Crush.
(Editado)
: Especial Jinmam :
🧡
~ Seokjin ~
— P-pero... No lo sé, Kim Taehyung, a lo mejor tiene otras cosas que hacer hoy y no quisiera molestarlo...
— Vive cerca de mi casa y todas las tardes lo veo cuidando las flores de su jardín. Hasta donde sé, tiene mucho tiempo libre —me interrumpió amablemente el chico de cabello bonito.
— ¿En serio? —pregunté nervioso. No conocía más que de vista al chico guapo que me estaba hablando con demasiada confianza en este momento, por lo cual no tenía muchos motivos para confiar en lo que decía.
— Dudo que tenga alguna razón para mentirte, Jin —respondió Hoseok completamente seguro de lo que estaba diciendo. Bueno, si él confiaba en aquel muñeco que estaba a su lado, ¿por qué no lo haría yo? Es decir, él era el ser más desconfiado del mundo, aparte de su primo, y si él se sentía seguro de lo que decía el chico, yo no tenía muchas razones para dudar de él.
— Okay, gracias, chicos. Nos vemos luego —me despedí con una sonrisa. "El chico de la clase C", como lo había llamado Kim Taehyung, no era un mal chico, y ahora que sabía que cuidaba mucho de sus flores, podía asegurar que, si bien tal vez no aceptaría mi loca propuesta, por lo menos no me gritaría o algo parecido... ¿Cierto?
— Suerte —dijo Hoseok.
— Que te vaya bien —se despidió el tal Kim Taehyung un segundo después de que diera media vuelta para alejarme de allí.
"Que te vaya bien"... Así era como se despedía Hoseok siempre. No importaba qué dijera antes o si decía algo más después, siempre decía "que te vaya bien" al despedirse. Ni una de mil veces se le olvidaba, ¿cómo es que hoy no lo había dicho él, pero su novio sí? Y, a todo esto, ¿cómo era que tenía novio? Él, el chico sin intereses sentimentales, ¿en una relación con un chico que apenas conocía? Según mis recuerdos, hace dos semanas lo quería asesinar, ¿qué pasó entonces que ahora de la noche a la mañana lo besaba y decía ser su pareja? Alguna vez me dijo que no sabía si le gustaban los hombres o las mujeres, ¿tal vez sólo estaba investigando acerca de sus gustos? Pero... No, no podía ser, él no era del tipo de personas que usaban a los demás con fines egoístas. Bueno, ni egoístas ni nada, él era alguien que prefería ser usado antes de usar a alguien. ¿Qué había allí que no estaba teniendo en cuenta? Me faltaba algo para comprender lo que sucedía, pero ¿qué era?
— La biblioteca ya va a cerrar porque la bibliotecaria no puede quedarse hasta más tarde, ¿necesitas algo?
— ¿Disculpa? —contesté bien perdido. ¿Tan sumergido había estado en mis pensamientos que no me di cuenta del momento en que llegué a mi destino? Tonto, tonto, tonto.
— ¿Perdón?
— Eh... Yo... Perdonado, pero no lo vuelvas a hacer —solté nervioso sin saber qué decir en realidad.
— Disculpado —respondió con una sonrisa al entender mi chiste—, pero tampoco lo hagas otra vez.
— Está bien, lo prometo —reí suavecito.
— Mmm... ¿Necesitas algo?
— ¿Eh? No, no venía a la biblioteca, te estaba buscando a ti.
— ¿A mí?
— Sí, a ti. Tú eres Kim Namjoon, ¿no?
— Eh... Sí, creo que sí. Mmm... ¿Salimos? Hay alguien que nos mira con impaciencia —dijo señalando discretamente a la señora Rocío, que nos estaba mirando más mal que de costumbre.
— Sí, claro. Hasta luego, señora Rocío.
— Hasta luego —se despidió también el chico que ahora caminaba junto a mí.
La señora Rocío sólo gruñó en respuesta y cerró la puerta con fuerza una vez dimos un paso fuera del lugar.
— Entonces... ¿Tienes algo que hacer esta tarde? —pregunté nervioso mordiendo mi labio una vez salimos del colegio.
— ¿Me estás invitando a salir?
— ¿Más o menos?
— ¿No estás seguro?
— Mmm... ¿Sí, pero no?
— ¿Me estás contestando o me estás preguntando?
— ¿Las dos cosas? Ven, siéntate, hablar y caminar al tiempo me cansa —dije y tomé su mano para traerlo conmigo a una banca del parque que estábamos atravesando—. Mmm... Te voy a decir algunas cosas, pero no te voy a mirar y no porque sea grosero o algo sino porque si te miro, me voy a volver torpe, ¿vale? —pregunté mirándolo atentamente para evaluar su reacción. Su sonrisa bonita me calmó.
— Vale.
— Bien —sonreí nervioso y me senté derecho mirando al frente y soltando un suspiro—. Bueno, lo primero que tienes que saber es que mi nombre es Kim Seokjin, tengo dieciocho años y estoy en la clase once A, es un gusto conocerte, Kim Namjoon —lo miré un segundo y le guiñé un ojo agitando mi mano hacia él, luego miré hacia adelante de nuevo—. Lo siguiente que tienes que saber es que puedes decir que no a lo tercero y lo cuarto y no me voy a molestar —seguí, asintiendo para mí tras cada palabra—. Lo tercero es que quiero saber si te puedo pedir un favor, Kim Namjoon. ¿Puedo? —pregunté mirándolo.
— Sí, sí puedes. Pero no puedo asegurarte que puedo ayudarte si no sé lo que es.
— Sí, tienes razón. Amh, ¿tienes tiempo esta tarde? Por lo menos hasta las seis —lo ideal sería que fuera, por lo menos, hasta las nueve de la noche, pero daba lo mismo, lo que me importaba era que fuera, ya después me inventaría cualquier cosa luego de que se ausentara.
— Sí, estoy libre.
— Perfecto. Lo último que quería decirte era que... Recuerda que puedes negarte, ¿vale? Ahora sí, lo último es que necesito un novio desesperadamente. Incluso puedo pagarte, si quieres, y todos los gastos de la tarde corren por mi cuenta. Es sólo por esta tarde y no pido mucho, si quieres puedes no hablarme y... Y ya, sólo es que me acompañes un rato y no tienes que preocuparte por nada, vamos en plan de amigos, no te voy a forzar a hacer algo más allá de tomarnos de la mano. ¿Puedes ser mi novio falso por hoy?
— Claro, ¿por qué no?
— Yo en serio no... Espera, ¿dijiste que sí? —abrí mis ojos y dejé de mover mis manos como si espantara moscas para mirarlo sorprendido.
— Sí... ¿Debía decir que no?
— No —sonreí grande, ya sin nada de nerviosismo y con entusiasmo de sobra y me levanté tomándolo de la muñeca para llevarlo conmigo.
— ¿Quieres arrancarme el brazo?
— No, pero quiero hacer muchas cosas en poco tiempo. ¡Vamos, vamos! —prácticamente lo arrastré conmigo a través del parque hasta llegar a un parqueadero—. Se supone que cuando lo dejo aquí me aseguro de que quede bajo la sombra, pero de todas formas siempre está caliente cuando llego, me disculpo —dije cuando llegamos junto a mi bello carro deportivo azul oscuro, abriendo para él la puerta del copiloto.
— Pensé que iríamos en bus... O en taxi... O que, no sé, otra cosa. No pensé que me llevarías tú a... ¿A dónde vamos, para comenzar? —habló cuando me subí para comenzar a salir de aquel parqueadero que estaba más lleno de lo usual esta tarde.
— Nuestro primer destino es un centro comercial.
— Pero... ¿No vas a pagar? —preguntó al ver que pasaba de largo por la taquilla de pago.
— Nop. Pagué por adelantado, me da flojera pagar en las tardes.
— Ya veo... Dijiste que vamos a un centro comercial, ¿no?
— Sí, ¿por qué?
— Porque pasamos junto a uno cuando veníamos hacia aquí...
— ¿Cuándo...? Ah, ya. Eso es más como una tienda grande, no sé ni siquiera por qué se llama centro comercial. De hecho, el propietario se ha venido haciendo el loco con el pago de los impuestos desde hace diez años y en este momento está embargado. Sin embargo, está en una excelente ubicación dentro de la zona comercial y una gran empresa decidió comprar dicho espacio, razón por la cual en un par de meses allí va a haber una nueva sede de una cadena de restaurantes que ha venido dejando ganancias millonarias los últimos dos años y... —me detuve a verlo un segundo, aprovechando la luz roja de un semáforo, y noté que estaba perdido con lo que venía diciendo—. Y el caso es que vamos a otro lado, perdón por aburrirte con cosas que ni a mí me interesan.
— Está bien, no pasa nada. A mí me sucede lo mismo cada que hablo de idiomas.
— Oh, genial.
— Supongo, sí —rió nervioso—. ¿No vas a contestar?
— ¿Mmh?
— Tu teléfono. Está sonando.
— Ah, ¿era eso? Estaba convencido de que era la radio. Y... No puedo contestar ahora, ¿miras quién es? En el bolsillo derecho de mi pantalón.
— Claro... —accedió introduciendo su mano en aquel lugar—. Perdón —se disculpó en un murmullo bajito al apretar mi pierna por accidente cuando no pude esquivar un hueco de la calle—. Dice... Kim Hani, una llamada perdida.
— Es mi mamá. Atento que ahorita llama otra vez —dije, y me demoré más en decirlo que mi teléfono en volver a sonar—. ¿Puedes contestar, por favor?
— C-claro. ¿Soy tu novio? —preguntó nervioso, incluso su voz tembló un poco y por un momento temí haber tomado una decisión equivocada.
— Síp.
— Vale. ¿Aló? Buenas tardes —habló al teléfono sonando tan seguro que me sorprendió, hacía un segundo estaba temblando como gelatina—... En este momento está ocupado, pero puede dejarme la razón de su llamada y con gusto se la comunico... Sí, señora... Un segundo, por favor —dijo y pegó el teléfono a su pecho para hablarme a mí—. Seokie, tu mamá pregunta que a qué hora vas a llegar.
— ¿Qué hora es...? —me pregunté ensimismado mirando los numeritos del tablero detrás del volante—. Es la una y media, comienza a las dos y media... A las tres o antes estamos allá.
— Vale —asintió y volvió a dirigirse a mi mamá -. Dice que a las tres o antes llega, ¿hay algo más que quiera decirle?... Está bien. Tenga un buen día, señora Kim —se despidió amablemente y me tendió mi teléfono.
— Llévalo tú o déjalo por ahí... O úsalo si quieres, no tengo problema.
— Está bien... ¿Puedo hacer una llamada?
— Claro —asentí con una sonrisa—. La clave es ocho, uno, siete, seis.
— No quería saberlo...
— Ahora ya lo sabes —reí suavecito—. Y no te pongas nervioso, por favor. Si te pones nervioso, me pongo nervioso yo también.
— Lo voy a intentar...
Seguí conduciendo ignorándolo un poco porque no quería tomar la desviación incorrecta en esta parte de la ciudad. Por suerte no pase por mal educado, ya que en medio de mi concentración alcancé a escuchar que hablaba con su papá.
— No sé bien... Sí... No... Entonces deja que pregunte —fue lo único que escuché bien, ya que había logrado, por primera vez, no perderme en aquellas tres glorietas consecutivas. ¿A quién en el mundo se le ocurría poner tres de esas cosas una tras de otra? ¿Acaso no era suficientemente complicado pasar con éxito por una?— Kim Seokjin... —llamó suave tocando con delicadeza mi brazo para llamar mi atención al ver que estaba concentrado en la luz de un semáforo—. ¿Hasta qué hora me necesitas? —preguntó en voz baja.
— Hasta la hora que te dejen estar conmigo, ¿por?
— ¿Puedes ser más específico? —seguía sin levantar la voz.
— La cosa esta va como hasta la media noche, pero igual te puedes ir a la hora que quieras —respondí suave, también.
— Vale... ¿Puedo abusar de tu confianza?
— Claro, dime.
— ¿De casualidad me puedo quedar esta noche contigo?
— Sí, no hay problema —no. No era que fuera siempre igual de fresco como estaba siendo ahora, era que no sabía cómo agradecerle por haber aceptado salvarme la vida sin siquiera saberlo.
— Bien, gracias —me dijo para después hablar con voz normal al teléfono—. Hoy no me esperes... No... Eso es algo entre ustedes... ¿Hay algo en ello que te haga pensar que me agrada?... Ya veo... Sí, bueno, igual yo ahí quedo en la mitad de ustedes, da lo mismo si estoy o no... Quiero dormir sin peleas de fondo esta noche, ¿no tengo derecho a ello?... Ya sabe y está feliz por mí... Sigo siendo el mismo, ya supéralo... Perfecto, yo tampoco.
— ¿Todo bien? —pregunté cuando terminó su llamada.
— Sí. Ya sé que no lo parece, pero salió mejor de lo que esperaba.
— Está bien... Si necesitas a alguien con quien hablar, puedes contar conmigo, ¿vale?
— Gracias —sonrió—. Tengo que reponerte los minutos que gasté, ¿cuál es tu número?
— No te preocupes por eso, tengo plan ilimitado —dirigí una fugaz mirada en su dirección sólo para verlo asentir avergonzado—. Ya llegamos... Bueno, todavía tenemos que entrar, pero ya estamos aquí —indiqué mientras rodeaba una cara del lugar buscando la entrada al parqueadero.
— Esto es infinito... —dijo asombrado al ver el tamaño del lugar.
— Sí, bueno... No tengo nada para decir, sí es grande —respondí siendo consiente, por primera vez, del tamaño del lugar. Era un edificio de cinco pisos, tan grande que abarcaba como unas cinco cuadras o más. Para calcular distancias no era bueno, pero sí era bueno para decir que el lugar sí era infinito, como él había dicho.
— ¿Qué pasa si te pierdes allí dentro?
— Contrario a lo que puedas pensar, es difícil perderse. El lugar está muy bien señalizado.
— Entiendo...
— Sí, entonces... Oficialmente llegamos, Kim Namjoon. Nuestro primer destino: el centro comercial —anuncié una vez bajó del carro después de que le abriera la puerta—. Ahora vamos al tercer piso, ¿escaleras o ascensor?
— Mmm... ¿Escaleras? Me dan cosa los ascensores.
— Vamos entonces. ¿Eléctricas o normales? —pregunté comenzando a caminar.
— Dijiste que hay poco tiempo, entonces eléctricas.
Lo guié sin problemas hasta dichas escaleras, mirándolo discretamente de vez en cuando, notando la asombrada mirada que tenían sus ojos al ver por doquier tiendas de marcas que cobraban un ojo de la cara. Me sentí extraño, para mí esto era lo más normal del mundo, pero era consciente de que no era igual de normal para todos, sólo... Cuando venía con Hoseok y Yoongi no me sentía así de extraño porque sabía que ellos ya estaban acostumbrados y no me juzgaban o se creaban ideas falsas de mí, me conocían y les agradaba como era. Ahora, con Kim Namjoon caminando a mi lado, me sentía nervioso porque no sabía qué estaría pensando de mí.
— ¿Eres real? —me preguntó de repente.
— ¿Cómo dices?
— No, nada.
— Está bien... Bienvenido al tercer piso, sígueme.
Caminamos hasta el otro lado del pasillo pasando de largo una gran cantidad de tiendas de ropa y maquillaje hasta llegar a un salón de belleza diferente de todos los demás de la zona, con un aspecto mucho más cálido y amable que el de los otros, de hecho, se parecía más como a una boutique.
— Bienvenido, Joven Kim. Todo está en orden, esta mañana llegaron los...
— Hola, noona. Disculpa, pero no vengo por eso. Necesito a Hyejin noona.
— Ah, hoy es viernes, cierto. Está al fondo, puede pasar.
— Jisoo noona... ¿Cuántas veces tengo que decirte que me trates de tú? Para comenzar, eres tres años mayor que yo —dije haciendo un puchero suave como de costumbre.
— Pero los señores Kim...
— No son los dueños del lugar y tampoco tus jefes. Aquí, su palabra no es casi nada —le recordé—. ¿O es que ya no somos amigos?
— Ya~ Estás sobre el tiempo, corre, corre —me instó haciendo señas hacia el fondo del lugar—. Bienvenido a Authentic me, donde la belleza es subjetiva, ¿en qué le puedo colaborar? —saludó amablemente la pelirroja mirando hacia la entrada. Miré en la misma dirección, notando sólo hasta ahora que mi acompañante ya no me acompañaba y estaba plantado en la puerta.
— Buenas tardes, yo...
— Viene conmigo —le dije a Jisoo —. Ven, entra, aquí no mordemos —tomé al chico de la muñeca para traerlo junto a mí.
— Claro, mira quién lo dice... —soltó Jisoo con una sonrisa traviesa, logrando que mis mejillas se colorearan de un tono carmesí—. Soy Kim Jisoo, un gusto conocerte, aunque tu cara me parece conocida...
— Soy Kim Namjoon, el gusto es mío. Dudo que nos conozcamos, lo siento.
— ¡Jinseokie oppa! —gritó de pronto una chica—. ¿Por qué te demoraste tanto? Si no llegas, es peor, ¿no fuiste tú el que lo dijo?
— Hyejin noona, ¿me quieres dejar sordo? —me quejé. Había gritado fuerte.
— Síp. Pasa, pasa. Y dime... —se interrumpió notando algo atrás de mí—. Hola, ¿quién eres?
— Soy Kim Namjoon, es un gusto conocerla.
— ¿Kim Namjoon? ¿Ese Kim Namjoon? —me miró —. ¿Es en serio? —preguntó emocionada.
— No le hagas caso, a veces es medio loquita —le dije al chico que ahora estaba entre confundido, nervioso y avergonzado. Luego miré a la pelinegra frente a mí antes de recibir un manotazo de su parte—. Encárgate de él, yo tengo que hacer algo primero. No me demoro.
Salí rápidamente, respirando hondo para hacer desaparecer toda mi tensión. No podía creerlo, esto no era cierto, ¿verdad? Había hablado por fin con mi crush, le había pedido ser mi novio falso, él había aceptado, había estado en mi carro y... Y me había pedido quedarse conmigo esta noche. Y... Ay, no, lo había dejado solo con dos loquitas que amaban exponerme todo el tiempo.
— Buenas tardes, ¿qué desea ordenar?
— Buenas tardes, yo... —¿qué le gustaría a Kim Namjoon?—. Yo... —decidí pedir dos de los mismo, confiando en que le agradaría mi elección.
— Aquí está su pedido, señor Kim. ¿Tarjeta o efectivo?
— Tarjeta— contesté sacando mi súper tarjeta negra que todo lo podía. La verdad era que no me encantaba usarla para cosas así de simples, pero debía usarla ciertas veces al mes para evitar regaños por parte de mis padres.
Terminé de pagar mi pedido y me fui, recibiendo unas cuantas miradas discretas por parte de las empleadas del lugar.
— ¿Alguien tiene hambre? —pregunté al llegar a mi salón de belleza. Sí, Authentic me era mío.
— Kim Seokjin, llegaste. Pensé que me habías abandonado, tus noonas están locas.
— ¡Eso no era lo que estabas diciendo hace dos minutos! —gritó Hyejin desde detrás de un espejo, seguramente buscando un traje para Namjoon.
— ¡No estaba diciendo nada porque no parabas de hablar de una tal Kim Yongsun!
— ¡Y tú no parabas de...
— ¿Ya se hicieron amigos? —interrumpí su sesión de gritos—. Woah, eso es un récord, noona. Conmigo te demoraste cuatro semanas —me quejé cuando la vi salir con un traje azul oscuro... Mío que nunca había usado.
— Eras todo estirado, ni siquiera tenías expresiones en tu rostro. En cambio, Namjoonie es un chico normal y agradable.
— Noona...
— Es en serio, parecía que tenías un palo en el culo —se rió.
— ¡Oye!
— Es cierto. Cuando te vi por primera vez pensé lo mismo —rió Jisoo mirando hacia nosotros con un set de maquillaje entre sus manos.
— Claro que no me veo así —me quejé mirando a Namjoon—. ¿Cierto que no?
— Ahora mismo, no. ¿Por?
— ¿Cómo que ahora mismo?
— Esto... No te preocupes por eso, de una u otra forma eres muy guapo —me sonrió provocándome un sonrojo.
— Ahh... Gracias —sonreí sin saber qué decir—. ¿Tienes hambre? Te traje tu almuerzo, pero no sé si te agrade lo que pedí —le di una de las bolsas que tenía.
— ¿Y ahora que está tu novio aquí no nos prestas atención? —me reclamó Jisoo con un golpe en el brazo.
— A ustedes les traje sus favoritos —rodé los ojos y les entregué una cajita con un postre dentro a cada una—. Este es de Yongsun, no quiero que me dé quejas más tarde —advertí dejando una de las tres cajitas que todavía tenía en mis manos en uno de los cajones del mueble de la entrada—. Y a ti, novio, te traje mi favorito, espero que te guste —le di una cajita con un cheesecake de maracuyá.
— No tenías que hacerlo...
— Claro que sí, hoy me salvarás la vida, esto es lo menos que puedo hacer por ti. Ahora come, la comida fría sabe feo.
Me dio una sonrisa y comenzó a comer como si no hubiera un mañana.
— ¿El que come solo, come dos veces? —preguntó una voz nueva detrás de nosotros algunos minutos después.
— ¡Unnie! Llegaste temprano —gritó Hyejin desde dentro de mi traje, que al parecer estaba arreglando para Namjoon. Sí, era una escena extraña.
— Sí, qué milagro —la molestó Jisoo buscando los tonos correctos para el chico que se dejaba estudiar por ella con paciencia.
— ¿Verdad que sí? —seguí yo sin poder contenerme y sin encontrar problemas en hablar con la boca llena, después de todo, aquí era el lugar donde podía ser yo mismo sin importar qué. Por algo se llamaba Authentic me.
— Ja, ja, ja, ja. Sí saben que trabajamos para el señor dramas, ¿no? Si alguna de las tres llega un segundo tarde, le toca aguantarse un drama de tres horas, en especial en días como hoy en los que nos pone a correr —dijo para las dos chicas que estaban comiéndose los postres que les había llevado, luego fue que notó a alguien junto a mí y adoptó una actitud más amable que la que tenía usualmente—. Hola, ¿cómo estás? Has de ser la persona más especial del planeta si el señorito perfección está hablando frente a ti con la boca llena. Soy Kim Yongsun, un gusto conocerte.
— Kim Namjoon, encantado de conocerla. Me han hablado mucho de usted —respondió nervioso al ser el centro de atención allí.
— Sólo cosas buenas, ¿verdad? —preguntó con confianza mientras se dirigía a su sitio de trabajo, comenzando a organizarse.
— Me han dicho maravillas, puede estar segura.
— ¿De dónde te sacó el loco con cara de Barbie? Eres tan lindo~. Seokjin, yo quiero uno igual —pidió apuntándome con un cepillo redondo.
— Suerte con eso, son escasos. Y no estoy loco ni tengo cara de Barbie.
— Bueno... —cambió de tema Jisoo—. Seokjin, a bañarte, ya que terminaste - sí, había terminado mi almuerzo en tiempo récord.
— Me bañé en la mañana...
— ¿Cómo dijiste? —sonrió mostrándome el perfilador de cejas como quien no quiere la cosa.
— Dije que ya estoy en eso, tú tranquila.
Recogí el desorden que había dejado y fui directo a darme una ducha.
— En el baño ya está listo tu traje, no tardes mucho —dijo Hyejin.
— Vale.
Ya, sí, era bien extraño eso de bañarse, y en realidad no sabía por qué querían que me bañara, pero no iba a preguntar. El baño era precioso y había sido una locura poder construir un baño allí, en el tercer piso de un centro comercial, pero el argumento que logró que el baño existiera fue "aquí estarán mis estilistas, ¿no? Si aquí es donde me voy a arreglar para sus cosas después de salir del colegio, ¿debería perder el tiempo yendo a casa por un baño para luego poder venir a ponerme presentable?". Obviamente ni yo sabía hasta ahora por qué había insistido tanto en un baño, a lo mejor fue porque comenzó como algo medianamente lógico y luego se convirtió en un capricho, el primer -y único- capricho que había tenido en mi vida, en realidad. No demoré más de cinco minutos bajo la ducha y luego me puse el traje que Hyejin había elegido para mí, de color gris oscuro. Cuando salí, mi novio falso se atragantó con su postre.
— Te ves... Wow —dijo cuando se recuperó de su tos.
— Gracias —sonreí avergonzado tomando asiento frente al espejo que, literalmente, pertenecía a Yongsun.
— Es tu turno, ve a tomar un baño en lo que termino de ajustar el traje —dijo Hyejin peleando con una costura del pantalón.
— Claro... ¿Dónde está el baño?
— Por aquí, ven —me levanté para ir hasta la pared de nuestra izquierda, decorada con puntos de color dorado y rosa claro sobre una base color crema, para buscar la hendidura de la puerta y arrastrarla a la izquierda para abrirla.
— Gracias.
— Está bien —sonreí—. Usa lo que necesites, todo es mío. Y aquí están las toallas —señalé un cajón a mi derecha.
Me dirigí a la silla donde me había sentado antes, sintiendo cómo casi al instante me era puesta sobre los hombros una capa color azul claro con efecto tornasol y luego ésta era anudada bajo mi nuca por unas delicadas manos.
— Pensé que estarías con un genio de amansar leones, pero estás hasta feliz. ¿Tiene que ver con el chico que trajiste contigo?
— ¿Tú qué crees, unnie? —contestó Hyejin.
— ¿Cuando estás saliendo con tu enamorado te pones de mal humor? —le preguntó Jisoo.
— ¿De qué...? —comenzó a preguntarles algo a las dos chicas que vivían para molestarme cuando el entendimiento la iluminó—. Ah, es Kim Namjoon, tu amor inalcanzable. Ya decía yo que se me hacía conocido. Quédate quieto, no tenemos tiempo para equivocarnos —ordenó con el secador en ristre.
— Sí, señora.
— No soy tan vieja, suficiente tengo con que mi hermano me llame señora para que ahora vengas tú con lo mismo —se quejó golpeando mi hombro—. Vieja Jisoo.
— ¡Oye!
— Es con cariño —rió y luego encendió el secador para comenzar a peinarme. Primero me secó el cabello y luego le dio forma. Cuando apagó el secador y conectó la plancha de cabello fue el momento en el cual salió Namjoon del baño usando el bonito traje azul oscuro que Hyejin tanto se había esmerado en ajustar.
— Nunca lo he utilizado, pero estoy seguro de que te queda mejor que a mí —le dije cuando se sentó en la silla contigua a la mía.
— No es cierto...
— Yo estoy segura de que sí —intervino Jisoo ya comenzando a aplicar crema humectante sobre sus mejillas.
— Pregunta importante, ¿la negra o la morada? —preguntó Hyejin enseñándonos las dos opciones de corbatas que había elegido.
— Ninguna —respondieron la otras dos chicas al tiempo.
— ¿Cierto que no? —asintió de acuerdo—. Había una... Jisoo, ¿tú miraste lo que llegó en la mañana?
— No, sólo lo recibí porque estaba lleno aquí y tenía que estar pendiente de los que estaban en el área de espera. Lo dejé donde siempre —dijo y vi cómo la pelinegra desaparecía detrás de un espejo a mi derecha. Momentos después llegó junto a nosotros con dos corbatas de color verde oscuro en las manos y nos puso una a cada uno, luego le quitó un zapato a Kim Namjoon.
— Necesito tu tarjeta —me dijo.
— Está entre mi billetera, en mi pantalón del uniforme.
Y se fue, volviendo al poco tiempo con una caja de zapatos entre sus brazos en el momento en que Namjoon y yo estábamos cambiando de silla. Ella se sentó en algún lugar cerca de la puerta del baño y comenzó a ceder el nuevo par de zapatos que había traído mientras las otras dos chicas terminaban de arreglarnos.
— Woah... Parecen sacados de algún libro —suspiró Jisoo cuando estuvimos listos para irnos.
— Son los príncipes encantadores —concordó Yongsun a su lado.
— No puedo creer que realmente ustedes dos me hayan dicho hoy que no se consideran guapos, par de tontos —nos regañó Hyejin dándonos una barrita de mentas a cada uno, junto con nuestros teléfonos y billeteras—. Ahora váyanse ya porque los señores Kim pueden ser más dramáticos que Seokjin. Suerte.
— Gracias por todo, noonas. Trabajaron duro.
— Toca porque si no, no nos pagas —se burló Jisoo.
— Muchas gracias por todo, señoritas. Fue agradable conocerlas —se despidió Namjoon.
— Vuelve pronto, por favor —gritó Yongsun cuando estábamos atravesando la entrada.
Durante nuestro camino desde el tercer piso hasta el parqueadero sentimos el peso de múltiples miradas sobre nosotros.
— Eso... Fue extraño, pero divertido —dijo cuando subimos al carro.
— Me alegra que hayas pasado un buen rato —respondí—. Ahora... Prepárate para aburrirte como no tienes idea —dije soltando un suspiro y haciendo un puchero.
— Bien, estoy listo. ¿A dónde vamos?
— Ya verás...
— ¿Es muy lejos? Ya casi son las tres.
— No, estamos a unos diez minutos.
— Vale.
Llegamos en menos de diez minutos y le di la llave a uno de los encargados en la entrada para bajar y tomar la mano de Kim Namjoon para entrar al hotel y dirigirnos al ascensor.
— ¿Por qué estamos aquí? —preguntó nervioso cuando íbamos por el piso cuatro.
— Porque aquí es el evento.
— Sí, pero pregunto por qué aquí, en el hotel más costoso del país.
— No es el más costoso del país, no exageres. Y tiene que ser aquí porque aquí los organizadores pueden hacer y deshacer y nadie les dice nada.
— No entiendo...
— Es el hotel de mis papás...
— ¿Kim Hani y Kim Jinhyuk?
— Sí, ¿por?
No respondió, pero se escuchó un golpe sordo que resonó dentro de todo el ascensor.
— ¡Ay, Dios santo! ¿Y ahora qué hago? —pregunté desesperado al ver a mi novio falso tendido en el suelo. Detuve el ascensor y acomodé al chico bien en el suelo, levantando un poco sus piernas. Luego de un minuto, despertó—. ¿Te sientes bien?
— Sí, normal.
— Te acabas de desmayar —le recordé.
— Bueno, sí, pero no me siento mal.
— Bien, siéntate lentamente y cómete esto —le di uno de los chocolates que había tomado de mi carro mientras veníamos hacia el hotel.
— Gracias.
Esperé un par de minutos antes de hablar de nuevo.
— Levántate despacio, ¿listo? Toma mis manos.
Luego de que se hubo levantado, esperé un minuto más para poner en marcha el ascensor de nuevo.
— ¿Ya no tienes más sorpresas? —me preguntó un momento antes de que el ascensor llegara al último piso.
— No creo, no. Pero, ¿por qué el asombro? Mis papás son sólo personas.
— Las personas más adineradas del país.
— Son personas, como tú y yo. Lo demás son sólo detalles. Oh, mira, allá están. Vamos, amorcito~ —dije caminando hacia ellos.
— Hola, hijo. ¿Pasó algo? Dijiste que a las tres —saludó mi mamá acomodándome un mechón rebelde que se había salido de su lugar.
— Son sólo las tres y cinco, amor. A demás, ya está aquí y se ve mejor que nunca. Déjalo ser joven, no era obligatorio que llegara a una hora establecida —dijo mi papá pasando un brazo por sus hombros—. Hola, hijo. Todavía no damos inicio, tu lugar está en alguna de esas mesas - señaló a su izquierda—, pero mientras tanto puedes caminar por ahí.
Me quedé unos segundos esperando a que dijeran algo más cuando noté que miraban hacia algún lugar detrás de mí. Al parecer era costumbre de mi novio de una tarde eso de quedarse en la entrada de cualquier lugar. Caminé unos ocho pasos hasta llegar frente al chico con cara de susto.
— Me miras como si no quisieras que te dejara solo, pero te alejas de mí —me burlé apretando suavemente su mejilla—. Ven, la idea era que vinieras conmigo. ¿Ya no quieres hacer esto?
— No. O sea, sí. Lo que digo es que... Tu novio falso debería caerles bien a tus padres, ¿no? ¿Qué pasa si no les agrado? No importa que esto sea fingido, nosotros sabemos que no es cierto, pero ellos no.
— Mmm... Por eso no te preocupes, eres un buen chico, eres guapo, educado, amable y adorable. En pocas palabras, el chico perfecto. A demás —me mordí el labio pensando en si decir o no lo siguiente—... Estamos saliendo hace cuatro meses y mis papás se han hecho una que otra idea extraña. Eres el chico perfecto, te adorarán incluso si creen que ya me quitaste mi virginidad.
— ¡¿Cómo?!
— Tú tranquilo. Vamos —tomé su mano con delicadeza y la puse en la cara interna de mi codo para comenzar con el espectáculo.
— ¿Ya les habías hablado de mí? —preguntó nervioso cuando nos paramos en la fila que se había formado de un momento a otro. Fácilmente podría haberme saltado lo de la fila y eso, pero no venía solo y tenía que lucirme hoy.
— No —reí nervioso. La verdad es que cada que me preguntaban por mi pareja, yo contestaba pensando en cómo sería salir con el chico a mi lado, pero Namjoon no tenía que saber eso—. Mi pareja es el chico de ensueño y da la casualidad de que tú tienes sus mismas cualidades. En cuanto a lo físico, sólo he dicho que me roba el aliento cuando lo veo, así que no importa si no te consideran guapo, después de todo, para gustos, colores.
— ¿Me estás diciendo que soy feo?
— Te estoy diciendo que me robas el aliento cuando te veo.
Un fuerte sonrojo invadió sus mejillas.
— No sé qué decirte —sonrió tímido—... Yo... Gracias, tú también eres muy guapo.
— Gracias —le sonreí—. Hola otra vez, mamá y papá —saludé sintiendo el agarre de la mano de Namjoon sobre mi brazo hacerse más firme.
— Buenas tardes, señores Kim —saludó con la misma seguridad con que había contestado mi teléfono hacía poco más de una hora—. Soy Kim Namjoon, el novio de su hijo. Es un gusto conocerlos —extendió su mano hacia ellos con la intención de estrecharla con las suyas.
— El gusto es nuestro, jovencito. Nuestro hijo ha hablado tanto de usted que incluso pensamos que no era real —dijo papá entusiasmado.
— Yo estaba segura de que su pareja era un invento, pero veo que estaba equivocada —dijo mamá con una sonrisa amable—. Por favor, disfrute del evento.
Namjoon no respondió nada, sólo le sonrió y comenzamos a caminar por ahí en lo que el evento comenzaba.
— Entonces no me odian.
— Nop. Incluso reservaron un lugar para ti... Bueno, no tiene tu nombre porque hasta el día de hoy mi pareja no tenía nombre, pero igual reservaron un lugar para ti insistiendo en que querían conocerte porque, ya lo dijeron, pensaron que eras mentira.
— Qué considerados...
El resto de la tarde fue lo más aburrido imaginable. El lugar estaba lleno de grandes empresarios y sus familias y más de una vez recibimos miradas de desprecio por parte de viejos estúpidos y muchachas celosas, razón por la cual muchas personas se me acercaron para conversar con el fin de hacerme quedar como un completo incompetente y una deshonra para mi familia, cosa que no funcionó en absoluto. Mi orientación sexual no afectaba de ninguna manera mi conocimiento en materia de finanzas, economía, manejo de mercados y leyes. Sí, bueno, aún no iba a la universidad, pero tomaba clases en casa.
— Seokjin oppa, qué lindo vernos de nuevo —saludó una chica con acento extranjero.
— Hola, María, ¿cómo has estado? —saludé educadamente.
— Pensándote mucho. ¿Tú has pensado en mí?
— ¿Debería?
— Claro que sí, tontito. Estamos comprometidos, ¿no es cierto?
— No, no es cierto.
— Yah~ Seokjin oppa, deja de jugar. Yo sé que me has pensado mucho, aun si no quieres admitirlo —sonrió coqueta.
— No estoy jugando, es en serio.
— No me trates así —pidió con un puchero—. Vamos a casarnos en unos pocos meses, ¿no? ¿Cuál es el problema? Deberías quererme, ¿acaso no te gusto?
¿Dónde se había metido mi novio justo ahora que lo necesitaba con urgencia?
— No, no lo haces.
— Pero puedo gustarte, sólo déjame intentarlo —insistió acercándose a mí.
— No pierdas tu tiempo.
— ¿Por qué? ¿Temes enamorarte loca y perdidamente de mí?
— No. Porque ya estoy loca y perdidamente enamorado de alguien más.
— ¿Y ese alguien te corresponde?
— Sí.
— ¿Y te quiere a ti o quiere tu dinero? Kim Seokjin oppa, que no te engañe. Tienes una cara bonita y eres heredero de más dinero del que se puede contar. Incluso si fueras feo, seguirías teniendo a medio país detrás de ti. ¿Qué crees? ¿Que vivimos en un cuento de hadas donde la pareja principal se ama sin importar nada? ¿Crees que si no tuvieras todo ese montón de riqueza a tu disposición tu personita especial te querría? Vivimos en el mundo real, Kim Seokjin oppa, y en el mundo real le gustas a esta chica que te está hablando y que está dispuesta a casarse contigo, piénsalo.
— Lo siento, chica, pero mi novio no tiene nada que pensar —dijo una voz grave y seria al tiempo que un brazo rodeaba mi cintura—. Y no lo trates como si fuera corto de entendimiento, en lugar de hacerlo quedar mal, arruinas tu imagen tú solita.
— ¿Quién eres, entrometido?
— Soy el novio de Kim Seokjin, señorita. Ya te lo había dicho.
— Ajá, sí. ¿Cuánto te pagó para hacer el ridículo diciendo tal estupidez?
— María, una cosa es que seas joven y tonta, pero otra muy diferente es que no sepas comportarte. No es sabio sacar conclusiones sin conocer todo el panorama. Ahora, me disculpo, pero es hora de retirarnos —dije serio dando media vuelta para, en efecto, irnos.
— Hijo, ¿ya se van? —preguntó mi mamá cuando pasamos por su lado para despedirnos.
— Sí, mamá. Ya son las once y media.
— Oh, vaya, el tiempo vuela. Entonces, que les vaya bien y, Kim Namjoon, espero vernos en otra ocasión para conocernos como se debe.
— Claro, ¿por qué no? —sonrió amablemente. Dios, su sonrisa era más preciosa de cerca.
— Sí... ¿Y papá? —pregunté al no verlo pegado a mi mamá como de costumbre.
— Está ocupado negociando un trato con una empresa que quiere comprar, le diré que ya se fueron cuando venga. Y, por cierto, olvidé decirte que nos vamos en unas horas, así que te quedas solo esta semana.
— Entiendo... Bueno, entonces que tengan un buen viaje.
Entramos en el vacío ascensor y miré con atención el rostro de mi novio falso. Estaba cansado y tenía hambre, igual que yo. Esperamos un momento hasta que un encargado trajo mi carro y de inmediato me dirigí a mi casa, que quedaba a sólo unos veinte minutos de donde estábamos.
— ¿Vives aquí? —preguntó asombrado cuando se abrió la puerta de la entrada.
— Sí, ¿por qué?
— Tu casa es una mansión, ¿no te pierdes allí dentro?
— Sí, cuando no presto atención por donde camino.
— Estás lleno de sorpresas, Kim Seokjin.
— Claro que no, lo que pasa es que te sorprendes fácilmente.
— Por supuesto que no, lo que pasa es que pareces irreal.
— Soy real, Kim Namjoon, y estoy contigo, confía en eso —dije tomando su mano una vez dejé mi carro en el garaje.
Entramos a mi casa, que no era una mansión sino una casa grande, y lo llevé directo a mi habitación dado que tanto él como yo estábamos muertos del cansancio.
— ¿Te gusta la pizza? —pregunté estando sentado en mi cama mirando mi teléfono.
— Estoy bien así —dijo desde la puerta, siendo contradicho por el rugido de su estómago.
— Claro... ¿Te gusta o prefieres otra cosa?
— Lo que decidas ordenar estará bien para mí.
Sonreí mirándolo con ternura para luego ordenar una pizza extra grande con gaseosa de naranja y dos porciones extra grandes de papas fritas y después darle un pijama para que se cambiara.
— No me vas a decir que puedes dormir con traje porque eso es lo más incómodo que puedas hacer en tu vida, Kim Namjoon.
— No te iba a decir eso... Te iba a preguntar dónde puedo dormir.
— En mi cama, claro.
— Pero... ¿No es incorrecto o algo?
— No vamos a hacer nada malo, sólo es dormir.
— Ya lo sé... Nunca he dormido con alguien.
— Yo tampoco.
Nos quedamos en silencio hasta que escuché el timbre ser tocado. Bajé rápidamente, pagué, fui a buscar un par de platos y vasos a la cocina y volví a mi habitación, encontrando a Namjoon ya cambiado de ropa doblando cuidadosamente el traje que había usado. Dejé lo que llevaba en mis manos sobre mi mesa de noche y entré al baño para cambiarme rápidamente. Cuando salí, el chico bonito que ahora vestía una camiseta negra y una pantaloneta del mismo color me estaba esperando para comer. ¿Podía mi crush ser más dulce y tierno?
— No te sientes en el piso, te va a doler la cola si comes ahí sentado. Te lo digo por experiencia —dije cuando se sentó allí para comenzar a comer.
— No quiero ensuciar tu cama...
— Eso se soluciona —dije simple levantándome para ir al baño y regresar con un par de toallas, tenderlas sobre la cama e indicarle que se sentara sobre una de ellas.
— ¿Tienes una solución para todo?
— Me gusta pensar que todo tiene solución, sí.
Comimos escuchando la música de alguna banda de rock-punk que elegí al azar en mi teléfono y luego fuimos a cepillar nuestros dientes, dejando los platos y eso en una pila ordenada sobre mi escritorio.
— ¿Qué lado quieres? —pregunté al estar los dos a punto de meternos en mi cama.
— Me da igual, para ser sincero.
— A mí también... ¿Piedra, papel o tijera? El que gane, duerme al lado derecho.
— Me parece bien.
Yo gané, así que nos dirigimos hacia nuestros lugares en la cama y le pedí que apagara la luz. Cinco minutos después, me hizo saber que no se había dormido.
— Gracias —dijo.
— ¿Por qué? Yo soy quien tiene que agradecerte.
— Hoy fue un buen día. Ciertamente fue mil veces más diferente de como imaginé que sería en la mañana, pero eso no significa que haya sido malo. Estuve tranquilo y pude dejar de pensar en todo lo que tengo en mi cabeza últimamente, gracias por eso, Kim Seokjin. A demás, eres muy dulce y me hiciste sentir importante y valioso, como si de verdad creyeras que lo soy.
— Claro que lo eres, Kim Namjoon, ¿por qué no lo iba a pensar? Y... Este día también fue algo así para mí, Kim Namjoon. A demás, salvaste mi vida. Mil gracias a ti.
— No fue nada.
— Me gustan los abrazos, ¿puedo abrazarte mientras duermo?
— Claro, a mí también me gustan.
Y más se demoró él en decime que sí que yo en aferrarme a él como una garrapata. Estando entre sus brazos me sentía cálido, seguro y tranquilo. Me sentía acompañado.
¿Qué tan buena suerte se podía tener en un día?
☆
Hola~
... No sé, ¿cómo les pareció este especial? Aparte de largo, claro 😅.
¿Hay peguntas, dudas, sugerencias?
La vez pasada fueron tres mil palabras, pero esta vez fueron más de siete mil. No sé si les sean molestos los capítulos así de largos, no era mi intención hacerlo así de extenso, pero me emocioné y, aunque intenté borrar muchas cosas, no pude hacerlo más corto porque si no en el futuro no se entenderán algunas cositas 7u7.
Cuídense mucho. Besos y saludes 🧡🧡
PD: ¿Me comentan si hay errores, por favor? Esta vez creo que no hay, pero no puedo confiar plenamente en mis ojos con miopía y mi problema de confundir letras.
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