Insultos y un Universo paralelo
(Editado)
~ Taehyung ~
— Hijo, ¿a qué hora es que tienes que estar en el colegio? —preguntó papá como quien no quiere la cosa mientras esperábamos el cambio del semáforo.
— Antes de las siete —contesté presintiendo el motivo de su repentina pregunta al percibir un cambio en la inclinación del vehículo—... ¿Es lo que creo que es?
— En efecto, mi estimado —corroboró con un solemne gesto que, en cualquier otro momento, me habría causado mucha gracia.
— No es cierto, ¿por qué tenía que ser hoy? —me quejé como un niño pequeño en voz alta mientras papá buscaba un parqueadero—. ¿Mi hermana todavía está en casa?
— No, tu mamá y ella se fueron mientras te estabas bañando.
— ¿Qué hora es?
— Las seis y cuarenta —respondió distraído recibiendo el papel que el encargado del parqueadero le entregó cuando entramos.
— ¿La bicicleta de mamá está en casa?
— Sí, pero no sirve. Te tocaría usar la de tu hermana, que está en casa de la tía Nayeon. Ah... Uh, estás de suerte, la casa de la tía está más cerca que la nuestra, gracias al cielo.
— ¿La de Yongsun? —dije con amargura—. ¿La naranja brillante con brillos? —sí, redundante. Pero esa bicicleta era color naranja fuerte con una laca de brillos encima. Cegaba hasta a un ciego, sin exagerar.
— Sí, la de Yongsun —contestó papá con pesar, posiblemente preguntándose por qué había tenido que tener una hija tan extravagante—. Pero, hijo, es eso o llegar veinte minutos tarde y que te dejen botado... O podrías correr, pero conociéndote no llegarías —qué sutil para decir que era flojo.
— Sí, está bien. Ya me voy, pá. Que te vaya bien.
— Igual, hijo. Ve con cuidado.
Bajé del carro y lo miré sólo un momento. Sí era grave, necesitaría un cambio de llanta o si no, no andaría. El problema en sí no era la gran cosa. La gran cosa era que necesitaba un repuesto, cosa que no teníamos porque ese lo habíamos usado unas semanas atrás. La otra opción que tenía era ir en bus, pero por aquí sólo pasaban los que iban en dirección contraria al colegio y no me servía eso, ahora no. Sólo me quedaba usar la bicicleta de mi hermana. Por suerte la casa de la tía Nayeon quedaba cerca, sólo tardé cinco minutos en llegar. Cuando estuve frente a la puerta de su casa, toqué con desesperación durante lo que para mí fue una eternidad.
— Hola, sobrino lindo. ¿A qué se debe tu visita a estas horas? —me saludó mi tía con rulos en el cabello y una taza llena de un té de color extraño.
— Hola, tía —sonreí tenso—. Mi hermana dejó su bicicleta aquí, ¿verdad? La necesito ya, ya, ¿dónde está? —casi salté en mi lugar. No podía llegar tarde hoy, no hoy, no cuando tenía que cubrir a un profesor idiota que decidió no querer trabajar el día de hoy.
— Atrás —contestó dando un paso a un lado para dejarme pasar—. ¿Tienes mucho afán?
— Sí, tía —casi grité mientras corría hacia donde me había indicado—. Si no llego en diez minutos al colegio, pierdo el trimestre —me habían puesto eso de condición para aceptar... Bueno, no tan así, pero sí era cierto que no podía faltar si no quería perder un par de materias por tener cero como nota de comportamiento.
— Ya decía yo que mi sobrinito estaba raro. Ve con cuidado.
— Sí, tía. Gracias y perdón si te desperté. Por la tarde vengo a devolver esto.
— Mi casa se siente más oscura sin esa cosa allá atrás recibiendo el sol —se lamentó con un puchero.
Reí por su comentario subiéndome en esa bicicleta. No vayan a juzgar a mi hermana por sus gustos exóticos, ella era normal... Tan normal que tenía una bicicleta que cegaba a cualquiera. Pero la bicicleta tenía su porqué. Mi hermana solía salir tarde de su universidad y los buses no pasaban muy cerca de nuestra casa, así que la usaba para transportarse y, como por aquí no eran muy amigables con los ciclistas, ella tenía que encontrar una manera de hacerse notar. Aunque, en parte, insistió en que fuera naranja porque estaba loquita por ese color... Cosas de chicas, al parecer, podían ser realmente caprichosas cuando querían.
Llegué por fin al colegio sintiéndome Flash. Había llegado con cinco minutos de sobra y nunca pensé que una bicicleta llamara tanto la atención. Fue raro. Comencé a buscar a la directora de mi curso, la profesora Choi, pero una conversación llamó mi atención.
— ¿Quién es Kim? —estaba preguntando un muchacho poco más bajo que yo a una profesora vieja.
— Kim Taehyung, muchacho.
— No tengo idea, profesora. ¿Por qué debería saberlo? —identifiqué su voz, era Jung Hoseok. Descarado. Me ponía a hacer su trabajo y no sabía cuál era mi nombre. ¿Acaso sabía qué era la vergüenza, por lo menos?
— Pues porque ustedes dos son el reemplazo del profesor Im —dijo como si fuera un hecho de conocimiento general.
— Yo... Eh-eh —tartamudeó Jung—. Yo... Disculpe, profesora, yo...
— Es un chiste, ¿cierto, profesora Bae? —solté bruscamente. ¿Cuidar niños en un parque de diversiones con un desconocido insoportable? No, gracias. ¿Cuidarlos solo? Tal vez, tal vez los mantuviera a raya a punta de gritos, pero ¿en conjunto con el idiota que tenía a centímetros de mí? No. De. Ninguna. Manera. No. No. No. Nooooooo. ¿Se podía tener peor suerte?
— Más respeto, Kim.
— Lo siento —me disculpé automáticamente sin sentirlo en absoluto.
— Profesora, esto no es en serio, ¿verdad? —el idiota frente a mí expresó mis pensamientos bastante irritado.
— ¿Tengo cara de estar jugando? —levantó una ceja y se fue.
— Idiota —espeté bruscamente al aire pensando en voz alta. Había sido un error preocuparme por venir.
— Estúpido.
— ¿Por qué me insultas? —pregunté ofendido mirándolo por primera vez en el día. Realmente era lindo, qué celos.
— Tú lo hiciste primero. A demás, seguro te pidieron que me dijeras sobre esto y no dijiste nada.
— ¿Cómo? —casi me atraganté con la pregunta—. ¿Tengo cara de haberlo sabido? No, ¿cierto? A demás, estoy seguro de que si yo hubiera llegado antes, me habrían preguntado por ti.
— Espero que los dos se comporten mientras cuidan a su grupo —nos interrumpió la profesora Choi—. Su grupo es cuarto B, ese que está junto al bus 253 aquí al lado. Pasan lista, revisan autorización y los acomodan de acuerdo con esto. Tienen veinte minutos —explicó dándole dos listas y un resaltador a Jung y un manojo de papeles rectangulares pequeños unidos con un gancho legajador a mí.
— Niños, formen una fila por orden de lista, por favor —vociferó amablemente estilo profesor el idiota al que me habían amarrado. Una vez todos hubieron captado la indicación, me miró—. Yo llamo y tú buscas ahí —dijo rápidamente igual que siempre, diciendo cosas que me tocaba adivinar.
La tarea de buscar las autorizaciones debidamente firmadas parecía sencilla hasta que me di cuenta de que estaban en un desorden que daba dolor de cabeza. Según yo, pasamos dos horas haciendo eso. Según el reloj, sólo fueron quince minutos.
— Ahora coge esto —me pasó una lista de parejas y el resaltador— y llama en orden. Yo los ubico arriba.
Y eso sí fue rápido. Cinco minutos después ya estábamos todos arriba esperando que los otros profesores terminaran de hacer eso mismo. Después de otros cinco minutos, ya nos estábamos yendo.
— Si te duermes, apóyate en la ventana—murmuró toscamente, malhumorado.
— Si te duermes, verás cómo te despiertas, no pienso hacerme responsable de ti —respondí irritado. Nos miramos mal, ambos sabíamos que no podíamos dormir como seguramente haríamos de no encontrarnos en esta situación causada, precisamente, por don señor perdí-mis-papeles-por-idiota-y-pienso-culpar-al-primero-que-se-cruce-por-mi-campo-visual.
— Profesor, profesor... —llamó una niña de pelo corto después de exactamente diez minutos de perfecto silencio—. Lee Mina, mi compañera, quiere vomitar.
Tuve que mirar hacia afuera y morderme el labio para evitar reír por causa de la expresión de asco que hizo Jung cuando escuchó eso.
— ¿Profesor? —me llamó el niño sentado en el asiento detrás del mío tocando mi hombro. Me hizo gracia que me llamaran profesor. Y lo de profesor no era porque fuéramos más grandes que ellos (aunque sospechaba que en parte sí lo era, ya que cuando los niños chocaban conmigo por accidente en el colegio me llamaban así), sino porque nos habían dado unas chaquetas de profesor suplente que teníamos que usar sobre el uniforme durante el tiempo que estuviéramos cumpliendo con nuestro castigo—. Quiero ir al baño —dijo lo suficientemente alto como para que todos los niños del curso lo escucharan y comenzaran a decir que ellos también. Miré a Jung buscando ayuda, pero él estaba ocupado intentando que la niña no le vomitara encima.
— ¿Haremos una parada en poco tiempo? —le pregunté asustado al conductor que, por fortuna, me dijo que sí.
...
— Bestia —le dije enojado por haber perdido a un niño en los baños y no haberse dado cuenta sino diez minutos después.
— Estúpido.
— Caballo —¿de dónde me había salido llamarlo de aquella forma?
— Alien.
— Guarro.
— Niño —auch, eso me dolió. ¿Quién creía que era? Si yo era más grande que él.
— Imbécil.
— Loco.
— ¿Por qué no se besan y ya? —se metió Jungkook, que se nos había pegado hacía como unas cuatro horas (o más, ¿cómo saber?) cuando los profesores dejaron a los de bachillerato separarse del grupo luego del almuerzo.
— No te metas —respondí al mismo tiempo que Jung.
— En algunas semanas no querrán dejar de hacerlo —opinó un desconocido algo mayor que nos había estado mirando desde que entramos a la casa de los espejos, que era donde estábamos ahora.
— ¿A ti qué te importa? —otra vez hablamos al mismo tiempo. Joder, qué mamón era este tipo.
— Nada —dijo con indiferencia. ¿Y éste quién creía ser?
— Hablen ustedes, entre locos se entienden —dijo Jung dando media vuelta para colocarse al final de la fila de niños que seguíamos cuidando y que a ratos olvidaba.
— Cuidado con lo que dices —aconsejó el señor.
— Cierra el pico —respondió de espaldas mostrando el dedo medio.
— Vete a la verga —le dije casi al aire rogando porque a ningún niño se le escapara decir algo de esto si la profesora Choi preguntaba por nuestro trabajo.
— ¿Se llevan mal? —me preguntó el señor, que había resultado ser un intenso de primera.
— No, ¿por qué? —contesté sarcástico antes de darme un golpe en la cara con un espejo.
— Tengo la solución —soltó en un tono misterioso con una sonrisa extraña en su cara. Tal vez otra persona le habría captado su punto, pero yo era pésimo leyendo expresiones faciales.
— ¿Es cierto lo de que pronto se van a estar besando? Porque yo lo veo realmente difícil. He estado con esos dos todo el día y no se han dado golpes porque tienen un trabajo que hacer, aunque los insultos no han faltado —se metió otra vez Jungkook. ¿No tenía nada más que hacer como, por ejemplo, estar molestando a Jimin o algo así? No, no, a él seguramente lo había jodido toda la mañana, ahora era mi turno de sufrir.
El señor extraño sólo sonrió y siguió con lo suyo como si nada, pero antes miró a Jung y luego a mí un par de veces. Me dieron ganas de darle un golpe a alguien a ver si así me relajaba un poco, hoy había sido un día de mierda... Por suerte, ya sólo faltaba poco más de media hora de trabajo. Me pegué en la cara de nuevo, los malditos espejos me confundían. Bufé irritado, me aparté el pelo de los ojos y di media vuelta, pero, antes de haber podido dar un paso, algo chocó fuertemente contra mí.
— ¿Qué demonios? —me quejé, pero mi voz sonó extraña. ¿Ahora tenía eco? No, nada de eso, la voz extra que había escuchado pertenecía al chico Jung—. ¿Dónde está el grupo? —pregunté preocupado. Sí, se podía perder un niño en un baño, pero no treinta niños en una atracción de un parque de diversiones.
— Está en el camino, pero yo me separé porque fui por donde no debía. Y a todas estas, ¿qué diablos haces aquí si ibas al frente? —me habló de forma tosca.
— Yo voy perfectamente frente al grupo, ¿tú por qué te adelantaste?
— Ya te dije que doblé por donde no era.
— No entiendo nada... —murmuré frustrado. Iba caminando perfecto siguiendo al guía, pero ahora me encontraba con Jung y sin grupo ni Jungkook ni desconocidos misteriosos.
— Si se dan un beso, salen de aquí —propuso una voz de repente.
— Qué asco —respondimos al tiempo Jung y yo.
— He oído que están peleando, no me gustan las peleas —parecía ser la voz de una mujer, pero no veía a nadie.
— No era una pelea, era una discusión —dije yo intentando ser listo.
— Oí que se insultaban hace poco —acusó. Miré a todas partes, no veía a nadie todavía.
— Él comenzó —dijo rápidamente Jung.
— Idiota —murmuré irritado.
— Todos los compañeros deberían llevarse bien... Si se disculpan, podrán salir de aquí y volver con sus niños.
— No tengo por qué pedirle disculpas a este —nos quejamos al mismo tiempo. Nos había pasado tantas veces este día que estaba seguro que a la próxima se iba a llevar un golpe de mi parte por estarme copiando.
— ¿Están seguros?
— Sí —dijimos a coro.
— Deberían conocerse.
— Definitivamente no —sentenciamos. Era escalofriante. Tomé aire para darle por fin el golpe que quería darle desde hacía días, pero la voz me interrumpió.
— Siendo el otro, no tendrán más opción —pareció reír—. Suerte~
Todo se volvió extraño, tuve ganas de vomitar por un momento y había tanta luz que mis ojos dolían, miré a Jung a ver si le pasaba algo así, pero sólo vi mi reflejo. Estaba confundido, me sentía diferente, mi cabeza dolía y no podía moverme. Quise hablar, pero alguien me interrumpió.
— ¿Dónde estaban? —preguntó Jungkook preocupado. Fruncí el ceño, se veía más alto. Miré a los lados buscando a Jung, pero sólo vi mi reflejo de nuevo... ¿Desde cuándo podía ver los detalles de las cosas lejanas? Definitivamente el estrés me estaba cayendo mal, tenía que descansar—. ¿No me van a decir? No importa, no están golpeados, entonces no estaban peleando. Pero muévanse que los deja el bus, dejé a sus niños en el bus y dije que ustedes estaban en el baño por un dolor estomacal.
— Gracias —dijimos en sincronía caminando hacia el bus. ¿En qué momento habíamos ido al estacionamiento? Lo último que recordaba era el castillo de los espejos. Miré a mi reflejo, pero se veía tan confundido como yo. Pues obvio, es tu reflejo dijo una vocecita en mi cabeza. Pero... No era un reflejo exacto, era uno más bonito que el que veía cada que iba al baño.
...
— ¿A dónde vas, Josecito? —me preguntó un niño como de trece años interrumpiendo mi camino hacia la bicicleta de Yongsun.
— A casa —respondí con obviedad. ¿Quién era el niño y por qué me estaba hablando con tanta confianza?
— ¿Y ahora robas bicicletas? —volvió a preguntar.
— ¿De qué hablas? —pregunté sacando la bicicleta y esperando que el color le irritara para que se fuera—. ¿Estás bien de la cabeza?
— Eso te pregunto, ¿qué demonios te pasa?
— Oye, más respeto, niño. Soy mayor que tú.
— Sí, pero te tuve que sacar de la cama esta mañana para que llegáramos a tiempo —me miró con una ceja levantada. Se veía de trece años, pero parecía mayor.
— ¿Qué dices? —¿qué estaba diciendo? No estaba entendiendo nada nada.
— ¿Cómo que qué digo? —contestó toscamente—. Jung Hoseok, mueve el culo que quiero llegar a casa a dormir.
— Soobin, sabía que eras raro, pero no te pases —dijo mi voz detrás de mí—. Mira su cara y mira la mía. ¿Ves la diferencia abismal? Él es más feo que yo. Deja de molestar a este muchacho y pídele disculpas —¿había entrado en un Universo paralelo? ¿Cómo mi reflejo sabía quién era ese niño?
Dejé la bicicleta a un lado y miré a mi reflejo. Mi reflejo me devolvió la mirada.
— Tengo que estar alucinando —dijimos al tiempo mi reflejo y yo.
— ¿Eres real? —preguntó mi reflejo tocando mi cara.
— Claro que soy real, imbécil. Lo que no es real eres tú.
— Más respeto conmigo, idiota, que yo soy tú.
— Idiota tú, ¿qué te crees para hablarme así?
— Hoseok, hermano, ¿no me estabas diciendo esta mañana que cuidara mi vocabulario? —interrumpió el niño Soobin mirándome a mí. A. Mí.
— Hobi, Soobin, por fin los encuentro. ¿Se iban a ir sin mí? —habló un chico detrás de mí... Joder, no era cierto. ¿Yoongi? ¡¿Min Yoongi me estaba hablando?! ¡¿A. Mí?! Esto era un Universo paralelo, sin duda.
— ¿Me están hablando a mí? —pregunté como idiota.
— Sí —respondieron a coro.
— Son idiotas, miren su cara y miren la mía. A ver, ¿no somos diferentes? —dijo mi reflejo.
— Eh... ¿Sí? —dijo el niño—. ¿Tú no eres Kim Taehyung, el que canta bonito?
— No, niño. Yo soy Kim Taehyung —dije yo.
— No, tarado, tú eres mi hermano —respondió el niño.
— Eh —comenzó a hablar mi reflejo a mi lado, su voz temblando y haciéndome preguntarme por qué me estaba sintiendo atraído por mi propia voz—... Yoongi, Soobin, a... Hoseok —¿Hoseok? ¿Qué demonios tenía que ver aquel tarado en todo esto? ¿Y por qué mi reflejo lo mencionaba ahora...? Un momento... ¿Las personas al rededor también veían a mi copia exacta junto a mí? Pero eso no tenía sentido porque entonces me estarían preguntando de dónde había sacado un doble exacto en lugar de estarme confundiendo con alguien... Alguien más—, sí. A Hoseok y a mí nos pidieron que nos quedáramos un rato más, entonces ¿por qué no van a casa y me esperan mientras tanto? —improvisó la copia de mí rápidamente.
— ¿Esperarte a qué? —preguntó serio Min Yoongi, haciendo cara de que el sujeto parado a mi lado era un completo baboso. A decir verdad, tal vez estaba comenzando a considerar que así era.
— A... A que termine de hacer conmigo lo que nos pidieron para que yo pueda ir con... Con ustedes —respondí para evitar que mi copia metiera la pata de nuevo a pesar de haberme salvado hace unos segundos.
— Ustedes dos están raros —dijo el niño antes de coger de la mano a Min Yoongi e irse hacia la salida.
— Yo, tenemos que hablar —dijo mi reflejo tomándome de la mano y llevándome a los baños, con mucha menos fuerza de la que seguramente quería. Patético.
— ¿Tú crees? —comenté sarcástico siguiéndole el paso.
☆
Hola~
Es la primera vez que escribo algo tan largo, espero que les guste. Lo hice con amor.
¿Qué pasará en la siguiente parte? 7w7
Besos y saludes, cuídense mucho 🧡🧡🧡.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro