9
—Buenos días, mamá. —saludo a mi madre con un beso en la mejilla. —Estás tan hermosa como siempre.
—¿Aún estás en pijama? ¿Qué esperas que no te pones el uniforme?
—Hoy es la fecha de la recaudación anual, mamá. La feria empieza al mediodía.
—Es verdad. Lo había olvidado. —Me alcanza la ensalada de frutas que ha preparado.
—Gracias.
—¿Y en qué puesto estás? Porque te has unido a un grupo, me imagino. Sabes que siempre es bueno ayudar.
—Sí, mamá, lo sé. Y sí, estoy con Joshua y Jordan.
—¿Jordan es un compañero nuevo?
—Sí, llegó a inicios de año.
—Espero pueda conocerlo pronto.
—Yo también, mamá.
—¿Y cuál es el puesto en el que estás?
Te sorprenderás.
—Es un puesto de besos, mamá.
—¿Un qué?
Vale, que con esa última pregunta ya no sé cuántas van.
—Fue la idea de Joshua y recuerda mamá, siempre es bueno ayudar. —digo lo mismo que me dijo ella.
—Chistoso eres, mejor ve a ver a tu hermana y que baje a desayunar. Ella sí tiene que ir a la escuela.
Le doy el último sorbo a jugo de mango y subo las escaleras.
—¡Risitas! —doy pequeños golpes a la puerta lila que tengo enfrente. —Mamá quiere que bajes.
—¡Espera, aún no terminó de arreglarme!
Sonríe, me sorprende lo agrandada que es está pequeña. En escasas ocasiones pide ayuda.
Escucho como se queja desde adentro.
Y veo como la puerta se abre.
—No me puedo hacer la cola. ¿Me ayudas?
Bueno, agrandada, muy agrandada no es.
—Claro, Risitas.
Nos ponemos delante del espejo y como mamá me enseñó le hice la cola que mi hermana pidió.
—¿Qué te parece? Me esforcé mucho.
—A mi mami, le salen mejor.
—¿En serio? —sueno indignado. —Entonces no me lo pida otro día. —digo para empezar a hacerle cosquillas.
—¡Basta! ¡Basta! ¡Marcus, me haré pis!
Me detuve. —Está bien, estás perdonada pero solo por hoy. Pero para la próxima no tendré tanta piedad como hoy. —bromeo.
—Está bien, Marcus.
—Bien, bajemos que mamá nos está esperando.
(***)
Los puestos se abrían al mediodía y todo ha quedado muy bien. Todo el equipo nos esforzamos mucho para que nuestro puesto quede genial y así ha sido.
Había muchos puestos de diferentes cosas y como dijo Joshua seríamos el único quien marcaría la diferencia y así es.
Somos el único puesto es vender besos. Hasta me causa risa lo que acabo de decir.
Desde el gran telón, puedo observar la gran fila de chicas que se está formando.
Esto saldrá increíble, Joshua es el mejor en las ideas y yo lo dije.
Ya era la hora de que ya abriremos el puesto, se avecina, solo hacerlas esperar un poquito más, mantener la tensión, dijo Joshua.
El gran cartel "Bese a ese sapo" llamaba la atención de muchas. Y eso era lo que queríamos desde un inicio, nos quedó genial.
Joshua da la orden de que empecemos, él está en la mesa donde entrega los tickets y recibe el dinero.
Jordan tiene la tarea de presentar a todos los chicos.
Los tres primeros ya estaban listos y esperan a que Jordan los presente.
—¡Bienvenidas señoritas, hermosas! —empieza a presentar. Me sorprende lo gruesa que Jordan puede poner su voz. Ni se nota que es una chica.
Los gritos de emoción de las chicas llenan de alegría el lugar.
—Lo sé, lo sé. Están emocionadas. ¿Quién no lo estaría? —Se ríe.
—Bien, el momento ha llegado. No las haré esperar ni un minuto más, es momento de presentar a los tres primeros sapos besadores.
—¡Antonio! —El chico entra y toma asiento en una de las tres sillas trono que hay en el escenario.
—¡Mateo!
—¡Y Boris!
Los aplausos continúan.
—Bien, las que quieren participar se irán acercando a pagar los diez dólares que cuesta el beso, de uno de los chicos.
Recuerden que todo esto lo hacemos por una buena causa.
—Así que, si quieren repetir o besar a los tres de una vez, no pierdan la oportunidad.
—Créanme, ningún chico se molestará.
Empezamos muy bien, eso en muy bueno para todos nosotros.
(***)
Han pasado cuatro horas desde que empezamos y todo ha ido de maravilla, aún seguimos entregando besos y falta un turno para que todo termine y dentro del turno estaba yo. Dos de nuestros chicos tuvieron que irse por motivos personales y eso ha sido una baja. Espero que con nosotros sea más que suficiente.
Ahora es Joshua quien está presentando y a la vez cobrando, a Jordan le salió un imprevisto en su casa y tenía que irse. Me pareció raro, pero no le he dado demasiada importancia.
—A continuación, les presentaré a los tres últimos sapos besadores y con ellos terminamos nuestra labor. —Joshua habla por el micrófono. —Desde ya agradecer a todas las personas que han colaborado por esta hermosa causa.
—¡Ellos son! ¡David! ¡Aarón! ¡Marcus! —Nos menciona uno por uno y muchas gritan por nuestra presencia. Ya hasta se siente que estuviera en uno de mis conciertos.
Ya estamos sentados en la silla trono, esperando a la primera chica que nos besará.
La primera señorita se acerca a mí, es una chica muy hermosa, el vestido que lleva puesto la hace ver muy tierna. Tiene su color de cabello de un rojizo precioso.
—Hola. —Le sonrío de forma amable.
—Ho-ola. —Se nota lo nerviosa que está.
Debe estar sentada en mi pierna, así que tomó su suave mano y se sienta.
—¿Puedo? —pido permiso para poner mi mano en su cintura y ella asiente.
La chica es muy hermosa, que es casi imposible dejar de mirarla.
Sus labios son preciosos, tiene puesto brillo en ellos y me gustaría probarlos ya. Sentía la necesidad de hacerlo y no sé por qué.
Ella se acerca más y es donde por fin nuestros labios se chocan.
¡Dios que bien sabe!
Ni siquiera puedo explicar las sensaciones que esto me provoca, es como si ya la hubiera visto antes y quería que esto pasará. Pero, es imposible.
Pensaba que ambos disfrutábamos de este beso, pero me dio a entender que no era así, cuando se separó bruscamente.
Iba a preguntarle qué pasó. O hacer el intento de que me diga su nombre, sin embargo, Joshua interrumpió.
—Qué intenso fue eso. ¿Verdad que ustedes también lo sintieron?
Los gritos nones hicieron esperar.
Lo que hizo después me dejo sin palabras, salió corriendo como si estuviera de algo malo. En esta ocasión sería yo.
Esta vez no dejaré que otra chica se me escape una vez más.
—¡Oye espera! —voy detrás de ella.
Voltea a verme. —¿Yo te conozco? —Sentía que sí la conocía, pero no sabía de dónde.
—Lo siento, pero nunca en mi vida te he visto. —dice para salir corriendo nuevamente.
Un auto se para frente a ella.
—¡Oye! —Ella voltea por segunda vez y me atreví a preguntarle.
—¿Cómo te llamas?
—Es mejor que no lo sepas.
Después de eso se subió al auto. Me acerco al auto.
—¡Oye! —trato de ver por las lunas, pero es imposible, no logro ver nada.
El auto arranca y se aleja de donde estoy.
Porque tengo tanta mala suerte. ¿Es una señal todo esto?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro