Jill parpadeo varias veces para aclarar su vista, creía haber muerto con aquella prueba que la haría "la esclava perfecta" según Wesker, pero sí había funcionado.

La rubia alejó sus manos del cuello de...

- C-Carlos... -estaba a punto de matarlo.

Se puso de pie tan rápido que sintió como su vista se nublaba y caía sobre sus rodillas, pero el moreno la atrapó en sus brazos estando aún en el suelo.

- ¿Jill, eres tú? -preguntó Carlos con algo de temor en su voz, ella llevó su mano a la mejilla del moreno dándole leves caricias.

- Soy yo... -habló con un ligero temblor en la voz.

Carlos no podía creerlo, abrazó a Jill con cuidado de no lastimarla, tenía que en cualquier momento ella volvería a desaparecer.

- Jill... -habló el castaño arrastrándose hasta ella- volviste.

- Sí, -sonrió al separarse de su pareja- ¿Qué te pasó?

- Me dejaste sin hijos... eso pasó, -bromeó mientras se ponía de pie- ya pasará.

Después de unos minutos recordaron la razón de estar en ese lugar, Carlos se puso de pie junto con Jill.

- Debemos detener a Wesker y Excella. -habló Sheva mientras le daba un pañuelo a Jill para que limpiara los pequeños hilos de sangre que corrían por su pecho.

- No deben estar lejos, -habló Chris recargando sus armas- aún podemos alcanzarlos.

- Adelante, los alcanzaré pronto... -Jill se quejó pero Carlos siguió hablando- no los dejen escapar y consigan una muestra.

Los dos salieron corriendo tras los blancos, mientras el moreno intentaba contactar con Stone. Pero la rubia lo detuvo.

- ¿Qué haces? -preguntó quitándole una radio.

- Llamo a alguien para que te lleven a la base, -dijo viéndola a los ojos- estarás a salvo.

- ¿Me crees incapaz de lograrlo? -dijo ella muy molesta.

- ¿Qué? -chilló el moreno- ¡No! Solo intento que estés en un lugar seguro.

- Puedo hacer esto, -acababa de salir del control de Albert, pero se sentía en perfecto estado para seguir- Tengo algo que hacer...

- ¿A dónde crees que vas? -el moreno la detuvo de la muñeca.

- Tengo que destruir toda la información que tenga Tricell, -intentó soltarse pero era inútil- ¡ya suéltame!

- Jill, acabo de recuperarte, -no quería dejarla ir, esta vez podría perderla para siempre- ya te perdí una vez, no me hagas esto de nuevo... te lo ruego.

Dejó de luchar contra ella y solamente la rodeó con sus brazos, soltando algunas lágrimas y sollozos. No podía, no quería dejarla ir.

- Si no acabó con ellos, -ella lo abrazó igual de fuerte- jamás nos dejaran en paz... -se separó de él para unir sus labios en un beso profundo y lleno de sentimientos encontrados.

- ¿Aún recuerdas esa noche? -preguntó el moreno cuando ella se había separado de él- dime qué fue lo que me prometiste esa noche...

La rubia sonrió y se acercó a él nuevamente, tomó su rostro entre sus manos y dejó caricias sobre sus mejillas ahora resplandecientes en lágrimas.

- Amé como sonaba mi nuevo nombre... -besó sus labios una vez más antes de irse- Jill Oliveira... Acepté casarme contigo esa misma noche a escondidas de todos, prometí amarte como mi esposo y el futuro padre de mis hijos, prometí estar a tu lado siempre y darlo todo por ti, incluso mi vida.

- Prométeme que volverás... -estrecho a su esposa contra su cuerpo- por favor.

- Claro que volveré... -rió un poco antes de separarse- aún debemos contarle a Chris que nos casamos sin que él lo supiera.

Ambos rieron y se separaron de aquel emotivo momento, alejándose uno del otro.

- ¿Te veré pronto? -preguntó Carlos mientras le daba un arma.

- Cariño, me verás todos los días de tu vida... -el moreno río por aquel comentario- volveré antes de que notes mi ausencia. Te amo.

- Te amo...

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