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Capítulo 8: "Pre-Nochebuena"

¡Hola! Si, me tardé de nuevo y lo siento por eso, pero como siempre que tengo que darles una explicación es lo mismo, exámenes y bueno, ya saben, dentro de poco empiezo la universidad y son muchos papeles de inscripción y asdfgh ._.

Pero en fin, acá está el capítulo ocho, un poco corto al decir verdad pero que me gustó mucho escribir.

Basta de charla y a leer, espero que lo disfruten.

Los quiero :3

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Mi corazón no dejaba de latir con fuerza.

¿Pero qué cosas estaban cruzando por mi mente en ese mismo momento?

Por más que quisiese concentrarme, era imposible ya que tenía a Ryan tomándome de la mano y llevándome a su habitación.

Tal como lo leen.

Ryan se detuvo de repente, entonces me di cuenta que ya habíamos llegado. Claro, yo sabía perfectamente donde era, solo que estaba tan nerviosa que no presté atención al camino. Abrió la puerta y sin decir ni una palabra pasé dentro.

Estaba oscura y sorprendentemente olía a limpio. Esperaba, no lo sé, ¿Qué apeste a pizza podrida debajo de su cama? Pero vamos, Ryan no era desordenado como la mayoría de los chicos.

La luz de la luna daba de lleno contra la cama y parte del suelo de madera, pero eso se acabó cuando prendió la luz y cerró la puerta.

Oh... La había cerrado.

Sin embargo, contemplar cada objeto de esa habitación había sido mi nueva actividad. Los posters de los caballeros del zodiaco habían sido remplazados por equipos de fútbol americano y aquella banda que le gustaba, simplemente había quedado en el pasado. Esta era una habitación de un adolescente a punto de pasar a la adultez.

Vaya.

-¿Aún la recuerdas?

Asiento, a pesar de que nunca había estado más de cinco minutos en su habitación antigua.

Estaba detrás de mí, de pie al igual que yo, sin embargo se movilizó y se sentó en su cama mientras me observaba. No era incómodo, para mi sorpresa.

-¿Qué estás pensando? –preguntó de repente.

"No lo sé, que quizá estamos solos en una habitación y tú sentado en la cama..." No, jamás podría decirle algo como eso.

-Que mañana es noche buena.

-Sí, vamos a pasarlo juntos por primera vez –agregó y levanté la mirada hacia él.

Sonreía, como un niño al que saben que le van a traer aquel regalo que tanto ha pedido. Su expresión era tan tierna que tuve que contenerme para no saltar a sus brazos.

-Y tengo un regalo preparado para ti –murmuró él, rascándose la nuca en nerviosismo.

Oh, eso me tomó de sorpresa.

Y más aún al saber que yo no tenía absolutamente nada para él, pero ya vería que hacer. Sin preocupaciones, me dije.

Iba a responder, pero no sabía qué hacer. Sabía que era porque estábamos en una situación que nos causaba nerviosismo. Habíamos dormido juntos alrededor de un mes, continuamente. Incluso, cuando el viaje había finalizado era extraño no despertarme con él a mi lado, pero luego perdí esa costumbre.

-Es extraño verte sin palabras, ven –dijo.

¿Eh?

Sin embargo, me acerqué.

-Ryan... Si de casualidad llegan a abrir la puerta...

-¿Qué? Solo se encontrarían con nosotros dos platicando... ¿Qué estás pensando?

Me puse roja de inmediato e intenté excusarme mientras me acercaba hacia él.

-No quería decir eso, es que, mira sí... digo...

Me tomó de las manos y tiro de mí hacia su dirección, haciendo que quedara de pie frente a él a muy poca distancia. Sentado en la cama quedaba a mitad de mi altura, así que pasó sus brazos alrededor de mi cintura, abrazándome como un niño pequeño y reposándose en mi estómago.

Su mente estaba hecha un completo desastre, y sabía que por más que quisiese sonreír, no era realmente como se sentía.

Acaricié su sedoso cabello castaño y toda preocupación se esfumó. Él no estaba pasando un buen momento y me necesitaba más que nunca.

-Todo saldrá bien, debes relajarte –fue lo único que salió de mi boca como un susurro.

Me senté en sus piernas y lo abracé con suavidad. Internamente quise reírme de haber pensado en algo que obviamente no iba a suceder. Al menos no en ese momento, puesto que él no me obligaría a hacer algo que yo no quisiera.

Así que disfrute el momento, porque él me abrazó con fuerza y hundió su rostro en mi cuello, como aquella vez en la reserva Roshmore. Amaba que hiciera eso, sentir su respiración cálida rozar mi piel.

-¿Qué haría sin ti? –simplemente preguntó, removiéndose bajo mío.

Me levanté levemente y él se acostó en la cama, como si estuviese agotado. Sin dudarlo, me recosté en su lado abrazándolo como lo hacía con mi peluche a los cinco años porque era quien me daba seguridad.

Y sin previo aviso, ambos quedamos sumidos en un profundo sueño.

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-Em... ¿Amy? ¿Cariño?

Una voz conocida se hizo presente a mi lado, sin embargo, no pude evitar sentirme alarmada porque no era común que me despertase por esa persona.

Recordé al instante que era la madre de Ryan y que me estaba quedando en su hogar por unos días.

-¿Sí? –pregunté, quitándome un cabello pegado en boca.

-Amy, está tu madre al teléfono, quiere hablar contigo.

-Ah bien.

Entonces algo pesado me impidió levantarme.

Y en ese momento me di cuenta de la situación.

Ryan me estaba sujetando contra él en estado de inconsciencia puesto que dormía como si no lo hubiese hecho hace años.

Y la señora Cooper observaba la situación sonrojada.

Oh, Dios.

-Ah... Esto... Lo siento, yo...

-Está bien, no tienes que explicarme nada... -dijo dulcemente y sonriente.

-Pero... Solo me he quedado dormida.

-Te creo Amy, tranquila... Es solo que verlo a Ryan de esta forma con una chica es increíble incluso para mí, que soy su madre. Siempre se ha mostrado tan reservado y frío que creía que nunca iba a llegar a tener nietos.

-Bueno... En realidad... -era un poco exagerado llegar hasta ese punto.

-Pero en fin, estoy muy feliz de que esa chica que él eligió hayas sido tú, siempre supe que ibas a ser tú, querida Amy –dijo su madre, va, prácticamente era como la mía.

Sus palabras me hicieron emocionar. Estaba segura que era la única que tenía una suegra tan amable y cariñosa conmigo.

-Gracias señora Cooper.

-¡Tu madre! –al instante que gritó, se tapó la boca con las manos y volvió a susurrar-. Lo siento, tu madre está al teléfono, será mejor que hables con ella.

-Ya mismo iré.

Aunque eso fue un poco difícil. Hacer que Ryan me suelte dormido e intentando no despertarlo me llevó más de cinco minutos.

Pero en fin, hablé con mi madre. Básicamente alardeó de lo hermoso que lucía Nueva York decorado para navidad y que otro año sería ideal pasarlo conmigo.

Patrañas.

Solamente quería saber cómo había llegado y si necesitaba algo, cosa que no, pero en realidad si era el caso contrario, ella no podría hacer nada en la distancia que se encontraba de mí. De todas formas, contestaba a sus preguntas.

Al momento de cortar con ella, observé el reloj de pura casualidad y vi la hora.

7:56 am.

Temprano, muy temprano, pero eso me dio una idea instantánea.

Aprovecharía para ir a comprar el regalo de navidad de Ryan.

El único problema era... ¿Qué podía ser?


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