¡Oh, Steve!
El plateado Audi R8 rebasaba con burla a los lentos automóviles que dejaban numerosos huecos que en la, para mi suerte, casi vacía carretera. El viento que entraba por la ventanilla despeinaba más mi rebelde cabello castaño, la fuerza que ejercía mi pie sobre el acelerador rayaba con lo estúpidamente impulsivo y peligroso mientras que ignoraba olímpicamente los semáforos escarlata. ¿Cómo fui tan tonto para no darme cuenta del tonto plan que en estos precisos momentos estás llevando a cabo?
¡Oh Steve! Mi adorable y tierno soldado.
Siento haberte subestimado de forma tan estrepitosa, siento el haber creído que te quedarías, siento el hecho de creer que podríamos continuar con aquellos tan furtivos como lujuriosos encuentros después de aquella romántica y aterradora velada.
Oh, rubio mío, ¡no sabes cómo me arrepiento! Decidí creer no notar el brusco cambio de tu voz, decidí pasar por alto la frialdad de tu despedida, la cual fue sumamente apresurada e inusual en ti como una helada lluvia en medio de un abrazador verano, decidí creer que fue mi imaginación mía el ver como tus brillantes ojos se opacaban por la decepción que mis acciones te provocaban, o como lentamente se iban poniendo rojos a causa de lágrimas que se reprimían y luchaban por ser liberadas.
¡Oh, amor mío! No puedo creer como no pude admitirlo antes, la verdad me odio al saber como debí hacerte sentir, soy demasiado tonto para ser un genio.
-Deberían darme un premio al idiota más grande del mundo.- gruñí apretando el volante dejando mis nudillos blanco.- Claro. Suponiendo que no me lo hayan dado ya.
Soy un completo idiota.
Oh, Capitán, ojalá puedas perdonarme algún día. Oh, querido mío, dime como he podido no darme cuenta antes del amor que siento por ti; necesito saber como tú has podido amar a alguien como yo, no lo comprendo. Tú, cielo mío, eres el ser más bueno que he conocido en mi vida. No es posible que alguien más posea la paz que tú tienes; eres como un ángel caído, eres mi ángel caído; con tus dorados cabellos cual hilos de oro y tus ojos azules que parecen haberle robado el color al mismísimo océano. ¡Oh, dulce soldado mío! Responde y dime como has hecho para ignorar todas las barbaridades que he cometido. ¡Oh, Steve! Siempre tan terco para hacer caso a las advertencias, Odín sabrá las innumerables veces en la que yo mismo te he avisado que las cosas saldrían mal estado al borde de la locura que tú mismo provocas en mí.
" -¡Oh, Rogers! No olvides que el hierro a veces puede ser muy frío.- dijo el castaño en tono de advertencia con una sonrisa ladina en el rostro.
-No te preocupes, Stark. En algún momento deberás quitarte esa armadura.- le respondió tranquilo el ojiazul con la misma expresión confiada que poseía cuando del tecnólogo se trataba.
-Yo que tú no estarías tan seguro, cariño.- finalizó el menor terminando de arrancarle la camisa al otro mientras depositaba sus finos labios sobre los dulces y cálidos ajenos"
Me retengo con gran esfuerzo de golpearme a mí mismo, los ojos me arden y mi cuerpo tiembla, niego con la cabeza. No, no daré por vencido. Lucharé y me arriesgaré por ti, amor mío, haré y te demostraré que vale la pena volver a intentarlo, o al menos conmigo. Y te prometo, querido mío, está vez será como tú quieres.
Pasó de largo otro rojizo semáforo.
El sonido de una bocina, las segadoras luces blancas y los giros descontrolados son lo último que soy capaz de percibir.
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