Siempre te amaré
- Diana, escúchame - Steve tomo mis manos entre las suyas - tuve una gran vida
- No, Steve - negué al darme cuenta de lo que diría
- y tú hiciste que fuera mejor - siguió hablando - pero sabes lo que tienes que hacer, el mundo te necesita, ¿ok?
- no
- sí
- no - seguí negando mientras tomaba entre mis manos su rostro - jamas amaré de nuevo
- espero que no sea verdad, Diana, hay un bello mundo ahí afuera, un loco mundo nuevo, y me alegra mucho haberlo visto, pero te merece a ti
- no quiero despedirme, no, yo no puedo
- no tienes que hacerlo - limpió algunas de mis lagrimas - ya me había ido
No quería alejarme de él, no quería perderlo, pero debía hacerlo, debía renunciar a él. Lo besé, nuestro último beso, no lo volvería a ver jamas, aún sin querer hacerlo me separe de él, dí media vuelta y empecé a caminar.
- siempre te amaré Diana, no importa donde esté
- y yo también - susurre aún con lágrimas en mis ojos - renunció a mi deseo - dije eso con todo el dolor de mi corazón y comencé a correr
...
- mami, mami, despierta - abrí los ojos y me encontré con mi pequeña Stephanie muy alegre saltando en mi cama
- mi amor - la salude con alegría - ¿qué pasa? - sonreí al ver esos hermosos ojos azules
- mirá lo que me trajo santa - salto de la cama y corrió hacía la sala con una gran sonrisa
Unos segundos después mi pequeña rubia volvió a la habitación con algo en las manos.
- mirá mami, es un avión - me mostró su nuevo juguete
- ¡Wow! Esta increíble - sonreí ante la emoción de mi pequeña
- si, es maravilloso - su rostro reflejaba alegría y emoción - me encanta
- que bueno mi amor - le dedique una mirada y una sonrisa llena de amor - ven, acuéstate conmigo
Ayudé a mi hija a subirse a la cama conmigo, la acosté a mi lado, la tome entre mis brazos y la tapé con todas las cobijas.
- Te amo - le dí un beso en la cabeza y la envolví en un gran abrazó
- yo también te amo mami - sonrió y me correspondió el abrazo - pero tengo hambre - soltó una pequeña risita
- ¿tan temprano? - la miré sorprendida
- sí - asintió con la cabeza y una pequeña risita
- bien - aflojé un poco el abrazó y reí levemente - vayamos a desayunar entonces - nos destape a ambas - ¿qué quiere desayunar mi princesa? - pregunte poniéndome de pie y ofreciéndole tomar mi mano
- waffles - respondió saliendo de la cama de un brincó
- bien, serán waffles entonces - Stephanie tomó mi mano y ambas salimos juntas de la habitación - ¿qué te parece si vas a jugar a la sala mientras yo preparó el desayuno?
- de acuerdo mami - soltó mi mano y corrió a la sala a jugar mientras yo iba a la cocina a preparar el desayuno
Después de unos minutos el desayuno estaba listo, eran waffles, jugo de naranja y un poco de fruta.
- Steph - llamé a mi pequeña - el desayuno esta listo
Stephanie corrió al comedor, dejando casi todos sus juguetes en la sala, excepto el avión. La ayude a sentarse a mi lado y dejó su avión en la silla de a lado.
- ¿podemos salir al balcón? - preguntó al terminar el desayuno
- claro que sí, pero primero debo recoger todo esto - dije señalando todo lo que se encontraba en la mesa
- yo te ayudo - se levanto y me ayudo a llevar algunos platos a la cocina
Cuando termine de levantar todo lo de la mesa, lavar los trastes y ordenar todo en la cocina, me acerque a mi hija y la cargué.
- ahora sí, ven aquí - la tomé entre mis brazos y camine hacía el balcón
- te quiero mucho mami - mi niña me abrazó y me dio un beso en la mejilla en cuanto salimos al balcón
- y yo a ti mi niña, te amo - le dí un enorme beso en la mejilla y ella sonrió - mira, un avión - le dije al alzar la vista al cielo
Señale hacía el cielo y mi pequeña enseguida volteo a ver muy alegre.
- ¿sabes mami? Cuando sea grande yo voy a pilotear los aviones cómo lo hacía papá - al escucharla decir eso regrese mi vista hacía mi hija
- seguro que sí cariño, yo sé que sí - no pude evitar sonreír
Regrese mi vista a aquel avión que iba pasando y solté un suspiro.
- siempre te amaré Steve - dije en un susurro casi inaudible - no importa donde esté
Regrese mi mirada a Steph, acaricie su cabello y ella me sonrío. Steve se había ido, pero me había dejado el regalo más hermoso del mundo, mi pequeña Stephanie Trevor Prince, mi hermosa hija.
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