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Me entrego a ti.

Advertencia: Reproducir el vídeo al iniciar letras en negrita, para ambientar. 

Gracias por su lectura. 


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Decir la verdad es considerado como valentía. No cualquier persona logra mencionar lo que otros callan, esperando opacar la verdad con una mentira para dejar el sufrimiento de lado. Pero para los amigos, el termino verdad es relativo. Un amigo miente por otro para proteger, los amigos son segundos hermanos, se cuidan entre sí para soportar el dolor, ignorar la pena que se pueda presentar.

Pero George dejo de pensar de esa forma. Un amigo real no oculta la verdad por más dolorosa que esta pueda ser. Es mejor una verdad a una mentira cargada de dolor. El escuchar las palabras Poppy siendo verdad impidiendo que el dolor suprimiera la verdad, opto por abrir los ojos y mostrar una sonrisa en su rostro. Los gemelos eran conocidos por mantener la alegría en los peores momentos de la vida. Y no sería la excepción.

George, tomo la carta ante la mirada atenta de su compañera y sin pensar mucho la destruyo formando una bola de papel para lanzarla lejos esperando nadie la encontrara. La castaña se quejó pero su amigo le tomo de la mano tomándole desprevenida.

— Tal vez, tenemos una vista diferente de lo que es un padre. No niego que vivimos en mundos totalmente opuestos, que tal vez la única similitud que tenemos es que somos sangre pura como suelen decir las serpientes, sin excepción — la vio abrir los labios — Igual tú, no puedes negar que ante nuestra despedida en primer año me llamaste sangre traidora.

— George eso fue hace dos años...las cosas son diferentes, eh cambiado.

— Claro damisela, y me siento orgulloso de ello — Poppy se sonrojo por el comentario — Oh eso es lo que diría un excelente amigo ¿no?

— ¿Cuál es tu punto?

— Que me canse de serlo.

Hasta el aire quiere ver lo que pasa.

Hasta el tiempo quiere descansar.

No la soltó en ningún momento, necesitaba decirlo y tal vez era la mejor oportunidad. No la dejaría elegir, no, pero no podría soportar tal vez el hecho de estar a su lado sin sentir mariposas en su estómago, los nervios apoderarse de él en cada momento con tan solo verla caminar y evitar la torpeza de resbalar o tropezar ante la mención de otro hombre en su vida. Pero escuchar de su propia boca que ambos son de diferentes mundos le dio el valor necesario para confesar sus sentimientos.

Cuál es la magia que vibra entre nosotros.

La que se siente en cada respirar.

El valiente calla hasta que el cobarde habla.

— De-e...de...George, yo no quise decir eso — Poppy lo contemplo angustiada — No deseo separarnos, no de nuevo...

— No me malentiendas, deja que termine — rio un poco al sentirse culpable — Poppy J. Goodwin, tenemos de conocernos más de un año, aún recuerdo la primera vez que te observe perdida en el Expreso, mi intento patético de animarte ante la furia que presenciamos Fred y yo de Riley. No olvidare incluso lo incomodo que debió sentirse Percy cuando te llevo al compartimiento del tren para internar calmarte.

⨠ Pero desde ese momento, supe que no era la única vez que nos toparíamos, algo me dijo que esa chica de hermosa cabellera castaña, grandes ojos verdes que miraba afuera rumbo al colegio me daría un gran dolor de cabeza, heridas y penas durante su primer año; pero que te puedo decir, solo estaba en mi tercer año, tendría demasiada advertencia sobre lo que podía hacer y lo que no de mi madre que tu amistad me pareció una bendita. Sin duda me equivoque.

⨠No puedo negar lo difícil que fue aceptar verte caminar a la mesa de los de Slytherin, jure con Fred que era unas leona de corazón y tan solo teníamos unas pocas horas de conocerte pero soy un poco observador...sigo pensando que eres una leona oculta entre serpientes... — George respiro para recobrar la cama, sus manos temblaron un poco al aprisionar la mano de la chica que le daba un poco de cordura a su vida, un lugar tranquilo en el cual sentirse a salvo.

Se despierta cada parte de mi alma.

Con solo escuchar tu nombrar.

Era el momento, necesitaba decirlo. Tal vez entre lo más cursi de la familia Weasley el premio se lo llevaba George, incluso se puede sospechar de un romántico Bill pero los pelirrojos conocían de sobra lo romántico que llegaba a ser el gemelo cuando se lo proponía. Con cuidado busco en el fondo del bolsillo del pantalón, una pequeña caja que aguardaba ser abierta. Se separó de Poppy al verse inclinado al hablar, ruborizado acentuando sus pecas abrió la caja mostrando un sencillo collar.

Cuando te tengo junto a mi lado.

No puedo concentrar en más.

Los nervios lo invadieron en el último momento, el pelirrojo miraba aterrado sus manos temblar al sostener la fina caja de madera. Agradecía en el fondo contar con una amiga como Angelina, dedicada a ese tipo de detalles. El collar en forma de corazón era precioso. Pero la chica frente suyo, espero una respuesta a sus acciones.

Me entrego a ti en este momento.

No existe nadie más que tú.

— No tengo palabras para describir la dicha que experimente al seguir con nuestra amistad, pero verte en un punto indeterminado sobre elegir sobre tus acciones o el responder ante lo que tu familia dictaba me partía corazón — George balbuceaba ante la nula respuesta que mostraba Poppy — Estoy hablando demasiado damisela y la gente inicia a observarnos esperando una respuesta...

No sé dónde acabo.

Ni se dónde empiezas.

Es solo que brillo con tu luz.

Pero ¿Qué respuesta? La pregunta no fue formulada como tal. Poppy contemplo a su compañero a ese chico pelirrojo cubierto de pecas en su rostro mostrando la más sincera de las declaraciones, causando en su persona un mar de confusiones aún mayores. ¿George se estaba declarando? ¿Cómo amigo? ¿Cómo confidente ante las penas que vivieron? ¿Pidiendo perdón? O acaso buscaba ser lo que ella tanto pensó en su mente, ser llamados pareja.

Eres para mí.

Seré siempre tuya.

Hay perfección en nuestro amar.

— Ge-eorge yo... — la voz se fue perdiendo conforme deseaba hablar ¿Qué podía decirle al chico?

— Mil perdones, suelo ser un tanto bobo cuando mis indirectas no quedan claras con los demás — rio entre dientes — Poppy, deseo ser algo más para ti, no puedo negar lo que siento...lo que quiero decir, es...me gustas y me parece que este collar es una muestra de ello.

Te amo.

Te amo.

No hay más que hablar.

Un zumbar de los querubines interrumpieron el silencio incómodo. Un par de voces de opacaron ante lo que parecía la sorpresa. Las parejas decidieron retomar su plática, volver a los besos propuestos pero George deseaba conocer si lo ridículo que escucho de su madre sobre la historia de cómo su padre se declaró, no le estaría pasando igual a él. Trago con dificultad al verle mirar el collar, y devolverle la mirada.

— Supongo que el cariño no es mutuo... — formulo al verle muda, desanimado cerro la caja pero — ¿Po-oppy?

Las estrellas se ponen en fila.

El universo para de girar.

La chica prematura unió las manos con el chico, George escucho el bombear de su corazón, el mar de pensamientos se encontraban en un torbellino cuando los dulces labios que solía ver cada cierto momento del día se abrieron.

— George, eres una de las personas más simplonas que pude haber conocido, pero... — respiro para calmarse — Yo-o...

— ¿Amas a Lupin?

— ¿¡Qué!? — su alterada voz volvió a la calma al chico — De entre todo lo que puedes decir ¿se te ocurre aquello? — alzo una ceja incrédula

— Un chico suele confundir ciertas señales, por ejemplo el otro día cuando...

Cuando me besas hasta el mar suspira.

Son testigos para confirmar.

Pero las palabras quedaron vacías. Los besos son diferentes cuando dos personas que se gustan comparten un momento tan íntimo como es el contacto de los labios. Basto para sentir el hormigueo en la palma de las manos, las piernas a punto de colapsar por el esfuerzo de impulsar su cuerpo y besa al chico. Por lo general, el primer beso es robado por el hombre, pero en ocasiones especiales, George se sorprendía de la peculiaridad con la que contaba Poppy ante las situaciones. Una de esas fue recibir el beso de su parte, uno dulce con sabor a frambuesa por el pastel, compartir el aliente de hierba a causa del té.

Me entrego a ti...

Lo emocionante de las sorpresas de la vida es las jugarretas, que está dispuesta a realizar. Una de ellas fue sentir el aliento y bebida esparcirse por su persona. Ambos se separaron cubiertos de una sustancia caliente, George deseaba realmente calmarse pero una persona indeseada, merecedor de tal vez la idiotez interrumpió su precioso momento. Al contemplar con una ceja alza no fue posible aguantar la risa.

George rio al ver a su hermano con la boca abierta y resto de té resbalar por su barbilla, a su lado una inconfundible Alex miraba a la pareja.

— ¿Enserio Poppy? ¿George? ¿No pudiste elegir a alguien mejor? — la broma de Fred ocasiono una risa divertida en Alex, pero a George no le pareció tan graciosa en ese momento.

— Eres un...

Pero las palabras se omitieron. Las sorpresas no dejaron de aparecer, el amor intoxicaba a cualquiera. Dos profesores decidieron aparecer omitiendo el detalle de una menor se encontraba fuera de los límites de Hogwarts. Alex Longbottom contaba con solo doce años, demasiado joven para asistir de Hogmead pero eso poco importaba. La profesora McGonagall y el profesor Flitwick encantados de una salida tomaron asiento cerca del grupo.

Asustados, los gemelos se acomodaron para evitar que Alex fuera vista, la chica opto por esconderse bajo la mesa. Pero una mente tan aguda como lo era Minerva no paso desaperciba la curiosa mesa de Fred habitada por dos copas de té.

— Señor Weasley, señorita Goodwin — Minerva saludo a los chicos — ¿Qué hace tan solo aquí, señor Weasley?

— Vigilo a mi hermano — se excusó Fred nervioso — No puedo permitir que le lastimen el corazón, es muy para ello.

Patrañas. Una palabra para describir la escena. Fuera lo que estuviera por suceder McGonagall no tardo en descubrir el cometido de los chicos. Esconder a una estudiante que no estaba lista para asistir al pueblo mágico de Hogsmeade merecía sin duda un gran castigo. Uno que en el fondo Alex agradecería sin duda. 

— ¿Ellos estarán bien? — Poppy observo el partir de la pareja.

— Claro, conociendo a Fred todo estará bien, incluso puede ser que se escapen antes de volver al castillo — George se permitió tomar la mano de Poppy.

— Su-upongo... — sonrojada contemplo al pelirrojo.

Aceptar a George en su vida presagiaba cosas buenas.

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