CAPÍTULO ÚNICO .
Escrito participante para los Kids awards organizado @KalpanaRSaotome.
Palabras:2872
Pareja: Adriloe.
—Y corte… Felicidades a todos. La toma ha quedado excelente. —Hablaba un hombre de voz grave mediante un megáfono, desenroscando las piernas del asiento en donde se encontraba. —Todo mundo, tome un descanso.
El pequeño Adrien de tan solo cinco años salió de la escenografía en donde se estaba llevando a cabo la filmación de una novela. Sus pasos eran calmos e iban y venían para todos lados, hasta que su mirada captó algo que le llamó mucho la atención; a un lado de la puerta, más precisamente debajo de una de las mesas donde estaban los desayunos, había alguien.
—Hola. —Saludó con cuidado de no hacer tanto ruido del que pudiera llamar la atención de sus mayores. —¿Te encuentras bien?
Recibió una negativa de la menor que lucía preciosos ojos azules y una envidiable cabellera rubia.
—Si gustas puedo ayudarte… —Propuso el niño entrando debajo de la mesa y poniéndose al lado de ella. —No quiero que estés triste. Me llamo Adrien ¿Y tú?
La pequeña meditó unos segundos viendo los ojos verdes de ese niño, la verdad es que en su corta vida jamás había visto un color de ojos tan hermoso como los que poseía aquel rubio.
—Chloé. —dijo tratando de contener las pequeñas gotas saladas que surcaban sus azules. —Y no creo que puedas hacer algo por mí.
El niño arrugó la frente ¿Qué era aquello que tenía a la niña de esa forma? ¿Tan segura estaba de que eso era imposible de remediar?
—Bueno… Si no me lo dices, jamás lo sabré y no podré ayudarte. —concilió el menor con una sonrisa afable.
Chloé hizo un puchero que a Adrien le pareció adorable, tanto que se animó a acercarse más a ella y abrigarla entre sus brazos.
—Hoy era el día de mi audición para un personaje importante y ella prometió que vendría. —Jadeó un poco al sentir de nuevo la angustia. —Pero al final todo ha salido mal, me han gritado muy feo por olvidarme de mis líneas ¡Ella no ha venido a verme!
Adrien no sabía que era aquel sentimiento que hacía que su interior se removiera ni esa sensación de de tristeza que de pronto lo abrumaba a él, lo único que tenía en mente era que debía ayudar a esa niña de hermosos ojos y una sonrisa perlada.
—No llores por favor. —Acarició la rubia cabellera de la niña. —No estás sola, quizá tu madre tuvo algo que hacer, ya sabes los adultos son muy raros y siempre piensan más en el trabajo que otra cosa.
Ella secó sus lágrimas y miró a los ojos al niño que permanecía a su lado.
—Pero ella me prometió que vendría. —arremetió de nuevo colocándose en cuclillas y abrazando sus rodillas. —Ella siempre me miente. Además ese hombre gruñón me ha gritado horrible.
Ante eso Adrien frunció el rostro, él era todo un caballero y lo habían educado de tal forma en que gritar a las damas era algo imperdonable; así que con una idea en la cabeza, tomó la manita de la menor para llevarla por los pasadizos de aquel lugar.
—¿A dónde vamos? —Preguntó Chloé siguiendo los pasos de su reciente amigo.
—A vengarnos del hombre que se atrevió a burlarse de ti. —Respondió Adrien como si fuera lo más obvio del mundo.
A Chloé le pareció una idea muy buena, así que lo condujo hasta el set en donde hallaron a un hombre calvo y barrigón sentado en su silla de director. Adrien pareció pensarlo muy bien y solo bastó unos minutos para decidir cómo atacar.
—Ven, sígueme… —Habló quedito el rubio mientras le hacía señas a la niña. —Vamos a ver si así le quedan ganas de molestarte y decirte esas cosas horribles.
Chloé se quedó observando a Adrien, el cual hacía uso de la crema chantilly, poniéndole un poco sobre la mano al hombre; el cual cabe destacar que permanecía dormido pues era la hora de descanso para todos.
Adrien con sumo cuidado sacó el celular de aquel hombre, era una verdadera suerte que el artilugio estuviera desbloqueado y que su hermano mayor, Félix le hubiera enseñado un poco de como usar Facebook.
—Ten toma… A la cuenta de tres comienzas a grabar. —Le dio el celular a Chloé, y él se arrancó un poco de cabello para así comenzar a contar. —1...2...—acercó los cabellos a la nariz del hombre para hacerle cosquillas—...3.
Justo cuando la cámara comenzó a grabar; el hombre empezó a sentir un cosquilleo en la nariz por lo cual hacía gestos ridículos que poco a poco fueron aumentando para por último proceder a querer rascarse pero sólo consiguiendo mancharse el rostro de aquella crema dulce.
–¡ja ja! ¡Para que aprenda a no meterse con las niñas!, ahora sí verá lo que es que lo humillen. —Adrien le hacía gestos con las manos y la lengua mientras que Chloé sólo podía reír con el celular en la mano.
—¡Mocosos del demonio! ¡Ven acá! ¡Denme eso!
Los tres comenzaron a caminar alrededor del lugar, en una batalla en la que los infantes iban ganando. Poco tiempo después decidieron que la guerra en contra de ese hombre debía terminar, logrando que él se disculpara por haberle gritado y haber dañado su corazón. Desde ese día Adrien y Chloé se volvieron inseparables, se reunían cada vez que les tocaba llamado, deseando verse más allá de ese lugar pero por alguna razón que no entendían; sus padres no se llevaban, haciendo que su amistad fuera a escondidas
—Hagamos una promesa Chloé. —Animó Adrien alzando su meñique. —Siempre seremos amigos, los mejores y nunca de los nunca nos separaremos.
La rubia sonrió con sus dientes chimuelos para después asentir.
—Es un juramento… Además siempre estaremos ahí cuando más nos necesitemos.
—Obviamente siempre me tendrás ahí a tu lado. —Se acercó al oído de la chica. —Por qué yo siempre te voy a proteger. —Mencionó entrelazando sus dedos.
Ambos corrían por los pasillos de aquella cadena de televisión sin importarles nada, solo sintiéndose libres de ir y venir, de jugar y de reír como nunca lo habían hecho. Pero pronto su felicidad se vería empañada, pues el día que Audrey al igual que Gabriel habían decidido ir en busca de sus vástagos.
—¡Chloé!
—¡Adrien!
—Ven acá. —ambos iconos de la moda gritaron en coro.
—Creo que estamos en serios problemas. —Susurró Chloé mordiendo su uña con nervios.
—No te preocupes, yo te salvaré si es posible.
Pero en contra de lo que ambos niños pudieran pedir o hacer, los adultos no les permitieron dar un paso más tomandolos de la mano para cada quien llevarlos por caminos diferentes.
—¡Quiero ver a Chloé! —exigía Adrien cruzado de brazos y sentado en el sofá de aquella extensa sala color blanco.
—Ya te dije que no se puede, ella no es digna de ser tu amiga. —La voz de Gabriel sonaba áspera y severa.
—¡¿Por qué?! Ella es mi amiga.
—Nadie que venga de esa familia puede ser amiga nuestra Adrien, ya te lo he dicho.
Mientras tanto; en la casa de los Bourgeois se presentaba una situación similar.
—Chloé por favor ya párate, estás perdiendo el estilo. —mencionaba asqueada la mujer, aquellas escenas donde todo se salía de control le revolvían el estómago muy fácilmente.
—¡Yo quiero ver a Adrien! ¡Él es mi mejor amigo!
—Ya te lo dije Chloé… ese niño no es bien visto por mi. —se quitó las gafas negras para verla a los ojos. —Y espero me obedezcas, no quiero que te le acerques.
Después de ese día, tanto Jean-paul como Nathalie habían recibido la orden de custodiarlos en los ensayos para que no pudieran verse ni entablar conversaciones o jugar. Los niños no entendían la actitud de sus padres, ellos sólo querían tener a alguien con quien jugar, con quien pasar el rato y con quien hablar de su día.
Tres semanas habían pasado ya como si todo lo ocurrido hubiera quedado atrás al menos para ambos padres de familia, sin embargo los asistentes/niñeros de ambos infantes habían notado un cambio tremendo en la actitud de estos; casi no querían comer, ni dulces, se la vivían callados y la tristeza era visible en su mirar.
Los encargados de su cuidado no podían permitir aquello, pues cada que los chicos preguntaban el por qué de aquella nefasta separación; ellos sólo podían cambiar el tema, o así era hasta esa misma mañana en donde gracias a la relación amistosa que llevaban fuera de su trabajo Jean y Nathalie habían acordado en llevar a ambos niños. El encuentro fue maravilloso, los dos se abrazaban mientras besaban sus mejillas, disfrutando del día, de sus juegos o bromas.
—Niños vengan… —gritó Nathalie desde una banca del parque.
—Ya es hora de irnos Chloé, no queremos que tu mamá llegue de la empresa y no te vea haciendo tus deberes. —continuó Jean.
Un largo “No” seguido de un “aaaah” se dejó escuchar por parte de los pequeños haciendo pucheros con los labios tomados de las manitas.
—Pero aún es temprano. —alegó Chloé.
—Además ustedes prometieron contarnos el por qué nuestros papis están molestos. —recordó el rubiecito apuntando con los dedos a ambos adultos.
Jean tomó el puente de su nariz suspirando y Nathalie sólo miraba de un lado a otro buscando alguna excusa pero al no hallar ninguna se enderezó en su asiento relajando la postura.
—Bien niños… —movía los dedos sobre su falda buscando las palabras correctas para mejor entendimiento de ellos. —Ambos saben que papá y mamá trabajan en el mundo de la moda. —Vio a los dos asentir. —Bueno… Entonces como ese trabajo es muy complicado y muy difícil de tener; ambos no desean que por culpa del otro… Pues...su nombre junto con sus diseños salgan de ese amplio mundo de la moda ¿Entendieron?
Adrien posó su mano sobre su mentón pensativo para después asentir.
—Los mayores sí que son bien complicados. —hizo un mohín con sus labios. —jamás quiero crecer.
La rubia lo abrazó y también hizo una mueca de asco.
—Ay no… Guacala.—coincidió ella. —A mi me gusta actuar y a Adrien también, pero nunca me enojaria con él.
—A veces las personas solemos ser un poco envidiosas Chloe y se nos olvida el significado de ser amigos.
Nathalie lo observó con una pequeña sonrisa, aquel hombre sí que tenía la razón.
—Eso es verdad, sus padre fueron mejores amigos en el pasado pero sus labores tan iguales lograron enterrar aquello.
Ante eso los niños se separaron para mirarse cómplices…. A sus rubias cabezas había llegado o misma idea. Y así poco tiempo después ambos asistentes se aventuraron a pararse frente a sus jefes con la intención clara de convencerlos a ir al set filmaciones donde se habían encargado de decirles que a los respectivos niños los habían trasladado. Ambos al escuchar que sus hijos estaban en problemas aparentemente decidieron no cuestionar nada e ir al lugar.
Gabriel fue el primero en llegar junto con Nathalie, a este no le hizo mucha gracia ver a su antigua amiga parada frente a la puerta de grabación quiso irse pero el asunto con su menor lo impidió.
—Audrey Bourgeois… ¿Se puede saber qué haces acá? — Su voz era áspera y muy seria.
Ella lo barrió con la mirada de los pies a la cabeza y luego apartando la mirada hacia otro lado.
—La misma pregunta te hago. —dijo tomándose de la cintura.
Audrey decidió cortar aquello que el empresario iba a decir pues últimamente no le interesaba, tomó el pomo de la puerta encontrándose con la escena de dos niños empujándose y discutiendo.
—¡Eres un bobo! —decía Chloé enojada. —¡Yo soy mejor que tú!
—¡No! ¡Yo lo soy! —le regresó el empujón mientras le sacaba la lengua.
—Mi actuación es mejor que la tuya. —Se burló la chica poniéndose de pie.
El pequeño Adrien le sacó la lengua en son de burla.
Audrey fue la primera en reaccionar sorprendida de la pelea entre ambos niños, lo poco que había visto entre ambos menores le daba pie para ver que se llevaban bien ¿Y ahora de la nada se peleaban?
En tanto Gabriel, parecía desconcertado ante la actitud de su vástago pues él le había inculcado valores.
—¡Chloé! Deja de ser grosera. —regañó su madre. —Ven acá.
—Adrien compórtate… Eso no está bien.
Ambos niños ignoraron los reclamos de sus progenitores siguiendo una línea de de reclamos e insultos infantiles. Gabriel y Audrey se miraron para proceder a acercarse a sus hijos tomando las pequeñas manitas con la intención de separarlos.
—¡Ya basta! —hablaron los adultos al unísono.
—¿Qué te está pasando Adrien? — Intervino Gabriel observando los verdes de su hijo. —Te eduqué para respetar a las mujeres, además se pelean por cosas insignificantes.
La rubia mayor tomó de los brazos a la niña para primero darle una mueca de enojo, el cual luego quedó en el olvido dando paso a la compresión.
—Por nada del mundo debes perder la clase hija, menos con cosas tan triviales como esas ¿Por qué te interesa tanto hacer ver que actúas mejor?, eso es patético.
—Claro, y más si dicen que son… Amigos.
Ahora fue el turno de ambos niños de verse y seguidamente comenzar a reír dejando a sus padres con la duda reflejándose en la mirada. Adrien jaló de la mano a su padre y Chloé hizo que su madre se posara cerca de él.
—¿Lo ven? —inició Adrien dando brinquitos.
—Así de patéticos se ven peleando por cosas del trabajo.
Los semblantes de los adultos se endurecieron al no entender lo que ocurría.
—¿Ustedes como van a saber? Son apenas unos niños.
Nathalie, quien hasta ahora había permanecido callada junto a Jean Paul, se acercó a los presentes.
—Podrán ser niños pero ellos son muy intuitivos, inteligentes y sin complicaciones. —aseguró.
—Han comprendido la situación perfectamente, y tanto ellos como nosotros creemos, si me lo permiten, que esto es totalmente ridículo.
Los niños se pusieron uno al lado de otro con sus manitas juntas.
—Nosotros solo queremos ser amigos ¿Eso es malo? — Cuestionó Chloé.
—¡Sí! No estamos haciendo nada malo. —apoyó Adrien.
—Lo que nosotros sabemos es que ustedes eran muy buenos amigos, no entiendo como pudieron dejar de serlo. —Continuó la pequeña rubia. —¿Es más importante sus trabajos que la amistad?
Agreste y Bourgeois suspiraron recordando las memorias pasadas, esos años de instituto en donde eran como dos bolas de azúcar muy unidas, esas risas en cada día compartido, esos secretos que se habían confiado.
—Es difícil….
—Han sido años en los que nos hemos dedicado a ser contrincantes.
Los niños llevaron sus manitas a sus frentes para palmearse, a veces no entendían a los adultos y sinceramente se decepcionaban más de ellos al punto de no querer ser grandes.
—Por favor… Déjenos ser amigos.
—Por fis, por fis. — los dos gritaban tomándose de las manos viéndolos con ojos suplicantes.
Los adultos llevaron sus ojos al otro con el mismo pensamiento. Se habían dejado arrastrar por la ambición de ser famosos y ser los mejores, aunque la verdad era que eran muy orgullosos así que jamás lo aceptarían.
—Creo que no me parecería tan irritante que tu hijo esté cerca de Chloe, sobre todo porque parece que la genética no le jugó una mala pasada haciéndolo parecerse a ti. —dijo Audrey sin más.
El hombre de negocios formó una leve sonrisa negando divertido, ahí estaba su vieja amiga; con ese humor tan agrio pero captando la intención de dejar todo atrás.
—Creo que si tu hija es igual de sobreprotectora que tú… Mi Hijo va a tener serios problemas. —comentó para después sonreír. —Pero si resulta una buena amiga como tú, me doy por bien servido.
La de cabello corto lo miró sintiendo una paz en su interior, la verdad era que de nada le servía tener fama y dinero si no tenía con quien hablar ni compartir sus penas después del divorcio con su marido. Además sabía que él también deseaba tener a alguien que lo escuchara o entendiera sobre la muerte de su esposa.
—¿Y entonces? —se interesó Adrien.
—¿Nos van a dejar ser amigos?—Intervino la pequeña Chloé.
Ambos asintieron, ya era hora de dejar atrás el pasado, las rencillas que pudieran haber tenido no valían la pena, además de que los niños tenían razón y esa pelea era muy ridícula.
—Anden vayan a jugar. —Propuso Audrey con una sonrisa.
—Y después a comer un helado ¿Les parece? —siguió Gabriel.
Los pequeños comenzaron a gritar y hacer fiesta por aquella resolución, los cuatro adultos estaban felices de ver la inocencia en sus acciones. De pronto Adrien se animó a la niña dándole un pequeño beso en la mejilla haciendo que esta se sonrojara.
—¿Lo ves? Te dije que siempre te protegería.
Ella se quedó perpleja pues era la primera vez que un niño se acercaba de esa manera a ella, pero no tuvo tiempo de decir nada más pues el chiquillo la tomó de la mano para comenzar a correr en la estancia.
Sin duda alguna ese sería el comienzo de una gran amistad, de una gran reconciliación y de mucha protección entre ambos pero sobre todo de mucha alegría.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro