Capítulo 7: "Oposiciones"
¡Hola Diablitas!
Bueno, primero que nada, son las 3:40 am en Argentina y tengo que ir a la escuela. Me parece que no me va a despertar ni veinte alarmas juntas jajaja Pero déjenme decirles que esta semana fue un suplicio así que por esa razón, este capítulo no me gusta mucho como ha quedado, solo lo subo porque no quiero hacerles esperar más.
Igual luego lo voy a editar un poco, no en escenas sino en narración, así que no se preocupen.
¡Por cierto! Muchas gracias a adrianaM01 por la hermosa portada que hizo para esta novela, me encanta :D
En fin, mucho cotilleo y poca lectura, así que las libero, adelante y que lo disfruten, las quiero :3
------------------
La navidad era mi día festivo favorito. Cuando se acercaba, normalmente tachaba los días en mi calendario para que llegue. Sin embargo, este año no ocurrió con la misma emoción. Sinceramente, la navidad fue algo que quedó en segundo plano porque principalmente mi mente estaba enfocada en Ryan, su partido y Nueva York.
Y según lo habíamos planeado, lo pasaríamos en este último lugar.
Un sueño hecho realidad, ¿No? Sin embargo y de último momento, todos decidimos volver a Seattle y festejarlo en nuestra propia ciudad. Bueno, cuando digo todos no quiere decir que yo haya estado completamente de acuerdo con esa decisión. Y claro que no iba a estarlo.
¡Era Nueva York!
Aunque finalmente, cuando realmente noté la situación, ya estaba subiéndome al santísimo avión que nos devolvería como paquetes a nuestra ciudad de origen, Seattle, donde casi todos volábamos juntos. Digo "Casi", porque mis padres repentinamente nos dieron una sorpresa.
Se quedaron en la gran ciudad.
Bueno, ellos estaban de acuerdo en volver, pero luego de pensarlo detenidamente decidieron festejar la navidad como una pareja feliz, probablemente simulando no tener una hija a la que devuelven a su ciudad completamente sola.
E incluso los Cooper fueron cómplices e insistieron en su estadía. Aunque los entiendo, mis padres tenían una historia en esa ciudad y querían tener un momento para ellos sin mí en medio.
Ante mis reproches no cedieron, así que mi navidad iba a festejarse con los Cooper, aunque... No estaba para nada disgustada con ello. Eran mi segunda familia. La señora y el señor Cooper eran como mis padres y Ryan mi novio, ¿Qué más comodidad que aquella podía pedir?
Esto no iba a ser para nada malo. Volverían días antes de fin de año para esta vez, sí compartirlo conmigo. Mientras tanto, viviría con los Cooper por unos días.
Me senté al lado de Ryan en el avión. Volar me aterraba, pero él me impartía seguridad así que tomé su mano al momento del despegue. Probablemente se la estrujé.
-Todo estará bien, mira -dijo al momento de abrir la cortina de la ventanita que tenía a su lado.
Al principio baje la mirada pero luego observé como el sol iba saliendo por el horizonte e iluminaba el ala del avión convirtiéndolo en color anaranjado.
-Adiós Nueva York -murmuré de repente.
Todos mis recuerdos se volvían en mi corazón y comenzaron a reproducirse en mi mente.
Mi reencuentro con él luego de estar meses sin hablarnos, la cita en medio de un Nueva York nocturno, mi disparatado plan junto a Ally y Brian, el cambio de ciudad para jugar el partido y este último, como momento culmine del viaje.
Tanto en tan poco tiempo. El curso de la vida era increíble y mis recuerdos en esa ciudad, definitivamente iban a quedar grabados a fuego en mi corazón.
---------------
El vuelo resultó tranquilo, incluso estuve media adormilada cuando nos despedimos de Alisson y Brian, quienes me agradecieron repetidas veces. Aunque la verdad, no quería que me agradecieran por todos los disparates que les causé durante el día de su llegada...
Hasta el momento en que el taxi se estacionó frente a la casa de los Cooper, yo no tenía en cuenta lo que se aproximaba. Iba a vivir con ellos durante un par de días. Me recordaba un poco a la reserva Roshmore, cuando compartíamos las comidas y nos veíamos todos los días.
Bellos momentos.
Sin embargo las cosas resultaban de diferente forma. Yo ya no odiaba a Ryan para nada, al contrario, lo amaba, y solo estarían los Cooper con nosotros.
Debería dejar de comparar todo con la reserva, pero es que ese lugar ha marcado demasiado mi vida como para olvidarme tan fácilmente.
-Amy, ¿Qué esperas? –dijo Ryan, con medio cuerpo fuera del coche.
Me había quedado en las nubes, inmersa en mi mente como siempre. Lo seguí y sacamos las maletas de la baulera junto con sus padres. No tardamos demasiado tampoco, fue ligero. El coche desapareció y llegó la hora de entrar a aquella casa que tan bien conocía. Sin embargo, hacía un tiempo que no venía.
Si bien, cuando Ryan había comenzado a entrenar yo venía de vez en cuando a almorzar, eso iba desapareciendo cuando él ya no podía asistir. Además, todos estábamos bastante ocupados porque el año estaba finalizando.
Pero ahora estaba aquí, observando el garaje con ese aro de básquet despintado en el cual hemos jugado tantas veces de pequeños.
Seguí a Ryan por el caminito hasta entrar. El aroma era característico y a la vez tenía un toque de abandono por aquellos días sin nadie dentro. Sin embargo, a pesar de que hacía meses que no estaba aquí, todo seguía completamente igual.
-Pasa Amy, sería tonto decirte que te sientas como en casa porque ya es como tuya –dijo la señora Cooper.
-Gracias –murmuré un poco avergonzada.
Me sentía una carga a pesar de la confianza que tenía con ellos y eso era culpa de mis padres. Si estuviesen en Seattle yo no tendría que estar estorbando en medio de la familia Cooper en sus fiestas navideñas.
Aunque sé que no les molestaba pero... No lo sé, mi mente es complicada. Supongo que comprenden a donde quiero llegar.
En fin, Ryan el señor Cooper arrastraban las maletas hacia la segunda planta, mientras su madre y yo preparábamos algún que otro bocadillo en la cocina porque el viaje nos dio hambre.
-¿Y bien? –dijo ella de repente con una sonrisa traviesa-. ¿Cómo toma toda esta situación la hermosa y dulce novia de mi hijo?
Sabía a qué se refería por "Situación" y quise que alguien nos interrumpiera. Sin embargo, eso no ocurrió.
-No lo sé, es extraño.
Asintió, probablemente coincidiendo con mis palabras. El único que detalle era que no fui completamente sincera.
La señora Cooper se refirió por "Situación" a la decisión de Ryan de solo recibir una beca en lugar de un puesto en una gran liga de fútbol americano, y todos sabemos que estuve de acuerdo con ello y que lo apoyé, por lo tanto, no me resultaba para nada extraño. Aunque quizá sus padres no estaban al tanto de que yo lo sabía con un poco de anterioridad.
El silencio se propagó por la cocina. Las cosas no habían quedado muy alegres desde el momento en que Ryan dijo que solo aceptaría una beca en una prestigiosa universidad, al momento en que finalizó el partido. Solo habían pasado unos días, y quizá la situación ya estaba comenzando a aceptarse, sin embargo, se podía notar a simple vista la diferencia de opiniones. Por ejemplo, el mismo día en que Ryan jugó el partido, fuimos a cenar en forma de celebración por las noches de Nueva York.
Ryan había ganado una beca, y por más que todos estaban decepcionados por su afán de querer un puesto más alto, era algo sumamente célebre.
El único problema serio fue su padre. El señor Cooper no habló en ningún momento de la cena. Quizá fue porque horas antes, al recibir la noticia, pidió hablar de forma privada con Ryan a un lado de las gradas en el gran estadio y cuando regresaron con el resto, sus expresiones no eran nada alegres.
Habían discutido, lo conocía tanto a Ryan que lo leía en sus ojos.
Entonces por eso, en esa cena de celebración, ninguno de los dos había cruzado palabra.
Ni siquiera lo hablé con él, parecía que no quería abordar el tema por el momento y lo respeté.
Sin embargo, días después el nudo pareció aflojarse. Todo estaba más tranquilo, como decía antes, aceptándose. Y era lo correcto.
Ryan había tomado una grandiosa decisión y me dolía que todos lucieran decepcionados. Es como cuando un chico diez, se saca de nota un nueve y solo se decepcionan con ese chico, solo por el simple hecho de que esperaban la nota máxima.
Un nueve es una nota estupenda, al igual que una beca.
El tiempo pasó demasiado rápido, cuando menos me lo esperé ya estaba tomando la cena en la silenciosa casa de los Cooper. Mientras Ryan comía a mi lado, yo observaba algunos adornos nuevos del comedor como fotografías. Me sorprendía en especial el silencio, y no sabía cómo cortarlo. La tensión aún se encontraba en el aire y me preocupaba.
-Amy, ¿Tú ya sabes que harás cuando termines la escuela? –preguntó el señor Cooper, de repente.
-Mm, aún no, espero poder descubrirlo pronto.
Esa era mi verdad. Cada vez que alguien me preguntaba por mi futuro, tenía que admitir que aún era demasiado incierto.
-¿Y tienes planeada la universidad?
Negué con la cabeza y me dispuse a comer un poco.
-Quizá podrías ir con Ryan.
Entonces la idea se plasmó en mi cabeza.
Estudiar con Ryan en la misma universidad sería un sueño, el único problema sería conseguir entrar a la famosísima y prestigiosa universidad de Washington.
Así que tristemente, descarté la idea de igual forma como llego.
-Amy tiene que hacer lo que más le guste e ir donde mejor le parezca –murmuró Ryan, de forma cortante.
¿Era mi impresión o sonaba molesto?
Pero no conmigo, sino con su padre. Las cosas no parecían estar bien.
-Claro, de igual forma ya tengo que comenzar a enfocarme en ello así que me gustaría ir tomando ideas –fue lo primero que pude decir con el fin de quitar ese silencio atronador ante la respuesta de Ryan.
Nadie más habló en toda la cena. Fue incómodo, la verdad, y eso era lo más sorprendente, puesto que los Cooper suelen ser muy cálidos a la hora de tratar con invitados. Sabía perfectamente que si yo no hubiese estado allí, probablemente Ryan ni siquiera hubiese estado cenando o lo más probable, que se hubiese montado una batalla campal entre los dos hombres de la casa.
Y pensándolo así, prefiero ser un estorbo y que eviten esas cosas por mi presencia.
-Amy, déjalo, no te preocupes –me dijo la señora Cooper una vez que comencé a ayudarle a levantar los platos de la mesa.
-Por favor –respondí y accedí a lavar los trastos.
Mientras la señora Cooper los secaba, Ryan se encontraba apoyado en el marco de la puerta de la cocina.
-¿No piensas hacer nada? Holgazán –dijo su madre.
-Estoy haciendo algo, las observo...
-Ven aquí.
Se acercó a donde se hallaba su madre con pereza y esta le entregó su trapo para secar.
-Utiliza esos músculos para algo doméstico, yo ya estoy grande.
La señora Cooper era lo más simpática del mundo, y juro que quise abrazarla por haber hecho lo que hizo. Ryan ya tenía una expresión de flojo, como si le hubiesen pedido que limpie toda la casa, rincón por rincón. Se puso a mi lado, así que cada trasto que yo terminaba de lavar, se lo pasaba a él y lo secaba.
El silencio reinó, fue extraño en ambos. Quizá porque la señora Cooper estaba detrás de nosotros acomodando alguna que otra cosa, pero cuando se marchó, ninguno de los dos se animó a hablar. Lo único que podía oírse, era el sonido del agua chocar contra los platos que estaba lavando.
-Lo siento por lo de antes.
-¿Eh? –fue lo primero que pude decir.
-Ya sabes, por lo de mi padre y como contesté.
-Está bien.
No sabía por qué se disculpaba conmigo, de todos modos el que me preocupaba era él.
-¿Sabes? –dijo cuando le pasé un plato limpio.
-¿Qué?
-Creo que eres la única que no está decepcionada con mi decisión.
-No hay razón para estarlo.
-Parece que mi padre no lo piensa así.
-No concuerda contigo, ¿No?
-Quería que acepte un gran puesto y no puede aceptar que no lo hice.
-Habla con él, pero por favor, trata de no mirarlo como un perro rabioso, no te molestes porque así solo será peor.
-Es muy terco, lo conoces Amy, ¿Crees que aceptará por más que se lo pida?
-Tú no deberías pedirle nada, solo advertirle que tu situación ya está tomada. Tienes que hacerle comprender que es lo mejor para ti. Es tu padre, él busca eso Ryan, te ama.
-Lo sé, es solo que... Ahora es cuando comienzo a cuestionarme si mi decisión fue la correcta.
Su madre apareció de repente, cortando nuestra conversación. Un vaso estuvo a punto de que se me caiga de las manos, pero por suerte lo atajé. Era complicado hablar allí, y la conversación había surgido antes de darnos cuenta. Menos mal que nadie nos oyó.
Al finalizar la limpieza, nos despedimos de la señora Cooper y Ryan tomó de mi mano para llevarme a la segunda planta. Iba a detenerlo, pero su madre se adelantó.
-Discúlpame un momento... ¿A dónde crees que la llevas?
-A mi habitación –dijo Ryan, como si fuese algo obvio. Mis mejillas se pusieron rojas y tuve que esconderlas disimuladamente con mi cabello.
Su madre tampoco lo vio venir, es decir, sabía la respuesta pero no esperó que lo dijera de forma tan natural.
-Ryan, ¿Para qué tenemos una habitación de huéspedes?
-¿Es en serio? Nos hicieron dormir en la misma tienda de campamento por un mes sabiendo que nos llevábamos como el mismísimo infierno y ahora que es todo lo contrario, ¿No me dejas?
Ryan parecía confundido, sin embargo yo ya esperaba algo como esto. No lo sé, nuestros padres eran extraños. Igualmente, en la reserva Roshmore teníamos quince años, a punto de los dieciséis y todos sabían la intensidad de nuestro odio. Aunque ellos realmente nunca esperaron que nosotros acabemos queriéndonos al final del viaje, por más que siempre lo hubiesen deseado. Era algo imposible, hasta yo lo creía y por eso no tuvieron problemas en dejarnos dormir juntos. Pero no, finalmente resultó todo lo contrario.
Su madre se lo pensó, Ryan había dado en el blanco.
-Cuando Amy tenga sueño, irá a la habitación de huéspedes, mientras tanto pueden estar juntos durante un rato.
Ryan sonrió de lado y tiró de mí para subir a su habitación.
Dios, jamás había subido allí siendo la novia. Además, la última vez que había entrado, tenía colgado posters de los caballeros del zodiaco y una banda musical que era la sensación en aquel momento. Éramos pequeños, a decir verdad.
Pero ahora ya no, y mis nervios comenzaron a aflorar nuevamente, haciendo que mi corazón latiera a una velocidad más acelerada.
Finalmente, íbamos a estar completamente solos en su habitación.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro