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Capítulo 17

Si no has leído los nuevos capítulos de ESTOCOLMO, te sugiero que vayas a leerlos y después vengas acá.

Lo digo en serio.


Bella Barrow
🐝

Un par de besos cálidos me sacan del sueño, sonrío, y respondo...

La punta de el pene de quién me besa se entierra en mi coño y no hago más que gemir. Abro los ojos y me encuentro a Matt sobre mí, besándome, empujo mi cadera para meterla toda. Y así comienzo mi mañana.

Con embestidas placenteras que me ahogan mientras me besa, acaricio su acabello en la penumbra, sonrío cuando mis terminaciones nerviosas se queman a su alrededor, dejando que el orgasmo hable por ambos cuando me toma la pierna para hundirse más.

Da tres empellones más y cae a mi lado, repartiendo besos. No hace falta decir nada.

—¿Estamos saliendo? —inquiere, jadeando.

Me atrae a su cuerpo, el miedo se instala. El perderlos no es algo que yo desee. No sé cómo podría soportarlo.

Acaricio su abdomen, reparto besos por su mandíbula, dejando uno suave en sus labios.

—¿Lo estamos? —sonrío contra sus besos.

Sujeta mi mejilla, besa mi frente, nariz, mejilla, labios, y lo repite. La expresión de amor que hace me está matando, la barbilla me tiembla, sólo puedo pensar en él, sólo quiero estar con él y que nada suceda.

—No sé cómo quieras manejarlo —se aparta, colocando su frente con la mía. La luz de la mañana aún no nos baña—. ¿Quieres estar solo conmigo? Se que estás acostumbrada...

—Damon no quiere estar conmigo —simplifico—, no creo que una relación se pueda planear pero ahora no puedo pensar en otro que no seas tú. Me gustas mucho, sé que no deberías. Eres un agente del FBI.

Se burla negando.

—Estoy en la casa con todos estos criminales, ¿realmente lo soy?

Tomo su cara, besando sus labios dulces.

—No vuelvas a menos preciarte —le pido y sonríe con ojos brillantes—. Eres bueno, y en muchas cosas.

Se avienta sobre mí, besando mis labios, haciéndome cosquillas con su barba creciente. Me carcajeo.

—Matt —lo manoteo pero sigue mordiendo y besando mi abdomen. El estómago me duele, trato de no reír pero me es imposible—. ¡Me voy a orinar!

La puerta se abre y pego un grito, pateo a Matt, cae al suelo, nos paralizamos al ver cómo Damon frunce el ceño.

Aclaro mi garganta de pronto seca, me cubro el cuerpo aunque ya me haya visto pero es mi elección que no me vea ahora. Aparta la mirada de mí para dirigirse a Matt que se levanta sonriendo.

—¿Qué? —decimos Matt y yo.

Damon se relaja.

—Necesitan tus habilidades de perfilador —habla.

—Bien —gira hacia mí, asiento pero no puedo evitar echar un vistazo, Matt es menos musculoso que Damon pero sin duda no le pide nada—. Vístete, ¿o quieres quedarte aquí?

No sé, realmente yo sólo quiero estar con él. No quiero quedarme sola dentro de una casa con posibles violadores y delincuentes.

Quizá alguno fue mi cliente una vez.

—Estarás bien —me llama Damon, y por primera vez veo la calidez allí—. Yo estaré aquí, sólo iré a matar a algunos, volveré y mientras puedes quedarte aquí.

Observo a Matthew comenzar a vestirse, y dejo ir el aire. No debo tener miedo, estoy a salvo aquí con ellos.

Salgo de la cama, coloco unas bragas nuevas de la maleta, y me coloco un vestido verde de primavera con tirantes y unas sandalias de tacón. Una vez termino regreso a los chicos que no se han perdido ninguno de mis movimientos.

—Lista.

Sonrío, ambos carraspean, Damon cruza la puerta, Matthew la abre para mí y nos dirigimos hacia la primera planta. Anoche no podía apreciar la casa pero ahora. Esto es un mundo, le primera planta es una hermosa sala u algo, las escaleras dan a los lados laterales de infinitos pasillos y recamaras pero Matthew me toma de la mano para encaminarme a la parte trasera.

El ruido de niños es palpable, y cuando cruzamos un pasillo se abren unas puertas dobles que parece ser el área de sala.

—Matt —me detengo en seco.

Hay hombres tatuados por todos lados, grandes, y fuertes. Uno de ellos tiene el cabello largo y otro...

—Agente —gira el calvo co tatuaje de serpiente en la cabeza. Yakuza—. ¿Listo?

Aprieto mi agarre en Matt, los niños corren de aquí para allá, el Yakuza se acerca pero de pronto me encuentro detrás del agente, es un hombre imponente y atractivo, los músculos le aprietan en la camisa verde oscuro. Pero mejor me hundí detrás de Matt, sólo lo huelo a él y a su hermoso perfume. La sala tiene candelabros, y las paredes son ventanas de cristal que dejan ver un jardín amplio con hombres de la mafia y mujeres con poca roja, haciendo limpieza.

—Es muy tímida —se queja el hombre calvo.

—Se adapta —simplifica Matt—. ¿Qué necesitan?

Damon se pone a mi lado mientras Matt habla.

—Las zonas que no están protegidas por la ley, no necesitamos atrasos y matarlos es una pérdida de tiempo —explica el hombre en lo que veo más el piso de mármol blanco—. Arregla tu asunto y nos vemos con el batallón.

Se marcha, vuelvo a respirar, Matthew me sujeta las mejillas, el ruido de los niños, voces y risas me empuja a un vacío.

Los labios de Matt caen a mi boca junto con sus manos, no puedo respirar.

—B —besa mis labios—. Necesito que te quedes con Damon, yo iré a hacer unos mapas, y volveré.

Asiento no muy convencida. No quiero dejarlo, no he estado sola tanto tiempo con muchas personas. Cuando trabajaba siempre estaba Damon junto a mí en la barra, observándome, y me llamaba seguido a su oficina cuando salía.

—Me encargaré. —dice Damon cuando Matt se dirige al pasillo de salida, mi mano lo atrapa por la camisa pero Damon me jala—. Lárgate.

Me junto a la camisa negra de Damon, aspiro su aroma, me rodea los hombros con el brazo y Matthew es arrastrado por un hombre alto de cabello largo en cola que se levanta del sofá. No sé quién es pero tiene anillos de oro.

Escaneo la sala, los niños ahora están sentados comiendo muy tranquilos, y las mujeres están en la barra platicando. Son dos.

—Vamos —la mano de Damon toma la mía, pero ya me siento mejor cuando me dirige hasta la barra, robando el pan de un de las mujeres—. Ella es Bella.

—Imbécil —la mujer de cabello corto con luces rosas en él lo golpea.

Hay otra con un parche que tiene el dibujo 3D de una rosa. Es alta, parece modelo de revista con la piel bronceada y de porcelana.

—Hola —la mujer de cabello rosa se me hace conocida—. Soy Rose —extiende la mano mientras Damon come de mala gana—. Ella es Arden pero todas la llamamos Cho.

La mujer alta me sonríe, extiende la mano también y primero se la tomo a Rose, un rápido saludo para ir con la otra.

—Debo ir a hacer un trabajo —explica Damon—. No le metan mierdas raras en la cabeza.

Me aferro a su camisa pero después me siento avergonzada así que lo suelto. Las mujeres me sonríen, y veo cómo se marcha.

—Siéntate —me dice la mujer—. Vamos a desayunar.

Sonrío, no sé qué decir. La cocina es amplia, grande y hermosa. Esto es una casa de huéspedes yo no me imagino lo que hay en la casa de al frente.

—¿Qué hacen cuando están aburridas? —inquiero.

Arden pone mi comida frente a mí, un café, y Rose le suplica con la cara por otro poco, ella sonríe y le sirve. Parecen normales, quizá sólo son mujeres de mafiosos.

El café huele delicioso, le doy un sorbo. Sabe delicioso.

—Vámonos con las chicas o matamos a los sobrevivientes enemigos que traen nuestros hombres —dice Rose a mi lado.

Toso, me atraganto, y escaneo a ambas que no parecen mentir.

—Damon traerá a gente enemiga —me dice—. Más tarde si quieres puedes venir con nosotras, iremos a ver a nuestra amiga, y ellos llegarán hasta en la noche.

—Claro. Gracias.

Ellas sonríen, comienzan a comer, de repente hablan en chino pero no entiendo. Quizá es japonés.

Un niño pequeño le extiende el plato a Rose y ella lo recibe sacándole la lengua, el niño la imita. Pero al parecer es hijo de Cho porque ella lo regaña en su idioma.

Se va triste a sentar pero finalmente ella le avienta un beso. Y allí está el hijo de Damon, mirándome fijamente como si me fuera a llevar algo. De pronto la mujer que es su mamá aparece con compras.

—Ha llegado esto —dice, jadeando—. Falta más.

—¡Niños! —grita Arden—. Ayuden a los hombres a meter los alimentos.

Y todos se van. Hay un castaño, el hijo de Arden, el de Damon, y otros dos de ojos brillantes.

—¿De quiénes son ellos? —indico a los niños de no más de tres o cuatro.

—Son de Jossie —dice—. Dominik los envió. El medio hermano del cazador. Y Jossie es la hermana de Love.

Dice, y frunzo el ceño.

—¿Ella está aquí?

—No, Jossie no creo que venga.

—No, no ella —aclaro, lentamente.

Yésica me escanea.

—Vive en la casa principal —me explica, y el corazón se me aprieta.

—¿Allá va Damon ahora? —la inseguridad se apropia de mí.

Arden carraspea.

—Matthew —corrige Rose—. Pero, quizá ni se vean, sólo los hombres estarán allí, ella ahora está ocupada con otros asuntos.

Algo salado me atraviesa. No debería ponerme así, ni celosa y mucho menos, pero tengo miedo de que ahora que su esposo ha muerto quiera regresar con alguno.

—Tranquila —me palmea el hombro Rose—. Ella no tiene tiempo para pensar en hombres que no le interesan.

No sé cómo sentirme a cerca de su comentario, al final de cuentas es una mujer que no necesita recoger algo que ya uso.

Las mujeres son amables y las ayudo a acomodar las cosas de la despensa mientes los niños gritan por aquí y por allá.

Jamás he podido tener hijos, pero... la piel se me eriza y elevo la vista a Arden que acomoda su arma debajo de su falda de cuero.

Los niños se van y carraspeo, ganándome la mirada de todas.

—¿Saben adónde podría comprar una pastillas del día después?

Se miran entre todas, se ríen y dejan ir el aire.

—No asustes así —me dice Rose—. Claro, ahora le digo a la sumisa de Isse que la traiga —dice mientras saca el teléfono—. Y el ginecólogo de la familia puede recetarte algo. Es mejor la inyección. Pero... creo que Rome está en la otra casa. ¿No? —Arden asiente con su pregunta.

Yo prefiero las pastillas pero acepto con un asentimiento de cabeza. Las mujeres de la mafia están llenas de tatuajes, Rose es la que más tiene y su piel trigueña se ve muy bien, pero Arden es más blanca, con un cuerpo de modelo, y tatuajes pequeños en zonas de pulso.

Yésica se ve como una persona normal, tiene el cabello oscuro y ojos del mismo tono. Una media hora después me llevan a la mansión que está en el centro el espacio inmenso, nos acercamos con un montón de guardias.

El lugar es hermoso, el jardín y alberca de tamaño amplio al lado de una fuente adorna el lugar. Aplasto mi vestido y respiro hondo, los guardias nos dejan en la puerta de atrás que es por supuesto también gigantesca.

—La señora se encuentra en la cocina —yo las sigo cuando la puerta se abre.

El diseño interior estoy segura que es el paraíso, estamos directamente en lo que parece ser una escalera que está justo arriba del garaje. Hay tres motos negras, y cuatro autos, sólo hay uno rojo, los demás son negros así como las motos.

En la esquina hay armamento explosivo, el lugar es gris y frío que me encoge, nunca había estado en un lugar tan grande, y al mismo tiempo hermosa. Pero una vez Arden abre la puerta después de usar un código y escanear su rostro el lugar deslumbrante que parece ser la cocina es iluminada, descolgándome la mandíbula.

Hay una isla en el centro, es de mármol rojo escarlata con blanco, frutas y en otra pequeña manzanas, al lado de rosas rojas y blancas. Nunca vi una cocina tan grande y equipada. Las chicas se ríen de chistes que no escucho, estoy tan fascinada por el lugar. Hay candelabros en varias zonas, alumbran bien la zona.

—Bella —una voz me llama y bajo la vista a las chicas que se han sentado en los taburetes acolchados—. Es linda, ¿no?

—Es hermosa...

El resonar de unas zapatillas hacen que todas levanten la vista hacia el pasillo que de a unas escaleras amplias hacia el fondo donde parece haber un lobby de bienvenida ya que hay dos escaleras laterales.

Una mujer de cabello rojizo, brillante y sedoso baja cargando algo en sus brazos con algo que parece ser una manta color vino. La piel se me eriza al verla con un vestido escarlata amoldando su figura: no es como en las fotos o videos es mejor y el impacto de belleza llega cuando eleva la vista sonriente a las mujeres. Es tan elegante, y ahora lo entiendo. Es casi magnético, no puedo apartar la vista de su cuerpo, de cómo se balancea con elegancia.

Pero así como sucede ella dirige sus ojos pálidos de un gris impresionante, no pasa desapercibida y menos cómo luce a simple vista pero su rostro se transforma en pura oscuridad al momento en que saca un arma de algún lado de su pierna y me apunta sin flaquear.

—¿Quién es? —espeta, les apunta a ellas, y vuelve a mí.

El alma sale de mi cuerpo cuando veo que no le tiembla la mano, su furia es palpable así como el miedo de todas en la zona.

—Es el juguete de Damon y Matthew —dice Rose, se detiene al ver lo que dijo, eso no significa que no se haya sentido de la mierda—. O su novia, aún no se sabe con esos.

Guarda el arma, y apenas me doy cuenta que estoy paralizada.

—Hola —una pelinegra entra por el mismo lugar que la viuda—. Dios, es un desastre allá afuera.

Se detiene en seco, escaneando la escena incomoda.

—Soy Bella —sonrío, y la pelinegra enarca la ceja mientras la viuda también—. Novia de Matthew.

Extiendo la mano hacia la pelinegra cuando se acerca, la acepta y se sienta. Pero la viuda sigue mirándome, escaneando mi cara como si reconociera algo de mí.

—Eres la ex de los carniceros —dice la pelinegra.

Me siento en el taburete cerca de Rose, y Arden toma al bebé de la viuda. Pero ella no aparta su la mirada de mí.

—Sí —asiento.

—Elton me contó algo.

La viuda enarca la ceja, y muerde su labio inferior con una sonrisa. La pelinegra se dirige al refrigerador. En lo que Rose y Arden se comunican con la mirada.

—Mantén la lengua en su sitio —me dice la viuda, y acepta el bocadillo que la pelinegra saca del refrigerador.

Le da a las chicas en lo que ella come uno.

—Descuida —sonrío—. No tengo interés en decir nada.

Sonríe, y asiente dulcemente. «Está loca»

—¿Quieres? —la pelinegra me da pastel en un plato de cristal, y sonrío aceptando.

Todas hablan y se ríen. Ahora Rose carga al bebé, están fascinadas por él. Hablan sobre los hombres que van a le guerra pero ella parece triste, nerviosa al escucharlas. No puedo despegarle la mirada maternal triste que carga.

—Estarán bien —le dice Arden, pero sus ojos no brillan.

—El imbécil de Elton envió un maldito vídeo —la pelinegra nos muestra.

Reconozco el hombre que se quita el cubrebocas bocas con la cabeza de un muerto, la sangre y tierra gotea de su cuello decapitado. Sonríe, y de pronto un hombre llega a darle un golpe en la cabeza y arrancarle la que tiene en la mano.

No sé quién es pero definitivamente ha cubierto toda la pantalla con su cuerpo.

—Ay, Ellie, no te envidio —dice Rose aún con el bebé que está muy quieto—. Si Elton fuera mi hermano lo habrá dado en adopción cuando pude.

—Estaba muy ocupando chupándosela —se carcajea Arden y me tenso.

Todas se ríen, y la risa de la viuda me alerta; es como si campanas de navidad sonarán pero es el mismo diablo cuando me mira.

—¿El Rey Elton y tú? —inquiero, apuñalando lentamente el pastel.

Todas se silencian digiriéndose a mí. Yo jamás he tenido amigas, nunca. Sólo otras prostitutas, pero ellas parecen amigas de verdad. Todas se desatan a carcajadas, el bebé pide teta, así que Rose se lo pasa a su madre. No tenía idea de qué podía lucir tan buena la persona que cometió genocidio.

—Créeme que lo de Matthew contigo y ese demonio es lo más normal que verás aquí —me calma Arden.

—Lovely se lleva el premio —comenta la chica Ellie.

Ella frunce el ceño, y niega con la mejillas sonrojadas y labios rojos al parecer naturales. Yo conozco la historia pero no digo nada, perderlo al parecer fue lo suficientemente fuerte como para hacerla matar a quién sabe qué se lo recuerde y no quiero ser yo.

—¿Entonces... —la pelirroja se saca el pecho que gotea un poco, y veo una mancha parecida a un chupeton—, Matthew y Damon?

Es verdad que soy mujer pero debo aceptar que es la primera vez en que me siento intimidada por la belleza de otra, sobre todo por el hecho de quién es. Es una mujer muy hermosa, cuevas naturales, y la belleza que carga en el rostro, como si fuese el centro del mundo. ¿Todos la tratarán así?

No debería tener pena, ni sentirme culpable o poca cosa por ella. Pero realmente parece irreal, ella es hija de familias renombradas de la jerarquía como los Walker y Raken. Papa hablaba todo el tiempo de familias como los Armstrong, Walker, Graham y sobre todo los Aragon.

Aprieto los puños.

—Son muy interesantes —le contesto y acaricia a su bebé de cabello castaño brillante, sus ojos se elevan así como la comisura de sus labios.

Es siniestra, y las luces del lugar parecer enfocarla sólo a ella. Trago saliva. ¡No te acobardes!

—Seguro que sí —sonríe—. Tranquila, no soy un enemigo, y no me interesa ninguno. Son buenos hombres para la guerra, y si estás aquí, bajo mi techo es porque les interesas.

Todas asienten mientras comen pero a mu el estómago se me revuelve.

—Ellos están como enamorados —dice Ellie—. Pero nunca habían traído a nadie, ni siquiera a la ex del agente —comienzan a hablar.

No sabía que tenía ex y que esto ya había pasado. ¿Y si él se aburre de mí?

—No digan eso —los frena la viuda—. Se ve que puede con dos. ¿No? —sus ojos me escanean.

El pulso se me acelera, mi monitor sube en números, aprieto las piernas y dejo ir el aire. El aura de miedo que desprende no me da confianza.

—Por supuesto que sí —le digo—. Cualquier hombre dominante para mí no es más que un pene el cuál bajar.

Sonríe, oscureciendo la mirada, las mujeres se enderezan, y asiente con felicidad sin dejar de mirarme. Debería verse indefensa al amamantar pero no es así.

—No todos —recalca.

—No tengo un límite.

—Oh, lo tienes.

—No —niego con calma.

Ella tuvo oportunidad, los chicos son míos.

—Puedes con esos dos hombres —me dice—. Son tuyos para devorar, pero cuida tus ojos, y tu lengua. Bella Barrow.

Mi nombre lo dice en tono samoano como mi padre. Las chicas intercambian miradas, una puerta se abre. Todo la piel se me congela y mi columna se endereza, los jadeos varoniles atropellan el aire después de un click.

—No puede ser —una voz gime en asombro, y la reconozco—, creo que he entrado al cielo.

Todas ponen cara de asco, excepto Ellie y Lovely que le avienta un beso, aparta el bebé de su teta para guardarla, pero los pasos más espesos se tornan cuando un hombre que parece un monstruo de esos que salen en tus sueños sexuales te coje se divisa en mi visión periférica.

Me encuentro con los ojos grises al apartar la mirada de los hombros anchos, y la mirada asesina se le quita cuando el hombre lleno de sangre, tierra y sudor la toma de la mejilla; el beso que estrella en su boca es uno hambriento, violento, crudo, irresistible de apartar la vista, es como si no estuviéramos aquí, jadean, profundizando y muerden sus labios... el hombre frena, ella suspira, y al separarse puedo ver cómo sus lenguas se desenredan de una sincronía paralizante así como el hilo de saliva que comparten sus lenguas antes de alejarse.

Sus ojos se clavan en las mujeres de la mesa que hablan, no me había dado cuenta. ¿No está muerto?

¿Cómo diablos? ¿Estoy soñando? No. Esto se sintió muy real. ¿Fingió su muerte o simplemente revivió o el ser mítico que parece ser...?

—¿Qué hacen ustedes bola de metiches en mi casa? —ruge, y mi cerebro se apaga—. Para eso tienen cuatro casas.

Ella lo calla con otro beso pero siento una mirada, y giro mirando mi plato de pastel magullado. Matthew viene entrando con Damon, ambos están sucios y golpeados.

Mi mundo se siente como un volcán, puedo volver a respirar, y sonrío bajándome del taburete. Es como su raíces crecieran en mi corazón una fría, y otra cálida.

—Matthew —ambos elevan la vista, dejando sus chalecos en el suelo—. Damon.

Me voy contra ellos, sin pensar beso a ambos, un beso rápido pero ellos no me apartan, Matt me acepta, Damon se aparta pero no me importa mucho. Están sucios y con aspecto cansado pero nada me alegra más que tenerlos de nuevo.

—Creí que ibas a dar un perfil —le digo, rodeando su cuello.

—Bueno, es la guerra, no te quería preocupar.

Quiero arrancarle la cabeza.

—No seas tonto —vuelvo a besarlo—. Quiero saber si necesitas de mí al llegar.

—Ya Romeo y Julieta —Damon nos aparta para ir al refrigerador.

—Nosotros nos vamos —dice Rose, logrando que vuelva a recordar que estaban aquí.

Matthew me abraza, besando mi sien. El cazador carga a su hijo, y la viuda no me despega la mirada. Elton y Ellie se besan los labios pero es un beso casto.

—Vamos con Miller —le dice él a ella que asiente.

De pronto todos se marchan, las mujeres se despiden de mí. Y la pareja con el bebé se levantan, ella le dice algo al hombre que probablemente le triplica el tamaño en algún otro idioma, y él se marcha sin más.

Damon se recarga de el refrigerador, ella gira hacia mí, y me aferro a Matt que habla con el rubio algo que no escucho.

—Permíteme hablarte un momento —me dice, indicando que la siga.

Matthew me da un beso en la sien. Y aparta a Damon de un empujón para tomar algo de refrigerador en lo que yo me dirijo hacia la mujer que camina muy calmada aunque los nervios me atropellen.

Nos dirigimos a un pasillo que da hacia el sur y cuando se detiene simplemente se gira, toma mi cuello azotandome contra la pared, cubre mi boca, entierra sus uñas en mi cuello. El miedo se instala en mí pero no me puede ganar, soy más alga si se quita las zapatillas y tengo más masa muscular.

«Es la viuda negra», mi subconsciente grita.

Trato de quitarla pero niega con la mirada oscura.

—Mantén tu lengua en su lugar —reitera—. Jamás viste lo que viste, nunca me has visto. ¿Entendido? —me azota de nuevo causando dolor, y trato de zafarme—. Y no quiero —acerca su aliento a pasta dental a mi nariz— que vuelvas a mirar a mi esposo así. Jamás. Puedes intentar follartelo; va a rechazarte pero si cometes ese error me encargare de que no vuelvas a usar el coño. ¿Entendido?

Me aterra, pero de pronto veo borroso, y la empujo, sus tazones chillan y ella sonríe. Jadeo tratando de recuperarme con el ardor de cuello.

—No deberías preocuparte por lo que pueda decir mi boca o hacer mi coño.

Suspira con diversión, y me azota de nuevo, enterrando sus garras en mi cuello.

—No me preocupa a quién se la mames o si puedes follar —me mira neutral, vacía—. Si hablas del fantasma del cazador o de mi hijo voy a arrancarte la lengua. Mientras sigas follandote a esos hombres y te quieran está bien, pero ten cuidado, Bella —trato de soltarme, la empujo, me dobla el brazo azotandome de nuevo—. Si William sabe adónde estás, si ellos saben... quizá no les guste que lo ocultes.

De pronto me suelta, quiero matarla, quiero golpearla, pero se lo que me costaría.

—Defiendo a mi familia, a los míos —dice con firmeza—. Si ellos te quieren entonces tienen mi apoyo, pero si los traicionas como lo hiciste con mis carniceros no enviaré a un Samurai. Iré yo misma, y te arrancaré los ojos para dárselos a mi nena.

«¿Nena?»

La pregunta se responde cuando una pantera aparece, retrocedo pegando un grito que me acelera el corazón, ella la calma. El animal no es algo que haya visto antes, ruge hacia mí. Ambas son siniestras.

—Bueno —se aparta el cabello de la cara, sonriente, sus ojos brillan en un mercurio líquido—. Disfruta tu noche, seguro te irá muy bien —me guiña el ojo, y comienza a caminar por el pasillo oscuro con su pantera.

Dejo ir el aire de mis pulmones pero al final del pasillo oscuro se detiene.

—Espero que esta vez puedas ser feliz, Bella —su voz es tan sincera, y puedo ver su sonrisa mientras desaparece después de que yo asienta.

Sonrío, negando con la cabeza.

—¡Mocosa! —el rugido de la voz sensual me hace saltar—. Sube que necesito bajar algo.

—¡Voy, anciano! —grita, y escucho sus zapatillas en las escaleras mientras me recargo de la pared.

—¿Traes el tapón? —escucho su grito quizás hasta el último piso.

—¡Cállate, Leon Grey! —le ordena rabiosa.

Y comienzan a hablar en otro idioma, suenan risas por la casa, después besos, jadeos y carcajadas. Esto es tan hermoso, jamás sentí nada así, esto te contagia.

Dios, decían que estaba loca pero veo que es peor y por tonta que vaya a sonar creo que acaba de darme la iniciación.

—¿Bee, Cariño? —giro y me encuentro con Damon comienzo un regaliz—. ¿Todo bien?

Sonrío y asiento. Me extiende la mano para llevarme hasta la cocina donde Matthew está calentando comida.

Damon se sienta en el taburete, lo imito pero tengo algo en el pecho. El castaño gira con la cara limpia y el cabello humedo, sonrie pero de la nada su mirada cae a mi cuello con aspecto irritado.

—¿Qué sucedió? —se acerca hasta sujetar mis mejillas—. ¿Qué sucedió, B?

Damon se carcajea a mi lado.

—Sucedió que estaba viendo a su perro infeliz —dice, Matthew besa mi cuello en las heridas, y de pronto deseo que me haya golpeado—. No deberías venir aquí.

Ellos están bien, sonrío a Damon que aún con el labio partido se ve hermoso, de hecho definitivamente tiene un aspecto más atractivo.

—¿Tenían novia? —inquiero.

Matthew se tensa, Damon como era de esperar frunce el ceño asqueado como si fuese algún tipo de difamación a un delito.

—Era mi novia —dice Matthew. Damon se levanta para servir la cena—. Terminamos un poco mal, y sí, estábamos los tres... juntos.

—No me enojaría si ustedes...

Damon se carcajea.

—Tranquila, nena —sirve de mala gana, y se sienta—. No follamos, nos gusta follar juntos.

—¿Soy un experimento? —los miro a ambos.

Ellos se miran, y el corazón se me acelera.

—Me gusta follarte —dice Damon—. No me pidas más.

—No quiero ser un juguete.

—No lo eres para mí —Matt toma mi rostro, y sus ojos hermosos me hacen sentir mil mariposas.

Las manos me tiemblan al tenerlo cerca.

—Me gustas demasiado como para decirte que necesito algo más —dice—. Me gusta hacerlo cuando Damon está pero si no lo deseas lo dejamos, siempre y cuando tú quieras.

Damon carraspea.

—O puedes dejarlo a él y quedarte conmigo —su oración me hace girar así como a Matt—. Era broma.

Se mete la comida a la cosa con apuro, rueda los ojos, y suspira.

—No me gustan estas charlas...

—Me gusta estar con ambos —le sujeto la mano a Damon, y aprieto la muñeca de Matthew—. Los quiero a ambos, para mí. Sólo para mí.

—Por supuesto —Matthew me atrae a él, besándome, aprieto mi mano a Damon cuando trata de irse.

Tomo aire al sentir que se aleja, y Matt suspira.

—Iré a entregar algo pero ve con Damon a casa —me dice.

Deja un beso cálido en mi frente, y se aparta para dirigirse al pasillo donde casi me ahorcan. El rubio me quita el agarre.

Después de un rato recojo los platos, él toma los chalecos, abriendo la puerta de la cocina. Corro hacia después de dejarlos en el lavavajillas.

El frío de la noche me hace jadear, no se detiene. Un hombre sale de la penumbra con algo que parece ser una caja feliz, viene hacia nosotros y nosotros a él, Damon no se detiene, yo aparto la mirada pero él se acerca.

—Muévete, Bastardo —le dice, tropiezo por la voz.

Damon me sujeta, y el rostro del hombre me examina.

—¿Y esta quién es? —su voz es un golpe de miedo.

—No te importa... —trata de llevarme pero no sé porque me paralizo.

Damon dice que no puede sentir nada. ¿Que sentirá si me acerco un poco a él? Ella no sabrá.

—Soy Bella Barrow, señor —extiendo la mano, mirando hacia arriba.

Sus músculos se tensan, la mandíbula le truena y cuando me vuelve a ver sólo puedo sentir que dejo de tocar el suelo, su mano se clava en mi garganta levantándome hasta impactarme con un árbol.

«Dios, este matrimonio», tomándome siempre del cuello.

—¿Qué hace una Barrow en mi casa?

—Suéltala —espeta Damon pero el hombre alto ladea la cabeza, apuntándole mientras me sostiene—. No sé quién mierda son los Barrow pero ella es inocente, y eso mía.

—No lo es —acerca su cara a mi rostro estudiándome—. Eres una escoria del mundo, y tu padre también, voy a cortarte la lengua antes de que puedas hablar

—Hace mucho no sé de él —las lágrimas me traicionan, el oxigeno se me evapora—. Lo juro, señor.

—Ya sueltala —Damon le quita el arma, apuntándole, y él sonríe como si lo hubiese dejado.

—¿Es tu nuevo juguete? —sonríe, enderezándose—. Aléjala de mi mujer y tú... tú no te acerques a mi esposa, demonio u olvidaré el porque decidí dejarte vivir.

Me deja caer, Damon me levanta, poniéndome detrás de él, sujeto su camisa. Huelo la menta de su cuerpo y el sudor.

Él no parece el hombre que sonría al bebé y besaba a su esposa. Este hombre si es el cazador, el mito.

—Lovely es libre...

—Es mi mujer, mi esposa, y ya es hora de que lo aceptes.

—Acepta tú que por algo no quiere alejarme.

La mirada del hombre se oscurece, probablemente crece, jalo a Damon, y me pongo frente a él pero se ve que no vacilaría al matarme.

—No volverá a suceder —le digo al cazador, y ahora se porque lo conocen como el diablo en persona.

—Aprende —le dice apuntándose a la sien.

Damon no deja de apuntarle, él se gira para recoger la bolsa de comida, y pronto desaparece.

El rubio regresa hacia mí, y me besa, sus labios reclaman los míos como si lo necesitara, dejo que lo haga, le quito el arma, y la tiro, me jala el cabello, recorriendo mi cuello con sus labios. Lo extrañé.

—Dime que estás bien —suplica.

—Lo estoy, Dam —sujeto sus mejillas, atrapando sus labios fríos.

—Dilo de nuevo —pide.

—¿Qué?

—Mi nombre.

Sonrío, beso sus labios, me empuja contra un árbol para levantarme.

—Follame, Dam.

Su mano sujeta mi culo, el árbol maltrata mi espalda, pero no me interesa ya que me mete los dedos después de ladear mis bragas. «Sí», mi cuerpo se relaja.

Echo la cabeza hacia atrás, atrapo su cabello rubio con mi puño, lamo su oreja, y cuando me empuja para sacarse la verga casi puedo respirar, me engancho en sus caderas con mis piernas, relamiendo mis labios.

—Me encantas, B, y si tuviera que elegir un coño para follarlo toda la vida sería el tuyo...

No puedo responder porque me empala de una estocada después menear la punta en mi entrada.

Las embestidas me sacuden, cubre mi boca al meter tres dedos, llenándome, las capas del árbol se clavan en mi espalda. La mente se me nubla, mil aves rasgan mi pecho, algo crece mientras me chupa el cuello, los pechos, y comienza a embestir como si no pudiera respirar, el vestido de eleva hasta mi cintura, mi culo desnudo siente el aire frío de otoño y mi coño se estremece con el miembro que me empala.

Abro los ojos que no sabía tenía cerrados y lo que veo me tensa el clitoris.

—Por Dios —Damon gime, chupo sus dedos cuando los desliza de mi garganta a mi boca.

Pero Matthew; Matthew me está matando al ver cómo sacude su polla mientras está recargado de un árbol, mirándome directamente a los ojos.

La vista se me nubla, el golpeteo de Damon me atraviesa como una ola caliente de sudor y gemidos; el semen de Matt es un chorro libre, mi coño se aprieta, Damon gruñe, embistiendo con frenesí en lo que Matt se acerca y antes de que pueda reaccionar aparta la mano del rubio, pone su mano, entregándome su semen, y lo recibo como una codiciosa, lamo su mano, estrella su boca con la mía, en lo que las manos del hombre que entra en mí aprietan hasta que ya no le queda líquido seminal para echarme.

Los labios de Matt son tan lindos, amables, me ayudan a tranquilizarme del clímax, acariciando mi cara.

—Me encanta gimes —jadea Damon.

—Dame los brazos, B —me pide Matt.

Damon besa mi boca, le doy los brazos al castaño cuando empiezo a recuperar la vista. Me sostiene en brazos en lo que le rodeo las caderas con mis piernas.

El rubio deba un besa en mi cuello al ver que me acurruco con Matt.

—Llévala a la cama —ordena Damon, y sonrío—. Vamos a darle algo para que no vuelva a poner sus ojos en otro hombre.

Me toma la mandíbula, tomando mi boca, pero los quiero a ambos así que me inclino hacia Matt hasta que los tres estamos juntos, saboreando el semen de Matt, y las ganas de seguir haciéndolo.

Sabía que le gustaba a Damon.




Nota:

¿Les gusta? ¿Innecesario?

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