Capitulo 4
¿A quién engañamos?, los dos querían perder, pero, Carlos quería invitarla a salir, así que... hizo un poco de trampa. Sacó el cartucho de su arma y aplastó la tercera bola de pintura, el arma se atascaría y Jill ganaría. Era un gran plan.
Cuando los tres minutos acabaron empezó la cacería, Carlos buscaba cautelosamente por todos lados, el sonido de las aves era una buena distracción, pero el era un buen cazador, y encontraría a su hermosa presa.
Cerca de él estaba ella, observando cómo buscaba a los alrededores sin siquiera notar su presencia, maldiciendo al árbol con el que tropezó, se agachó. Carlos ya sabía dónde estaba, se acercó y disparó una vez manchando un árbol de pintura azul.
- ¡ríndete Jill, ya te encontré! -Celebró antes de tiempo.
Jill ya no estaba en el suelo, sin que él lo notara, se arrastro y se apunto a su espalda lista para disparar, pero no lo hizo.
- En realidad... -susurró cerca de él- el cazador se volvió la presa esta vez... -¡maldición! Ese susurro fue excitante.
- No acaba, hasta que dispares - Carlos soltó su arma y rápidamente la desarmó, ella golpeó el arma y la lanzó lejos, intentaría derribarlo, cosa que falló pues, Carlos la tomó de la cintura y la puso contra un árbol- ¿te rindes?
Jill se soltó y esta vez lo hizo caer, pero ella se colocó sobre su entrepierna, ambos lo estaban disfrutando, pues Carlos la tomó de la cintura y se sentó con ella encima.
- ¿te rindes? -preguntó Jill jugando, posando sus palmas sobre el pecho del moreno.
Carlos acarició su rostro, y delineando sus labios con el dedo pulgar, pedía su permiso para besarla, ella lo rodeó con sus brazos y acarició su largo cabello, anhelaban aquel beso desde la noche anterior.
Sus labios se rozaron, acariciándose con delicadeza, sus corazones latían al máximo, pero, no solo por la adrenalina de momentos atrás. Sino porqué sentían algo muy fuerte por el otro.
Separándose por la falta de oxígeno, permanecieron en la posición anterior, ella sobre él rodeándolo con sus brazos, y él rodeando su cintura, deseando que ese momento no acabara.
- Entonces... -habló él- ¿te gustaría ir a cenar conmigo, esta noche? -ella sonrió, y rozó sus narices.
- Me encantará, -lo abrazo, dejando su cabeza sobre su hombro, él la abrazo por la cintura- pero, igual me enseñarás a cocinar.
- Claro que sí, será un honor Valentine -la apretó cariñosamente entre sus brazos.
Volvieron a la casa, como tenían ropa de entrenamiento decidieron salir a correr un rato.
•••
Horas más tarde, se encontraban en la cocina otra vez, Carlos la guiaba en el proceso, prepararían los clásicos espaguetis con albóndigas.
Jill estaba a cargo de la salsa y la pasta, se le veía motivada, Carlos le enseñaba a cortar albahaca también.
- Vamos, no es difícil... -la rodeo para tomar sus manos y comenzar a cortar, dejó un beso en su mejilla al verla sonreír.
- Con un maestro como tú, dudo que lo sea -giro su rostro y dejaron de cortar- Estoy segura que debes ser un buen maestro en todo...
- Hmm... -se besaron durante unos segundos- no me tientes a mostrarte todo lo que sé...
No tenían quince años, sabían a donde iban con todo ese coqueteo, no era un secreto, se atraían mutuamente, y era lo que más querían pero, nadie quiere que la relación se base en hacerlo todo el día.
- ¿a donde te gustaría ir? -pregunto él- tú solo ordena.
Ella no acostumbraba ir a restaurantes, preferiría ir con el a donde fuera, no exactamente a cenar, con ir por un café y charlar, sería suficiente.
- Quiero conocerte más, así que... -se giro y se abrazaron, sus brazos eran el sitio perfecto- solo quiero estar contigo, en un café, un parque o aquí en casa. Solo quiero poder... enamorarme más de ti.
¡Solo vayan a su habitación de una...
Cállate, aún no pasa.
Carlos sonrió, sintiéndose afortunado. Siguieron con la comida terminando luego de unos minutos. Jill estaba entusiasmada.
- Se ve bien -dijo la castaña, con sus manos sobre la cintura, observando cómo el moreno la servía- ¿Crees que sepa bien...?
- No... -sonrió jugando- estará delicioso.
Se sentaron a comer, y vaya que estaba delicioso, comieron entre platicas y risas, estaban pasándola bien.
- Entonces, mi bella dama, -habló Carlos con una voz profunda- me encantaría invitarla a tomar un café, pasear por la ciudad y conocernos más. -la tomó de la cintura, y beso su frente- ahora, ve por un abrigo, te espero en el auto.
Jill subió las escaleras y se puso una blusa color vino, con unos pantalones negros y botas negras. Tomo las llaves de casa y se encontró a Carlos esperándola para abrir su puerta, él vestía una camisa blanca, pantalones azules.
Y así... comenzó esa noche.
N/a: vine un día antes, como la regla jaja 😂
Cap doble...
🖤
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