Final
Antes de comenzar con el capítulo.
Ya se han publicado los SonicAwards. ¡A nominar a sus historias y autores favoritos!, para saber más sobre el concurso visiten la cuenta y la obra ya publicada. <<Principalmente porque a mí me da hueva explicar todo :v>>
9 de agosto de 2016. Primera publicación de esta historia.
9 de agosto de 2017. Capítulo final.
Amy POV:
No sabía que hacer. Me encontraba angustiada. Mis manos temblaban, ya ni siquiera era capaz de poner un simple vendaje. Cualquiera se tomaría un descanso, sería lo más lógico. Y lo haría, si no fuera por la situación en la que nos encontramos.
Son tantos los heridos que cuesta atender uno a uno. Hay gente recostada en el piso esperando por ayuda, otras tantas ya están muertas.
Un aturdidor sonido hizo retumbar mi tímpano izquierdo, creo que el hecho de que la mina explotara tan cerca de mí, me ha dejado con dificultades para percibir ruido en mi oído derecho.
Más de uno llevó sus ojos hasta la fuente proveniente del sonido. Era la Base de los Halcones, la bomba ya había estallado.
Apreté los dientes, mordí mis labios hasta el punto de sacar sangre. No tenía conocimiento de tu estado, ni siquiera si ya te encontrabas aquí.
Atendí a dos pacientes más. Me solté a llorar e hice lo que se suponía no debía de cometer, irme.
Tails quizo detenerme, probablemente para hacerme recapacitar en que era más importante la gente que teníamos esperando. Fui egoísta, y corrí sin escucharlo.
Llegué al área donde descargaban los camiones. No te veía por ningún lado. Decidí preguntar sobre ti al hombre que tenía como labor anotar a cada persona que llegaba.
Le arrebaté la lista de las manos. La miré una y otra vez. No encontré lo que precisamente buscaba. Tu nombre no estaba allí, el de mis padres sí. ¿Ir con ellos o buscarte?. Mis ojos se cristalizaron, un nudo se formó en mi garganta y con hilo de voz, pregunté.
Amy: ¿Son todos?. —Mientras tuviera una posibilidad, tendría fe en que estuvieras a salvo.
—Lo lamento, señorita.
3 simples palabras me hicieron llorar a cántaros. No habías subido en el último camión que llegó. Me quedé parada, sin hacer nada. Quizá buscar consuelo con mis padres sería lo mejor, o seguir ayudando con la atención médica para distraer mi mente de la posibilidad de que no te volvería a ver.
Di la vuelta y observé que el último camión que estaban descargando seguía con las llaves puestas.
Esperé a que bajaran a todos. Abrí la puerta del conductor, me subí y comencé a conducir. Te iría a buscar costara lo que costara.
Con los desniveles se complicaba manejar sin volcarse, derrapar o simplemente chocar contra algo.
Estaba por llegar a la zona, y sin previo aviso te hallé. Más lágrimas salieron, estabas tumbado en el suelo con unas cuqntas quemaduras, a la vez, había dos cadáveres cerca de ti, Melphiles y Shadow. Bajé corriendo hacia ti, coloqué mi oído izquierdo en tu pecho, aún se lograba escuchar el latido de tu corazón, pero éste ya era muy débil.
¿Recuerdas las veces que me cargaste? Te juro que no sé cómo lo hacías ver tan fácil. Fue cuestión de varios minutos para que pudiera subirte al asiento del copiloto, te aseguré con el cinturón y te besé la frente.
Conducí apurada para llegar al Campamento. Paré y pedí ayuda para sacarte del interior del auto sin lastimarte. Ellos te llevaron a una carpa, los seguí pero no me dejaron entrar contigo.
Alguien me tomó de la mano. Volteé, se trataba de mi madre. Sin dudarlo salté a sus brazos, ella me abrazó cariñosamente.
M: No llores, mi niña. —Me acarició las púas con dulzura, como sólo ella lo sabía hacer.— Tu padre ya está atendiéndolo. —Me abracé más a ella.
Sin duda, no fue el reencuentro que esperaba. Quería que tú fueras parte de él también. Estaba segura que mis padres te aceptarían.
Alguien me llamó, seguido por un chiflido, era Fiona. Tenía que seguir con la asistencia médica. Solté a mi madre, me sequé las lágrimas y le pedí que me buscara si algo pasaba.
Y de nueva cuenta, otra vez tenía que atender heridas.
Por supuesto que, le informé a todos que ya estabas siendo atendido por uno de los mejores médicos. Teníamos esperanza de volver a convivir contigo.
Le tomó a mi padre casi 1 hora y media atenderte. Un armadillo me vino a buscar. Pasó una mano por detrás de su cabeza y nervioso me informó que tenía que ir donde mis padres.
Me desasosegaba el como me lo había dicho, no se mostraba muy feliz y su lenguaje corporal reflejaba intranquilidad.
Visualicé a mis progenitores fuera de la carpa. Abracé a mi padre.
P: Está vivo.
Me alegré. Mis labios querían pintar una sonrisa, pero al momento de escuchar el resto decidieron no hacerlo.
P: Aunque no por mucho. Quisiera haber hecho más, pero hay escasez de material.
No quise seguir escuchando, entré. Ahí estabas, recostado. Mi padre había tratado la mayoría de tus heridas.
Te tomé de la mano y me eché a llorar. Realmente que esos cabrones te habían lastimado.
Me quedé junto a ti, esperando una respuesta, un susurro, un balbuceo, o que tan siquiera abrieras los ojos.
Era muy difícil pasar la tempestad sin tu refugio.
Probablemente si me hubiese quedado a tu lado, con suerte hubiera sido yo quien moriría.
Recordé que mi padre solía decirles a las familias que aún en estado de coma podían escucharlo. Quizá también funcionaría en esta ocasión.
Amy: Nunca debí de enojarme contigo por aquella vez en el incendio. Fue tonto, estúpido, absurdo, egoísta e infantil. Tú sólo querías ayudar. —Acaricié tu mejilla, tenías una gasa puesta.— Ojalá me hubiera tragado el orgullo para ir a buscarte y pedirte perdón.
Derramé aún más lágrimas.
Amy: No debiste de hacer eso, corriste mucho peligro. Los trajiste a mí, justo como lo prometiste. Nunca creí que harías tal locura. —Me quedé en silencio un momento. No podía abrir los ojos o más bien no quería, asimilar la idea de que en un rato ya no estarías conmigo, el sólo hecho de pensarlo me mataba.
—Emmm... ¿Puedo?. —Giré mi cabeza. Era tu amigo, Tails.
Los ojos se le llenaron de lágrimas, mi padre ya le había explicado el problema.
Tails: ¿Me dejarías un rato a solas? Te- tengo que despedirme. —No lo contuvo más y sollozó.
Salí. Mis padres estaban ahí, así como también algunos amigos, habían venido con mucho esfuerzo, pues no todos estaban en condiciones. No querían dejarte sin haberse despedido.
Lloré sobre el hombro de mi padre. Sentí como alguien abrazaba mis piernas. Me giré para mirar al causante. Eran tus hermanitos.
Manic: Dime que no es cierto. ¿Él se va a poner bien, verdad?. —Agua salada corría por sus mejillas, lo mismo con su hermana. Sus voces eran quebradizas.
Verlos así me desgarró el corazón. Ya habían perdido mucho, ahora seguía su hermano mayor.
Me arrodillé para estar a su altura. Me abrazaron y lloraron conmigo.
Tails salió de tu tienda deprimido y empapado de lágrimas. Las visitas continuaron, decidí que sería lo ideal que los pequeños entraran al final.
Cuando te vieron no pudieron contener las ganas de gritar y llorar en tu regazo. Su pilar más fuerte estaba por derrumbarse.
Sonia te contó los cuentos que tú solías leerle. Mientras que Manic te hablaba lo que ellos habían hecho mientras tú no estabas, te dijo que robaba un trozo de comida en las madrugadas para que si llegabas inesperadamente, no te quedarás con el estómago vacío, se preocupó por ti cada día. Te amaban sin mesura.
Se quedaron gran parte de la noche. Querían dormir aquí. Mas yo no los dejé. No podía evitar lo inevitablemente. Morirías, no quería que estuvieran presentes en ese momento.
Lloré hasta quedarme dormida a tu lado, teniendo la esperanza de despertar y verte hablándome. Demostrándole a todos que eras un hueso muy duro de roer.
(...)
El cielo se iluminó por tu sonrisa, ahora tenía un ángel más.
Te perdí por la madrugada.
Tu muerte generó opiniones divididas. Algunos comentaban que fue lo mejor, pues existía la posibilidad de que retomarás las ansias de matar en un futuro no muy lejano, algo que nos conduciría a lo mismo. Yo me burlaba de sus palabras, te conocía y sabía que no serías capaz de ello.
Con el fin de la guerra y el paso de los años, se reconstruyeron hogares y establecimientos. Así como también la mayoría optó por mudarse a un lugar lejano.
En mi caso fue al revés. Se suponía que yo debería de regresar a mi lugar natal, donde comenzó todo esto.
Sin embargo, decidí mudarme acá únicamente por tu recuerdo.
Intenté quitarme la vida en 3 ocasiones. Afortunada o lamentablemente, alguien siempre estuvo para impedirlo.
Entré en depresión. Bajé en calificaciones. Decidí dejar de estudiar. Me llevaron a terapias, mas nada parecía funcionar.
Pasé todo un año en este estado. Culpándome y sufriendo por tu muerte. Estaba devastada.
Lamenté mucho el hecho de que nunca pudimos tomar una foto donde saliéramos los dos, nunca tuve una carta tuya, ni siquiera conocí tu caligrafía. Lo único que tenía de ti eran recuerdos.
Me tomó dos años llevar a cabo la remontada. Retomé los estudios. Sobresalí.
A penas cumplí los 18 me volví tutora de dos niños, Manic y Sonia. Los cuales habían vivido en un orfanato, aún eran muy pequeños como para cuidarse solos. Por problemas en mi familia no pudimos cuidar de ellos. Pero en cuanto tuve oportunidad, no la desaproveché.
No te mentiré. Tu muerte los cambió. Fue más notorio con Manic. Peleaba en la escuela y desarrolló una forma de pensar hacia ti un tanto negativa. No quería que te odiara, Sonia y yo intentamos cambiar esa ideología, pero nunca vimos una mejora.
Visité tu tumba. Te dejé flores frescas, tal como lo había hecho todo el tiempo. En el ramo, anexé una carta; para muchos, algo estúpido, no la leerías, lo sé; pero necesitaba sacar lo que sentía. Te habían ubicado en una zona con mucha vegetación, era muy bonita para pertenecer a un lugar con un fin tan lúgubre, albergar cadáveres.
Ese día vestí con algo que sabía muy bien, te haría sentir orgulloso. Una toga y un birrete. Hoy me graduaría, para luego mudarme a otro Estado, pues planeaba ejercer mi profesión en el lugar en que comenzó mi madre.
Me despedí de ti y subí al auto con papá. Al llegar al evento todos mis compañeros me saludaron así como también se despidieron, pues sería el último día que nos veríamos.
Las autoridades escolares me nombraron. Subí al escenario y me entregaron mi diploma. Miré hacia las gradas, ahí estaban los chicos, tus hermanos y mis padres. Ah, y mi hermano, creo que se me ha pasado escribirte eso en la carta, mi madre ha logrado un segundo embarazo. Tendré un hermanito ¿lo puedes creer?.
Me pregunto, ¿cómo sería si tú estuvieras aquí? Muy probablemente me gritarías al momento que pasara en frente. O quizás estarías ocupado burlándote de la pierna que le amputaron a Scourge a causa de aquella granada.
Al terminar, todos me felicitaron. Hoy tendría una fiesta, no sabía precisamente si asistir o quedarme en casa. Siempre imaginé ir en tu compañía.
(...)
Era de noche, tenía mis cosas listas. Metí las llaves en el auto y observé las estrellas, sonreí, pues me acordé de ti.
Sonic: El cielo... Está despejado, las estrellas se observan con claridad.
Amy: Sí... Son muy bonitas...
Sonic: Se ven mucho mejor en un telescopio.
Amy: ¿Ya las has logrado observar en un telescopio? Vaya... Yo siempre he querido hacerlo pero nunca he tenido la oportunidad.
Sonic: Si tú y yo salimos de esta... Ya sabes, cuando la guerra acabe... Te llevaré a verlas a un mirador.
Amy: ¿En serio? ¿Harías eso por mí?.
Sonic: Ya te lo he dicho... Haré hasta lo imposible por verte feliz.
Espero que aún me recuerdes y que me extrañes tanto como yo a ti.
Lo he pensado más de una vez y... Creo que ya es tiempo de dejarte ir. No olvidarte, pero sí dejar de atormentarme.
Trabajo. Una nueva etapa, tengo nervios, comenzaré a vivir lejos de mi hogar... Al menos, estoy segura que tengo tu apoyo.
No tengo por qué temer, tú cumples tus promesas, así que confío en que siempre me protegerás.
Fin.
Aún no la quiten de su biblioteca, hay epílogo.
Pueden utilizar este párrafo para mandarme a chingar a mi madre.
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