Riesgo.
ACLARACIONES: La siguiente escena que se leerá a continuación presenta partes del libro "El prisionero de Azkaban" de la saga, algunos diálogos y escenas fueron cambiados o removidos para continuación de la historia. Debo recortar que la historia se centra en Poppy Goodwin, pero no por ello deba omitir cierto detalles del universo mágico.
Posiblemente se encuentra una Poppy desesperada o fuera de su esencia natural, debo aclarar que ah perdido al único pariente que realmente le hace pertenecer a un lugar, incluso mas que George.
• ℂ •
Riesgo. Una peligrosa acción que trae consigo consecuencias atroces, ese mismo riesgo es lo que provoca la caída de la humanidad. Una deliciosa sensación de adrenalina, miedo, valentía y emoción. Poppy podía sentir cada pizca en su cuerpo, desde la más leve sensación de su agitado corazón, hasta la respiración acelerada.
No podía creer lo que estaba por hacer, solo para recuperar a su hermano y tal vez romper la amistad más sincera que pudo haber tenido.
El profesor Lupin, el único hombre que parecía darle una pequeña pizca de cordura en su mundo. Un salvavidas para un náufrago y estaba a punto de traicionarlo.
Todo, por la familia.
Poppy se detuvo antes de alumbrar el pasillo, sería poco más de media noche y aun se encontraba a las afueras del dormitorio, con un asesino suelto rondando el castillo. Los rumores sobre la visita de Sirius Black en Hogwarts eran reales, no simples disparates de los compañeros de clase.
De acuerdo al último informe que el director dio sobre el toque de queda, Black se encontraba suelto, merodeando los terrenos del colegio y era responsabilidad de las autoridades encargarse de ello. Por esa razón, la última clase era a las seis de la tarde, antes de que el sol se ocultara del cielo, cada estudiante debía encontrarse en cama terminando los deberes para el día siguiente.
Una norma que ella había quebrado.
Se detuvo a mitad del pasillo, un profesor se encontraba realizando su ronda esperando encontrar a estudiantes rebeldes, que desearan un castigo acorde a la situación. Poppy aliviada de usar ropa negra se apresuró por un pasadizo antes de que el profesor de estudios Muggle la detectara.
— Debo estar... desesperada.
Se dijo al ser recibida por el aire del exterior. Aun podía recordar las palabras de Alec y Demian antes de salir del castillo después de clases. Esos dos rufianes sabían cómo manipular a las personas, rastreaban sus deseos más desesperados en la espera de obtener un beneficio y ese era descubrir la verdadera naturaleza del profesor Remus Lupin.
De acuerdo a lo que Snape mencionaba en las clases, el profesor ocultaba un gran secreto, uno que le costaría la vida si era descubierto a la luz del mundo mágico. Y ella mejor que nadie conocía cual era ese secreto. Había prometido no mencionar nada a nadie, ni siquiera a su novio George. Solo cuatro personas en el castillo conocían la verdadera naturaleza del profesor de Defensa.
Que era un hombre lobo.
Y para recuperar a su hermano estaba dispuesta a entregar a su amigo, por la familia.
La familia es lo más importante en ese mundo querida, no debes de olvidarlo. Esas palabras fueron dichas por su madre, la familia lo era todo. Poder, riqueza y satisfacciones; gracias a la familia, su madre logro estar en una de las mejores posiciones del mundo de la magia. El apellido Goodwin representaba poder, y si se estaba fuera de ese nombre, la miseria sería la única salvación.
Ella debía agradecer nacer bajo el seno de tan poderosa familia. Los amigos iban y venían, los conocidos y extraños igual e incluso los amores pasajeros. Pero la familia, una vez perdida no iba a ser devuelta.
Poppy lo sabía mejor que nadie al buscar con desesperación aquel árbol que su preciado maestro utilizaba para ocultarse en esos días de luna llena. Solo debía encontrar evidencia que testificara la verdadera naturaleza de Lupin y su hermano volvería a ella en un parpadeo ¿Verdad?
El crujir de las hojas le causo ansiedad, era la única criatura que se encontraba delante del árbol más peligroso que una vez observo. El Sauce Boxeador era temido por casi todos los estudiantes del colegio, pocos se atrevían a circular por esa zona, temerosos de que las salvajes ramas pudieran causar estragos en su persona. Y solo los crédulos e idiotas lo desafiaban.
— Inmobilus — susurro para detener el movimiento de las ramas. Aliviada de que resultara el encantamiento, se adentró por un hueco en el centro del árbol.
Pasar por el pasadizo fue más difícil, era demasiado angosto para un adulto promedio. Se preguntaba la joven como lo hacía su maestro durante aquellos días. Le restó importancia, pues, la culpa asomaba cada vez que visualizaba el amable rostro de su querido confidente. Trago con dificultad intentando en vano desaparecer el nudo formado en su garganta.
Al lograr salir contemplo el suelo gastado de madera, confundida se pregunta en que momento llego a una casa. Tal vez estaba fuera de los terrenos del castillo y aquel lugar, era una casa abandona alejada para protección de los alumnos. Ahorro tiempo en buscar en las habitaciones de la casa al seguir las huellas frescas de lo que parecían ser de un perro. Con la varita sostenida por ambas manos siguió arriba, solo iría a recoger cualquier prenda manchada de sangre o rasgada y volver a su sala común para entregar la prueba que necesitaba.
Pero al entrar a la habitación se topó con nada.
Ninguna ropa en el suelo, ninguna marca de que algún hombre lobo estuviera en ella. Nada, solo polvo en todos lados, había algunas manchas de sangre de animales que en su "estado" el profesor cazo, pero no quedaban ni restos. Desesperada movió las sabanas sucias de la cama que se encontraba en el lugar, hurgo los cajones de un mueble viejo e incluso abrió ambas puertas del armario.
Pero nada, ninguna prueba.
Empezó a hiperventilar alterada, busco de nuevo en cada rincón, el sudor bajo de su frente, su respiración se escuchó desenfrenada cuando las esperanzas de volver a tener a su hermano a su lado se iban evaporando en particular de polvo. El mismo que consumió a la habitación después de saquearla.
— Nada... nada... no hay nada... ¡NADA! — se dejó caer en un rincón, se llevó ambas manos a la cara y las lágrimas iniciaron a aparecer. No iba a tener a su hermano, no podía encontrar la solución sola.
Abrió los ojos al escuchar un crujido en las escaleras. Alguien iba subiendo, se ocultó cerca de la ventana atrás de una cortina y aguardo, esperando fuera su profesor pero algo iba mal. Lo que escucho fue un jadeo, un golpe y algo roto. Deseo poder asomar la cabeza pero si lo hacía posiblemente fuera descubierta, además las cortinas eran demasiado gruesas para ver algo.
— ¡Deja de quejarte!
La voz era áspera perteneciente seguramente a un hombre mayor. El chiquillo que escucho después fue de una voz que conocía, Ron, el hermano de su novio rogaba por la vida de su amigo y la suya, que les dejara en paz, murmurando que Harry no tenía la culpa de nada.
— ¡Guarda silencio! No era mi intención traerte aquí, solo quiero a la rata.
— ¿Ra-a...ta? ¿Se refiere a Scabbers?
— ¡Si! No veo ninguna otra rata en ese lugar.
— ¡NO! Acabo de recuperarlo, pensé... que estaba muerto ¿Pa-ara que quiere a Scabbers?
Pero la pregunta quedo sin respuestas al escuchar un segundo crujido. Alguien más iba subiendo por las escaleras, Poppy aguanto las ganas de ver al escuchar la sorpresa en la voz de Ron, antes de oír las voces de Hermione y Harry en la habitación. Lo único que sabía era que Sirius Black era un animago y estaban muertos.
.
.
.
.
Pasaron unos minutos que se hicieron eterno. Poppy seguía oculta tras las cortinas escuchando una conversación que no le correspondía, dándose cuenta de los horrores de la vida de Harry, eventos que en su vida espero de aquel chico tan dulce tuviera. Cerró los ojos intentando ignorar todo, se cubrió los oídos deseando no estar en ese lugar, no era propio de ella hacer ese tipo de cosas. Todo era culpa de la desesperación que sentía al estar sola.
Pero no lo estaba. Y ella no era capaz de darse cuenta.
Entonces, de la nada escucharon unos pasos amortiguados, alguien más iba en camino a la escena. Asomo con cuidado la cabeza para contemplar al individuo y lo que vio la dejo muda. Era él, el profesor Lupin se encontraba en la puerta con la varita en alto.
— ¡Expelliarmus! — grito el profesor.
Cada varita de la habitación volo, Poppy desesperada se aferró a la suya, no deseaba ser descubierta pero el hechizo era demandante y sus manos liberaron el trozo de madera que tal vez podía ayudarle. Aun en contra de ser descubierta dejo de moverse, cerró los ojos esperando fundirse con la pared y no ser vista por nadie.
— ¿Dónde está...Sirius?
¿Qué? Tal vez fue el incómodo silencioso que escucho los pensamiento de los demás. Pero el profesor sonaba demasiado ansioso por conocer el paradero de aquel hombre. Incluso detrás de la cortina escucho el suave movimiento de los pasos.
— Profesor Lupin... ¿Qué pasa? — la voz de Harrya era desconcertante, nunca espero escuchar el espanto en esa voz, pero algo era seguro, Poppy no podía estar más equivocada cuando la voz de Hermione le dio la razón.
— ¡NO LO PUEDO CREER! — esa voz aguda le confirmo sus sospechas — ¡Usted y él! ¡Diga que es mentira! — pero las palabras no fueron necesarias.
La verdad salio a la luz, una que parecía ser broma. Lupin, su profesor se encontraba en el mismo bando que aquel asesino. Fue él quien ayudo a Sirius Black a entrar al castillo, fue él quien le proporciono el modo de merodear sin ser detectado, fue ÉL y todo por encontrar a un hombre llamado Peter Pettigrew.
— ¡Es absurdo! Ese hombre está muerto... ¡muerto! — la histeria en la voz de Hermione le causo escalofríos, todo parecía ser tan irreal y ella solo era un segundo plano en todo eso.
— ¡Esa fue mi intención! Pero el maldito desgraciado me dio pelea, ese imbécil se transformó en el último momento, dejando solo un dedo ¡UN DEDO!
La conversación dio un giro repentino. Poppy agrando los ojos al escuchar cada palabra de la boca de esos dos adultos, cada palabra le hicieron sentirse la peor basura posible. Que era perder a un hermano a comparación de la soledad absoluta, que era en comparación de la traición y falsas acusaciones. Ella solo era una niña envuelta en un malentendido, una pequeña disputa entre hermanos, a comparación de lo que relataba con dolor su profesor, Black y Harry.
Ella era una escoria por querer entregar al único hombre que le brindo una sincera amistad.
Sintió asco a su propia persona, deseo poder estar en ese momento en su cama buscando una clara explicación del comportamiento de su hermano con respecto a la relación que mantenía con George.
Y de repente un estruendoso ruido la trajo de vuelta al mundo, asomo la cabeza para comprobar a su jefe de casa con la varita alzada a punto al profesor Lupin. Los ojos oscuros de Snape la penetraron siendo incapaz de mover su cuerpo, sabia de antemano que estaba metida en serios problemas.
— Tal vez se pregunten como he sabido que estaban aquí...— informo molesto — Acabo de ir a tu despacho, Lupin. Debías tomar la posición esta noche, así que lleve una copa llena, pero vaya mi sorpresa al no encontrarte en cama.... En cambio, me topé con un mapa, me basto echar un vistazo para saber que corrías por el pasadizo.
— Severus... entiende — pero fue callado por la feroz mirada del profesor Snape.
— Le he dicho una y otra vez al director que ayudabas a tu viejo amigo Black a entrar al castillo. Y aquí está la prueba de ello.
— Te equivocas Severus, Sirius no ha venido a matar a Harry....
— ¿Te crees esa basura? Lo que yo veo, son dos más para Azkaban.
¿Azkaban? Las palabras taladraron su mente con un fuerte golpe. Si él iba a prisión, si tan solo ponía un pie en ese lugar todo se evaporaría y la amable sonrisa de su profesor desapareció en un parpadeo de su mente. No podía, su jefe de casa no era capaz de semejante maldad, no sin un juicio justo. Pero todo paso demasiado rápido para salir de su escondite a tiempo, lo único que escucho fue el grito de Harry antes de arrojar a Snape contra la pared quedando inconsciente en el acto.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro