No puede ser cierto...
(Jsjsjsjsjs, pensé en esa canción mientras escribía una parte de este capítulo, no es necesario que la escuchen... ¿O sí?)
~ Taehyung ~
— No puedo creer que otra vez tenga que bañarme —se quejó la voz de Hoseok, interrumpiendo mi sueño.
— Pues sí, idiota, tienes que hacerlo —contesté más dormido que despierto—. ¿No que eres el Señor Justicia? Pues sé justo. Si yo me baño, tú también.
— ¿Qué mierda dices? Nunca dije que no lo iba a hacer —contestó en el mismo estado en el que me encontraba... Su voz, aparte de más dormida, sonaba diferente de la primera vez que la escuché ese día... ¿Sería efecto del cansancio?
— Pero te quejaste como si de verdad no quisieras hacerlo —señalé.
— ¿Lo dije en voz alta? —se quejó—. Da lo mismo, no quiero hacerlo, pero eso no significa que no vaya a hacerlo.
— Presta atención a lo que dices si no quieres situaciones vergonzosas. Ahora cállate y déjame dormir —me quejé pronunciando todo arrastrado.
— Imbécil.
— Imbécil tú.
— ¿Sí ves? Me insultas de la nada.
— Me llamaste imbécil —le recordé.
— ¿En qué realidad alterna? Cállate, pareces ebrio.
— Mira quién dice...
A lo lejos me pareció oír que murmuraba algo, pero la inconsciencia me arrastró consigo antes de que mi cerebro pudiera darle sentido a lo que mis oídos captaban. Siempre me pasaba, si mi cuerpo me decía que había que dormir, no había poder en el universo que impidiera que durmiera.
...
Mi mejilla derecha dolía... ¿Por qué? Dolía por momentos. Un segundo sí, el siguiente ya no. Raro.
— Este estúpido... ¿Se hace el desentendido o es que en serio está inconsciente? Si pudiera moverme, tal vez sería más fácil...
La sensación extraña en mi mejilla seguía... ¿Por qué razón...? Abrí mi ojo derecho lo suficiente para ver el dedo de Hoseok pinchando mi mejilla insistentemente. Pero... Si sólo estaba haciendo eso, ¿por qué era tan doloroso?
— ¿Que no puedes moverte...? —intenté reírme—. Por feo —me burlé.
— ¿Qué demonios...?
— Ese vocabulario que tienes —lo regañé.
— Estoy perfectamente silencioso, Kim Taehyung —hizo una pausa—. ¿Estás bien? ¿Consumiste alguna sustancia alucinógena sin que me diera cuenta? Hoy estás extraño.
Abrí los ojos con dificultad, no pudiendo enfocarlo correctamente, de modo que lo veía tan borroso como seguramente me vería él a mí todo el tiempo... Un segundo, ¿por qué ni una sola vez lo había visto usando mis lentes?
«Estúpido mocoso, no hace nada bien.»
— ¿Estúpido? —me dio un calvazo... De alguna manera extraña, dado que yo lo tenía apresado entre mis extremidades y por eso su movilidad se veía reducida—. Estúpido tu trasero, Kim Taehyung. Arriba. Levántate y mueve el culo, tenemos que desayunar.
— ¿Y el golpe por qué si no te dije nada?
— Eres un idiota —gruñó al tiempo que se retorcía como un gusano entre mis brazos para separarse de mí. Cuando hubo estado de pie, rodeó la cama y tiró de mi muñeca derecha hasta que logró sacarme del acogedor lugar.
En el preciso momento en que logré mantenerme sobre mis pies, Jung Hoseok, enojado por alguna razón más allá de mi entendimiento, se dirigió fuera de su habitación y comenzó a caminar escaleras abajo todavía sujetando mi muñeca sin compadecerse de la circulación de mi mano y no me soltó hasta que llegamos a la cocina, donde me dejó sentado en una de las sillas altas del desayunador para luego dirigirse a la nevera a sacar cosas. En cuanto me hube sentado, me dolió todo el cuerpo y no pude distinguir dónde terminaba mi dolor y comenzaba el de Hoseok... ¿Por qué me dolía todo?
— Buenos días, señor Taemin —saludé amablemente cuando lo vi de pie cerca de donde me había dejado Jung Hoseok. Tenía que dejar de perderme dentro de mis pensamientos sin sentido.
— Buenas tardes, jovencito —me sonrió—. ¿Durmieron bien?
— Grrr.
— Eh, sí, claro, caímos como rocas —contesté sin prestar completa atención. El día de ayer... Los sucesos eran confusos, pero... ¿Nos habíamos golpeado en medio de un parque? ¿Por qué? ¿Por qué no funciono bien en las mañanas?, me quejé mentalmente.
— Me lo imaginé —sonrió—. ¿Soobin y su chico siguen durmiendo?
— ¿Por qué diablos tiene que estar durmiendo con ese pegote? Grrr... Grrr, no lo comprendo, ¡aaaaah!
— Hoseok, eres raro —dije, olvidando responder a la pregunta que me habían hecho antes. Aproveché que no me estaba viendo para mirarlo mal, pero después de escucharme, se giró para verme y me hice el desentendido mirando directo a su papá—. Eh... Cuando salimos del cuarto, me pareció escuchar unos ronquidos.
— Fff, uno para el otro, qué sorpresa. ¿Qué castigo estoy pagando? Buah... Soobin es mío, es mi niño mío, de mí, mío y sólo mío.
— ¿No te da pena decir cosas como esas? —le pregunté. Yongsun y yo no éramos tan cercanos como Soobin y Hoseok, por lo cual me seguía pareciendo extraño que Hoseok se preocupara tanto por su hermano. Aunque, bueno, Hoseok era el mayor, obviamente se preocupaba por Soobin como un segundo papá... ¿Yongsun se preocuparía de esa manera por mí? Nunca me había detenido a pensarlo.
Por lo que conocía a Hoseok, imaginé que abrió la boca para decir algo, pero su papá habló antes de que él pudiera hacerlo, causando así que la irritación que tenía Hoseok sólo aumentara. Eso tenía lógica, ¿verdad? Porque, si no era por eso, él estaba irritado sin ningún motivo.
«Se parece a mi hermana cuando tenía quince años... ¿Habré viajado en el tiempo?», me pregunté. Hoy estaba siendo un día extraño, cualquier cosa podía ser posible... Después de todo estaba atrapado en el cuerpo del más que estúpido e insoportable primo de mi amor imposible que tenía una traga ni la berraca con mi mejor amigo.
— ¿A qué viene la comparación? ¿Me has escuchado comparándote con Soobin? —espetó Hoseok.
— ¿Eh? Yo no he dicho nada, b... —«bobo». ¿Cómo era posible que se me hubiera olvidado que junto a nosotros estaba su papá?—. Bonito de mi corazón.
— Creo que se golpearon muy fuerte anoche —intervino el único adulto del lugar. ¿Cómo lo... Ah, sí, verdad que le habíamos tenido que decir—, ¿no quieren descansar otro rato? Es decir, hoy pueden hacerlo, ya mañana sí tienen que estudiar.
— Grrr —gruñó Hoseok al tiempo que emprendía un viaje hacia el baño.
— ¿Siempre es tan irritable en las mañanas? —le pregunté al hombre que ahora estaba terminando la tarea de Hoseok.
— ¿Mmh? ¿Mis hijos? —se dio la vuelta para mirarme—. Sí, cuando recién se despiertan son irritables como ellos solos —sonrió divertido—. Se les pasa después de una media hora.
— Ah... No lo había notado —hice un puchero al tiempo que jugaba con una manzana.
— Supongo que antes de ir al colegio cada uno está concentrado en sus cosas, así que es fácil pasar por alto esos detalles. Pero cuando son días en los que no hay que hacer nada, se vuelve evidente que son extraños —rió suavecito.
— ¿Cómo puede decir eso? —reí también al tiempo que me levantaba para ir a ayudarle.
— Bueno... Es la verdad. Ellos son tan diferentes de los otros jóvenes que resultan anormales a veces. Pero no es su culpa, crecieron rodeados de otra clase de personas en un ambiente totalmente diferente... Al llegar aquí, se dieron cuenta de que todo lo que consideraban normal era, en realidad, inusual para las personas al rededor —suspiró y el recuerdo de días soleados y una sensación agradable al entrar a un gran salón me cegaron un momento—. A demás, también son singulares por sí mismos. Con ese genio de amansar leones que tienen, me sorprende mucho que sus vidas se hayan unido con la de Yeonjun y la tuya.
— Hoseok no nos soporta —puchereé al tiempo que ponía un sándwich en el plato donde los estaban poniendo Hoseok y su papá. El señor Taemin me miró con una sonrisa algo triste y negó.
— Tienes que conocerlo mejor... Me sorprende que, aun pudiendo ver sus memorias, no te hayas dado cuenta de nada.
— Eh... Bueno... —hice una pausa—. La privacidad es esencial, no quiero hacer nada que pueda incomodarlo —admití.
— Idiota —dijo Hoseok desde... ¿Desde dónde? ¿El baño o detrás mío? ¿Por qué su voz sonaba como... Como si estuviera en todas partes y en ninguna? ¿Era por habernos golpeado, porque estaba en el cuerpo de otra persona o porque recién me había levantado?
—Idiota tu trasero, Jung Hoseok —contesté casi gritando. «Eres un estúpido, Kim Taehyung», pensé. ¿Por qué no podía controlar mi bocota en presencia del papá de mi novio falso?
— Que conste que no te dije nada, lo dijiste tú mismo. Y quítate de ahí.
«Estúpido bobo idiota insoportable...»
— No más que tú —replicó.
— ¿Que no me quite de aquí más que yo? ¿Se supone que eso significa algo? —llevé mi mano a su frente—. ¿Te sientes bien? ¿Tienes fiebre o algo?
— Ya —nos interrumpió el señor Taemin—. ¿Voy a tener que ponerles la camiseta de la reconciliación? —bromeó.
— No, señor —contestamos Hoseok y yo de inmediato.
— Bien, entonces... El orden del día: traen a Soobin y su novio, desayunamos, ustedes se bañan y me acompañan al centro.
— Eh...
— Sh, ah —hizo un sonido extraño, que el cerebro de Hoseok me indicó que hacía cada que pensaba seriamente en algo—. Hoy se quedan en tu casa, ¿cierto? —me preguntó.
— Sí, papi —contestó Hoseok.
— Mmh... Me dijiste que tu hermana es maquilladora, ¿verdad?
— Sí, señor.
— Ah, entonces no hay problema —sonrió—. Ahora ya está el desayuno, por favor llamen a los niños y a Yoongi, si pueden.
— Es tan molesto tener que estar siempre con él... —se quejó Hoseok con su voz sonando extraña mientras subíamos las escaleras a velocidad de tortuga.
— No creas que yo estoy muy contento con esto.
— Es en serio, Kim Taehyung, ¿qué sucede contigo hoy?
— La pregunta es qué pasa contigo el día de hoy —«¿por qué está tan irritado? Loco y temperamental, qué maravilla»—. Me hablas, te contesto y te molestas. ¿Para qué me hablas si no quieres que conteste?
— No estoy loco, imbécil, el loco eres tú —me empujó.
— Evidentemente el loco eres tú, nunca te dije que estabas loco —lo empujé de vuelta. «Los dos estamos locos, nos duele hasta tener la ropa puesta y nos da por empujarnos en medio de unas escaleras.»
— Pero... Sí, tienes razón.
— ¿Tengo razón en que estás loco? —¿en serio? Me detuve un momento y lo miré. «¿Lo golpeé tan fuerte ayer?»
— No —me miró feo—. Tienes razón en que los dos estamos locos. ¿Somos masoquistas? ¿Por qué nos empujamos si nos duele tanto? Y en una escalera, ¿estamos mal de la cabeza? —se ¿rió?—. Vamos, tengo hambre.
— ¿Cuándo te dije eso? ¿Es que tú... —«no».
No era cierto. Ni siquiera podía ser posible... ¿O sí? ¡Noooo! ¡No, no, no, no, no! Elevé mi vista hasta mi cara y sentí un remolino de emociones danzando en mi pecho. Hoseok palideció al comprender lo que estaba pasando.
— Esto no nos puede estar pasando —anunciamos seriamente mirándonos a los ojos, como si de alguna manera fuera a solucionar nuestro problema.
— No puede ser cierto, yo pienso muchas babosadas... ¿Verá también lo que imagino...? ¡Qué vergüenza!
— Lo dudo —hice una mueca, extrañado por estar escuchando una crisis interna ajena—... No has visto nada extraño, ¿verdad? Algo como... Mmm, no sé, no he pensado en casi nada el día de hoy. Intentemos algo —propuse. Aún estábamos plantados en medio de la escalera, pero eso ya no era de importancia.
— ¿Qué cosa?
— Que no sea darse un beso delante de alguien con el corazón roto en la zona de enemigos —arrastró las palabras... El innombrable, saliendo de repente de no supe dónde.
— Ah, tú —resoplé seco recordando mi papel de primo falso del ciego más ciego de todos. A demás de idiota—. Baja, te tienen el desayuno listo.
— Que no se note que tiene mal de amores... —suspiró Hoseok mentalmente al tiempo que veía a su primo bajando las escaleras en modo zombie.
«Que no se note que no sabes de esto», pensé mirándolo feo.
— No puedo creer que ahora tengamos telepatía.
— Sería cool si no fuera involuntaria.
Hicimos una mueca de disgusto ante nuestra situación, nuestras emociones no se ponían de acuerdo entre ellas y yo ya sentía que me estaba dando un casi ataque mientras que el bobo a mi lado sólo estaba intentando retener sus jugos gástricos dentro de su estómago. Sin mediar palabra, caminamos hacia la habitación de los dos jovencitos y yo, por costumbre como hacía con mi hermana, abrí la puerta sin avisar. Sí, yo, el señor la-privacidad-es-fundamental-no-importa-qué tenía la fea costumbre de abrir la puerta de mi hermana sin tocar y se me había olvidado por completo en ese momento que la puerta que estaba abriendo no era la de Kim Yongsun sino la de Jung Soobin. Ser torpe era mi pasión, al parecer.
— Lo único que me importa es que te quiero, tonto —estaba diciendo dulcemente Soobin.
«Definitivamente no quería ver eso». Y tampoco quería ver el beso que el pelinegro le daba al castaño, pero ahora ya no había forma de borrarlo de mi mente. A pesar de que quería irme, sabía que tenía que quedarme allí un momento más sólo para que Hoseok no agarrara a golpes al novio de su hermano o le hiciera quién sabía qué.
— ¿Ver qué cosa? Quítate —me empujó suavemente para no hacerme daño sobre el monstruoso hematoma que tenía en el hombro.
No iba a hacerle caso, Jug Hoseok no tenía que ver a Jung Soobin sentado sobre Choi Yeonjun, ambos con su cara muy cerca de la cara del otro mientras se hablaban con cariño. «Es hasta lindo, en realidad...» ¿Algún día yo iba a sentir algo como eso? Yoongi me gustaba, pero... No era el indicado, al parecer. Era guapísimo, atento, extrañamente divertido, talentoso en muchas cosas, amable, interesante, sencillo, incluso cariñoso... Pero no me hacía sentir esa chispa que anhelaba sentir... Aunque lo más posible era que fuera porque cuando hablábamos no era yo a quien veía; o porque mis sentimientos se podrían ver afectados al estar en el cuerpo de su primo; o, tal vez, sí estaba verdaderamente loco por mi pequeño amigo rubio y no prestaba atención a nadie más; o, probablemente, sí me veía lindo, pero yo no lo sabía y no tenía modo de saberlo porque, por desgracia, yo estaba atorado en el cuerpo de un idiota más idiota que yo.
— ¿Se puede saber qué es tan lindo que no te quieres quitar de la puerta? —me reclamó Hoseok en voz baja con un tono de amenaza.
En vista de que los dos chicos en aquella habitación iban a necesitar un par de minutos, yo, como era tan solidario y bondadoso, tomé la decisión de darles un par de momentos extra, de manera que resolví hacerlo dando media vuelta para agarrar las muñecas de Hoseok y apresarlo contra la pared sosteniendo sus manos en su espalda baja.
— Tu cara cuando te beso —le dije con mi rostro muy cerca del suyo y sonreí intentando lucir irresistible, cosa que era fácil con la cara que tenía.
«¿Eso es un sonrojo o un efecto de la luz?» Y... ¿Por qué de pronto tenía esas sensaciones contradictorias? «La verga, ¡es tan complicado!»
— ¿Y? —me reclamó por sólo Dios sabía qué.
— ¿Eh?
— ¿Ya me vas a soltar? Estás siendo un novio tóxico, estúpido e imbécil. ¿Ya me vas a soltar, cariño? —preguntó con un muy falso afecto logrando sonar empalagoso.
— Nop —reí suavecito. Era divertido molestarlo.
— Tengo hambre, Kim Taehyung —se quejó al tiempo que se recostaba en la pared—. Y tú definitivamente no quieres saber cómo me pongo cuando tengo hambre —me miró feo haciendo un adorable puchero.
— Mmh... —hice como si estuviera pensando algo y me le acerqué un poquito más—. Si tanta hambre tienes, ¿por qué no me comes a mí? —propuse sensualmente para molestarlo. Obviamente parecía tarado, pero era divertido molestarlo, así que valía la pena y, de nuevo, un sonrojo y un remolino de sensaciones aparecieron. «¿Y esto?»
— ¡Eres un idiota! —gritó enojado e intentó empujarme, fracasando en el intento al yo tenerlo inmovilizado.
— Sé que no estás molesto —le sonreí—. Sólo estás irritado, feo.
— ¡Ya déjame en paz!
— Como digas —rodé los ojos—. Vamos —le di un suave besito en la frente y lo solté, siendo empujado inmediatamente.
— Vida puta, se me olvida que duele... —se quejó.
— Por feo —me reí.
Entré a la habitación de Soobin y... «Que Dios ampare a Yeonjun~». La molestia, la irritación, la furia, la desesperación, los celos, la sorpresa y la incredulidad que sentí de golpe por culpa de Hoseok me provocaron un mareo. Al parecer, no le hacía nada de gracia ver a su hermano compartiendo tiempo con su novio. Me miró. Lo miré.
— Ahí ves qué haces, te los encargo —casi gruñó para irse de inmediato, sin embargo, no logró huir gracias a mi mano sosteniendo su muñeca.
~ Hoseok ~
«Mi niño Soobin mío mio. Jeonjun, maldito bastardo...»
— Buenos días, sunbaenims —saludó Jeonjun educadamente, igual que siempre. Bueno, por lo menos no era un vago bueno para nada sin sentido de respeto.
— Ah, hola —sonrió Soobin con esa cara de niño que sólo él tenía, como si no estuviera sentado encima de su novio—. ¿Sí saben que se toca antes de entrar?
— No es como si tú lo hicieras —respondió Taehyung—. Pero da lo mismo, a lo que vinimos fue a decirles que bajen a comer. Allá los esperamos —anunció y se giró para irse, haciéndome casi caerme porque no había querido soltar mi muñeca.
En cuanto Taehyung mencionó el verbo comer, los rostros de ambos jóvenes se iluminaron y en menos de un segundo ya estaban bajando las escaleras, casi cayéndose un par de veces porque se habían levantado demasiado rápido. Sin más que hacer allí arriba, nos dirigimos hacia el comedor.
— ¿Es cierto eso que dicen? —preguntó Yoongi en cuanto llegamos al piso de abajo, serio como él solo. No supe a quién se le detuvo el corazón primero, si a Taehyung o a mí—. ¿Lo mejor de las peleas es la reconciliación?
— No puedo creerlo... —pensamos al tiempo Taehyung y yo. ¿En serio hasta nuestros pensamientos se coordinaban para ser los mismos en el mismo momento? Solté el aire que había estado reteniendo y le di un manotazo un poco fuerte en el hombro antes de ir a sentarme del otro lado de la mesa junto a mi queridísimo Jeonjun.
— ¿Cómo quieres que sepamos? Mejor pregúntale a mi papá —espetó Taehyung al tiempo que se sentaba a su lado.
— Si están tan nerviosos y a la defensiva, entonces la respuesta debe ser que sí —se burló mi papá. ¿Qué pasaba por su mente? Él sabía que todo era mentira.
— Es para que parezca creíble, tonto.
Miré mal a Taehyung, quien se encogió de hombros y se hizo el desentendido.
...
«Verdaderamente no me quiero bañar.»
— Pues qué poca suerte tienes porque te toca bañarte —gruñó sin paciencia.
— Pero no quiero —le hice una mueca rígida y me escondí entre las cobijas de nuevo.
— Pero yo sí quiero que lo hagas —repitió cansado al tiempo que tiraba las cobijas lejos de mi persona. Era cierto, no quería bañarme, pero no significaba que no lo fuera a hacer, sólo significaba que tenía un pretexto para molestar a Taehyung durante media hora todos los días.
— Pues no lo voy a hacer.
— ¿Quieres apostar? —propuso con una voz profunda que nunca le había escuchado. No pude evitar mi sonrojo y tampoco sentir muchas cosas extrañas aparte de la sensación que dejaba sonrojarse, porque todavía no me acostumbraba a que este cuerpo lo hiciera.
— Por supuesto —respondí en modo diva y di media vuelta para no verlo más.
No hube terminado de hablar cuando ya lo tenía a él encima mío quitándome la ropa... O haciendo el intento porque definitivamente no se lo iba a dejar fácil.
~ Uh, chico caliente, me dijo su cerebro.
«¡Cerebro estúpido, no es momento!»
Kim Taehyung se detuvo abruptamente y me miró con una expresión indescifrable.
— ¿También escuchas las babosadas que dice tu cerebro?
— Ya quisiera, sólo escucho las que dice el tuyo... —un momento...—. ¿Qué dijo mi cerebro?
— ¿Qué dijo el mío?
— No te voy a decir.
— Yo tampoco.
El silencio que procedió nuestra pequeña y extraña conversación se habría prolongado por más tiempo de no ser porque mi papá entró al cuarto, igual que Soobin, sin tocar la puerta, encontrándonos en una posición un tanto comprometedora al Kim Taehyung estar sentado sobre mí teniendo sus manos en mi pecho por debajo de la camiseta que llevaba puesta.
— No es lo que piensas —fue lo que dije apenas reaccioné.
— No tengo idea de lo que estén haciendo, pero venía a ver qué tal iban con la cuestión de arreglarse para irnos. Deberían apurarse, no sé a qué hora cerrarán el sitio donde vamos a ir —dijo y nos dejó solos de nuevo.
Kim Taehyung me miró. Lo miré de vuelta.
— Ya ve a bañarte.
— Oblígame —contesté con rebeldía arqueando una ceja.
— Como quieras, te lo buscaste —se movió un poco y se quitó de encima mío para, seguidamente, inclinarse sobre mí y cargarme sobre su hombro, ignorando lo mucho que eso nos dolía. ¿Qué tan fuerte nos habíamos golpeado para estar quejándonos hasta por la ropa el día de hoy?
— ¡Eres un imbécil! ¡Suéltame!
— Oblígame —me imitó y, seguidamente, me dio una palmada ahí atrás.
«Es un bobo.»
Kim Taehyung entró conmigo al baño, cerró con seguro, me sentó sobre el lavamanos y me quitó la camiseta en menos de un minuto.
— Podrás quitarme la ropa, pero no me voy a meter a la ducha —me crucé de brazos.
— ¿Me saliste rebelde? ¿En serio? —me hizo una mueca y bajó mis pantalones de un solo movimiento junto con mi ropa interior.
— Y tú, supersticioso. ¿Y? —levanté una ceja—. ¿No te da pena? Técnicamente me estás mostrando tu cuerpo —dije, mis ojos en ningún momento abandonando mi cara.
— No es nada que no haya visto antes.
—Pero es algo que mis ojos no han visto antes.
— ¿Y?
— Tienes mi cerebro, imagino que si puedes acceder a mis recuerdos, también puedes crearlos. Y tu cuerpo sin ropa es, en definitiva, algo que no quiero recordar en el futuro.
— Eres un llorón —se quejó, me tomó en sus brazos y me metió en la ducha para, seguidamente, abrir la llave del agua y congelarme vivo mientras se quitaba la ropa. Para cuando estuvo parado junto a mí, el agua ya salía caliente.
Unos diez minutos después, ya estábamos saliendo de la ducha tomando cada uno una toalla para secarse... La cual era la parte más fea de bañarse siendo otra persona, a mi parecer. Era por eso más que por el agua que no me atraía bañarme. En silencio y molesto me dirigí hacia el cajón de mi ropa odiando todo porque Kim Taehyung me había ganado. Por lo menos no habíamos apostado nada...
— Hijos... —la puerta se abrió de repente. Lo de no tocar antes de abrir era de familia, al parecer—. No sé qué están haciendo ustedes dos, de nuevo, pero venía a revisar que siguieran con vida, no los escuchaba.
Pobrecito, nunca lo había visto avergonzarse tanto como para llegar al punto de sonrojarse. Y no era para menos, encontrar a tu hijo, que está en el cuerpo de otra persona, tendido boca arriba sobre su cama y sin nada aparte de unos pantalones a medio cerrar bajo el cuerpo de alguien que tiene el cuerpo de tu hijo en una posición bastante comprometedora, era algo que te avergonzaría sí o sí. Pobrecito.
— No pienses cosas raras —le dije, sin poder imaginar qué estaría pensando.
— No estaba pensando nada... Los espero abajo —dijo y se fue.
Pobrecito.
— Entonces —miré a Taehyung sobre mí—. ¿Ya terminaste de examinarme? —levanté una ceja. Luego de salir del baño, le había dado por revisar nuestras contusiones, pero él se había olvidado de lo sensible que era su cuerpo y me había estado haciendo cosquillas todo el rato, motivo por el cual había perdido el equilibrio y habíamos caído en la cama de esa manera, él sentándose sobre mí posteriormente para inmovilizarme con su peso.
— No. Pero vamos, mejor lo hacemos más tarde.
Quince minutos después, ya nos encontrábamos en el primer piso de mi casa despidiéndonos de mi primo, mi hermano y el pegote de mi hermano para ir con mi papá a donde fuera que nos pensara llevar.
~ Taemin ~
Esto no podía estar pasando, ¿verdad? Mis hijos eran calmados, no buscaban problemas, no peleaban... Y ahora mi hijo y su novio "falso" estaban peleando de nuevo. Según lo que había entendido, debían quererse... ¿Esa sería su manera de quererse? Bueno, en caso de ser así, no tenía derecho de opinar, cada quien quería a su manera, ¿no?
— Papi, tu teléfono no deja de sonar —dijo desde el asiento del copiloto la voz grave con la que ahora hablaba mi hijo. ¿A quién tenía que agradecer por que habían interrumpido su discusión los dos jóvenes con los que había venido?
— Mh, será tu mamá, ahora la llamamos —dije disimulando que no tenía muchas ganas de volver realidad lo que estaba diciendo. Go Shinhye, mi esposa... No me hacía mucha ilusión saber de ella por el momento, pero eso era algo que mis hijos no tenían que saber.
— Eh... No, dice Ahn Sookhyun.
Menos mal no estaba bebiendo nada. Menos mal no estaba comiendo nada. Menos mal estábamos esperando que el semáforo cambiara a verde. ¿Me tenía que molestar por que llamara ahora o mejor me alegraba por que no era mi esposa? Elegiría la segunda, sabiendo que donde supiera de esto, no dejaría de repetirme que él siempre tenía razón cuando afirmaba que todo al rededor se volvía perfecto cuando estaba él. Sí, tenía un ego comparable con su hermosura, pero resultaba adorable.
— Es de la oficina, luego miro qué quiere.
— Uh, parece desesperada...
Posé mi vista sobre mi hijo... El cuerpo en el que estaba mi hijo, y no pude evitar reír divertido.
— Es mi compañero, siempre se pone así de intenso cuando se aburre —expliqué—. Déjalo esperar un rato, luego me ocupo de él.
Durante los siguientes diez minutos lo único que se escuchó dentro del auto fueron algunas canciones de Metallica y las incesantes notificaciones de mi teléfono. ¿Sookhyun estaría bien..? Sí, claro que lo estaba, sólo me estaría armando un drama por no haberme reportado en veinticuatro horas.
— Boom. ¿Sí ves que es normal? —estaba diciendo mi hijo.
No podía ser... ¿De verdad no podían dejarse en paz por más de diez minutos? ¿Por qué de repente ya no se llevaban bien? ¿O, tal vez, nunca se habían llevado bien? ¿Cómo era posible que siguieran vivos después de tanto tiempo? Eran perros y gatos. Blanco y negro. Azúcar y sal. Frío y calor. Arriba y abajo. Ixquerda y derecha... Ya, mucho. Pero estaban tan en desacuerdo con todo lo del otro que no lograba comprender su relación. Bueno... Me habían dicho que era falsa, pero ahí había algo, yo lo sabía. Ojo de loca no se equivoca, yo sabía que había algo, podría incluso apostar por ello.
— Pshhh, ¿cuándo dije que no lo era?
— Mmm, ¿cuando me llamaste anormal por eso?
— Pero si eres anormal.
— Pero mi papá no —¿eh? ¿Yo ahí qué tenía que ver?
— Nunca dije que lo fuera.
— Pero soy hijo de mi papá.
— Pero eres anormal.
— Pero mi papá no.
— Pero tú sí. No todo es hereditario, tu papá sí es bonito.
— ¿Disculpa? Te recuerdo que estás en mi cuerpo, de manera que quien se ve feo ahora eres tú entonces.
— Eso no me afecta, el feo eres tú y ambos lo sabemos —contestó Taehyung desde los asientos de atrás, usando aquella lógica incomprensible que sólo ellos dos entendían cada que se hablaban.
— Ay, ¿en serio? Entonces dime la razón por la cual yo sí tengo pretendientes.
— Que todos están ciegos.
— Ffff, mira quién dice, un burro hablando de orejas.
— Pues ni tanto, ¿cómo te parece? ¿Se te olvida que tu visión es veinte-veinte?
— Ya lo dijiste, es mía, no tuya.
— Uh.
— Uh.
¿Eh? ¿Vaaaaaaale? ¿Se peleaban y se arreglaban solos? Sus conversaciones no tenían mucho sentido, no iban a ninguna parte y no terminaban en nada. ¿Así también funcionaba mi mente cuando tenía su edad? A su edad era tonto, seguramente era peor que ellos.
— ¿Tienen hambre, niños? —pregunté al sentir la tensión en el ambiente.
— Sí, señor —respondieron en sincronía, asintiendo con la cabeza, también sincronizados. Eran tiernos, en realidad.
— No más que tú —espetó de pronto el chico que venía en los asientos de atrás. ¿De qué estaba hablando?
— ¿Quién, tú? Lo sé, bonito, no me lo tienes que recordar.
— Shhh —articuló inspirando en lugar de soltando el aire—, eso es cuestionable.
— Eso es algo que no quería comprobar, ¡qué asco!
— Por feo —se burló el chico que lucía como mi hijo.
— ¿Me perdí de algo? —pregunté confundido por lo que acababa de escuchar.
— Uh... —suspiraron al tiempo—. Ahora tenemos ¿telepatía? Escuchamos lo que piensa el otro.
Eso no me lo esperaba, definitivamente. ¿Telepatía? ¿El intercambio de cuerpos venía con telepatía incluida? ¿Era eso posible?
— Entiendo... —no entendía nada—. ¿Quieren... ¿Quieren galletas? —desvié el tema.
— Sí, señor —contestaron igual que la vez anterior.
— En el... En el... —había olvidado el nombre de esa cosa—. En el... Tsk, en ese cajón que hay ahí delante tuyo vas a encontrar algunos paquetes de galleras, hijo.
— ¿En la guantera?
— Eso.
Nota mental: agradecer a Sookhyun por su obsesión por las galletas. Siempre me dejaba paquetes de galletas por todas partes, tomándose muy en serio eso de que lo mío era suyo y lo suyo era mío... Aunque era tierno verlo marcando territorio.
— Esa tal Ahn Sookhyun sigue enviándote mensajes, papi —se quejó mi hijo, hablando con la boca llena.
— No es ella. Y no hables con la boca llena, pareces un vago sin educación.
— Dice su nombre aquí —contestó ignorando mi regaño, seguramente señalando la pantalla de mi teléfono.
— Pero no es ella, es él.
— Pero tiene nombre de mujer, ¿cómo iba a saber?
Me reí suavecito, yo también lo molestaba diciendo que tenía nombre de mujer cuando recién nos conocimos. Pasados unos veinte minutos, aún escuchando a Metallica de fondo, llegamos finalmente a nuestro destino y estacionamos el auto en un lugar cercano. Blooming Studio por fin estaba en frente nuestro, oh, sí.
— ¿Qué es esto? —preguntó mi hijo.
— Luce como el... Como la... Como el paraíso de mi hermana —comentó el otro chico luego de enredarse con sus palabras.
— Bienvenidos a Blooming Studio, ¿en qué les puedo ayudar? —saludó una señorita en cuanto ingresamos al lugar, intentando ocultar su mueca de horror al ver los rostros de mis hijos... Mi hijo... Y el cuerpo de mi hijo... Mis hijos, sí. ¿Tan mal se veían? No... Había visto cosas peores, sólo tenían un par de golpes, nada grave... ¿O sí? A lo mejor sí, tenían hematomas en los mismos lugares, si no era demasiado impactante, definitivamente sí era extraño.
— Buenas tardes, ¿cómo está? Estamos buscando productos para... —¿cómo explicaba eso? Ni siquiera sabía qué estábamos buscando—. Para arreglar todo aquello —los señalé.
— Por supuesto, síganme.
La señorita comenzó a caminar a través de los brillantes pasillos llenos de productos que no sabía para qué servían. De repente, la canción "100 ways" me sacó de mis pensamientos acerca de cómo alguien podía entender cómo funcionaba el maquillaje, haciéndome cuestionar mi existencia al no entender por qué en mi teléfono estaba sonando ese tono de llamada.
— ¿Sí? —contesté sin mirar quién llamaba.
— Soy lo único que necesitas, cariño, ¿por qué no me contestas?
— Estúpido —bufé, entendiendo que había sido él el responsable de que mi tono de llamada para él fuera ese—. ¿Eres dinero y paciencia? Eso es lo que necesito ahora.
— Nop. Pero soy belleza y alegría resplandeciente y logro que siempre todo al rededor sea más que perfecto con sólo mi presencia.
— Eres un tonto —reí—. Estoy con mi... Mi hijo, no puedo estar muy pendiente ahora, ¿pasa algo?
— Pasa que acabas de dudar al decirme con quién estás, ¿me estás engañando? —me estaba haciendo un drama. Tan dulce~
— Es una larga historia, no me creerías y, aun si lo hicieras, no sabría explicártela bien.
— Mmh, digamos que te creo. Y, cambiando de tema, sí pasa algo y... Es... Que... Me gustaría verte —dijo con voz de niño consentido.
— No puedo creer que mi jefe* me esté hablando de esa manera —murmuré negando avergonzado al tiempo que mis mejillas se calentaban sin mi permiso.
— Y yo no puedo creer que a mi jefe* le guste cuando le hablo así, pero no hay nada que hacer. Entonces, ¿sí podemos vernos, o mejor después?
— Uh... Yo creo que me puedo escapar unos minutos. ¿Estás cerca?
— ¿Dónde estás?
— En la tienda de tu hermana.
— Entonces nos vemos donde siempre en cinco.
— Paga el último que llegue —corté la llamada con una sonrisa.
Me podía escapar un rato, ¿verdad? Al parecer, esto iba para largo y yo sólo estorbaba allí donde estaba. Y hacía poco más de un mes que no veía a Sookhyun. Y nuestra salida se había visto cancelada por el grandioso fin de semana que debí pasar en la casa de mi madre... Tenía que hablar con Shinhye, ya habíamos dejar demasiado tiempo esta situación pendiente, era momento de hacer algo.
— No puede ser, papi. ¿Nos trajiste y ahora te vas?
— No creo que me demore mucho. Les dejo mi tarjeta. Si para cuando terminen, todavía no he regresado, pueden ir a comer algo o dar una vuelta por ahí.
Esos dos eran grandes, seguramente eran responsables con el dinero, ¿verdad? Seguramente también podían ser amables el uno con el otro por un rato, también. Y lo más posible era que se dieran cuenta de que realmente no se odiaban... Bueno, no, eso era exagerar, pero podrían darse cuenta de que no tenían motivos para agarrarse a golpes de nuevo... O, tal vez, no lo harían, pero de seguro llegaban con vida al día de mañana, así que con eso en mente, me dirigí a donde siempre para encontrarme por fin con cierto estúpido que tenía un gusto particular por vivir rondando mis pensamientos. Ya después pensaría en cómo hablar del tema con mis bebés.
☆
Hola~
Me atrasé un poco con la entrega, pero espero que la extensión compense la espera.
¿Cómo les pareció? Quiero leer sus opiniones 7w7.
En lo personal, me molestó un poco aquella cantidad de diálogos en la primera mitad del capítulo, pero de verdad intenté hacer que no resultara tedioso de leer. No sé por qué tengo aquella facilidad para crear diálogos extensos sin siquiera esforzarme, pero espero que no resulte molesto.
Ah, y aquí está la canción que le sonó a Taemin cuando Sookhyun lo llamó, 100 ways de Jackson Wang.
Y... Mmm... Ahora la explicación de los asteriscos, supongo.
Lo primero que quiero decirles es que no se confundan con el mi de mi jefe, porque no es un posesivo, es algo que indica respeto y quiere decir señor. Peeeero, al no saber explicarlo bien con mis palabras, aquí les dejo la información en una imagen ;D (perdón por la calidad).
Ahora bien, lo segundo y último con respecto a los asteriscos es que ese jefe que se dicen no es de superior como tal, es el cargo de ambos. Como sabrán, en la milicia se maneja una jerarquía, por así decirlo -antes que nada, yo sólo hablo de lo que sé- y, en determinada institución militar de mi país, se puede dividir a los integrantes en dos grandes grupos: oficiales y suboficiales. Los oficiales vendrían siendo los coroneles, mayores, capitanes, comandantes, etc., y los suboficiales se dividen en técnico primero, técnico segundo, técnico tercero, técnico subjefe y jefe (es una explicación resumida de todo lo que tengo entendido). Así que sí, ninguno de los dos es jefe del otro, más bien trabajan en conjunto siendo ambos los superiores de otros en diferentes áreas de lo mismo (¿?). Creo que soy mala para explicarme, espero que puedan entender de alguna manera lo que acabo de escribir.
Y, bien, no siendo más, me despido 😉.
¡Besos y saludes! Cuídense mucho y mil gracias por darle amor a esta loca historia por la que yo no apostaba un peso cuando comencé 🧡🧡😘😭.
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