¿Esperanza?
— Hace muchos años, justo en una época en la cual el amor era prohibido existió un sacerdote de nombre San Valetín, dicho hombre vio la desdicha en la juventud al no lograr una celebración tan pura como lo era el matrimonio. Ante el infortunio, decidió casar en secreto a los jóvenes enamorados...
— Espera, espera ¿Es enserio? ¿Qué clase de cuento es este? — un exceptivo Fred miraba incrédulo a la castaña.
— Guarda silencio, ¿Qué paso después Hermione? — comento Angelina fascinado por el relato.
Un grupo en particular escuchaba la charla de una joven en la mañana del día más importante de cualquier adolescente. El día de San Valentín fecha que hasta el momento ha quedado en el anonimato por su origen, por justa razón, Hermione se dispuso a contar la historia tras del por qué un joven o señorita da muestras de afecto, como el hecho de regalar flores o chocolates. Pero la historia no llego a concluirse, un emocionado George irrumpió en la sala común lanzando a lo que parecía ser una especie de papel en forma de corazón. Con un Ron nada contento detrás suyo.
— ¿Qué basura lees? — espeto Weasley ante la mirada sorprendida de Fred.
— ¡No es ninguna basura Ronald! Es algo bello y hermoso que tú no comprenderías — cerro de golpe el pequeño libro, furiosa.
El poco tacto que se tenía ambos amigos era causado por la feroz contiene que presentaba el gato de Hermione, Crookshanks cazaba a la rata de Ron por alguna extraña razón. De acuerdo a los rumores, el castillo contaba con ratas adicionales cerca de los calabozos y mazmorras, Hermione procuraba llevar a su felino a esas áreas pero por más que lograba distraer al gato, este parecía de vuelta a su labor. Cazar al pobre scrabble.
Por esa razón Harry escucho la discusión entre ambos. Sentía que pronto sus dos amigos dejarían de serlo y los gemelos a su alrededor no ayudaban a mejorar para nada la situación.
— 10 sickle a Hermione — comento George a Angelina.
— Te apuesto...20 knuts y 2 sickles — confirmo la chica al contar las monedas de bronce.
— Chicos, no creo que sea buena idea — Harry no miraba aquello con grandes esperanzas.
— ¡Vamos Potter! — lo alentó Fred — ¿Cuánto apuestas a que Ron sale disparado por el retrato en menos de quince segundo?
— ¿Quince? Aposte a Angelina que no tarda en irse — George miraba emocionado el dinero.
— ¡ERES UN INSENSIBLE!
No fue necesaria la apuesta. Hermione harta del grupo, recogió sus cosas y salió por el retrato gritando a Ron. El chico se cruzó de brazos indignado, igual de molesto se fue de vuelta al dormitorio de los chicos.
— ¿Quién aposto a que ambos se irían? — pregunto Angelina al grupo de Gryffindor.
— ¡Yo! — alzo la mano Lavander.
Harry suspiro al contemplar a sus amigos entregar el dinero a Lavander. Pero el gusto no duro demasiado, el retrato nuevamente se abrió mostrando a una fúrica Hermione. Enseguida los alumnos se alejaron de su paso pero se detuvo delante de George, el chico le miro con las manos cubriendo su persona, ante un posible daño.
— ¿Qué-e pasa Granger? — tanteo el terreno.
— Te están esperando afuera, es Poppy... — susurro un poco bajo, pero la mayoría estaba al pendiente de su charla — Para futuras reuniones, sería prudente no dar la ubicación de nuestra torre.
— Entendido, si me disculpan señores, señoritas, me espera el amor de mi vida — sonrió feliz.
Fred rodo los ojos ante los pasos torpes que daba su gemelo. Algunos estudiantes murmuraron ante la revelación de Hermione, pero no era de extrañarse. Una serpiente conocía el paradero de la torre de los leones, ambas casas eran rivales de antaño y que una conociera su ubicación no presagiaba nada bueno. Pero la mayoría desconocía la naturaleza de Poppy.
A las afueras del retrato procurando que nadie viera su persona se encontraba una joven de cabellera castaña, mirando cada pocos segundos su espalda, se encontraba en el séptimo piso infligiendo una ley primordial de cualquier casa. No averiguar el paradero de otra, aunque eso poco le importaba. La cuestión era no ser vista por ninguno de los suyos. En especial desde la mañana.
Siendo domingo, el correo de la mañana despertó a los adormilados estudiantes. Una lechuza parda se detuvo cerca de los hermanos Goodwin, Riley tomo la carta con molestia, seguía cansado y con ojeras. Del otro lado de la mesa, Lavanda quito el listón de la carta con emocion. Pronto tendrían fecha de su compromiso. Noticia que no era buena para Riley.
— Tiene otra carta querido — Lavanda rio risueña ante el apelativo — ¿Quieres que la abra?
— No... — Riley observo el sobre con poco interés, pero sus ojos se abrieron — Poppy, es para ti.
— ¿Pa-ara...mí?
Sin esperar respuesta, Lavanda arrojo el sobre a su preciada prima. La castaña lo tome y sus ojos se abrieron, la carta tenía el nombre de su padre. Temerosa lo abrió con cuidado pero no daba señales de ser un vociferador disfrazado, incluso a lo lejos Demian miraba sonriente recordando la escena.
— ¿Qué dice Pops? — Riley se acercó emocionado.
— Pu...puedo volver a casa...este ve-erano... — una lagrima resbalo de sus ojos, una de confusión.
Alzo la vista para ver a su hermano cerca suyo con una sonrisa genuina al tomar con cuidado una taza de café. Alec aburrido de las muestras de afecto de la chica, lanzo un poco de puré en su dirección dando en el blanco, cerca de su cabello ocasionando una sacudida en la chica, atrayendo la mirada de furia de Riley.
Los hermanos Baldwin conocidos por meterse en problemas se mantuvieron al margen desde su ataque ante el vociferador de Poppy. Después de la seria amenaza de Dumbledore, cada abusivo de Hogwarts se detuvo por un momento, no deseaban que el Quidditch fuera cancelado ante una absurda situación como era "jugar" pequeñas bromas a los demás. Demian rio divertido ante lo que su hermano realizo, imitando su acción lanzando un poco de pudin a la cara de Lavanda.
— ¡¿Qué pasa con ustedes?! — Lavanda se levantó furiosa, su perfecto cutis estaba arruinado.
— ¿Con nosotros? Nada ¿cierto Demian? — Alec miro con una mano en la mejilla a su hermano.
— Nada preciosa, solo estamos aburrido...todo ha sido aburrido desde que una "rata" fue de chismosa con el director — la risa de parte de las serpientes se escuchó en la mesa.
— Se los advierto — Riley se levantó con su varita en mano.
— Riley...
Poppy tomo del brazo a su hermano. La razón de las ojeras e irritabilidad de Riley eran las pocas horas de sueño. Sentía que su hermano estaba perdiendo el juicio, buscaba cualquier excusa para amenazar a todos con un hechizo sencillo hasta una maldición. Y los que parecían divertidos ante la situación del chico eran los hermanos Baldwin, dispuestos a causar un poco de caos antes de finalizar su último año.
— Señores, veo que disfrutan del desayuno — la voz de Snape distrajo al resto.
— En efecto señor, es un maravilloso desayuno — puntualizo Demian contento de ver la poca acción de Riley — Disfrutando de la compañía ¿cierto muchachos?
— Cierto.
Una débil sonrisa apareció en el rostro de Poppy. El profesor y jefe de casa de Slytherin solía aparecer en las situaciones que estaban por salirse de control. En el fondo la chica agradecía cualquier intervención suya, desde que en vacaciones de navidad salvo su vida de la forma más desinteresada ante el atentado de Lavanda. Las novias resultaban peligrosas ante los celos.
— Sera mejor retirarme — Poppy observo su cabello aun cubierto de puré.
— Te veo más tarde, Lavanda quiere ir a Hogsmead por...dulces — el animó en su hermano resultaba alentador — No te distraigas...
— No lo hare — se despidió de su prima y hermano.
Al salir del gran comedor sintió la presencia de dos individuos. Al voltear contemplo a los hermanos Baldwin siguiéndole, respiro para calmarse, busco con cautela su varita, estaba dispuesta a defenderse no iba a permitir de nuevo ser humillada. No, desde la plática con Fred, los ánimos de George y las advertencias de Alex sobre defenderse ante los abusivos.
No sería de nuevo esa damisela en apuros.
Al bajar por la escalera, rumbo a las mazmorras volteo de nuevo pero perdió de vista a los dos grandulones. Con una sonrisa se giró pero se detuvo en seco al verlos al final del pasillo con los brazos cruzados dejando pasar a los alumnos de Slytherin que deseaban entrar a la sala común.
— Vaya, vaya ¿Cuál es la contraseña? — Alec se colocó cerca de la entrada — ¿Y bien?
— Es...es...sangre pura — el muro de piedra desapareció en su momento pero los chicos no se movían.
— Bien dicho rata — aplaudió Demian — ¿Dónde quedo tu amiguito Lupin? Por lo que escuche, son buenos amigos...parece que se dan obsequios...
— Eso me recuerda, a mí también me gustan los chocolates — Alec ronroneo al burlarse — Por si te interesa saber.
El castillo rumoraba sobre los chocolates puestos en el salón de clases de Defensa, un regalo para el profesor Lupin. A pesar de los actos realizados por Poppy, Draco no cumplió la promesa de no hablar sobre el obsequio que dejaba la chica al profesor. Por esa razón algunos alumnos jugaban delante de ella, escenificaban situaciones de entregar dulces a otros y utilizar frases como "gracias", "eres un encanto"; o simplemente se burlaban como lo hacía Alec.
Por esa razón Poppy procuraba no ser vista cuando visitaba a George a la torre de Gryffindor, platicaba con Luna cerca de la torre de Ravenclaw o circulaba con Alex en las orillas del bosque prohibido. Los alumnos buscaban cualquier pretexto para retomar las burlas a cualquiera y ella no sería la excepción. Después de salir ilesa ante la situación que vivió con los hermanos Baldwin, cambiar su vestuario se empeñó en ir a darle las buenas noticias a los gemelos sobre la carta de su padre.
No conto que al llegar al séptimo piso el retrato se abriera de improviso mostrando a una furiosa Hermione que casi le derriba.
— ¿Pu-uedes hablare a Fred y George? — dudo que le reconociera de la noche después del partido.
— ¿Poppy cierto? — Hermione la contemplo — Permita que te lo diga, pero no es bueno que una Slytherin visite la guarida de Gryffindor.
— Lo sé, por eso me vestí diferente... — su atuendo consistía en un suéter color borgoña con una enorme "P" en el centro, unos sencillos jeans y zapatillas deportivas.
— Bien, espera aquí.
No tardo mucho, procuro vigilar la escalera cada cierto segundo. Los alumnos que circulaban eran pocos, la mayoría se encontraba en Hogsmead disfrutando el fin de semana. Pronto sería San Valetín y algunos se dispusieron a comprar flores, chocolatinas, obsequios para esa persona especial. Tan sumergida estaba en preocuparse por el regalo para el cumpleaños de Luna que estaba próximo, que no observo al par de ojos castaños que le miraba atentos.
George no dejaba de verla de esa forma, ensoñado. Fred se burlaba, confesando que era una especia de cobarde por no mencionar sus sentimientos a la chica, pero ¿Quién era su hermano para juzgarlo, si el mismo no admitía delante de Alex su cariño? Estaban empatados, pero eso concluía el fin de semana, estaba dispuesto a declarar su cariño por Poppy justo el día de los enamorados.
— ¿Qué tanto piensas? — murmuro George cerca suyo.
— Que debo darle de cumpleaños a Luna — alzo los hombros — Hola Greg — sonrió sonrojada por su cercanía — ¿Y Fred?
— ¿Fred? — alzo una ceja.
El retrato se cerró tras del pelirrojo. La Dama Gorda contemplo a ambos con una ceja alzada, una sonrisa cómplice, amante del cotilleo dejando encerrados al resto de los alumnos que deseaban salir.
— ¿Le importa? — George vio al retrato — Es una plática privada.
— Si, si, ustedes continúe, imaginen que no estoy aquí — la Dama Gorda se colocó de nuevo en posición desviando la mirada pero acentuando su oreja para escuchar.
— Jeje, no pasa nada, tengo buenas noticias — Poppy observo sonriente a la dama del retrato — Mi padre me envió una carta.
— ¿Una...carta? — George le miro exceptivo — ¿Qué decía?
— ¿Si, que decía querida?
Aguantando la risa por la mirada inquisidora de George al retrato, el pelirrojo respiro para calmarse y una idea se formuló en su mente, una que de la que se enorgullecía.
— ¿Qué te parece si hablamos del tema en otro lugar y en otro momento? — observo de reojo el desánimo de la señora.
— Está bien, ¿Dónde te...?
— En Hogsmead, en el salón de té de Madame Pudipie.
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