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15

—¡Mamá! Puedo cuidarme solo.

—No, Marcus. No te quedarás solo en casa.

—¿Entonces mamá? No tenemos familia cerca, para quedarme en alguna de sus casas.

—No tenemos familia, pero sí conocidos.

¿De quién habla?

—Dame el número de Jordan.

—¿Qué?

—Ya me escuchaste, dame el número de Jordan. Le pediré si puedes quedarse en su casa.

—¡Mamá no!

—¡Ya dije!

No pude negarme más, mi madre siempre tiene la última palabra.

—Sí, Jordan. Solo será por un par de días.

—Muchas gracias. Marcus quería quedarse solo, pero mejor estará contigo.

¿Quedarme en casa de Jordan por unos días?

Espero que no suceda nada malo.

(***)

Ya es el segundo día en el que me quedo en casa de Jordan, hemos ido y vuelto de la escuela juntos.

No puedo quejarme, el señor Alfonso me ha tratado muy bien estos dos días.

Suena mi celular de repente, es un número desconocido.

—¿Hola?

—Hola, Marcus. ¿Por qué no me contaste que has vuelto a Londres y dejaste la música?

—Perdona. ¿Quién eres?

—¿Cómo que quién soy? Marián, tonto.

—¿Has cambiado de número?

—Sí, y también estoy en el aeropuerto. Ven por mí, te estoy esperando.

Iba a hablar, pero cortó de inmediato.

Me di un baño rápidamente y antes de salir le avisé a Jordan que volvería para la cena.

Llegué al aeropuerto muy pronto y sí, ella me estaba esperando.

Cuando logra verme, viene hacia mí y me abraza muy fuerte. Yo también lo hago, pero no de la misma manera.

—¿Qué haces aquí, Marián?

Se suelta del abrazo. —Vine cuanto antes, desde que me enteré de que estabas en Londres.

—Estoy aquí desde hace mucho.

—Sí, lo sé. Tu madre me lo contó hace poco. Si mi madre no la llama nunca me hubiera enterado. Ya sabes, no uso redes sociales, ni veo ni escucho a los medios de comunicación.

Es típico en ella, Marián es una amiga desde la infancia. Mucho antes de conocer a Joshua. Hemos hablado últimamente por llamada, pero levo tiempo sin verla y no me esperaba que la vería específicamente en estos momentos.

—No creí, que cuando me hablabas de haber conocido a un nuevo amigo, te referías a las clases virtuales que tenías. Pero si llevas tiempo en Londres me imagino que se conocen muy bien.

—Sí, ya te lo había contado.

—Sí, pero no de que ya estabas aquí y menos que hayas dejado la música.

—No tenía importancia.

—Bueno, ahora quiero saber. ¿Por qué seguimos aquí? Llévame a pasear.

—Bueno vamos.

Nos dirigimos al auto y la llevé a tomar un helado.

—Tu madre me contó que estás quedándote es casa de tu amigo Jordan.

—Sí, solo por unos días.

—¿Y es guapo?

—Sí, algo.

—Me gustaría conocerlo.

—¿Por qué o para qué?

—¿No puedo conocer a los amigos de mi amigo?

¿Amigo? Sé que a Marián le gusto desde hace mucho y que actué, así como si nada es raro.

Por respeto a nuestra amistad estoy aquí, no por algo más.

La única que tiene mi corazón, es Jordan. Solo ella.

—Sí, supongo que sí.

Ya se hizo de noche y tengo que ir a casa, Jordan me está esperando y espero que no le moleste que lleve a Marián, no me puedo avisar, ya que no traje mi celular, lo dejé cargando.

(***)

—Aquí es. —dije bajando y le abro la puerta para que ella baje también.

—¡Wuao! ¡Qué casa tan preciosa!

—Sí, lo es.

—Vamos, entonces. —Ambos nos dirigimos hasta la puerta de entrada y soy yo quién toca el timbre.

—La comida de Alfonso te encantará, él cocina de maravilla.

La puerta se abre rápidamente y Jordan aparece tras de ella con una sonrisa. —Te estábamos esperan... —Al verme acompañado su sonrisa se desvaneció, no se esperaba que traiga a Marián.

—Hola, Jordan. Buenas noches.

—Hola. —dice de mala manera.

—Sé que no avisé, pero traje a una amiga a cenar con nosotros. —Eso era obvio. La tenía en su delante.

—Sí, debiste avisar. —Está molesta. Se nota demasiado.

—Ya que está de visita, quería que pruebe la sazón de Alfonso. Le encantará. —dije tratando de bajar la tensión que se iba formando.

—Marcus me ha dicho que cocina de maravilla. —Marián, parece no notar nada.

—Marcus tiene razón. —dice Jordan.

—¿Podemos entrar? —pido entrar, o es que nos dejará aquí afuera.

—Sí, claro. Están en su casa.

Por fin nos deja entrar y se nota lo mucho que le gustó la casa a Marián.

—Qué hermosa casa tienes, Jordan.

—Muchas gracias.

—Por cierto, Marcus me ha hablado mucho de ti, Jordan.

Jordan me mira seria y es entendible para ella. A Marián le conté un poco de todo y eso fue antes de saber que él era la chica de la librería. Ahora creo que fue un error. —¿En serio? Qué raro. Marcus nunca me ha hablado de ti.

—Es que... —No sabía qué decir.

—Joven Jordan, la cena ya está lista. —Fui salvado por la campana, Alfonso apareció en la sala interrumpiendo la situación. —Ya pueden dirigirse al comedor.

—Muchas gracias, Alfonso. —Me atrevo a decir y antes de que Marián diga algo más la llevo de la mano conmigo.

Ya sentados todos, esperando a que Alfonso tome asiento. Quería explicar la razón por la que me quedé callado.

—Iba a presentarte a Marián, antes de que nos interrumpiera Alfonso.

—¿Es tu novia? —dice seria.

—No, para nada.

—Soy su mejor amiga, hemos sido amigos desde pequeños. —Marián responde por mí.

—Sí, igual que tú y Dani. —explico.

—Entiendo.

—Provecho. —Alfonso toma asiento y después de eso empezamos a cenar.

—La cena estaba deliciosa. —Marián alaba la comida de Alfonso.

—Muchas gracias, señorita.

—¿Usted es el padre de Jordan?

—No. —responde Alfonso.

—Te conté que Alfonso, crío y cuidó a Jordan desde muy pequeño. —Eso si se lo he contado y al ver el rostro de Jordan, hubiera preferido nunca hablar sobre ese tema.

—Oh, lo había olvidado. Sus padres fallecieron. —¿Por qué tuvo que decir eso? Es más... ¿Por qué le tuve con contarle sobre Jordan?

—Al parecer Marcus, te tiene muy informada sobre mi vida. —Jordan está molesta, aunque trate de esconder el enojo, sé que lo está.

—Es que somos los mejores amigos. —Marián toma mi mano. —Y nos contamos absolutamente todo.

—Disculpa si te molestó que le haya contado. —Lo siento de verdad. Soy un tonto.

—No te preocupes. —Ni siquiera me mira. —Se supone que es algo muy personal, pero ya lo contaste. No puedo hacer nada.

—Sí, lo sé. —Me siento muy mal.

—No creí, que te molestaría tanto. —dice Marián.

Le da el último sorbo a su bebida. —Como dije, es algo muy personal. No debía hablarte de mí. Además, ni siquiera sabía que existías.

—Joven no sea grosero. —Alfonso la reprende levantando la voz de forma leve.

—Seguro se le pasó contarte de mí. Pero déjame decirte que somos muy unidos. —Marián me abraza de repente.

—Qué lindos, se nota lo muy unidos que son. —Su sarcasmo se notaba a leguas.

—Muchas gracias. —Marián, besa mi mejilla.

¿Qué haces Marián?

—¿Quieren postre? —dice Alfonso, hasta él nota la tensión.

—Sí, ¿Qué es lo que ha preparado Alfonso? —digo rápidamente.

—Les encantará. Hice tarta de zanahoria.

—¿Quieres acompañarme a servirlo, joven Jordan?

Jordan niega.

—Venga acompáñeme. —A pesar de que Jordan dijo que no, Alfonso se la llevó de la mano.

—¿Qué te pasa, Marián?

—¿A qué te refieres?

Esto es muy molesto.

—¿Por qué actúas así?

—No te entiendo.

—¿A quién quieres provocar?

—A nadie, no he dicho ni he hecho nada fuera de lo normal.

—Quiero que te comportes y por favor deja de abrazarme y besarme de esa manera.

—Pero porque, sabes que te quiero.

—Marián, por favor. ¡Basta! —Espero que no me hayan escuchado, no quiero causar problemas en casa ajena. —Alfonso traerá la tarta y no quiero que digas nada más. ¿Okey?

Ella solo asintió sin decir nada más. Y Alfonso junto a Jordan volvieron de la cocina.

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