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Luna llena.


¡Feliz año! Y ante el nuevo año, un nuevo capitulo. 

ACLARACIONES: Parte de las siguientes escenas se encuentran respectivamente en el libro y película "El prisionero de Azkaban", algunas de ellas sufrieron modificaciones para el avance de la historia. 

El siguiente capitulo es dedicado a Lourdes1Duarte


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El ruido dejo de escucharse. Con calma abrió la cortina, ninguna persona se encontraba en la habitación salvo su profesor de pociones. Preocupada Poppy se acerco a su lado, la mancha de sangre en el suelo la alarmo.

— Profesor...profesor Snape despierte.... — lo sacudió con levedad, no se atrevía a tocar a Snape sin su permiso, aun cuando este se encontrara lastimado. Pero ante las circunstancias era mejor olvidar el temperamento de su jefe de casa.

Poppy intento moverlo, logro observar su cabeza y comprobó que no era una herida profunda, solo un leve golpe. Escucho un quejido, con cuidado recargo el cuerpo de Snape en la pared, el hombre no tardo en abrir los ojos y la observo con fastidio.

— Goodwin... porque no me sorprende — cerro los ojos a causa del leve dolor — ¿Potter?

— Me parece que se fueron ¿Se encuentra bien?

— Que pregunta más estúpida, eso es lo de menos ¿Qué hace precisamente en la casa de los gritos? Imagine que estaría rogando por la atención de su hermano.

No era motivo de sorpresa pero no podía evitar, Poppy abrió los ojos ante las palabras hirientes del hombre que se suponía era una fuente de sabiduría para la casa de Slytherin. Suspiro agotada.

— No se quede ahí, ayúdeme, Potter peligra — Snape se levantó con dificultad, la cabeza le dolía a horrores.

— ¿Por qué lo dice? — poso el brazo en la espalda de su profesor para mantener su equilibrio e iniciaron a caminar fuera de la habitación.

— Debe saber mejor que nadie que día es hoy señorita Goodwin.

— ¿Qué día...? — sintió el golpe de su corazón, miro a Snape con los ojos cargados de miedo — Luna llena.

Un mal presentimiento se apodero de su mente. ¿Qué podía pasar si el grupo se topaba con un hombre lobo? El horror le dejo incapaz de respirar con normalidad al recordar la historia del profesor Lupin, si cualquiera era mordido, podían olvidar una vida de libertad.

Incluso dentro del mundo mágico ser convertido en una bestia no era bueno. Muchos odiaban a todo aquel que no portara una sangre pura, incluso los mestizos eran juzgados en la sociedad. Sin mencionar el desprecio hacia los nacidos de muggles. Poppy mordió su labio inferior intentando seguir el paso de su profesor de pociones, suplicando a Merlín que la luna no saliera.

Pero fue demasiado tarde, cuando ambos salieron por el hueco del sauce boxeador y lo que vieron los dejos sin aliento. Ambos hombres, Lupin y Black luchaban por contener a la bestia que pedía a gritos ser liberada con el rayo de luna.

Su mundo colapso. Todo, cada parte inicio a caer a un vacío sin retorno. Las risas de la infancia, los regaños de su madre, lo estricto que fue su padre e incluso el nacimiento del pequeño Thomas, todo inicio a desmoronarse y lo único que importaba en ese momento para Poppy era salvar a sus compañeros de su profesor.

— ¡RAPIDO, DEBEN ENTRAR! — grito con fuerza cuando Snape salió y arrebato de las manos de Granger la varita.

— ¡¿QUÉ HACE ELLA AQUÍ?! — fue el grito de Hermione al no comprender la situación

— ¡Eso no importa ahora! — bravo Ron adolorido intentado liberar la cadena que lo unía a Lupin.

— Déjenmelo a mí ¡CORRAN! — bravo Black al ver el pánico en el pelirrojo.

Oyeron un terrible gruñido. Lo que una vez fue humano dejo de serlo, la cabeza de Lupin se alargaba al igual que su cuerpo. Los hombros le sobresalieron, el pelo le brotaba en el rostro y las manos, que se retorcían hasta convertirse en garras. Nunca antes había visto semejante tortura, Poppy deseo correr, alejarse de todos para poder calmar el dolor que logro ver en la humanidad que se perdió por el paso de la bestia. Las cadenas que lo mantuvieron atado de Ron y Pettigrew se rompieron, fue cuando una especie de oso se arrojó sobre él, alejándole de ellos.

El silencio de la noche solo era interrumpido por los gruñidos de ambos animales. Pero el grito de Hermione alerto a Harry.

Pettigrew había cogido la varita caída del profesor, Ron intento arrebatarle la varita pero el pequeño chasquido que se escucho fue síntoma de la evidente transformación que surgía de ese hombre regordete y la caída de Ron inconsciente.

Solo fue cuestión de segundos para escuchar el gruñido sordo. Harry contemplo al hombre lobo escapar, Hermione y Poppy se acercaron a Ron para comprobar su estado. Todo era un caos.

— Sirius, ha escapado ¡Pettigrew se ha transformado! — grito Harry a lo que parecía ser un oso, pero Poppy comprendió tarde que no era un oso, sino, un perro enorme de color negro

Sirius tenía heridas en el hocico y en la espalda, pero apenas escucho las palabras de Harry volvió a salir velozmente siguiendo los pasos de aquella rata.

— Profesor Snape, debemos llevar a Ron a la enfermería — Poppy contemplo con miedo el rostro inexpresivo del pelirrojo, nunca antes vio un hechizo como ese.

— ¿Qué le ha hecho? — pregunto Harry.

— No sé, pero debemos irnos.

Hermione pasó el brazo de Ron por sus hombros cuando un aullido lastimero provenía de la oscuridad. Uno que erizo los vellos de cada uno, Harry contemplo el bosque prohibido con el latir de su corazón pausado, conocía ese aullido.

— Sirius — murmuró mirando hacia la negrura. Dio un par de pasos pero los brazos de Snape lo atraparon impidiendo que siguiera moviéndose, zarandeo el agarre de su profesor de pociones, intentado apartarse de él — ¡SUÉLTEME!

— De ninguna manera Potter, ustedes cuatro vendrán conmigo, es demasiado tarde para Black.

Un segundo gemido se escuchó. Poppy observo la lucha, Hermione a su lado estaba indecisa sobre qué hacer, pero ella no, conocía muy bien esa mirada de agonía en el rostro de Harry. Tomo la varita del suelo, apunto a Snape y grito.

— ¡Desmaius! — cerro los ojos cuando el hechizo impacto en la nuca de su profesor. El cuerpo cayó al suelo cual costal — ¡Rápido deben irse! — ordeno con el miedo reflejado en su voz — Yo cuidare de Ron.

No fueron necesarias las palabras. Harry echo a correr seguido por Hermione.

    •ℂ•  

Son curioso los eventos que otorga la vida, las diferentes pruebas que da el destino para aquellos que desean una mejor vida. Entre las lágrimas, las derrotas y pocas victorias uno se daría por vencido con el pasar de los años, pero, para otros que han probado la felicidad, el éxito y logro, son incapaces de dejarse vencer por las adversidades que presenta la vida.

Poppy solo contemplo el ventanal, escuchando la conversación que mantenía Snape con el ministro, Cornelio Fudge. Un hombre que alcanzo el poder en base a las buenas acciones. Su padre, tenía un ideal del ministro poco agradable, para él, solo era un bufón que otorgaba medallas a los magos poco talentosos, pero en ese momento parecía ser que su padre tenía una pizca de verdad.

Fudge era un crédulo al escuchar cada mentira de Snape como la verdad más pura. Una vez logro estabilizar el cuerpo de su profesor y del pelirrojo con magia, recogió la varita de Ron para emprender camino al castillo. Esperando que el director creyera la historia, una donde el fugitivo Sirius Black era inocente de los crimines impuestos.

Al llegar a la enfermería, una adormilada Madame Pomfrey despertó al ver el estado de los tres. Enseguida atendió a Ron, dejando en el olvido a Snape. Con calma Poppy deposito el cuerpo del profesor y en cuestión de minutos sin percatarse, este desapareció. Asustada alarmo a la enfermera, ambas salieron pero lo que encontraron antes de pisar el césped dejo a Poppy horrorizada.

Harry, Hermione y Black se encontraban flotando tras de Snape, quien portaba una mirada de triunfo, una que le heló la sangre a Goodwin.

No basto mucho para que el ministro llegara, y la historia que preparo se fue evaporo cuando su profesor de pociones sonrió con maldad antes de salir por la puerta de la enfermería.

— Aun no has probado tu chocolate, debes comerlo si quieres sentirte mejor — Pomfrey se alejó de la cama de Poppy para aproximarse a la de Ron y continuar en la de Harry — ¡Ah, estas despierto!

— ¿Cómo esta Ron? — preguntaron al mismo tiempo Harry y Hermione.

— Está bien, solo duerme — comento Poppy nerviosa de la reacción que podrían tener ambos ante las mentiras de Snape.

— Sí, sí. Por ahora, ustedes tres permanecerán aquí hasta que esté bien segura de que están... ¿A dónde vas Potter? — Pomfrey contemplo al chico sin entender.

— Tengo que ver al director — explico con voz queda.

Lo que se temía. Poppy contemplo el conflicto entre ambos, Hermione se unió a su amigo defendiendo su postura, pero ¿Qué podían hacer? eran solo estudiantes, ninguna autoridad iba a creerles. La conversación de afuera seso, el profesor Snape entro seguido de Fudge, en cuanto vieron a Harry despierto, el ministro se mostró complacido de que todos estuvieran a salvo, en especial él.

— Harry, Harry, estás confuso. Has vivido una terrible experiencia. Vuelve acostarte, está todo bajo control.

Pero las palabras solo empeoraron. El chico se exalto, Hermione a su lado dialogo pero nada iba a cambiar, Poppy lo sabía al ver la mueca de gusto de Snape al hablar sobre los confundidos que estaba los dos adolescentes. La puerta se abrió, mostrando a Dumbledore.

— Veo que ya se encuentra mejor señorita Goodwin — se dirigió a ella con una pequeña sonrisa.

— Sí, pero ellos...  — Poppy dirigió su mirada al grupo que seguía discutían sobre la situación — Profesor ¿Es posible aclarar el malentendido?

— Difícil será, pero tenemos otra alternativa — le guiño un ojo antes de acercarse al grupo para que notaran su presencia.

En poco tiempo la habitación concurrida se mantuvo en silencio. La enfermera abandono la estancia por petición del director, solo quedaban ellos seis y un inconsciente Ron.

— Me gustaría hablar con Harry, Hermione y Poppy a solas — Dumbledore tranquilo contemplo a Fudge y Snape.

— Los dementores deberán llegar pronto. Iré a recibirlos, Dumbledore, nos veremos arriba — Fudge desapareció por la puerta, pero Snape se quedó.

— No creerá una palabra de lo que digan ¿verdad? Debo recordarle, Sirius Black demostró ser capaz de matar cuando tenía dieciséis años — la furia en los ojos de Snape taladro el rostro tranquilo de Dumbledore.

— Mi memoria sigue siendo tan buena como siempre Severus, si me permites.

— Después hablaremos sobre su castigo, señorita Goodwin — con esas palabras, Snape abandono la habitación dejando la puerta cerrada.

— Señor, Black dice la verdad, nosotros vimos a Pettigrew... quiero decir, el dedo, él mismo se lo cortó — Hermione explico con franqueza.

— Escapo cuando el profesor Lupin se convirtió en un hombre lobo — Harry siguió el hilo de las palabras de Hermione.

Poppy sintió la mirada de Dumbledore sobre ella, esperando, que dijera cualquier cosa para defender la postura de Sirius Black ¿Qué derecho podría tener ella? A pocas horas pensó en traicionar al hombre que le dio una mano y un lugar al cual acudir para protegerse, Remus Lupin le ofreció consuelo desde su primer día de clases, y con el tiempo le dio su amistad. Una que valoro cada segundo hasta la perdida de Riley.

Su hermano siempre estuvo para ella, en cada paso que dio desde el día de su nacimiento. Fue él quien le ofreció una mano amiga cuando se sentía frustrada, sola y triste. No solo era su hermano, también era su amigo.

Y los amigos estaban para perdonarse.

Solo esperaba en el fondo, su hermano le perdonara por lo que estaba a punto de hacer.

— Ese hombre... ataco a Ron, no Black, profesor — Hermione la contemplo con los ojos abiertos — Sirius Black solo buscaba al culpable de la muerte de los Potter.

Dumbledore le dio una pequeña sonrisa, Hermione y Harry alzaron la voz dando explicaciones de lo sucedido pero fueron suficientes para el director.

— Ahora tienen que escuchar ustedes, les ruego que no me interrumpan, tenemos muy poco tiempo — dijo tranquilo — Black no tiene ninguna prueba de lo que dice, salvo su palabra. Y la palabra de tres brujos de trece años no convencerá a nadie ante una calle llena de testigos que juro haber visto a Sirius matar a Pettigrew. Yo mismo di testimonio al Ministerio de que Sirius era el guardián secreto de los Potter.

— El profesor Lupin, también puede testificarlo — Harry estaba desesperado.

— El profesor se encuentra en estos momentos en la espesura del bodque, incapaz de contarle nada a nadie. Cuando vuelva a ser humano, será demasiado tarde, Sirius estará muerto. Además, la gente confía tan poco en los licántropos que su declaración tendrá poco peso. El hecho de que él y Sirius sean viejos amigos...

— Pero...

— Escúchame, Harry. Es demasiado tarde ¿lo entiendes? Tienes que comprender que la versión del profesor Snape es más convincente que la de ustedes.

— Pero... tal vez, ... el peso del apellido Goodwin.

— Entiendo tus buenas intenciones Poppy, pero dudo que su padre apoye a un fugitivo.

El silencio fue incomodo, Poppy observo a Harry con temor, él solo sintió el mundo hundirse bajo sus pies.

— Lo que necesitamos es ganar tiempo — menciono Dumbledore despacio.

— ¿Tiempo? — Harry y Poppy lo contemplaron sin entender, pero Hermione abrió los ojos lo suficiente para que el director sonriera con calma.

— Sirius está encerrado en el despacho del profesor Flitwick, en el séptimo piso. Torre oeste, ventana número trece por la derecha. Si todo va bien, esta noche podrán salvar más de una vida inocente. Pero recuerden, no pueden ser visto. Señorita Granger, ya conoce las normas, sabe lo que esta en juego. No deben verlos.

Ambos pelinegros se vieron sin comprender nada de lo que decía el profesor. Dumbledore partió camino a la puerta y antes de salir hablo con calma.

— Les voy a cerrar con llave. Son... las doce menos cinco, señorita Granger, tres vueltas deberían bastar. Buena suerte.

Y se fue, el movimiento de afuera fue suficiente para saber que la puerta estaba totalmente cerrada.

— ¿Buena suerte? — repitió Harry confundido.

— ¿Tres vueltas? ¿Qué quiso decir? — Poppy miro a Hermione buscando respuestas.

— Lo lamento Poppy.

Pero Hermione no le dio tiempo de reaccionar, se acercó a Harry, rebusco en el cuello de su túnica y saco una cadena de oro muy larga. Puso la cadena también alrededor del cuello de Harry.

— ¿Preparado? — dijo con prisa Hermione.

— ¿Qué hacemos? ¿Por qué ella...?

Las palabras quedaron olvidadas cuando ambos desaparecieron de la enfermería. 

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