Hay una chica en mi clase, a quien por fin logré hablarle.
Mi gran excusa fueron los pequeños rasguños en su rostro, ella se mostró sorprendida y cedió a contarme.
Me lo contó con tanta confianza, que me sorprendió aquello, me hizo sentir especial.
Un pequeño minino juguetón fue la causa de ellos. Ella admitió ser amante de éstos y al intentar acariciar a un pequeñin recibió rasguños, pero la historia tuvo final feliz, lo adoptó.
Fue bueno hablarle y al ver que confiaba un poco en mí, fue excelente.
Nos reímos un poco y continuamos con nuestras actividades.
Me siento atrás de ella y logró mejorar mi día.
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