
Juntos y... quebrados.
Juntos, estaban juntos, en contra de las creencias, tradiciones o rivalidad. Ambos permanecieron juntos al volver aquella tarde del pueblo, atentos a las miradas que los estudiantes dirigían a la unión de sus manos. La serpiente avergonzada bajo la mirada pero su compañero, su pareja levanto la unión atrayendo la atención de los demás. Olvidaba que su peculiar "novio" no era nada discreto.
— George, por favor, ya es suficiente con que nos miren. Deja de atraer a los demás.
Pero fue como pedir frutos al árbol. Su compañero la ignoro con una radiante sonrisa, estaba demasiado feliz para ocultar la verdad de su estado. La chica por la que suspiro en más de una ocasión, aquella pequeña de cabellera castaña le miraba solo a él, del mismo modo que lo hacia sus ojos, llenos de cariño. George era feliz, Poppy a su lado cubrió su rostro rojo como la cereza al pasar junto a un grupo de halcones, apenada de que su "novio" mostrara abiertamente la relación que hacía apenas unas horas se formó.
Por nada el pelirrojo era conocido por su atrevimiento. Le importaba poco la opinión de los demás y al pasar justo en el pasillo rumbo al gran comedor la mirada de todos o algunos se posaron en ellos dos, en especial un profesor de oscura cabellera que alzo una ceja ante la desaprobación de la relación.
Severus contemplo en su silla el llegar de las parejas, atento a cualquier muestra de afecto más allá de lo cordial. De acuerdo a las normas impuestas, solo se permitía un beso en la mejilla, un abrazo pequeño y por supuesto estar tomados de la mano para disfrute de las parejas. Pero el observar a la chica que ocasiono algunos problemas incrementarlos con el simple hecho de hacer acto de presencia junto a Weasley, causo cierta gracia en el profesor. La señorita Goodwin era, en términos simples, una traidora de la tradicional casa ancestral de Slytherin, su peculiar formar de ser causaba revuelto entre las serpientes, pues, nunca antes se vio nada igual. Y quienes albergaban la esperanza de ser "amables" eran pisoteados por el intelecto de los mayores.
Severus pasó sus mejores años en aquella casa, mostrando la dignidad características de una orgullosa serpiente. Pero, con el tiempo comprendió que aquello no importo demasiado, no después de haberla perdido a "ella".
— ¿Es la señorita Goodwin, Severus?
— En efecto, junto a uno de los Weasley, Minerva.
La preocupaba mirada de la profesora viajo de Severus a la chica, y de repente se posó en un joven alto, de cabello oscuro y mirada perdida. Riley Goodwin, hermano de la joven se quedó petrificado al observar a su hermana avanzar con inseguridad a la mesa de Gryffindor, la cena estaba a punto de ser servida y los murmullos comenzaron con el avanzar de la pareja.
¿Puedes creerlo?
Que descaro.
¿Enserio esta con él?
¿Qué fue lo que le vio?
Pobre del chico.
¡Una serpiente, está loco!
Hermione abrió los ojos sorprendida al tener enfrente a Poppy. George como todo un caballero espero a que su novia tomara asiento, las miradas confundidas del resto de los leones eran claras, pero nadie decía nada, todos guardaron silencio, por respeto al pelirrojo. Salvo Ron Weasley.
— ¿Estás loco? — espeto confundido, con una pierna de pollo a medio camino.
— Ron, no es el momento — Hermione incomoda miro a su amigo.
— Pero Hermione, es una... — guardo silencio ante la mirada que la castaña le lanzo.
Poppy suspiro, tal vez no fue una buena idea seguir a George, no espero que cenara a su lado y muchos menos estar rodeada de leones pero el ambiente cálido le atrajo. Al girar el rostro contemplo a Riley, quien confundido le seguía mirando, sonrió y saludo a su hermano pero este no mostro ningún signo de aprobación, nada. Esperaba en el fondo su padre no se enterara, solo esperaba.
— ¿Qué haces aquí damisela?
— Hola Fred, es bueno verte.
Un rostro idéntico cubierto de manchas le saludo alegre, a su lado una cabellera castaña se asomó detrás de Fred. Alex le miraba de hito en hito, sorprendida, emocionada y extrañada de verle tan cerca de George. Un intercambio de mirada basto para que Fred estampara su mano en la espalda de su gemelo, Alex alegre le abrazo y deseo lo mejor. Todo volvió a la calma en la mesa de Gryffindor si aquello fue aceptado por otros, que derecho tenía el resto de verles extrañados.
La sonrisa de George le basto cada segundo camino a la mazmorra. La cena fue lo mejor, no recordó una cena tan tranquila, divertida y extraña en su vida. Los leones de Gryffindor lo pasaban en grande, el rumor que circulaba sobre los sobresalientes que resultaban ser, fue comprobado en esa media hora que paso junto a ellos. Una pena que todo final feliz terminara.
Poppy apretó la mano de su novio, nerviosa, las escaleras se iluminaron al pasar los alumnos, pero al llegar al final la oscuridad fue lo único apreciable. Los de Slytherin acostumbrados a la penumbra de aquella zona no lo encontraron vacio, pero para ella, resultaba horrible.
— ¿Segura? Puedo acompañarte hasta la entrada de tu casa — George la vio preocupado.
— Segura, debo... enfrentar esto sola ¿de acuerdo? — Poppy observo a George asentir resignado — Estaré bien, ¿Qué es lo peor que puede pasar ahora? ¿La expulsión?
Ambos rieron tranquilos. George le dio un abrazo nervioso, Poppy le beso rápido la mejilla, aun no estaban listos para ese segundo beso. Al terminar de bajar, la chica se despidió de su novio, lista para enfrentar el peor de los males. Su hermano Riley. Desde que recordaba Poppy, su hermano fue protector con ella y Tomas, procuraba cuidarlos en todo momento pero nunca espero contar con un novio o pretendiente. Su hermano no contaba con esa faceta de hermano celoso, no había necesidad para ello, de acuerdo al criterio de Goodwin; una pena que no contara con lo poco seguro que se encontraba el mayor de los Goodwin.
En la casa de las serpientes, reinaba el silencio, en la sala comun un chico caminaba de un lado a otro, intentado encontrar una respuesta lógica a lo que sus ojos presenciaron esa noche ¿Cómo su hermana fue a parar en las brazos de aquel pelirrojo? ¿Qué paso en Hogmead? ¿Poppy no pensaba en las consecuencias? Al parecer no, Riley temia lo peor, si sus padres llegaran a enterarse de aquella "relación" el futuro de su hermana quedaba reducido a la nada. Existía la posibilidad, de que su padre lo tomara como una broma de mal gusto, un capricho y con el tiempo Poppy dejara a ese idiota de Weasley ¿no?
— ¿Estás loca? — fueron las primeras palabras que le dirigió Riley al verla entrar — ¿No piensas? ¿Sabes las consecuencias de esto?
— ¿Qué consecuencias? Solo es George, él no puede causar tanto mal... ¿verdad? — Poppy contemplo con esperanza a su hermano — Los Weasley son gente amable, leales y ...
— Traidores a las sangre, ¿no lo entiendes Poppy? Si nuestros padres se enteran que estas de novia con "ese" te dejaran en la calle sin pensarlo.
— No lo llames de ese modo, su nombre es George.
Riley se acercó a Poppy con el ceño fruncido, tomo de los hombros a su hermana y apretó con fuerza. Contemplo el color de esos ojos esmeralda, busco algún encantamiento, cualquier cosa pero solo podía ver la inocencia de su hermana, aquella por la cual la gente le pisoteaba. Ella no debió estar en la casa de Slytherin, no pertenencia a ellos.
— Tú no perteneces aquí — Riley hablo con una voz diferente a la suya, vacía. Soltó a Poppy y se alejó despacio — No sé qué pensó ese sombrero, pero tú... no eres una verdadera Slytherin...
— Riley... — Poppy contemplo a su hermano sin palabras, no espero que escuchar aquello, no de él. Su único apoyo dentro de la casa. Se acercó, alzo la mano y antes de tocar a su hermano este le tomo de la muñeca con fuerza.
— No... me toques — Riley siguió hablando de aquel modo. Con una autoridad, frialdad y vacio en su voz.
— ... Por favor, no me digas eso, soy tu hermana Riley, tu hermana... — intento de nuevo tocarlo pero le detuvo el brazo — Riley...
— No, tú eres mi niña... ella, ella no me traicionaría de esa forma, no me dejaría de lado por una escoria como Weasley. Tú no eres nadie.
Por primera vez Poppy contemplo las consecuencias de la maldición imperdonable en su hermano. Ignoro esos días en los cuales su hermano se encontraba mal, lanzando encantamiento, disfrutando el dolor de los demás, pensó que tal vez solo estaba molesto, no solía actuar como el hermano dulce que era. Pero ver de su hermano, ver el color miel de sus ojos cargados de odio, le helo el alma ¿Quién era ese chico?
Riley le soltó, bajo la cabeza y saco la varita. El desquicio en sus ojos miel alerto a Poppy. Asustada retrocedió, tropezó con la sala de estar, pero no se detuvo, tenía miedo de su propio hermano.
— Riley...soy yo, soy Poppy, tu hermana — el timbre nervioso de su voz hizo sonreír a Riley con descaro.
— ¿Mi hermana dices? Solo veo a una escoria que le gusta estar rodeado de traidores, no eres nadie, solo una basura. Ahora vete, antes de que me arrepienta.
— ¿A dónde? — la sorpresa se reflejó en su rostro.
— No me importa... ya... ya no me importa.
Las palabras no bastan para describir el dolor, no son necesarias porque no son las adecuadas ¿Cómo explicar? ¿Cómo decir a otros el sufrimiento por el que pasas? Esa agonía, la falta de aire, el delirio por buscar una respuesta, son nulas las explicaciones. No hay palabras que describan el dolor de una persona. Riley solo observo, a esa chica irse con la mirada perdida, fuera de la casa que la acogió durante tres años. Confundido el mayor de los Goodwin se quedó en su sitio, sin saber que había hecho, pero las palabra no escaparon de su boca para impedir que esa niña que logro ver ante sus ojos, se desvanecía.
Riley sintió dolor, un dolor grande al comprender que su hermana no lograba ver el esfuerzo, la lucha y valor que requería enfrentar a Arthur Goodwin ¿Y todo para qué? Para verla feliz y disfrutar de una libertad que él carecía. No eran celos, solo dolor al verla a lado de George Weasley y comprender que ella sentencio su exilio.
El eco, un claro sonido de vida. Poppy camino con paso pausado, escuchando el eco de que sus pisadas, pensando, tal vez, estar soñando. Se detuvo al subir las escaleras, giro el rostro hacia abajo esperando con ansias ver a su hermano, Riley estaba al final de las escaleras con la mirada llena de remordimiento, pero Poppy sabía que su imaginación solo le traicionaba. El espejismo que ella creo se esfumo cuando las lágrimas iniciaron aparecer.
¿Qué iba a hacer? Cerró los ojos, cubrió su boca sofocando los sollozos que escapaban de sus labios. No podía acudir con George, en medio de la noche, no deseaba meterlo en problemas. Conociendo su temperamento, seguramente acudiría a la mazmorra para pelear con Riley y no deseaba ver a su hermano y novio discutir.
Deambular pareció la mejor opción en ese momento. Contaba con encontrar a la Señora Norris, esperar un castigo, una audiencia con Snape y tal vez encontrar el valor para hablar con Riley. Pero su corazón estaba dolido por las palabras de su hermano, no espero que esa persona, aquella que le defendió, le prometió estar a su lado le dejara. No era una traidora, solo buscaba su propia felicidad. ¿Dónde quedo esa chica valiente? En el pasado ¿Dónde estaba aquella que enfrento con valor a Malfoy? Atrás ¿Dónde estaba aquella que veía a todos con bondad? Olvidada ¿Aquella que suplico ayuda? En ningún lado.
Levanto la cabeza cuando se golpeó con la madera. Limpio las lágrimas al contemplar donde se encontraba, sus pies le llevaron con la única persona que tal vez entendía su soledad. Aquella que en un momento le alegro la existencia en el castillo, no era la última persona en la que pensaba, pero era irónico recurrir a ella cuando se encontraba tan perdida y quebrada.
Vemos en otros lo que nos da la fortaleza, lo que buscamos y carecemos.
No podía sonreír sin estar triste. Las palabras de su abuela siempre le consolaron.
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