Capítulo 3: "Caótica mañana"
¡Buenas! Solamente quería agradecerles los lindos comentarios que recibí sobre el capítulo anterior :3
¡Como prometí, espero que disfruten del tercer capítulo!
Saludos y los quiero :D
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Mi estupefacción era tal, que quedé sin poder creérmelo.
¿Realmente habían cambiado el lugar del partido en un abrir y cerrar de ojos? Me había convencido de que no iba a ser así, y salí perdiendo completamente.
Pero eso no era nada, porque me habían abandonado.
Bueno, bien, podía ir sola, no era ninguna niñita, pero de todas formas era un abandono, ¿No...? Bueno.
Por suerte tenía a Alisson y Brian que... Estaban agotadísimos del viaje, ¿Qué iban a decir cuando se enteraran de que continuarían camino? Sin embargo, intenté quemar todas mis dudas con mi madre, que aún continuaba en la línea.
-Espera, mamá, Ryan no atiende el...
-Se le ha quedado sin batería su teléfono, ya está llegando a Brooklyn.
-Aja... Bueno, pásame la dirección exacta del estadio por mensaje de texto.
-Supongo que te sabrás manejar allí Amy, ten muchísimo cuidado, ¿Tienes dinero?
-Sí... Oh... Algo... -¿Por qué habíamos desayunado algo tan caro?
-¿Cómo que algo? Tienes suerte que el metro es barato.
-El metro...
-Amy, vamos, tú te la buscaste, puedes ir preguntándole a la gente.
-Mamá, ¿Por qué eres así conmigo? –pregunté de repente, sin pensar con lógica.
-Ay cariño, lo siento... No te preocupes, si te digo esto es porque realmente sé que puedes hacerlo sola.
Bueno... Me estaba dejando viajar de una parte de Nueva York a otra...
-Está bien... Iré apagando el teléfono para ahorrar batería, no te olvides de mandarme la dirección, te quiero mamá.
-Yo igual, adiós.
Esperé al menos unos minutos hasta que mi teléfono sonó con la dirección. Luego observé mi billetera, contando el dinero que tenía.
U$S 20
Bueno, no era ni mucho ni poco... Un boleto para el metro estaba entre dos dólares y algo. Para tres alcanzaba.
Ahora solo me quedaba hablar con aquellos dos. Tragué saliva.
Entre lentamente al restaurant y me senté nuevamente en mi lugar, frente a ellos.
-¿Qué sucedió? ¿Está todo bien? –preguntó Alisson.
-Estás pálida –dijo Brian, pero cuando se inclinó a tocarme la frente, le interrumpí.
-Tuvimos un... pequeño... desperfecto con el plan...
-¿...A qué te refieres? –ambos me observaban curiosos.
-Digamos que el partido no se puede jugar aquí por las nevadas y que se han marchado todos a Brooklyn.
-Aja, que graciosa –dijo Brian. Allí fue cuando me aterré.
-N-no es broma. Mi teléfono estaba en silencio y me han intentado llamar toda la mañana. Realmente lo siento, estoy igual de sorprendida que ustedes.
-Oh, está bien, no hay problema... -dijo Brian-. Quizá estoy un poco... va, demasiado sorprendido, pero lo arreglaremos.
-¿En serio? –pregunté aliviada.
-Sí, tampoco es como si tu hubieses sido la culpable de todo esto –dijo Ally sonriente, como para aliviarme.
-Gracias –dije lanzando un suspiro aliviado.
-Por cierto... Nuestras reserva de hotel.
-Ah, sí quieren yo misma llamaré para cancelarlos.
-No te preocupes, yo puedo hacerlo –respondió Brian.
Se levantó de la mesa y comenzó a telefonear muy seriamente con una persona encargada del hotel, supuse. El tiempo realmente había pasado entre los cuatro y se notaba en la forma de hablar de él. Ya era un poco más maduro que antes, ahora usaba su teléfono para cancelar reservaciones en vez de jugar a jueguitos de preguntas... ¿No?
Una vez que terminó, volvió a su lugar y junto sus manos.
-Listo, ¿Qué nos queda por hacer?
Observé a mí alrededor. La cuenta estaba paga, ya que el dinero que dejé sobre la mesa ya no estaba y había un papel con nuestras consumiciones. Luego miré a mi lado, las tres maletas unas junto a otras. Por suerte podríamos llevar uno cada uno y no sería tanta molestia.
-Bien, podríamos alquilar un coche –cooperó Alisson.
-Aja... ¿Y realmente crees que te daré el poder de manejar un coche en el que yo esté montado? –preguntó Brian.
-Pero si me han dado la licencia hace dos días.
-Justamente por eso, ¿Amy? –me preguntó.
-Se andar en bicicleta, pero creo que eso no cuenta.
-Yo olvidé mi registro en Seattle, diablos –murmuró él.
-Ya, veamos, yo puedo manejar y tengo dinero para alquilarlo, no estamos muy lejos tampoco.
-¿Están seguros? –Pregunté-, podemos ir en metro.
-No, en coche es mejor, quiero volver diciendo que he manejado por Nueva York, seré la envidia de mi entorno –comenzó a soñar Alisson, bajo la mirada dura de su primo.
-Vayamos antes de que se haga tarde.
Cada uno llevó una maleta. Yo una pequeñita de Alisson, ella una de su primo y Brian decidió arrastrar la maleta gigante rosa de Alisson que nos trajo varios problemas porque pesaba demasiado. Sin embargo, intentó no darles demasiada importancia a todas las chicas que se reían de él mientras pasaba por su lado en medio de la calle. Nunca lo había visto tan avergonzado, pero daba ternura.
El camino no fue tan largo, lo único cansador era el constante chocar de brazos con las personas que venían del lado contrario. Había demasiada gente como para evitarlo. Créanme que me quedaba doliendo el hombro, pero parecía algo común en esa calle, porque todo el mundo lo hacía. Eso sí, nunca había visto a tantas personas de tantas nacionalidades juntas. A mi lado, he podido reconocer muchos idiomas, como el español, francés, japonés, portugués e incluso alemán. Nueva York realmente era un centro turístico bastante importante.
Antes de que pudiera darme cuenta, estábamos entrando al negocio para rentar un coche. Alisson claramente iba primero, sin darle importancia a los llamados de Brian, para decirle que espere. Apenas llegó al mostrador, un hombre bastante grande y con una gran barba, nos observó a los tres con curiosidad. Luego de un silencio analizador, nos dirigió la palabra.
-Buen día, ¿En qué puedo ayudarlos?
-Buen... -comenzó a decir Brian, pero fue interrumpido por su prima.
-Queríamos rentar un auto.
-Aja, ¿Podría ver su identificación y licencia de conducir?
El hombre parecía ansioso de ver nuestras caras confundidas, pero no fue así, porque Alisson sacó ambas cosas de su billetera y se los presentó a aquel hombre. Solo que la seguridad de Ally no duró mucho.
-Tienes diecisiete años recién cumplidos.
-Sí, no puedo esperar para los dieciocho.
Pude ver como Brian se frotó el cuello de molestia.
-No me refiero a eso señorita. Usted apenas tiene diecisiete. El alquiler de autos se puede dar a partir de los dieciocho años en adelante.
-Ah... Oh...
-Lo lamento mucho por ustedes, pero si ninguno tiene dieciocho o no tienen licencia de conducir ni identificación, no le podremos dar ningún coche.
-Quizá podríamos pagarle un poco más por un coche, por su buena predisposición a ayudarnos –murmuró Alisson.
Y fue así, que los tres con completa indignación salimos caminando nuevamente hacia la calle sin decir ni una sola palabra.
-Ese hombre está loco, ¿Quién no acepta un soborno?
-Un empleado honesto –dijo Brian, con obviedad.
-Que lastima.
Iba a reír pero me concentré en dictarle bien la dirección del estadio de Brooklyn que mi madre me había enviado, para que Brian lo tenga, puesto que mi celular estaba muriendo lentamente.
-Ryan me había comentado que en un principio jugarían allí, pero que luego se decidió en Manhattan –comentó Brian.
Sí, ambos habían vuelto a tener aquella relación tan bonita de mejores amigos que tenían antes de la reserva Roshmore. Brian tenía un poco más de tiempo que libre que yo, además de coche, por lo cual podía moverse más libremente por Seattle e ir a los entrenamientos de visita. En cambio, yo estaba como loca con los exámenes y examinando muchas cosas respectivos a mi futuro.
-Estaba convencida de que lo harían aquí y que no lo iban a cambiar –dije.
-A veces son cosas que simplemente suceden y que no podemos prever –respondió él.
-Chicos, ya son las 12:33 pm, será mejor que nos apresuremos –interrumpió Alisson.
-Bien, tendremos que tomar el metro que está...
-Que está... -continuó Brian, mirando hacia todos lados en medio de la calle.
-¿Dónde está? –concluyó Alisson.
-Déjenme decirles que es la primera vez que recorro Nueva York profundamente –dije, aclarando.
-Bien, vamos a preguntarle a alguien, déjenmelo a mí –dijo Brian, seguro de sí mismo. Con Alisson nos encogimos de brazos.
Caminamos un poco más, acercándonos al restaurant donde habíamos desayunado hacía una media hora atrás. Repentinamente nos detuvimos, cuando Brian decidió tocarle la espalda a alguien para llamar su atención.
-¿Sí? –dijo el hombre... ¿Español?
-Disculpe, ¿Saber Metro? –preguntó Brian, confiado de su Español.
-¿Qué cosa del metro? –preguntó el joven. A su lado apareció su amigo que comenzó una charla con él.
-¿Qué pasó?
-Quieren saber algo del metro creo, pero no entiendo nada –su acento era extraño. No era el típico acento español.
-A ver, correte y dejame a mí –le dijo su amigo, se acercó a nosotros y sonrió amablemente-. Hola, mi nombre es Luciano, soy de Argentina y mi amigo también, justo hablaron con él que no sabe nada de Inglés pero yo quizá pueda ayudarlos ¿Qué necesitan?
-Qué alivio –murmuró Brian, oyendo que el chico sabía hablar en nuestro idioma-. Mi nombre es Brian, y somos de Seattle, ¿Sabes dónde está la estación de metro?
-Ah, eso era lo que buscaban. Sí, nosotros salimos de allí hace media hora. Solo tienes que seguir este camino y...
El chico continuó explicándole a Brian como llegar, mientras prendí mi teléfono celular para checar si tenía algún llamado o mensaje de Ryan, pero nada. Volví a apagarlo otra vez. Ya no tenía casi nada de carga.
Ambos chicos Argentinos se despidieron en español, lo cual entendimos porque era lo básico que habíamos aprendido en la escuela, sin embargo, a medida que nos íbamos alejando, siguieron hablando cosas que no entendía a la perfección.
-Estaban buscando el metro, ¿Cómo no vas a entender eso? -oí la voz de aquel chico Luciano.
-Qué sé yo, sabes que siempre me fue mal en Inglés.
-Si te estaban hablando en español tarado, ni el Duolingo te fue útil a vos.
Sin embargo, no pude seguir escuchando su conversación porque ya me había alejado lo suficiente, pero por suerte, ya sabíamos cómo llegar.
Brian comenzó a guiarnos a través de la ciudad con maletas en mano. Según él, ya estábamos cerca, pero cuando Alisson checó su teléfono celular, nos entró la desesperación.
12:57 pm.
El partido comenzaría a las cuatro de la tarde. Sabíamos que el viaje en metro desde Manhattan hasta Brooklyn duraba alrededor de cuarenta minutos, casi una hora, así que no podíamos dar más vueltas, porque no era solo llegar e ir al estadio, sino que teníamos que tener una hora antes libre, para poder buscar una habitación, dejar las maletas, tomar un pequeño almuerzo y buscar mi entrada para el partido. Si seguíamos así, no íbamos a llegar.
Pudimos notar como nuestros pies comenzaron a ir cada vez más rápido, hasta llegar a un trote ligero.
Fue entonces, que un Brian emocionado nos dijo que podía ver la estación desde donde nos encontrábamos. Esa fue la razón para que yo aumentara mi paso, chocara a un hombre Chino y como si fuera poco, le pasara por arriba las rueditas de la maleta que llevaba sobre sus pies. Gritó en Chino, idioma que también desconocía y comenzó a señalarme con el dedo de forma acusadora. De la desesperación, intenté decirle que lo sentía mucho. Primero se lo dije en mi idioma, luego en español, no sé por qué.
Pero nada de eso resultó, ya que Brian gritó.
-Ya no hay tiempo para esto, corran.
Así que intentamos levantar todo lo que pudimos las maletas y correr hacia la estación que tan cerca se encontraba de nosotros, pero eso no fue todo, porque el hombre chino nos corría junto a dos hombres más.
Mi corazón se salía de mi pecho, y estaba muy lejos de reírme, ya que si no fuera por la voz de Brian que gritaba "Tranquilas, no pasa nada" mientras nos escapábamos, yo estaría en un rincón aterrada y lloriqueando. Alisson, sin embargo estaba neutra, como en estado de shock.
Podía sentir como la maleta saltaba cada vez que subíamos o bajamos un escalón como lo eran cuando cruzábamos las calles. Unos chinos querían matarnos, así que supongo que entienden nuestra desesperación por llegar a aquella maldita estación de metro.
Ante mí, se hizo presente una larga escalera que bajaba a un subsuelo y me hizo aliviar completamente. Una vez que bajamos, los chinos desaparecieron, probablemente perdiéndonos de vista entre tanta gente que bajaba con nosotros y eso nos dio un respiro.
Nos apartamos aun lado de la corriente de personas y nos detuvimos a tomar aire.
Brian era el que mejor estaba físicamente, y por eso no parecía tan cansado, sin embargo, yo no podía dejar de tomar aire porque mis pulmones quemaban un poco. Alisson, básicamente revivió y comenzó a respirar agitadamente.
-¿Qué rayos ha sido eso? –preguntó.
-No lo sé, pero me he sentido Jackie Chan por un rato –comentó Brian.
Y sorpresivamente, comenzamos a reír. Realmente nos estábamos metiendo de problema en problema.
Sin embargo, ya un poco recuperados, fuimos directo a sacar los boletos y apresurarnos, ¿Por qué? Porque definitivamente no era nuestro día y el metro estaba a punto de salir. Así que tuvimos que volver a correr con nuestras fuerzas, aventar las maletas dentro del metro para luego entrar nosotros y volver a tomar aire. Antes de arrancar, lo último que escuché fue a Alisson murmurar que nunca en su vida había corrido tanto.
Ahora, solo quedaba esperar alrededor de una hora para llegar a Brooklyn e ir a ver a Ryan, que era lo que más ansiaba encontrar de este largo y caótico día que recién comenzaba.
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