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Snape

ACLARACIONES: Parte de las siguientes escenas se encuentran respectivamente en el libro "El prisionero de Azkaban", algunas de ellas sufrieron modificaciones para el avance de la historia.

La historia no se encuentra muerta.

• ℂ

El mundo mágico. Un vasto lugar donde los sueños y fantasías podían hacerse realidad, donde lo imposible era posible y aquellos que dudaban de las maravillas de la mágica, quedaban mudos ante lo que sus ojos incrédulos podrían ver.

Aún con todo esto, existían pequeñas limitaciones que los magos y brujas no podrían responder. Y una de esas situaciones se encontró frente a los ojos esmeraldas de una sorprendida Poppy.

Hacia un par de minutos, los atolondrados de Gryffindor, Hermione y Harry desaparecieron enfrente de sus ojos. Se desvanecieron, en una especie de visión. Por supuesto, ella parpadeo un par de veces, asegurando que era una especie de truco ¡Pero vaya sorpresa! Cuando esos dos entraron por la puerta agitados, mostrando un aspecto completamente diferente al de hacía cinco minutos.

Con la duda en su mente, abrió la boca esperando obtener respuestas. Pero al escuchar los pasos de la enfermera, esos dos, corrieron a sus respectivas camas para cubrirse con la manta y aparentar estar dormidos.

Pomfrey, con el ceño fruncido contemplo la enfermería.

— ¿Ya se ha ido el director? ¿Se me permite ahora ocuparme de mis pacientes? — el tono amargo de su voz era síntoma de su mal humor. Al ser Poppy la única "despierta" le vio con un bufido.

— Si-i madame — respondió la castaña.

— Bien. Granger y Potter dejen de fingir dormir, y coman este chocolate.

La incomodidad en la sala era palpable. Poppy solo contemplo a los dos leones con preguntas en sus ojos. Pero ninguno le veía, ambos prefirieron ver a otro lado, pero, el comer el chocolate para ambos resultaba agonizante con solo ver sus rostros.

Algo grande había pasado, Poppy lo sabía pero desconocía el que.

Lo segundo que le tenía preocupada era su profesor. Después de llegar con Ron y Snape a la enfermería y con la llegada del primer Ministro no le dio tiempo de pensar en su buen amigo, y tal vez, en las consecuencias de sus actos.

Seguramente su familia estaría al tanto de la situación, conociendo a su padre, y su afán por conocer los movimientos que realizaban sus hijos. Lo más seguro, era que no iba a ver su hogar un muy buen tiempo.

Pero, de alguna forma, no sintió la punzada de culpabilidad en su pecho.

Justo cuando la calma iba a reinar en la enfermería. Un rugido furioso se escuchó a lo lejos, alarmados los chicos se levantaron. La enfermera se aproximó a la puerta.

— ¿Qué ha sido eso? — nuevamente se escuchó el ruido cargado de furia.

Con nervioso, los tres chicos colocaron la oreja en la puerta en un intento de escuchar las voces que se oían a lo lejos. La enfermera se preparó, con varita en mano alejo a los estudiantes de la puerta cuando esta se abrió mostrando a un fúrico Snape.

Pomfrey bajo la varita al ver al profesor de Pociones, tras de él se encontraron el director y el ministro. Dispuesta aclarar la situación Pomfrey abrió los labios pero fue detenida en el acto.

— ¡Guarda silencio mujer! — bravo de forma áspera Severus — ¡CONFIESEN! ¡¿DÓNDE ESTÁ?!

Los chicos se vieron entre sí, mostrando una gran confusión en sus jóvenes rostros. Poppy bajo la mirada ante el destello de ira de su jefe de casa.

— ¿QUÉ ES LO QUE HAN HECHO? — vocifero de nuevo.

— ¡Profesor Snape! — con valor, Pomfrey se posiciono delante de los estudiantes al ver la amenaza del hombre — ¡Contrólese!

— Snape, por favor, se razonable — hablo el ministro controlando su voz — Esta puerta estaba cerrada con llave. Acabamos de comprobarlo.

— ¡LE AYUDARON A ESCAPAR, LO SÉ! — grito Snape fuera de sí con el dedo índice alzado señalando a los culpables, Harry y Hermione — ¡IMPERTINENTES!

— ¡Tranquilícese, hombre! — Fudge se acercó a él — ¡Está diciendo tonterías!

— ¡NO CONOCE A POTTER! ¡LO HIZO ÉL, SÉ QUE LO HIZO!

— Ya basta, Severus — Dumbledore se posiciono entre ambos, con voz tranquila hablo — Piensa lo que dices. Esta puerta ha permanecido cerrada con llave desde que abandoné la enfermería, hace diez minutos. Señora Pomfrey ¿Han abandonado estos alumnos la estancia?

— ¡Por supuesto que no! — ofendida Pomfrey frunció el ceño — ¡He estado con ellos desde que usted salió!

— Ahí lo tienes, Severus — Dumbledore señalo los hechos con calma — A menos que crea que Harry y Hermione son capaces de encontrarse en dos lugares al mismo tiempo, me temo que no encuentro motivo para seguir molestándolos.

Snape se quedó quieto, lleno de furia contenida. Bajo ambos brazos que hasta el momento señalaban a los culpables y se giró ante la única chica perteneciente a su casa. Goodwin era vulnerable ante la violencia y abusos. Si presionaba un poco más, la chica iba a soltar todo de su propia boca.

Dio un paso y le tomo del brazo. Los ojos esmeraldas de Poppy lo contemplaron con temor, sabiendo lo que su profesor era capaz de hacer.

— Escucha bien, Goodwin. Su situación no es la más favorable de todas, puedo ser un poco benevolente y escribir una carta a su padre excluyéndola de los actos cometidos esta noche... si, solo si me dice la verdad.

La imagen que una vez tuvo de Severus Snape se quebró con esas palabras. Parecía ser, que olvido haberle salvado de su prima ante la emboscada que realizo, y como le dio cobijo en su aposentos hacía meses. Ese hombre, solo pensaba en sí mismo.

Poppy seguía siendo demasiado ingenua para creer que la gente de su propia casa iba a cambiar. Los Slytherin no solo buscaban su propio beneficio, lo obtenían a cualquier costo. Pero eso estaba por cambiar ahora.

Con un poco de valor aparto el brazo de su profesor. Snape sonrió de lado ante lo fácil que fue manipular a la chica, pero vaya sorpresa que le espero.

— Lo lamento, profesor. Pero lo que menciona madame Pomfrey es verdad, no han abandonado la enfermería en ninguno momento.

— ¡Estas mintiendo Goodwin! Ultima oportunidad... — el crujir de sus dientes delato la poca calma que logro contener.

— No miento.

— Severus — la advertencia de Dumbledore fue clara. Snape vio al director, cuyos ojos brillaron tras sus gafas.

El profesor dio media vuelta, no sin antes observar a su alumna con advertencia. El escalofrió que experimento Poppy le dejo sin fuerzas, se dejó caer en la cama asustada. Hermione se aproximó a su lado.

— Su colega... — Fudge se quedó sin palabras al contemplar la puerta por donde se fue Snape — Dumbledore, tendría cuidado con él.

— No es nada serio, solo acaba de sufrir una gran decepción —Dumbledore se mostró tranquilo ante todo.

— ¡No es el único! — un poco recuperado, Fudge se di cuenta de las consecuencias — ¡El Profeta va a encontrarlo muy divertido! ¡Ya lo teníamos arrinconado y se nos ha escapado entre los dedos! Sólo faltaría que se enterase también de la huida del hipogrifo, y seré el hazmerreír. Bueno, tendré que irme y dar cuenta de todo al Ministerio...

— ¿Y los dementores? — pregunto el directo — Espero que se vayan del colegio.

— Sí, tendrán que irse — dijo Fudge — Nunca creí que intentaran darle el beso a un niño inocente... estaban totalmente fuera de control. Esta noche volverán a Azkaban. Tal vez deberíamos pensar en poner dragones en las entradas del colegio...

— Eso le encantaría a Hagrid — Dumbledore sonrió con rapidez a Harry y Hermione — Será mejor partir primer ministro y dejar a los jóvenes descansar.

Una vez fuera los dos adultos y madame Pomfrey en a su oficina. Se escuchó un ligero quejido al final de la enfermería. Ron despertó, lo vieron sentarse, rascarse la cabeza y mirar a su alrededor.

— ¿Qué ha pasado? — pregunto — ¿Harry? ¿Qué hacemos aquí? ¿Dónde está Sirius? ¿Dónde está Lupin? ¿Ella se encuentra bien? — refiriéndose eso ultimo a Poppy con el rostro pálido.

— Si, está bien — Hermione acaricio la espalda de Poppy para darle ánimos e ignorando las preguntas restantes de Ron.

— Será mejor que Hermione te explique después — menciono Harry cogiendo un poco más de chocolate.



Al día siguiente, Poppy despertó de una pesadilla. El sudor bajo por su frente, sentía frió y nauseas. Solo había sido un sueño, uno cruel y devastador, el cual Snape era el protagonista de su sufrimiento. Temía por su seguridad, y no deseaba volver a su sala común.

Al medio día los chicos le dejaron sola. Hermione le pidió acompañarlos a su sala común asegurando que George estaría muy preocupado por su repentina desesperación en el desayuno. Negó, mintió al respecto de no sentirse del todo bien, no muy convencida Hermione no insistió.

— Querida ¿Aun por aquí? — Pomfrey regreso del desayuno sorprendida de encontrar a Poppy deambulando por el pasillo de la enfermería.

— Si, espero no le moleste.

— Para nada, eres bienvenida.

Pocos contaban con el trato de Pomfrey, eran contados los que visitaban con regularidad a la dama que cuidaba la salud de todos los alumnos en Hogwarts y para Poppy, la mujer la vio en todos sus escenarios de tristeza, melancolía y sufrimiento. Y sin poder evitarlo, la imagen del profesor Lupin apareció en los pensamientos de la chica, quien también había sido su acompañante en esas situaciones.

— Imagine que te encontraría camino a su despacho — Pomfrey agito su varita retirando las sabanas de las camas.

— ¿Su despacho? — Poppy la miro extrañada.

— ¿No te enteraste? — Pomfrey se detuvo para verla con tristeza en sus ojos.

— ¿Qué pasa? — un mal presentimiento se apodero de ella.

— El profesor Lupin dimitió esta mañana.

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