca—. Vamos a celebrar ahora Collow.
— ¿El qué? —pregunto.
—El que estamos respirando. No tiene que haber motivos para celebrar en esta familia, lo estás aprendiendo tarde —contesta.
Llegan un hombre que llena vasos con whisky y los lleva a la mesa del fondo rodeada por sofás.
Se conversa de todo, se burlan de todos, hablan de todos. No hay un segundo en el que te aburras con ellos y lo sé, pero mi chica prometía sentada sobre mí.
Hablo con Enzo, Liam y Dylan, en un momento donde cada quién conversaba con alguien. Yo me llevaba bien con todos los tíos de Kimberly, pero de los cuatro con él que mejor me llevaba era con Enzo. Habíamos ido a su casa muchísimas veces, incluso ellos habían venido a la nuestra.
A los suegros los tengo ganados. Todos los sábados nos pasamos el día en su casa. Lia es otra, que los tiene ganados, ya llega a su casa y los llama como si fuese su nieta de verdad. John, el hermano de Kimberly, es quién menos trata, pues se pasa mucho tiempo en su mundo automotriz. Sin embargo, el chico todos los sábados está en casa para pasar el día juntos e incluso a Lia, la malcría como si fuese su sobrina.
Suben el volúmen de la música y todas se van a bailar. Aunque intentamos seguir manteniendo una conversación, ninguno se centraba aquí.
Kimberly se acerca al tubo y empieza a bailar. Me levanto del sofá y llego a ella en instantes, cargándola, llevándola conmigo a esa habitación
Las puertas que encontramos distanciadas, tienen iniciales, busco la nuestra.
—Parece que a partir de ahora solo bailarás para mí, nena —comento dejándola frente al tubo que se encuentra en el medio de la habitación.
Busco en mi móvil Don't mess with my mind.
Me alejo hasta el sofá que queda a unos pasos, mirándola mientras se quita el vestido.
Con la braga, empieza a moverse en el tubo, bailando despacio, torturándome con ese pedazo de encaje que me estorba.
Se inclina hasta que la braga se corre, dejándome ver su delicioso coño. Llevo la mano hasta mi verga y la toco, dejándome llevar por la vista que me aporta mi chica.
—Ven aquí —ordeno y ella, se quita la braga despacio, antes de caminar hacia mí.
Me quito la ropa y tomo sus caderas, moviéndola, hasta tenerla de cabezas. Su coño queda disponible para mi boca, así que lo lamo. Una jodida obsesión es lo que tengo con él.
Siento su boca en mi verga, chupando la punta. No demora mucho en ella, pues intenta engullirla entera.
Mientras recibo mucho placer por su boca, me prendo con deseo de su coño.
Ninguno de los dos nos detenemos y yo, estoy intentando controlarme.
Me toca la pierna, intentado alertarme, pero no le hago caso, sigo comiendo su sexo como una fiera, apoderándome hasta la última gota de su orgasmo.
Aunque intento dejarla nuevamente en el suelo, no suelta mi polla. Sigue moviendo su cabeza frenética hasta que me corro en su boca.
Me siento sobre el sofá tántrico y la dejo caer sobre mi verga. Esa sensación de sentir como entro en ella, sin un maldito preservativo de por medio me enloquece. Apoyo una mano en su nuca y con la otra rodeo su cadera, moviéndola como quiero y besándola con intensidad.
Sus gemidos son jodidamente altos y yo, chupo toda su piel disponible, deleitándome, escuchándola.
Bajo una de mis manos, hasta el medio de sus nalgas e introduzco un dedo en su trasero. Se remueve buscando más y se lo doy.
Busca con su boca la mía y yo corro mi cara. Suelta un grito ensordecedor antes de correrse brutalmente.
Me levanto, con ella encima y la ubico sobre el sofá. La inclino hacia adelante, hasta que sus tetas tocan el material. Su trasero queda jodidamente disponible para mí, así que me aprovecho de ello, de todo lo que es mío.
Unto saliva en mi verga y coloco la punta a la entrada de su culo. Entro despacio, sintiendo como se pone tensa. Llevo una mano a su sexo y acaricio su clítoris en lo que me introduzco completamente.
Comienzo a embestirla más fuerte, mientras mi mano no cesa de magrear su coño. Bajo dos dedos hasta su entrada y la recorro lento hasta que los inserto.
Vuelvo a tenerla perdida en el placer, extasiada. Vuelve a gemir, sin contención, sin importarle que la escuchen.
Le penetro a la vez, por ambos lados. Embestidas fuertes, precisas y rápidas. Azoto sus nalgas con la mano disponible, hasta que mis dedos se marcan en ellas.
Lloriquea cuando mi mano arremetió contra su sexo a la misma vez que penetré otra vez su trasero.
Empezó a temblar, cayendo en salvajemente en un orgasmo y llevándome con ella.
Volvemos a casa, pero antes pasamos por la de mi madre a recoger a Lia. Mi madre nos informa que ya está dormida y que la podemos dejar ahí, pero Kimberly quiere llevarla a casa, así que la tomo en brazos y tras despedirnos de mi madre, seguimos.
Acuesto a Lia en su cama y Kimberly se acuesta con ella por minutos. Siempre se acuesta con ella hasta que se queda dormida. A pesar de ser muy joven, sí es una madre para Lia. La cuida y la quiere como no puedo siquiera comentar.
Escucho el timbre de la puerta y camino hacia ella. Al abrirla me encuentro con Julen y Melo. Ellos han tenido una historia complicada, de muchas idas y venidas. Finalmente, parece haber superado todo.
— ¿Alcanza lo que queda de noche para unos tequilas y whiskys juntos? —indaga Julen y me quito de la puerta permitiendo su entrada.
Kimberly entra en la sala y los saluda. Terminamos yendo para el patio con una botella de tequila y una de whisky.
Kimberly se sienta en mis piernas y Melo lo hace en las de Julen. Tomamos cada uno los vasos, pero Kimberly y Melo se beben al instante el tequila.
—Melo, esto es agua —se queja Kimberly y ellos sonríen.
Bebo del whisky y no, esto no es agua.
—Tenemos un regalo para ustedes —informa Julen extendiendo una bolsa de regalo que tenía en su mano y yo ni siquiera me había fijado en ello.
Kimberly lo abre y nos muestra un broche con la palabra Padrinos.
—Van a ser tíos padrinos —comenta Melo y ellas armaron mucha bulla y alboroto.
—Felicidades hermano —le digo a Julen, tras abrazarlo.
Melo pensó no poder tener hijos por el aborto que se provocó. Está noticia es increíble.
— ¿Tú cuando? —pregunta Julen.
—Le quedan dos años para terminar de estudiar y a penas hoy, le entregamos su propia empresa. Debe ir de a poco...
—Solo esperaré un año más —me interrumpe Kimberly—. Para tener el orden la carrera y el trabajo.
—Amigo, ¿Ella está más segura que tú? —indaga Melo.
—No, realmente quisiera llenarla de hijos, pero desde que la tengo, solo intento que no se sienta aturdida con muchos compromisos.
—Te entiendo hermano, porque aunque yo, llevo tiempo queriendo tener un hijo con ella, no quería presionarla a intentarlo —dice Julen.
— ¿Seguirán viviendo en el taller? —pregunta Kimberly.
—En la mañana cerramos la compra de una casa —cuenta Julen—. Un gusto, sus nuevos vecinos.
Kimberly sonríe encantada.
—Yo tampoco sé cocinar Melo, así que sí tu intención es preguntarme por quehaceres del hogar, te veo embarcada —apunta Kimberly—. Te veo perdida —agrega, intentando que entendiésemos lo de «estar embarcada», palabras que le robó a Andrea.
—Cuando las hormonas estén revueltas, me amarre a llorar de la nada y Julen esté en el trabajo ¿Adivina a quién llamaré para que me aguante la susceptibilidad, para que corra a buscarme lo más raro del mundo y me cuide mucho?
—Madre mía, ahora tendré yo que beber Bloody Mary —comenta Kimberly.
—Si puedes con ello, puedes conmigo —apunta Melo.
Nos quedamos conversando hasta tarde. Cuando Melo aseguró que tenía sueño, se marcharon. Me quedé con Kimberly, sentados en el borde de la piscina, con ella a horcajadas sobre mí.
—Me hace mucha ilusión tener un hijo contigo. Me imagino a ti con un bebé pequeño en brazos. Pienso en nuestra familia aumentada. Tal vez, piensen que estoy loca, pero lo quiero todo contigo.
—Lo quiero, nena. Te quiero como madre de todos mis hijos, porque Lia, Lia ya es tan tuya también. Te quiero para envejecer, aunque yo lo haré primero. No te haces una jodida idea de cuánto vivo y disfruto la vida desde que te tengo conmigo. Chica de los negocios, chica de la noche; como sea que te nombres o actúes te amo; como sea, te necesito; como sea, me enloqueces; como sea, estoy increíblemente encantado y feliz.
—Te amo con locura, sin contención. Te amo, porque no hay nada jodidamente mejor en el mundo. Te amo porque eres un hombre maravilloso, que me hace vivir y ser feliz. Te amo porque entre tantos «hombres iguales» me llevé la edición especial.
—Mírame —demando—. No existe en el mundo, alguien mejor que tú. Hazme sentir cada día, de tus dulces labios, de tu suave piel, tus redondas nalgas, tus hermosas piernas, de tu delicioso coño. De la alegría con la que enfrentas el día, de lo atrevida que llegas a ser, del enorme corazón que tienes.
—Siénteme —ordena—. Qué no habrá ni un solo día en el que no te demuestre que valió la pena ir a ese antro y buscar a Aiden Stone a la sala de juntas.
____________________________________
Gracias por acompañarme en esta aventura, por sus votos, sus comentarios, su espera. La segunda parte de esta trilogía se llamará Enamórame y contará la historia de Allison Fernsby (hija de Andrea y Enzo) y Logan Hamill (hijo de Eileen y Liam). Para estar al pendiente de cuando inicia esta historia, seguir mi cuenta de Instagram: naye_escritora. Todos los anuncios en cuanto a actualización están ahí.
Gracias!
Un abrazo enorme ❤️ Mi hermosa familia Inmunesss!!!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro