
Capítulo 2 POV JiMin💜🐥
POV JIMIN:
Tenía mucha hambre y una sed insólita que seguramente se calmaría con una gran copa de vino. Inesperadamente, de un momento a otro, mi mente empezó a pedir alcohol, aunque primero tenía que calmar a la lombriz que gruñía en mi estómago sin control o, definitivamente, el vino acabaría con mi poca cordura en un sólo sorbo, aunque no tenía una idea de donde conseguirlo, quizá en el camino de mi departamento a donde conseguiría una hamburguesa lo encontraría. Y no me equivoqué...
...había muchos anuncios de una exposición de arte que precisamente sería esta noche. Tal parecía que era de alguien importante, porque incluso personas que pasaban a mi lado hablaban sobre eso. Antes de continuar me detuve cerca de un semáforo para comer mi hamburguesa y hundirme un poco en mis pensamientos; la semana entrante sería la más importante de mi vida hasta ahora, estaba seguro que, después de esta noche, no podía darme el lujo de caminar por estas húmedas calles con comida grasienta en la mano. Después de esta noche tendría que cuidar más mi alimentación y pasar horas interminables encerrado practicando para perfeccionar mis pasos de baile. Sinceramente me sentía un poco aturdido, pero a la vez feliz y emocionado. Sabía que el baile era mi más grande pasión y para ser un bailarín reconocido y exitoso tendría que hacer sacrificios, incluyendo momentos tan simples pero verdaderamente significativos como este. Aunque la desolación me provocaba algo como un oasis en el desierto en esta enorme ciudad de Seúl que me ha acogido desde los quince años y también ha sido testigo de mis triunfos y derrotas. Será la ciudad que me verá nacer como una estrella del K-POP en una de las empresas de entretenimiento más importante de Corea del Sur. Fue un gran privilegio haber sido elegido sin hacer casting. Al parecer mi estilo de baile fue único ante sus ojos cuando me vieron en una presentación en el teatro de Busan con el grupo de baile contemporáneo al que pertenecía. Entre todos mis compañeros fui yo y sólo yo. Hablamos y acordamos un mes de plazo para firmar un contrato y ese plazo se acabaría la siguiente semana, dando mi última presentación como bailarín contemporáneo en el teatro de Seúl. Un mes que se fue como el agua en cascada y estaba nervioso por cómo se acortaba el tiempo sin darme un pequeño espacio para asimilar lo que pasaba y lo que estaba a punto de suceder. Mi única misión era disfrutar esta poca libertad que me quedaba, porque no podía negar que se venían momentos muy difíciles.
La lluvia comenzó a golpear mis pómulos con delicadeza, alrededor de mí corría la gente en busca de algún lugar para cubrirse, otros le restaban importancia y caminaban con normalidad. Levanté la vista y me encontré con la exposición que se anunciaba con mucho esmero por todas partes, en la cual había una larga fila en espera de poder entrar y eso despertó mi curiosidad: ¨¿De verdad era tan importante?¨ cuestioné para mis adentros. En cuanto el semáforo cambió sus luces, me dirigí hacia ese lugar que avivaba la llama de dudas que crecían dentro de mí. Tenía una sensación extraña al tiempo que me acercaba y ese nombre; Jeon JungKook, ¿dónde había escuchado ese nombre? No era muy común, pero me estaba provocando un deja vú bastante inusual que jamás había experimentado. Tomé un lugar en la fila e intenté mirar por los cristales, encontrándome con un chico de espaldas que hablaba con dos tipos bastante elegantes y presentables que tenían pinta de empresarios listos para hacer un negocio importante. Eso me provocó un sentimiento de insignificancia hacia mi persona y aún más con la ropa que traía puesta que era demasiado casual, no se adecuaba para nada a este evento. A causa de eso estuve a punto de marcharme hasta que noté que, aquel sujeto que se mantenía de espaldas con su smoking impecable, traía una exquisita copa de vino. Justo lo que necesitaba.
El tiempo de espera no se hizo tan largo, un golpe de suerte para mí, ya que deseaba intensamente beber un poco antes de ir a la cama. Estando dentro me sentí como en un sueño, no entendía y no era fan del arte como este, pero cada cuadro que mis ojos veían me hacían sentir múltiples emociones, como cuando iba a la secundaria. Era una verdadera pena que no cargué con dinero suficiente como para comprar alguno de esos cuadros, bueno, eso era lo que pensaba. Había unos pequeñitos con paisajes preciosos. Terminé atrapado en uno que me resultó bastante especial por los colores y contrastes que tenía, me recordó a una época oscura de mi vida donde estuve a punto de abandonar el baile por mi falta de confianza y autoestima. Suspiré pesadamente con todos esos recuerdos clavados en mi pecho, ese cuadro debía tenerlo, pero...
—¡Disculpe! —detuve a una chica vestida de tipo mesera—¿Con quién puedo consultar el precio? —pregunté con mi dedo señalando el cuadro.
—Enseguida le envío al agente del señor Jeon—respondió con una sonrisa amigable.
¨Jeon¨
Repetí varias veces para mis adentros con una duda sedienta que crecía más y más. Aquello me hizo notar que la copa de vino que traía estaba vacía, pero antes de que pudiera parpadear, ya tenía a un chico frente a mi ofreciendo una nueva. Sin escrúpulos pedí que la llenase, éste obedeció sin cuestionar para después alejarse y perderse entre las personas. Estoy seguro que no pasó mucho tiempo hasta que un sujeto alto y delgado con un auricular en el oído y una terminal bancaria en su mano, vistiendo un smoking rojo bastante llamativo, se acercó a mí con una sonrisa genuina. Claro, seguramente estaba convencido de que compraría el cuadro y yo esperaba que el precio no fuera tan elevado, no quería quedarme sin comer la próxima semana. Me descoloqué un poco cuando éste dijo que su precio era de 40 000 wones. Revisé mi billetera y, como si algo me hubiera escuchado, encontré 10 000 en efectivo y traía mi tarjeta bancaria con 100 000. Definitivamente estaba de suerte, mejor dicho, desde hace un mes ya lo estaba. Le di mi tarjeta sin hacer más cuestionamientos y mientras hacía el cobro, smoking rojo (no sabía cómo se llamaba) mencionó que era un cuadro especial para el pintor, uno que realizó en sus tiempos de secundaria después de atravesar una etapa ligeramente oscura y por fin decidió que era tiempo de dejar ir ese sentimiento.
—¨Rain¨ es el título de esta pintura—agregó al tiempo que me devolvía la tarjeta—¿A qué nombre queda?
—Park JiMin.
—Con este papel te lo entregan en la salida.
—Se lo agradezco mucho—ambos nos inclinamos con una sonrisa en el rostro.
—A nombre de Jeon JungKook, le vuelvo agradecer—nuevamente se inclinó antes de marcharse.
¨Jeon JungKook¨
¨Jeon JungKook¨
¨Jeon JungKook¨
Cada vez me sentía más confuso con ese nombre que me resultaba demasiado familiar, pero mi mente no recordaba nada que tuviera algo que ver con eso. No tenía sentido nada, ni las emociones que me invadían, así que ignoré a la voz de mi cabeza y continué paseando por la galería fijando toda mi atención en lo que mis ojos captaban e intentando descifrar lo que el pintor expresaba con los colores que utilizaba, pero era un tanto complicado, es decir, no portaba un sólo estilo, poseía diferentes, incluso podía ver varios en uno. No sabía lo suficiente de arte, pero no era difícil notar todos esos detalles. El pintor era alguien muy versátil y creativo, ahora entendía por qué tanto alboroto en las calles. Valía toda la pena estar aquí.
Todavía sostenía mis cabales en su lugar, iba por la tercera copa de vino que, nuevamente, llenaron sin oponerse. Me agradaba este lugar. Desconocía la hora, pero estaba tan inmerso deleitando a mis ojos y observando minuciosamente que le resté importancia. Una noche como esta no la tendría en mucho tiempo. Mi curiosidad me llevó a un pasillo donde no había mucha gente, algo que me resultó bastante agradable. Había un cuadro en el centro que llamó mi atención rápidamente, me acerqué con cautela para poder apreciarlo mejor; era una chica, quizá, no más de veinticinco años con un vestido que transmitía mucha luz. Era muy bella, tan delicada con esa sonrisa y su rostro que, por cuarta o quinta vez en esta noche, me provocaba un sentimiento de confusión, era algo de familiaridad que se clavó nuevamente en mi pecho. Yo la conocía, aunque no recordaba su nombre. ¨Sí, es ella¨ pensaba y pensaba tratando de buscar en mis memorias de adolescencia, pues estaba seguro de que tuve encuentros con ella en esa etapa de mi vida.
Con sorbos cautelosos al vino relajante logré recordar; ¨Sí, Irene¨, una chica australiana que se mudó acá desde pequeña. La primera parte de secundaria la pasé con ella antes de transferirme. Todas las mañanas llegaba con un juguito de uva a sabiendas de que era mi favorito y en las horas libres platicábamos de cosas triviales, pero significativas. Siempre fue muy amable y tenía un amigo bastante... ¡No puede ser, Jeon JungKook! Los recuerdos tumultuosos y una de las principales razones por las cuales cambié de secundaria llegaron a mi mente como relámpago, haciendo que me sintiera inseguro de estar ahí. Era él, pero...
"Carajo"
Derramé vino encima de un hombre con smoking en medio de un torpe intento para escapar de ahí. Ambos nos quedamos petrificados mientras el líquido escurría de su smoking. Mierda, se veía muy costoso, probablemente más de lo que yo ganaba en un mes. No hice más que sólo acercarme con un pañuelo que guardaba en mi bolsillo para secar su saco cuando ese individuo sujetó mi mano con mediana fuerza, pero que para mí era demasiado. Moría de la vergüenza y también estaba aterrado por la forma en que apretaba mi mano, me hacía sentir que en cualquier momento golpearía mi rostro. No podía mirarle a los ojos, no mientras su instinto asesino estaba activado. Sin más, arrojó mi mano al viento y quitó el pañuelo de mi poder, dejándome completamente inmerso en ese mini ataque de pánico que corría por mi cuerpo y sin tener la suficiente voluntad para huir de ahí. Estaba seguro de que mi rostro era igual que un jitomate, mis orejas hervían de calor al escuchar cómo me insultaba una y otra vez por mi insolencia involuntaria. Así me hizo sentir. Y yo, desafortunadamente, siempre he gozado de ser tímido, retraído e inseguro, un simple "imbécil" se clavaba como puñalada en mi pecho. Además de que casi me estampa en la pared cuando volví a intentar ayudar a secar su saco. Ahí si me sentí molesto, pero no podía reaccionar.
Creí que estaba perdido porque, posiblemente, me haría pagar el desastre. Efectivamente, la siguiente semana y tal vez la otra no comería gracias a mi sed insaciable de vino. Juraba que ya estaba un poco ebrio, pero para este momento donde mi vergüenza llegaba hasta el suelo, ya no lo estaba, mi sobriedad volvió y eso me hacía sentir aún más miserable. En fin "¿sería muy tarde para devolver el cuadro?" pensé con melancolía. Estaba arruinado o al menos eso creía hasta que un chico llegó para salvarme, explicando que había sido un accidente. Agradecí para mis adentros con un suspiro pesado, deseando que por favor entendiera la situación y no me obligara a pagar dinero que no tenía. Y así fue. Incluso smoking rojo también intervino, trayendo consigo la paz y calma para mi corazón descolocado. Sin más que discutir, se giró hacia mí pidiendo disculpas por el trato que había recibido de su parte, tomándome por sorpresa y con un sólo argumento en la mente:
—Y-yo también t-tuve culpa—respondí con timidez. Claro, ¿qué más podría decirle? Ni siquiera podía mirarlo a los ojos aún a pesar de que su furia se había esfumado.
—No hay cuidado—insistió con voz amable y relajada.
Su voz.
Su voz.
Su voz.
La curiosidad que emanaba de mí hizo que levantara la mirada con cautela para observar a ese hombre que portaba esa voz. Quería creer que se trataba de una simple coincidencia, pero no me equivoqué. Al tiempo hicimos una reverencia y así conectamos nuestras miradas; era él, ya no había dudas. Noté que no había cambiado mucho, aunque esos piercings en su labio inferior y ceja lo hacían ver mucho más varonil. Se veía un poco más corpulento y alto, más... ¿guapo? ¡Santo Cielo! No pensaba con claridad, yo no podía verlo de esa forma, no a quien me acosó un largo rato en la secundaria. Aún conservaba su pinta de chico rebelde con esa mano tatuada y su postura elegantemente retadora que provocaba escalofríos en mí. Igual que en la secundaria. Recé para que no se acordara de mí, al menos eso era lo que su mirada transmitía.
—¿Acaso no nos conocemos? —preguntó provocando un ligero descontrol en mis pies que logré resolver en el instante.
—Mmmm—balbuceé—y-yo...
Y entonces smoking rojo llegó para salvarme de la embarazosa situación. En cuanto me dio la espalda, escapé con la esperanza de pasar desapercibido de los ojos del resto de personas. "Maldita sea" repetía una y otra vez mientras caminaba hacia la salida. Me sentía aturdido, no necesitaba de respirar el mismo aire que Jeon JungKook, aunque en medio de toda esa crisis mi mente logró recordarme: "El cuadro", como si fuera necesario para vivir. Ya lo había pagado, no tenía por qué dejarlo ahí, pero seguía pensando mientras volvía a mi departamento: "¿Sería bueno tener conmigo algo de Jeon?" Lo pensaría más tarde en una tina llena de agua caliente y burbujas.
De Busan a Seúl no había mucha distancia, ni tanto tiempo de diferencia, sin embargo, aquel chico de cabello oscuro que me perseguía insaciablemente cuando éramos más jóvenes estaba en la misma ciudad que yo, y eso era algo que me costaba un poco poder procesar. Cuando llegué aquí de verdad creí que jamás lo volvería a ver. Sabía que, al viajar a varias ciudades por mis presentaciones con el estudio de ballet, había muy poca probabilidad de encontrarme con él, además, durante este tiempo ya no fue relevante para mí, tanto que lo olvidé. Supongo que ahora no es el mismo adolescente inmaduro que insistió de una manera desquiciante con ser mi novio, parecía que ya no tendríamos ese tipo de problemas, si es que nos volvíamos a encontrar. No obstante, la adrenalina de mirarlo a los ojos y el miedo latente por la manera en la que me sujetó la mano me hizo retroceder varios años atrás. Todavía me hacía sentir intimidado y, el agarre de su mano con mi muñeca, fue muy...como ese último día en secundaria; posesivo.
Había algo que no entendía; ¿por qué tenía pintada a Irene en sus cuadros? Es decir, sabía que eran buenos amigos, pero ¿a ese grado? En secundaria nunca se despegaban, suponía que, hasta el día de hoy, jamás lo hicieron. Pero la forma en que la retrató fue bastante curiosa, al menos no era el mismo sentimiento que transmitían los otros cuadros, era algo más especial, como el que yo compré. También tenía un toque distinto; algo parecido a la soledad, a la pérdida, al miedo y a la desolación. Ese sentimiento extraño me hacía sentir tan familiarizado con los colores que utilizó. ¿Qué fue lo que le pasó a Jeon en secundaria para pintar algo así? ¿Tuvo algo que ver conmigo?... ¡No puede ser! ¡Soy un estúpido! Yo no era el centro de atención de él ¿o sí?
Pensar tantas incoherencias me llevó a entrar a la cama antes de lo que quería. Me sentía satisfecho a pesar de todo, incluso de tener algo muy propio de Jeon. Esperaba que ahora fuera más maduro o que al menos no me recordara, porque algo me decía que tendríamos más encuentros después de este.
Así que "Rain", el cuadro que Jeon JungKook había pintado, se quedaría conmigo, quizá, si lograba canalizarlo de ese modo, como un bonito recuerdo.
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