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Culpa.

Cielo despejado, ninguna nube, dragón o hipogrifo que pudiera molestar a los jugadores. Ni la más ligera brisa soplaba, nada, todo estaba en calma, todo excepto tal vez los dementores que seguían custodiando el castillo. Pero no era impedimento para los estudiantes, felices estaban después de tanta presión por parte de los profesores disfrutar un poco del deporte amado por todos, el Quidditch.

El partido de Gryffindor contra Ravenclaw era esperando por todos, en especial por los gemelos alborotadores. Quien en su afán por obtener la victoria apostaban de forma ilegal sobre el tiempo que tardaría el famoso cazador en obtener la snitch para ganar el partido. Incluso Luna disfruto aquello, apostando que Harry tardaría medio día en obtener la esfera dorada. Alex por su lado meditaba sobre el tiempo antes de apostar en contra de lo que su hermano profesaba.

Todo estaba en calma, el partido estaba por efectuarse. Pero a lo lejos, cerca de la entrada del estadio dos sombras charlaban, animadas por el plan trazado. Vencer y humillar al afamado campeón de Gryffindor, Harry Potter.

— ¿Recuerdan el plan? — una de las sombras hablo ante la llegada de los suyos.

— Si, esperamos el tiempo suficiente para salir volando y causar el pánico en Potter — corroboro uno de los chicos riendo — No sabe lo que le espera.

Marcus Flint contemplo a sus compañeros de casa, contento de arruinarle la diversión a sus enemigos, los leones. Goyle aplaudió entusiasmado, incluso Crabbe lo secundo, todos estaban contentos ante las órdenes de Draco. Quien miraba debes en cuando la entrada del estadio, faltaba un integrante fundamental de su plan, una rata de cabellos castaños.

— Oye, Draco ¿Seguro vendrá? ¿Y si nos acusa? — Marcus miro preocupado la dirección del rubio. No contaba con el mejor de los reconocimientos, y cualquier falta seria seriamente sancionada.

— Vendrá, tiene mucho que perder — apretó los puños.

Pero, Draco no estaba del todo seguro de sus palabras. Justo antes de concluir la cena ayer por la noche contemplo la alegría en los ojos de esa chica, Poppy miraba contenta el comedor al entrar junto al profesor Lupin. Ignorando las miradas desaprobatorias que le lanzaban a la pareja, la mesa completa de Slytherin sentía repugnancia ante la falta que cometía la chica. Ser amiga de una sangre traidora como era Remus.

Pocos conocían la verdad sobre la primera guerra, algunos sospechaban sobre los bandos que se armaron, quienes estaban en contra y a favor del reinado que tuvo el señor de las tinieblas. Aquel conocido como Lord Voldemort. Para Draco la historia tenía un principio magnifico y un final terrible; el señor tenebroso perdió la vida ante un sangre pura, una escoria que decidió ser traidora a su sangre.

Muchos de los magos más antiguos odiaban cualquier traición, y eso incluía aquellos que desearon llevar la contra ante las creencias más significativas. Una de esas era pensar que los muggle y magos estaban en la misma categoría.

— Hasta que decides aparecer Goodwin — Draco le miro sonriente ante el aspecto lamentable con el que contaba.

No era de sorprenderse que personas como Draco Malfoy buscara el beneficio de los más débiles. La traición a la sangre se paga con un alto precio, un ejemplo era el destierro que casi todo el mundo mágico daba a los Weasley, el poco renombre que contaba su apellido, las carencias que poseían, el poco nivel económico y la falta de superación en el ministerio de magia. Un pago por una traición.

Draco ignoraba algo importante, que esos "traidores" disfrutaban, y él no. Una libertad que Poppy observo a su alrededor, al sentir las miradas presionada de sus compañeros de casa ante el simple hecho de molestar a Harry por un partido. Poppy no podía odiarles, no del todo, sentía empatía por ellos, por cada uno de los presente. Conocía de sobre la relación que tenían Goyle y Crabbe con su padre, incluso Marcus estaba en serios aprietos si no mostraba lo necesario para ser un buen Slytherin.

— ¿Es-s....necesario? — dudo al hablar, la castaña miro a sus compañeros acomodarse la túnica extraña, dando un aire espeluznante.

— ¿Cómo que si es necesario? — Marcus la observo extrañado — De este modo esos idiotas no obtendrán la copa.

— Pero solo es una copa, podemos esforzarnos para alcanzarla sin la necesidad de...

— Escucha Goodwin, tal vez para ti sea fácil obtener lo que deseas, tu hermanito hace todo por ti ¿no? — Draco la empujo al pasar — Vamos, queda poco tiempo antes de que llegue el medio día.

No estaba para escuchar discursos absurdos sobre la moral. Draco necesitaba hacer aquello.

El estadio estaba a rebosar, las casas de leones y halcones gritaban entusiasmados a los jugadores, dando ánimos en especial la euforia característica de los Gryffindor. Al parecer Harry contaba con un arma principal, una Saeta de Fuego. Poppy contemplo por la rejilla el estadio, observo el vuelo veloz de Potter, rio un poco al escuchar el grito del capitán.

— ¡SI ES NECESARIO, TIRALA DE LA ESCOBA!

No era de sorprenderse escuchar aquellos comentarios. La mayoría de los capitanes eran demasiado competitivos entre sí, incluso el propio Marcus tenía ciertos arranques de histeria durante el partido.

— Deja de estar viendo al imbécil, está por atrapa la snitch; ¡rápido!

Se acomodó la capucha, tomo la escoba que Draco le daba y montón, siguiendo al grupo de chicos. Se sentía fatal, Poppy escucho los gritos, victoreos, la adrenalina de cada estudiante y profesor dentro de la arena. Harry estaba a poco metro de atrapar la esfera dorada, el grupo de serpientes necesitaba darse prisa si requería causar el impacto necesario.

Y lo lograron.

El grito de la guardián de Ravenclaw alerto al chico de gafas, observaron lo fácil que el rostro de Harry adquirió ese pálido tan familiar, estaba aterrado de observar a las figuras encapuchadas. Y Poppy deseo detenerse, pero Draco no le permitió, la empujo junto con Flint hasta casi tirar de la escoba a Potter.

— ¡No-o! — no deseaba hacerlo.

— ¡EXPECTO PATRONUM!

Pero la suplicas fueron sofocadas por el encantamiento. Una enorme blancura plateada los cubrió a todos, la capucha se atoro en su cabeza impidiendo la visibilidad. Ciega termino por chocar con los demás, y antes de estabilizar siquiera la escoba los recibió el suelo. Sintió el dolor de su cuerpo, escucho el sonido de un objeto quebrarse y las quejas características de Crabbe se escucharon cerca de su oído.

— Creo me he roto un hueso — articulo Goyle adolorido.

— ¿Cómo demonios sabes que es un hueso idiota? — Marcus no podía levantarse a causa del peso extra de Draco.

— Escuche que se rompió algo...

— Fue mi escoba estúpido — Draco apretó los dientes — Ese idiota... ¿Qué fue eso?

— Un patronum... — Poppy intento levantarse pero Crabbe la aplastaba con fuerza — El...profesor le ayudo a defenderse.

No lograron seguir conversando a causa del grito desaprobatorio de la profesora Hooch. La vergüenza la inundo una vez el resto de los profesores se acercaron a descubrir "que" o quienes fueron los causante de tal atrocidad.

— ¡Un truco indigno! — la voz de la profesora McGonagall se escuchó — ¡Un intento cobarde de sabotear al buscador de Gryffindor! ¡Su castigo será cincuenta puntos menos para Slytherin!

— ¡ESTA LOCA! — Draco estaba fuera de sí, logro salir primero mirando con desafío a la profesora.

— Cuide su tono señor Malfoy, debo recordarle el sermón sobre el tipo de abuso que llegara a presentarse.

— ¿Señorita Goodwin?

El peor de los males se escuchó. Poppy con ayuda de Goyle logro salir debajo de su compañero, se encontraba realmente adolorida, no sabía que tanto hasta escuchar la sorpresa en la voz de aquella persona. Intento no alzar la mirada, realmente deseo no verlo a los ojos pero la culpa no se lo permitió. Cuando encontró los ojos de su profesor de Defensa el mundo se vino abajo.

Solo vio decepción en ellos.

¿Cómo podía explicarla su razón? ¿El motivo, sin atreverse a revelar las sospechas de Draco? Poppy no tenía palabras. Y quedo muda al sentirse rodeada por dos personas, dos característicos pelirrojos que miraban enfadados, no a ella, a las serpientes restantes.

— Como se atreven...

— Si quiera a incluir a Poppy...

— En sus asquerosos planes.

La risa de los alumnos al escuchar el hablar de Fred y George distrajo la furia de la jefa de Gryffindor. Snape con una ceja alzada observo la escena, suspiro desganado.

— Señores, señorita por favor síganme...

El dolor era diferente. No se comparaba con la decepción que experimento. Los reclamos de Malfoy se escucharon en el despacho de Severus pero eso poco importaba. Su castigo seria quedarse todas las noches a partir de mañana a limpiar cualquier zona del castillo que fuera requerida por el conserje. Un castigo demasiado leve en lo particular. Marcus agradeció de cierto modo no quedar suspendidos en el siguiente partido. Pero Draco no, él deseaba vengar su dignidad.

— Guarde silencio señor Malfoy, debe estar agradecido como el resto de sus compañeros...si fuera por mí, estaría expulsado en el acto — la severa mirada del profesor petrifico al chico — Hagan el favor de retirarse, y señorita Goodwin, señor Goyle vayan a la enfermería.

— Si señor — el grupo salió apresurado del despacho.

Durante el trayecto nadie hablo. Los chicos ignoraron a Poppy durante el camino a la enfermería, nadie se decía nada. Pero no faltaba hacerlo.

— ¿Contento idiota? — Marcus miro a Draco sin emoción — Espero estés feliz, ahora no solo debo limpiar escoria con ustedes ¡nos restaron cincuenta puntos! Más vale que ganemos o te juro Malfoy que te hare la vida miserable.

— Solo inténtalo bufón.

La revuelta de la pelea alerto a la enfermera. Pomfrey no logro detener a los dos chicos sin ayuda de su magia, no hasta que el profesor Lupin hizo acto de presencia y los petrifico. Remus no estaba contento, la verdad, desconocía el estado en el que se encontraba. Y nadie lo culpaba por ello ¿Quién espera encontrar a la persona en quien depositas tu confianza destruyendo su imagen? Un suspiro sonoro escapo de sus labios al colocar el cuerpo de los dos chicos en una cama. Omitió el hecho de que la señorita Goodwin no le miraba, solo esperaba tener oportunidad para aclarar todo.

— Se lo agradezco profesor, sería prudente hablar con el jefe de casa de esos dos.

— En efecto, pero...

— Descuide, puedo manejarlo, por favor vaya — sonrió Pomfrey.

Fue mejor de ese modo. Poppy vio alejarse al profesor, se dejó caer en una silla esperando su turno para ser revisaba, mirando por la ventana sin animo alguno. Tal vez era una tonta por no confiar en su seguridad, por no ser valiente y enfrente a los abusivos como Malfoy, pero para lograrlo necesitaba ayuda. Hacerlo sola era demasiado complicado.

— ¿Todo bien damisela?

— ¡George! — vio sorprendida la cabeza de su amigo sobre la suya — ¿Qué haces aquí?

— Hmm, ver como estabas ¿Qué más? — sonrió — ¿Cómo sabes que soy George y no Fred?

— Eres el único que me mira de esa forma... — se sonrojo por sus palabras — Me refiero a que...

— Jejeje, te entiendo.

El momento se volvió incómodo. Ambos miraron apenados a otro lado, sonrojados por los sentimientos surgidos entre ellos. Nada volvió a ser igual desde navidad y George conocía la cusa, su terquedad ante el deseo de ser algo más que amigos. Ahora, pocas veces se encontraba charlaron con Poppy sin verle de forma soñadora, sin omitir sus nervioso, el deseo de abrazarla en cada momento, buscar la forma de verle feliz, hacerla reír. Evitando tener celos del profesor Lupin.

George suspiro, debía estar con el resto de los leones festejando. Saqueando la cocina con Fred para obtener cerveza de mantequilla con alcohol de verdad, pero no, estaba donde su corazón le pedía, buscando respuestas ante lo visto en el partido. Conocía de sobra la naturaleza de la castaña, algo estaba tras fondo al comprobar la escena dentro de la enfermería.

Draco y Marcus petrificados, Lupin malhumorado, Goyle llorando ante las heridas, Crabbe distraído y Poppy sumergida en la culpa esperando su turno. El grupo nunca interactuó más halla de dos palabras, dudaba que se llevaran bien. El pelirrojo miro interesado a su amiga, buscando algún signo que revelara la verdad, pero nada. George se colocó a su lado, recargado en la pared.

— Bien, señor Goyle puede retirarse, no es nada serio y deje de llorar — un ligero tic nervioso movió su ojo izquierdo — Señorita... ¿En qué momento llego Weasley?

— Es un misterio — le guiño un ojo a la enfermera — ¿Tardara mucho? Debemos ir a una celebración.

En circunstancias como aquella Pomfrey dudaba haber elegido la profesión adecuada.

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