5
Hemos iniciado el mes de abril con mucho éxito, las clases van de maravilla y la noticia de que me alejé de la música ya no lo hablan mucho. No es que me hayan olvidado por completo, pero aún hay gente que se acuerda de mí.
Supongo que con el pasar de los años, pronto se olvidarán de Marcus Pereyra.
Hoy toca clases de entrenamiento, junto a los chicos y el entrenador, nos encontramos en el campo.
El deporte me gusta mucho, espero hoy realicen ejercicios más pesados. La exigencia del profesor es increíble y eso me encanta, ahora si puedo disfrutar de estas cosas, desde que he empezado a entrenar me siento mucho mejor.
—¡Vamos Jordan! ¡No te detengas! —Jordan para por cuarta vez, él ha sido quien nos ha atrasado últimamente. Supongo que por lo pequeño que es, no tiene mucha resistencia.
—¿Puedo descansar profesor? —dice muy agotado, desde la voz se le nota lo cansado que está.
—Aquí nadie descansa, hasta que se termina la hora. Queda solo treinta minutos.
Treinta minutos no es mucho, que soporte un poco más.
—¿Eres hombre o no eres un hombre, Jordan? —Le pregunta el profesor muy serio.
—Tres vueltas más al campo y luego continuamos con los últimos ejercicios.
—¿Estás bien? —pregunta Joshua, en la fila él está delante de Jordan y yo detrás de Jordan.
—Si estoy bien. —Sé que ese estoy bien, no se escuchó del todo bien, como Jordan lo quiere hacer sonar.
—Jordan, si te sientes mal puedes dejar de hacerlo. No hay ningún problema. —Joshua está preocupado. Y empiezo a preocuparme yo también, se ve muy pálido.
—Estoy bien, no te preocupes Joshua.
—¿Seguro? —pregunto, pues no se ve bien.
Jordan asiente y continúa corriendo. —Estoy bien.
Después de haber dicho eso, Jordan se desplomó como un costal de papas contra el suelo.
Definitivamente no estaba bien.
—¡Jordan! —Lo tomo de la cabeza, esperando que no se haya golpeado muy fuerte.
—Profesor, Jordan se ha desmayado.
—Ya me lo esperaba, no aguantaría ni un minuto más.
—¡Profesor!
—Es una broma, chicos. Joshua, ve a la enfermería a que traigan una camilla.
Tienen que revisarlo de inmediato, no puede permanecer aquí mientras espera a que Joshua llegue con la camilla.
—No hay tiempo.
Acomodo a Jordan en el suelo para poder cargarlo.
Pongo mi mano en su pecho y una pequeña electricidad pasa por todo mi cuerpo, haciendo que pasen muchas cosas por mi cabeza.
¿Tiene pechos? ¿Qué hace una chica aquí? ¿Y vestida de chico?
Sé que no debía, pero tenía que confirmar. Con mucha delicadeza, aprieto su pecho, siento que está muy envuelto, pero llegué a sentirlo. Es pequeño, por eso pudo ocultarlos.
... Sin esperar ni un minuto más y sin hacerme más preguntas, que sé que con el tiempo podré tener respuestas. La tomo de su cintura y levanto sus piernas. No pesa mucho, ahora entiendo por qué no podía resistir a los duros ejercicios del entrenador.
Debió pensarlo dos veces antes de hacer las cosas. ¿Qué habrá pasado por su cabeza para que haya hecho esta locura?
(***)
Ya había traído a Jordan, o si en verdad se llama así.
Mía, la enfermera de la escuela. La revisó y estoy seguro de que también va a descubrirla. Nos pidió que salgamos del consultorio, que iba a revisarla y no dudo que en estos momentos se esté preguntando lo mismo que yo. ¿Qué hace una niña en una escuela de chicos?
—¿Cómo estará, Jordan? No soporto no saber de él.
—Tranquilo, Mía ya lo está revisando.
—No, quiero entrar ahora.
Joshua no se esperó ni un minuto más y entro abriendo la puerta.
Yo lo sigo rápidamente.
—Jordan, ¿Estás bien? —dice Joshua, preocupado. Ella ya estaba despierta.
—Si estoy bien.
—Nos preocupamos, cuando te desmayaste. —dice más calmado, ahora que ya se ve mucho mejor. —Marcus te trajo a la enfermería.
No debió decir eso. Observo como dirige su mirada hacia mí.
—Eh, sí. No podía dejarte ahí tirado, mientras esperábamos a que llegara una camilla.
¿Qué me pasa? De la nada me he puesto nervioso, espero que no lo note.
—Bueno, gracias por eso. —dice ella.
—No es nada.
—Bien chicos, necesito hablar un momento con Jordan. ¿Podrían dejarnos a solas un minuto?
Me lo imaginé. La ha descubierto. ¿Será que la delatará? Si hace eso, nunca sabré la razón por la que vino aquí.
—¿Por qué? ¿Algo le pasa a Jordan? ¿Se va a morir? —Joshua, sí que es tonto.
—No moriré, Joshua. —Jordan trata de calmarlo.
—Vamos, Joshua. Esperaremos a Jordan afuera. —Lo tomo del brazo y me lo llevo hasta la salida.
—¿Por qué no dejaste que me quedara?
—Pidieron que los dejemos solos.
—Supongo que tienes razón. Iré al baño. ¿Sí?
Joshua desaparece de mi campo de visión.
Veo que la puerta se abre y me acerco rápidamente. No demoraron ni cinco minutos.
—¿Oye adónde vas? —Me pongo frente a ella y sin querer se golpea con mi pecho.
—¡Marcus! Iba a... —¿Ha pasado algo? Es como si no supiera qué decir. —A mi casa, la enfermera dijo que podía irme.
¿En serio? ¿La dejó ir así? ¿No dejará que se quede?
—Te acompaño a la salida. —Ella niega.
Me preocupa que le pase algo.
—Estaré bien, puedo ir solo.
—¿Seguro?
Asiente. —Llamaré a Alfonso para que venga por mí.
—Igual te acompañaré a la salida.
Empezamos a caminar, quisiera preguntarle. Pero haré que se vaya más rápido. Quiero saber quién es y cuál ha sido el propósito para llegar aquí.
Llegamos hasta el portón de la escuela.
—¿Tiene el permiso para comprobar que puede salir? —dice el vigilante.
¿No tiene permiso para salir?
—Puede llamar a la enfermera, seguro se le olvidó entregárselo. —digo, supongo que por haber salido corriendo ni siquiera se lo pidió.
El vigilante me hizo caso. Llamó rápidamente a Mía. —Sí, sí. Entiendo. ¿Entonces el joven si puede salir?
El vigilante nos mira y le brinda una sonrisa a Jordan. —Okay, puedes salir. —dice abriendo el gran portón.
—Bueno, nos estaremos viendo mañana. —Se escucha tan segura. ¿Será que la veré el día de mañana?
—Sí, hasta luego. —Le doy una sonrisa, esperando que así sea y me despido con la mano.
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