Hay una chica en mi clase, que tiene los labios más dulces y suaves que he probado y sentido.
Mamá siempre me dijo que me arriesgara sin temor a perder, pues lo habré intentado.
Y eso hice hoy.
Me atreví a robar un beso a la chica de ojos grisáceos y melena dorada que se sienta enfrente de mí.
No lo negaré, si ella llega a enojarse por mi acto de rebeldía, lo comprendería, pero no me arrepiento de haberlo hecho y más este día.
Hace dos años, este mismo día, mi hermano regresó a casa, gracias a dios, con todas las extremidades.
Me siento atrás de ella y haría cualquier cosa para robarle otro beso.
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