
1. Kimberly Stone
Cuando naces en la familia que lo hice yo, desde la cuna sientes que llegaste al mundo a triunfar. Cómo si todos los planetas se alineasen y enviaran a ti las mejores oportunidades de este mundo o te dotasen de cualidades que jamás permitirán que pases desapercibida.
El apellido Stone siguiendo tu nombre. El padre que destaca en toda la ciudad; la madre que brilla sin desearlo. La familia creada por las más destacadas personas de Pura Club. En ese círculo nací y me crié yo.
Bendecida con el carácter de mi padre, humilde como mamá y según los demás cuentan hermosa como solamente un hijo de ambos podría ser. Encantadora como mi abuela Amanda, buena en costura como mi abuela Katherine. Inteligente como mis abuelos James y Norman. Con corazón noble como mi tía Gabi. Gustosa de los zapatos y el maquillaje como mi madrina Andrea. Reina de las fiestas como mis tíos Liam y Dylan. Con un don increíble para el control como mi tío Enzo.
Hasta ahora todo había ido de maravillas, pero siendo princesa también eres mujer y las mujeres nunca lo hemos tenido fácil. Ni siquiera las que nacen en cuna de oro.
Me levanto a las siete, no necesito alarma, mi cuerpo se adaptó al hacerlo. El sol ya irradia a través de mi ventana y una vez sentada en la cama llevo automáticamente mi mano frente de mí cara para cubrirla de ese rayito de sol que me imposibilita mirar. Sonrío cuando escucho pasos por el pasillo. Mi padre nunca me despierta pero siempre se asegura de que lo escuche cuando va a correr. Le encanta que lo acompañe, es la forma de ponernos al día.
Me muevo rápido hasta el baño y tras asearme me visto con un conjunto deportivo de dos piezas de color rojo; compuesto por pantalón y top. Calzo mis pies en zapatillas Adidas y recojo mi pelo en una gran coleta.
Salgo de la habitación hasta el exterior. A cuatro pasos empezaba los primeros ejercicios mi padre. A pesar de que camino sigilosamente se gira esperándome. Rodea sus manos en mi cuello y deposita un beso en mi frente.
-Buenos días princesa -saluda. Depósito un beso en su mejilla y devuelvo el saludo detrás:
-Buenos días papá.
Le sigo en el calentamiento. Ejercicios simples que nos permitan correr una cantidad importante de calles de la ciudad.
- ¿Cómo estás? ¿Qué tal se comporta Justin? -indaga mientras corremos por la primera calle.
-De maravilla. Solo que lo noto un poco ansioso de más. No sé papá, lo amo, pero no estoy deseosa aún de ese más. ¿Me entiendes?
-Princesa quién dice que porque tienes dieciocho años y un novio de cinco meses debas follar. En ningún sitio dice que la vida es un modelo, dónde a esa edad tienes automáticamente que haber tenido sexo. No importa nada princesa, tú eres un mundo aparte, lo haces cuando estés segura, cuando lo desees al punto de volverte loca por ello. Si Justin no te tiene deseando caricias, ansiando más, entonces no es ahí cariño. ¿Me entiendes?
Sonrío. He escuchado la historia del gran Aiden mujeriego. Aseguro que si hubiesen tenido un pergamino dónde se escribe el futuro y hubiesen leído el Aiden Stone como padre, lo hubiesen secuestrado para semental. Es lo mejor del mundo. Un poco posesivo y celoso, pero ha aprendido a dejarme ser.
Converso con él de mi vida, de cualquier tema y siempre me habla claro y con la verdad. No va de las ramas, no le huye a los temas de sexo o relaciones amorosas. «Este tema debes tratarlo con mamá que es mujer» No, nunca ha sido así.
- ¿Es bueno, jodidamente bueno o jodidamente delicioso? -indago.
Mi papá siempre me ha regañado por utilizar las palabras de mi madrina Andrea, pero se ha rendido.
-Jodidamente bueno, jodidamente delicioso -responde claro y sonríe-, pero una parte importante es desearlo, jodidamente, hasta el punto de volverte loca. Si no te sucede ahora, espera que te suceda. Tienes una vida para vivirlo y disfrutarlo.
- ¿Cómo eres capaz de hablarme tan bien sobre esto? -interrogo. Ya ni sé por qué calle vamos.
- Créeme, he hablado con tu madre, he leído alrededor de trescientos libros de psicología, he respirado un millón de veces para no tener un paro cardíaco escuchándote decir que tienes novio, que besaste, que tocaste más allá o que follaste. No es fácil para tu padre princesa, pero no quiero ser un padre a la antigua que encierra a su hija en una burbuja. He vivido todo lo bueno, no quiero limitarte a ti, quiero que vivas también.
-Te quiero demasiado -expreso.
-Y yo a ti princesa.
- ¿Qué novedades tiene A.S Enterprise para hoy? -pregunto.
-Cerraré un negocio con los almacenes Collow. Es el proyecto que te había comentado. Las mini-industrias se están volviendo más populares y las maquinarias se están demandando enormemente. Con los almacenes Collow, tenemos la oportunidad de transportar las maquinarias de VR inc.
-A partir de mañana retomo mi trabajo. La entrega para Seth en Seattle esta lista. Verifiqué todo ayer -informo.
-Bien hecho princesa.
-Papá quiero hablar de algo importante contigo y con mamá. Por esta vez necesito a los dos.
- ¿Almorzamos juntos en Quince? -pregunta.
-Perfecto.
Tras dar el recorrido regresamos a casa. Vamos directo a la cocina y ahí estaba mamá con mi hermano Aaron. Le doy un sonoro beso a mi hermano menor mientras mi padre se funde en un interminable beso con mi madre. Siendo francos, yo no quiero menos que esto. Durante muchos años he visto a mi padre desvivirse por mi madre, a mis tíos locos por mis tías. La verdad tengo el listón bastante alto. Cambiamos y ahora soy yo la que beso a mamá mientras mi padre lo hace con mi hermano.
-Aaron ¿Qué harás en el almuerzo? -pregunta mi padre mientras prueba el desayuno y le da otro beso a mamá.
-Con los abuelos. Me han prometido enseñarme más sobre los autos y los negocios. Creo que si aprendo lo suficiente de ambas cosas a la vez, domino el mundo automotriz. ¿Necesitas que te ayude con algo padre?
-No campeón. Es solo que me gusta estar al pendiente de ustedes. Nosotros vamos a estar en Quince.
Aaron asiente.
Después del desayuno paso nuevamente al baño. Me deshago de la ropa de deporte, lanzándola al cesto que ha puesto mamá para la ropa sucia y paso a la ducha.
El agua caliente cae sobre mi piel y muevo mi mano en busca de mi shampo. Dejo caer gran porción sobre mi pelo y masajeo en círculos. El agua retira todo el shampo y ya estoy haciendo uso del gel para lavar mi cuerpo. Desde este momento ya mi piel desprende un olor exquisito.
Me coloco el albornoz y salgo al cuarto. Enciendo la secadora y mientras mi pelo se revuelve en aras de estar seco recibo un mensaje de mi madrina.
Si no te pones las Jimmy Choo verde esmeralda, hoy te las robaré del armario. Me parece ilegal que las tengas hace una semana y aún no las estrenes.
Río. Mi madrina es mi amiga y mi cómplice. Un día, cuenta, que deseó que yo no saliera tan poco admiradora de los zapatos como mamá e increíblemente Diosito le cumplió. Palabras de ella.
Tenemos un grupo familiar. El número es bastante elevado. Estamos nosotros, mis tíos, mis tías, mis primos, los abuelos, los abuelos de mis primos. En fin, es una familia enorme y es sensacional como nos llevamos de maravilla, todos.
Planeando una celebración pronto.
Escribe mi abuela Amanda. Le encanta reunirnos a todos. Al momento empiezan los mensajes de parte de los demás integrantes de la familia.
Mirando el reloj no me queda mucho tiempo, así que una vez listo mi pelo paso el cepillo. Mi pelo es carmelita como el de mis padres y debido a mi fascinación por no cortarlo lo tengo bastante largo. Tomo un cintillo blanco y lo dejo sobre mi cabeza. Ondulo la punta del mechón que cae en mi rostro. Pinto mis párpados con sombra carmelita clara y delineo el contorno del párpado mientras la línea sobresale del final. Con un gloss pinto mis labios.
Busco en una de las gavetas del enorme vestidor un conjunto de ropa interior. Mi madrina también es la culpable de que mi lencería sea la más descarada de todas las lencerías que produce Victoria Secret's. Distintos diseños pero todas en blanco, negro o rojo, de estas últimas tengo más. Tomo un conjunto y me lo pongo.
Antes de pasar a vestirme unto mi cuerpo de lociones fortaleciendo aún más el olor que emana mi cuerpo.
Tomo la saya gris y corta con pliegues y una de mis camisas blancas. El uniforme se compone por: saya gris, camisa de tu elección, saco gris y un lazo del mismo color. Para facilitar la combinación de los estudiantes. Esto último me lo he inventado. No sé las razones para elegir el color pero me gusta que sea este.
Meto la camisa blanca por dentro de la saya y coloco el lazo. Paso del saco. No me gusta tener ambas cosas y cómo estoy en último año me permiten ciertas atribuciones.
Tomo los Jimmy Choo y me los pongo antes de que a mí madrina Andrea le suba la presión por dejar estos zapatos en el abandono.
Tomo mi pequeña mochila blanca y salgo veloz.
Tomo las llaves de mi Ferrari en la cocina y antes de salir por la gran puerta me encuentro con mis padres y mi hermano. Tras el despido cada uno toma su auto y va a su labor. El parqueo es testigo del rugido de tres motores. A Keira Buckett se le ve manejando un Aston Martin porque Aiden Stone le obligó prácticamente o chantajeó con algo. Los detalles lo saben ellos. Antes de perderme en la carretera recibo un mensaje de mi madre:
Nos vemos en Quince prince. ¡Qué tengas un gran día!
Mientras conduzco a la escuela enciendo la radio. Perfect de Ed Sheeran suena de pronto y yo empiezo a cantar a todo pulmón. Es inevitable no amar a Ed Sheeran cuando tu mamá coloca sus canciones una y otra vez.
Cruzo las enormes rejas de la escuela y aparco el auto en el mismo espacio de siempre. Tomo la mochila y la dejo en mi mano mientras camino -de una forma que es culpable Andrea Anderson, como si fuese la chica más segura del planeta- hacia el interior de la escuela.
Soy prueba de que puedes tenerlo todo y ser una chica humilde. Me visto bien, como bien y huelo bien pero jamás me verás reírme ni criticar a otra chica por un atuendo y creo que por nada en general. Lo de humilde por mamá y lo de no opacar a otra chica porque hay espacio para todas para brillar es de mi madrina.
Esta es la Elementary Hairs. La escuela solo para herederos. La que desde que asistes al jardín de niños te hablan de tomar como un paso certero a tomar la universidad que deseas. Preparada solo para un porciento y admitida para un porciento. Dicen que: «si tu expediente contiene el nombre de estainstitución nadie puede poner en duda tu capacidad de tramitar con el negocio familiar». Hijos de CEO, actrices, cantantes, abogados, médicos, deportistas... Personas que están en la crema de San Francisco.
-Patrik -saludo a una de las chicas del Sociality Group.
-Kim -devuelve el saludo-. Gracias por ayudar a mi madre.
-No agradezcas bonita -respondo y sigo caminando hasta la cafetería.
-Kim ¿vienes a mi fiesta de cumpleaños? -pregunta Rebecca.
-Mañana ¿Cierto? -pregunto y ella asiente con una sonrisa-. Pasaré.
-Kim Kim... ¿me ayudas por favor? -pide Remata-. ¿Cuál elijo? -pregunta mostrando dos vestidos de gala.
- ¿Con cuál te sientes más cómoda cariño? -indago.
-El primero, pero es mega sencillo...
-Que te sientas cómoda es importante. Además yo lo veo bonito.
Al final del camino me esperaban mis mejores amigas: Melo y Erika.
-Al fin te dejan llegar -bufa Erika. Melo solo ríe.
- ¿Qué te molesta de ello? No quiero ser una rígida que pase por el medio de la escuela como si fuera más importante que nadie aquí -comento.
-Lo haces para llamar la atención -replica Erika.
-No necesito de eso para llamar la atención -aseguro-.¿Entramos? Faltan quince minutos para las clases.
Ocupamos una mesa en la cafetería y solo pido un café ya que desayuné en casa y ahora mismo no tengo hambre. Las chicas piden un jugo denominado San Francisco.
-Kim ¿Puedes pasarme tu tarea? Creo que nos hemos equivocado en las respuestas. No me convence -dice Melo.
-No seas intensa Melo -se queja Erika-. Las respuestas están bien.
-Las respuestas correctas son c, d, c, a, b -digo de memoria.
-Ni siquiera has copiado las respuestas Kim. Ayer no copiaste la pregunta -expresa asombrada Melo.
-He prestado atención a la pregunta ayer y elaboré mis respuestas en el momento. No necesito plasmarlo en el papel -comento y le doy un sorbo al café.
-Viste Erika. Nos hemos equivocado en las dos últimas -le informa Melo.
En las disputas de ellas me pongo a pensar en mis padres, sobre todo en mi padre, sobre si aceptarán o no lo quiero hacer. Papá es excelente pero creo que con esto le pediré demasiado.
La mano de Melo sobre la mía me saca de mis pensamientos. Ya es hora de entrar a clases.
-Buenos días -saluda el profesor de Física, Albert, recibiendo a coro el saludo de vuelta. Ocupo el primer asiento, pero antes de plantar el trasero sobre la silla él profesor me llama.
-Kimberly Stone, acérquese por favor -pide y lo hago-. Usted me resolverá este examen ahora y según sea el tiempo que usted demore, agregando cinco minutos es el tiempo que disponen tus compañeros.
Automáticamente se desata un enorme bullicio. Nadie tenía idea de un examen y en ese nadie me incluyo yo. Tomo las hojas que me extiende y ocupo asiento en mi puesto.
Las diez primeras preguntas son de teorías. Esto es realmente un problema para el que no gusta de aprender o al menos entender conceptos. No es un problema para mí. Aprendo de las palabras claves de esto y una vez las domino las demás aparecen fáciles.
Hay cinco que son ejercicios. Esto me toma un poco más de tiempo, pero sigue siendo fácil, pues son similares a los que ya él ha explicado.
Las últimas cinco son criterios propios. Una vez entiendas conceptos claves puedes dar tu propia opinión sobre ello.
Al concluir la última palabra le entrego las hojas. Él mira el reloj y apunta:
-Una hora.
Otro bullicio se forma en la clase.
-Kimberly puedes marcharte. Gracias -informa el profesor y yo no demoro en ello.
-Suerte. Las quiero -les digo a las chicas. Melo me señala el móvil y yo asiento.
Erika siempre intenta hacer las cosas por su cuenta, pero Melo si me pide respuestas sin dudar. A Melo no le interesa ser una empresaria de éxito, solo quiere pintar. Siendo prácticamente obliga por sus padres a graduarse en Gestión empresarial para dirigir la empresa de la familia.
Le escribo de forma resumida las respuestas de las preguntas del examen, sentada en el auto. Justo al terminar alguien toca el cristal y yo sonrío como tonta cuando lo veo.
Justin.
El chico que me tiene enamorada hasta los huesos.
Salgo de prisa y me lanzo a sus brazos. El beso intenso no tarda en llegar.
- ¿Nos colamos en los baños del equipo de rugby? -indaga-. Necesito un beso más largo que este. Te he extrañado demasiado.
Sin dejarme contestar me toma de la mano y caminamos de prisa y riendo hasta el baño del equipo Stars. El equipo no empieza a merodear por este baño hasta pasado el almuerzo.
Me apoyo al lavabo y recibo a Justin. El beso que nos dimos antes se vuelve aún más intenso. Mis manos se aferran a su cuello y las de él ya se anclan en mis caderas. Ejerce fuerza y me sube al lavabo.
Sus manos ahora viajan a mis muslos, acariciándolos, intentando tener acceso a más. Lo dejo, permito que toque un poco más cerca de mi sexo. Tengo que descubrir si esta vez logro perderme o volverme loca por más.
Baja su mano y acaricia el interior de mi muslo, rozando seguido mi sexo simplemente cubierto por una mini braga de encaje.
Debería sentir algo ahí debajo. Debería necesitar más.
-Mi madrina me ha pedido vernos ahora. Necesito tratar algunas cosas con ella -suelto de pronto separando mi boca-. ¿Nos reunimos en la tarde para ir a los bolos?
-Está bien -responde.
Le doy otro beso y me marcho.
Sí, tal vez debería entregarme completamente a él porque es mi novio y porque estoy enamorada pero, me sigue faltando cosas. No sé cómo explicarme. No me pierdo en la calentura, no me invade la excitación.
Le escribo un mensaje a mi madrina para verla en Upcide. Esta me responde de inmediato un sí.
De camino vuelvo a colocar la radio a todo volumen. Esta vez suena Bruno Mars con la canción Just the way you are.
When I see you face
There's not a thing that I would change
Because you're amazing
Just the way you are.
Sería increíble que te cantaran así.
Estoy enamorada de mi chico, pero a veces siento que cada cariño o palabra que da es con el motivo de conquistar mi cama.
Aparco frente al gastropub y una vez entro me encuentro con Allison entregando pedidos.
-Tata -grita ella al verme. Tengo la dicha de ser la mayor y que todos mis primos me llamen Tata. Allison es la niña de mi madrina Andrea. Solo tiene nueve años. De todas las mujeres de la familia, solo mamá decidió embarazarse dos veces.
-Brujita -comento y la cargo con trabajo-. ¿Cómo estás?
-Ayudando al abuelo Hugo -dice-. Me prometió una hamburguesa con extra queso y coca cola.
-Tú sí que sabes negociar -manifiesto-. Te dejo seguir entonces para que te ganes esa hamburguesa con extra queso y cola.
La dejo en el piso y ella corre hacia Hugo. Mi madrina camina hacia mí y me abraza. A pesar de que los años pasan ella sigue estando igual de bella.
- Buena elección -comenta mirando los zapatos-. Sentémonos en la ventana. Ese sitio fue testigo del drama de tu madre, ahora será el tuyo.
-Lidiando con la otra generación también madrina -dijo con una sonrisa.
-Qué le voy a hacer. Me han robado el puto corazón ustedes -declara.
- ¿Nos tomamos un Martini y me cuentas? -indaga.
-Tengo que conversar con mis padres al almuerzo y si quiero que tomen lo que les voy a decir en serio, no debo oler a alcohol -declaro.
-Perfecto. A lo seco entonces. Anda cuéntame -apremia.
Yo sonrío. Mi madrina tiene un lenguaje peculiar. A lo seco significa, sin nada de tragos.
-Les contaré hoy sobre lo que quiero hacer...
-Espero que Aiden no me bloquee de todas las redes y les prohíba hablar conmigo -dramatiza y yo solo río-. Aquella vez que nos cogió mientras yo te enseñaba a bailar con el sofá como muestra por poco me mata. -Ríe acordándose.
-No tiene nada de malo...
-Claro que no cariño, pero tú padre es un loco posesivo con sus hembras. Imagínate tú, su princesa bailando en un escenario para una decena de hombres.
-Una jodida locura. Creo que no lo aceptará, pero no dejaré de insistir.
-Así se habla princesa que para rendirnos no nacimos -apunta-. Dime cómo vas con ese comepin
Todos hemos aprendido a lidiar con las palabras exóticas de mi madrina. Estas son nuevas. Mi tío Enzo la llevó a Cuba para que su hermano conociera a Allison y de allá viró con el diccionario amplio. Enzo deja a Allison que diga algunas palabras, sin embargo, las que son malas se lo prohíbe.
- ¿Qué significa eso? -pregunto.
-Una brutalidad de cosas que no son buenas. Sabes, mi instinto me dice que tú necesitas y quieres aunque no te des cuenta algo más... más grande.
-Yo estoy enamorada de él madrina.
Ella levanta las manos a modo de tregua y sonríe.
-No te he dicho que lo cambies, he dado mi opinión -aclara-. ¿Ya has follado? -pregunta sin rodeos.
-No.
Ella achica los ojos.
-Explícate -pide.
-Cuando nos besamos no siento un placer desbordado que me invita a avanzar. Hoy dejé que tocara cerca de mi sexo para descubrir si podía sentir más y un chasco. Tal vez el problema lo tengo yo. Que no tengo apetito sexual.
-Cariño tienes dieciocho años, cómo demonios no vas a tener apetito sexual. Has probado tocando tú.
-Madrina -me quejo-. Creo que no puedo.
-Eso es normal cariño. Puedes intentarlo y así, descubres si es problema del comepin' que no te toca dónde es. Aunque sigo diciendo: necesitas más. Has tenido el listón muy alto por lo que has visto.
-Quiero que funcione con él, realmente le quiero.
Me dan un beso en el cuello y yo brinco en la silla. Mi madrina sonríe y yo busco al causante de mi susto. Mi tío Enzo.
-Demonio sí te reúnes con la maldita loca pero no me invitas. Me voy a molestar -comenta fingidamente molesto y yo sonrío antes de que nos fundiéramos en un abrazo.
-Tenía que hablar cosas de chicas -le digo.
-Yo puedo escuchar cosas de chicas -asegura y se sienta en la mesa-. Debo prepararme psicológicamente para Allison, si sigue el camino de mi loca perdición viviré en el hospital con infartos.
Mi madrina se ríe y una vez termina se funden en un beso.
Es cierto, de verlos a todos, tengo el listón alto.
-Cuéntame -pide.
-Por el camino que vamos diez personas van a saber mi vida sexual. No es posible. ¿Pasa así con todas las chicas o soy yo la afortunada?
Ellos ríen sin contención.
-La mayor de todos nuestros críos. Empezamos por ti. Lo mismo le tocará a Ashley y Allison -asegura mi tío Enzo-. Qué te puedo decir siempre hemos sido uno, todos.
No miento cuando digo que diez personas se enterarán de mi vida sexual. Papá y mamá ya lo saben y me alegra que sean los primeros. Lo más mínimo quiero contarles a ellos antes.
-Solo respóndeme algo como hombre. Si estuvieses enamorado de una chica que es virgen y todavía no está segura de tener sexo ¿Esperarías?
-Sí, lo haría. Cuando estás enamorado tienes la paciencia de esperar por esa persona, no solo a tener sexo, a qué confíe más, a qué se abra más, a todo.
-Gracias a los dos -comento y recibo un beso por cada cachete de ambos.
-Papi -grita Allison mientras corre a Enzo.
-Hijita yo le digo papi, tú, papá -explica Andrea y Enzo ríe mientras carga a su hija.
- ¿Por qué no le puedo decir Papi? -indaga esta rodeando las manos en el cuello de Enzo.
-Porque es mi Papi. Tuyo es Papá -aclara mi madrina.
La niña la mira seria y Andrea también y finalmente empiezan a reír. Se terminan abrazando y Allison estira su mano para que me una a ese abrazo.
Después de despedirme camino hasta la salida cuando mi madrina me grita:
-Acuérdate de hacer la prueba.
Cuando me giro a mirarla mueve rápido su mano.
Río y muevo la cabeza. Mi madrina no tiene remedio.
Conduzco hasta Quince. A medida que avanzo empiezo a sentir nervios. Pondré a mi padre en una situación difícil. Aparco el auto frente al restaurante y pregunto por la mesa de Aiden Stone. Inmediatamente me muestran el camino.
Mientras me acerco una sonrisa se cuela en mis labios al ver a mi padre y mi madre hablando de cerca mientras sonríen ampliamente.
Mi madre es la primera en verme y su sonrisa no se borra. Papá levanta su mirada y su primer saludo es:
-Princesa.
Me corre la silla para que me siente y tras pedir el almuerzo que sé que no probará me atiende.
-Saben que desde pequeña me gusta bailar... Bailar en tubo... -Busco las palabras adecuadas pero creo que todas tendrían el mismo efecto. Mi padre me mira serio y acojona, mi mamá muestra una ligera sonrisa como si supiese a qué quiero llegar. Tiene la capacidad de entenderme antes de que siquiera suelte todo. Así es siempre-. No sé que quiero para mi futuro aún, pero no quiero limitarte a hacer todo lo que me gusta...
-Princesa no le des rodeos ¿Estás hablando de bailar en un tubo para que decenas de hombres te observen? -indaga mi padre. Su voz es grave. Sin dudas lo estoy poniendo en una situación difícil.
-Sí...
-Ni hablar...
-Papá mira...
-Princesa esto es una locura. Yo no quiero limitarte pero de veras esto me está sobrepasando.
Mi padre se pasa la mano por la cabeza como si estuviese perdido. Mira a mi madre y esta lo mira con tanta ternura que durante segundos él solo la observa a ella.
-Prince ¿Quieres dedicarte a esto o solo en una forma más de vivir?
-Mamá me gusta el trabajo en la A.S Enterprise. Me encanta y que voy a estudiar Económicas sin dudas. Sin embargo, me gusta bailar, me gusta coser, así que quiero hacer todo lo que me gusta. Quién dice que por ello mi impecable trabajo en la empresa, el que tengo y el que tendré, tiene que cambiar.
Mi mamá asiente y mira a mi padre.
-Papá no me mostraré ante el mundo. Cubriré mi rostro. Solo déjame vivirlo.
-Princesa me vas a volver loco. ¿Por qué demonios no asesiné a Andrea? -se queja.
Me río, como en efecto lo que decía mi madrina.
-Papá no quiero hacer las cosas escondidas de ustedes. Nada en mi vida para ustedes es un secreto y yo me siento orgullosa de ello. Sé que te pido mucho con esto, créeme que lo sé, pero para mí es importante que tú me apoyes, que sepas.
-Está bien princesa. Iremos contigo al sitio. Pero escúchame bien, si empiezas a cambiar esto va a tomar un rumbo distinto. Te he dado todo lo que he podido y más y solo pido a cambio comunicación.
-Lo sé papá -comento y los beso a ambos.
Devoro la cena al igual que mamá, mientras mi padre casi ni come.
En un momento en el que mi madre besó a mi padre me acordé de Justin. Me preocupa el tema del sexo.
-Prince ¿Te preocupa algo más? -pregunta mi madre.
-El mismo tema con Justin -cuento-. Si estás enamorada no se supone que quieras estar con esa persona.
-No tienes que estar enamorada para sentir deseo por alguien prince.
-Entonces mamá estoy mal yo. Hoy dejé que tocara un poco más y nada.
Mi madre se ríe cuando mira a mi papá. Está serio y tenso.
-Princesa me vas a volver loco -repite.
Soy la primera experiencia de «papá de una niña» de mi padre. Sé que hace lo mejor que puede para entenderme y guiarme pero aún está en proceso de aprendizaje. No es mentira cuando decimos que es posesivo con nosotras.
-Nada... Nada -cuestiona mi madre.
-Nada -aseguro.
-Tal vez tengas miedo por las teorías de que la primera vez duele para algunas personas -apunta.
-No sé mamá...
-Prince ya llegará un chico que te estremezca con caricias y qué tú misma quieras llegar a más. El chico que con un beso te hace desear muchos más. El que te roce y tú ya quieras que te desnude. Si no te ha pasado cariño, pues sigue esperando.
Terminamos de comer y vamos al antro VFlavor. Mis padres me acompañan. Tras saludar al jefe, quién conoce a mi padre por socios en común, se declara mi situación. Lo hago por diversión, no quería cobrar pero Ángelo, el jefe, aseguró que si el dinero es mío es mío, así que va a mi cuenta. Mi padre aseguró dejarme una cuenta abierta para que el dinero lo depositaran ahí y si el día de mañana quería regalarlo que lo hiciera, que era mío. Me permitieron bailar con antifaz y peluca. También apuntaron no tener obligación de asistir diario, solo los días que quisiera. A decir verdad me daban algunas libertades. Nos enseñan el lugar, los cuartos dónde las chicas se arreglan y demás secciones y propone que falta una hora para que empiece el show que puedo esperar y participar ya. Si así lo deseo. Acepté obviamente. Mis padres me dejaron con la condición de que mi papá vendría a recogerme al finalizar el show.
Me llevan a un cuarto y me aseguran que este es mío, que mañana estará la placa con mi nombre. Aseguré que aquí me llamaría Ly: la chica de la noche. Apareció una chica y me maquilló. Antes de irse aseguró volver con el vestuario. Me puse ansiosa de ver cómo me quedaba la peluca y el antifaz. Así que me puse ambas cosas de una vez. Al mirarme al espejo ya no era Kimberly.
Dejándome llevar por mi mirada empiezo a moverme sin música. Con los pasos más candentes que he aprendido de mi madrina. El espejo me muestra perfectamente mientras estoy en ropa interior con una peluca roja extra larga y un antifaz.
De pronto, la vista que me proporciona el espejo me hace detenerme de inmediato. Un hombre castaño, alto, imponente, de músculos prensados bajo la camisa blanca se ha colado en la habitación.
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