Capítulo 2: "Sorpresas"
Aviso: Si el capítulo solo está hasta la mitad, refresca la página ya que es un problema de Wattpad.
Espero que les guste, XOXO.
________________
Era bastante inusual, como ya lo saben, que yo despertara temprano por mí misma. Lo crean o no, cuando tenía un acontecimiento que realmente era de mi interés y que lo esperaba con ansias, me despertaba como si tuviese una alarma en mi sistema.
Y hoy era ese día poco frecuente para mí.
No abrí los ojos, pero ya estaba consciente de que debía comenzar a moverme. Solo que no pude evitar pensar en aquel sueño que había tenido, mezclada con la realidad de la noche anterior. Un lugar donde pudiésemos estar solo Ryan y yo, durante mucho tiempo, sin presiones ni separaciones pero ambientado bajo un espacio relajante y cómodo como lo fue ayer por la noche en aquel parque nevado de Nueva York. Vaya.
No quise perder más tiempo y chequeé el horario en mi teléfono celular, sin embargo, no pude evitar prestarle más atención a la foto de fondo que a la hora. Ryan me tomaba de las manos y les depositaba un beso mientras yo reía. Amaba esa foto porque había sido totalmente espontanea e inesperada, claro que tomada por Gerty de infraganti, ¿Quién más podía ser?
Estaba más sensible de lo normal, ¿A qué no? Bueno, quizá eso tenía una explicación que solo las mujeres entendemos del todo.
07:46 Am.
No faltaba demasiado para que llegaran a Nueva York, así que me levanté y pasé por la habitación como si estuviese caminando por un frágil vidrio a punto de quebrarse. Era hacer un mínimo ruido y morir en manos de mi madre, o caminar muy lentamente sin hacer ningún sonido para poder llegar al lavabo con vida. La última opción era mi única alternativa aparente.
Digamos que tuve muchísima suerte porque trastabillé con un zapato que mi padre dejó tirado por allí y estuvimos a punto de perder una parte de Amy. Todo estuvo bajo control porque me tapé rápidamente la boca y a zancadas entré al lavabo. Rápidamente y sin hacer mucho ruido, me duché y cambié con lo más abrigado que encontré en el pequeño ropero que tenía la habitación. Me arreglé lo máximo que pude, tampoco me podía exigir tanto cuando apenas me había despertado. Aunque cuando pude decidirme en que dentro de todo, mi aspecto estaba bien, pasé a la última etapa.
Dejarles una nota a mis padres.
Bien, ellos no tenían ni mínima idea de todo lo que había planeado e iba a hacer. Así que tenía que... Mentir.
No se me daba mal, así que no iba a colocarme una aureola sobre mi cabeza sin merecerlo...
Lentamente escribí en un cuadrado de papel, que había salido a dar un paseo por el parque y que volvería en la hora del almuerzo.
Cruzaba los dedos esperando a que nada saliera mal.
Con lentitud y mirando la hora, que por cierto faltaban no más de veinte minutos para las ocho y media, enfilé hacia la puerta mientras guardaba mis pertenencias en mi bolso.
El clic de la puerta me alivio lo suficiente como para andar caminando como si nada más me preocupase. Solo que había olvidado un pequeñísimo detalle.
El hermoso y seguro elevador. Nótese el sarcasmo.
Sí, probablemente pensarás en las escaleras de emergencia, pero no era muy agradable tener que bajar unas veinte. Soy Amy O'Donnell, la que se cansa rápido por las mañanas. Presioné el botón para llamar el elevador, mientras el corazón me daba vuelcos constantes. Realmente le tenía horror a esas cosas y mientras pudiera evitarlas, bienvenidos sean, solo que sucedían estos casos en los cuales me sentía más presionada porque no tenía otras alternativas.
Las puertas se abrieron seguidos de un Cling. Estaba completamente vacío, pero cuando me adentré, muchas Amys aparecieron por todos los lados producto de los numerosos espejos. Debía relajarme un poco y pensar en lo que se avecinaba.
Tres pisos más abajo y con el corazón en el esófago, el elevador se detuvo. Santa Madre, solo se trataba de una familia que también se dirigía a la planta baja.
Pero eran siete personas.
Incluido un niño molesto y travieso.
Cuando retomó el descenso, comenzó a saltar dentro del elevador para asustar a sus hermanas mientras mis piernas flaqueaban del terror, pero eso no fue todo, entre mis ganas de que todo terminara, comenzó a golpear las esquinas de ascensor. Realmente busqué desesperada y con disimulo, cuanto peso de carga podía transportar esa cosa, pero realmente no la encontré, básicamente por la altura de todas esas personas delante mío que me tapaban la visualización.
A todo esto...
¡Definitivamente era un niño suicida!
Tenía terror y en todo momento pensaba en que podríamos caer por culpa de aquel diablillo que no hacía más que romper mi poca calma, y el cual los padres solo comentaban lo que harían durante el día sin prestarle atención.
Sin embargo, esperé, solo cinco pisos menos...
Cuatro...
El niño se tambaleaba y la cosa terrorífica se movía.
Tres...
Nadie le decía nada.
Dos, uno...
Y exploté cuando las puertas se abrieron.
Empujé y corrí hasta salir de ese lugar inestable que acogotaba mis nervios a causa del pequeño ser malcriado.
El aire carecía y comencé respirar con fuerza. La madre del niño me miró como si fuese una loca trastornada y el niño me sacó su lengua.
Lindo momento para recordar de Ryan, ¿Eh?
No lo pude evitar, me tomé de mis mejillas y saqué también mi lengua, haciendo que el niño riera. Bien, no era lo que me esperaba, puesto que hace más de diez años Ryan había reaccionado de forma diferente. Sin embargo, le dejé ir sin más, ya que probablemente lo hice más que nada por los recuerdos que me traía.
De todas formas, ya estaba a salvo otra vez, en tierra firme.
Una llamada entrante me ubicó en la realidad y entre desesperación busqué mi móvil, atendiendo la llamada.
-Hola.
-Amy, ya estamos llegando.
-Oh, es cierto, bien, ya estoy saliendo del hotel y en diez minutos estaré por allí.
-Genial, nos vemos –dijo.
-Adiós.
Aquel llamado había sido un cable a tierra, así que me sequé el sudor de mi frente y enfilé hacia la salida del hotel. Sin embargo, mi único deseo era llegar hacia el aeropuerto lo antes posible.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
El aeropuerto de Nueva York, estaba repleto de personas. Había muchas parejas llegando juntas de algún lugar desconocido, e incluso, parejas como Ryan y yo en el momento de nuestra llegada, uno esperando al otro y sorprendiéndose en cuanto se veían cara a cara. También se encontraban muchas familias riendo y festejando su llegada, como a la vez, divisé unas cuantas personas llorando. El sonido de las rueditas de maletas rodar por el piso, me trajo buenos recuerdos.
Había centenares de sentimientos fluyendo en un mismo lugar y tiempo, de lo cual me sorprendí.
De todas formas, lo principal en aquel momento era encontrar la terminal en la cual me esperaban. Con desesperación tomé el folleto ante ese gran aeropuerto desconocido y gigantesco con tal de recorrerlo si hacía falta. Sin embargo, no me quedaba mucho tiempo, así que me apresuré.
Rápidamente, y con un poco de prisa, pregunté a un personal de seguridad que con amabilidad me indicó que no estaba muy lejos de donde me encontraba en su momento.
Por suerte, no me perdí y conseguí llegar a la terminal. Aún no habían bajado del avión, así que me dispuse a sentarme en una banca. Jamás había esperado a nadie en un aeropuerto, y menos bajo mi responsabilidad, así que era algo desesperante.
Oh, claro, no tienen idea de lo que hablo, bueno...
Repentinamente mi teléfono comenzó a sonar, por lo que tuve que atender. Era Ryan y muy temprano por la mañana. Si le atendía normal, notaría que me había despertado por alguna razón en especial y me interrogaría a morir, pero sabiendo que no me despierto a esta hora, aun así me llamaba. Algo tenía que haber sucedido.
Me arriesgué, y atendí pero con voz de dormida.
-¿Hola?
-Buen día... ¿Qué es todo ese sonido? ¿Acaso estás en el hotel o en un aeropuerto?
Madre Santa, me atraganté con mi propia saliva. Comencemos con las mentiritas piadosas.
-Sí, claro, es solo que mi padre me despertó temprano para desayunar en el comedor del hotel.
-Ah, ya veo, podría ir para allá si quieres, no tengo entrenamiento durante las primeras horas del día.
-No, es que ya casi terminamos de desayunar y mis padres no sé qué es lo que quieren hacer pero nos iremos y... Ya sabes... -por dios, eso salió tan desesperado que me preocupé con que lo creyera.
-Está bien, no te preocupes -¿Había decepción en su voz? Oh.
-Pero podemos almorzar todos juntos -me apresuré a decir.
-Sí, me parece buena idea -ahora se lo oía más animado.
Pero eso... ¿Estaría bien? De todas formas me las idearía.
-Entonces luego nos hablamos, te quiero –dije.
-Igual yo, adiós.
Colgué la llamada y al instante noté que no le había dicho absolutamente nada, ni siquiera le había preguntado cómo había despertado, si estaba nervioso por el partido de hoy, que haría en el día. Mi preocupación se basaba en que la sorpresa saliera bien, y ya era el momento.
Levanté la vista y de una buena vez me encontré con un joven de buena musculatura, cabello corto platinado y mirada fugaz, que más de una chica observaba pasar. A su lado, una jovencita baja pero hermosa, arrastrando una maleta rosa pastel de mano, caminaba a la par del chico mientras parecía llamar a alguien por su celular.
Mi teléfono comenzó a sonar, y fue cuando caí en la cuenta.
Eran ellos.
Me levanté de aquel asiento de espera, y agité mis manos antes de acercarme. Alisson y Brian buscaron con la mirada hasta dar conmigo, a un rincón de la terminal. Estaban tan distintos de la última vez, que era difícil reconocerlos. Si bien con Alisson había hablado hacía mucho tiempo por Skype, con Brian no. Definitivamente eran el centro de atención. Se acercaron sonriente, Alisson intentando acelerar su paso mientras lo arrastraba a Brian del brazo.
-¡Amy! –Alisson me abrazó y su perfume a rosas invadió mis fosas nasales.
-¡Ally! ¿Cómo te encuentras? –le pregunté, separándonos.
-Bien, tengo tantas cosas que contarte, no sabes lo bien que me ha estado yendo en todos los sentidos, ¿Qué debería contarte primero? Quizá...
-Ven aquí –dijo Brian, ignorando completamente a una Alisson desesperada.
Me abrazó y sonreí, seguía siendo el mismo Brian de siempre, tonto pero buen chico.
-¡Hace tanto que no nos vemos! –gritó Alisson.
Parecía distinta, como alegre, feliz y sin preocupaciones. Realmente algo le había sucedido, y esperaba que bueno. A su lado, Brian estaba harto de su prima, y eso me lo decían sus muecas cada vez que Alisson gritaba algo de la emoción. Sin embargo, tuve que interrumpirle.
-¿Han desayunado ya?
-No –dijeron ambos.
-Yo tampoco, sería bueno ir.
-¿Qué esperamos? –volvió a gritar Alisson.
Pero no fue tan rápido, ya que primero tuvimos que ir a buscar las maletas de ambos, que no eran demasiadas pero que no podíamos abandonar.
Lo que nos parecía "Rápido", terminó por ser lo más tedioso. Resulta que Alisson por esta vez no podía dejar de ser extravagante, y decidió traerse aquella maleta gigante con la medida y peso reglamentario, pero que por alguna razón desconocida...
Quedó atascada junto a otras maletas.
Mientras Brian intentaba explicar lo sucedido al personal, yo intentaba forcejear para que salieran todas las maletas de la mini puertita y Alisson daba grititos de exasperación al pensar que podría dañarse la suya.
Estas cosas imprevistas me alteraban los ánimos. ¿Qué tal si todo salía mal? Quizá debía ser más positiva.
Una hora y media más tarde, cuando eran las diez de la mañana, todo se arregló. Brian ya tenía buena cara y no miraba con fastidio a Alisson, ella ya no llorisqueaba y yo ya no tenía ganas de pegarle patadas a las maletas para que de una buena vez podamos irnos. Sin embargo, un rato más tarde, podíamos reírnos de lo sucedido.
En el momento en que nos acercamos hacia la puerta de salida del aeropuerto, mi corazón se paralizó. La nevada era increíble. No podía creer que estuviera todo tan blanco. El suelo tenía varios centímetros de nieve, y dude que mis zapatos no quedaran empapados después de salir de allí. De todas formas, Brian dejó su maleta y la de su prima para adelantarse y detener al taxi, antes de que nosotras nos mojáramos.
Una vez que nos subimos y este arrancó, ninguno de los tres habló. Quizá por lo estupendo que se veía el manto blanco que cubría gran parte de Nueva York. Aunque en lo único que pensaba, era en cuan nostálgica me estaba volviendo.
Hacía mucho tiempo que no veía personalmente a ambos, desde el último día de vacaciones en la reserva Roshmore, aquel lugar que tantos sentimientos de todo tipo me trajo. Había sacado lo peor y lo mejor de mí. Había sido como en aquel aeropuerto.
Tantos sentimientos en tan solo un lugar.
Volví a la realidad cuando oí la vocecita de Alisson intentando hablarme. Me acerqué un poco, sin dejar de mirar hacia afuera, pensando.
-Hey... ¿Ryan y su equipo podrán jugar el partido con este clima?
Fue entonces que mi estómago se contrajo. Realmente no estaba segura, la nevada no cesaba hacía horas y se iba acumulando cada vez más, generándome unos nervios constantes, ¿Qué tal si Alisson estaba en lo cierto y el partido se cancelaba? Yo debería volverme, o quizá podría arreglar algo para quedarme más tiempo, pero los chicos probablemente tendrían planes y habrían venido en vano. ¡Mis padres! Ellos también tendrían que volverse. No me cerraba nada de esto, no podían simplemente cancelarlo, algo se les ocurriría. Además se comunicarían conmigo, y no yo a ellos, sería demasiado evidente que algo ocultaba.
Puse mi mejor cara para contestar que no lo creía y al instante chequé mi teléfono.
No tenía ni un solo mensaje o llamada perdida. La única que había tenido en el día de aquellos a los que le ocultaba este secreto había sido de Ryan para quedar en almorzar, aunque todavía ni siquiera habíamos desayunado a causa de la maleta de Alisson, pero a eso íbamos.
Le indiqué al taxista un lugar que estaba cerca del hotel donde me hospedaba. Había cruzado ese restaurant en estos días y no parecía demasiado caro. Por suerte, con una rapidez increíble, ya estábamos estacionados fuera y sacando las maletas.
Sí, lo sé, era más cómodo dejarlas en el hotel, pero teníamos hambre debido al retraso. Así que lentamente y oliendo el ambiente tan delicioso, nos deslizamos a una de las mesas que estaban en el fondo, pegada a un ventanal gigante. Cada uno observó su menú y hasta no ordenar, no hablamos.
-Y bien... ¿Cómo están tú y Ryan? –preguntó Brian sonriente.
-Estamos bien.
-¿Qué fue lo que sucedió? –preguntó Alisson, con aspecto preocupado. Brian la miró curioso.
-Te acaba de decir que ambos están bien, ¿Por qué preguntas algo tan...?
-Tú cállate, eres hombre y no entiendes nada.
Brian iba a replicar, pero antes de entrar en discusión prefirió cruzarse de brazos y recostarse en su asiento luego de resoplar.
-¿Y bien? ¿Qué se traen entre ustedes?
-Nada especial –preferí contestar. No quería hablar de eso allí ni en aquel momento-. ¿Ustedes? Hace tiempo que no nos vemos.
-Oh... De mí es una larga historia, pero Brian... -dijo Alisson abanicando su mano.
-Alisson, será mejor que...
-¡Te estás sonrojando! –gritó ella.
-Ya basta...
-Está bien si no quieres contarlo, no hay... -fui interrumpida por su prima.
-Está enamorado perdidamente de alguien –canturreó Ally ante la mirada dura de su primo. Parecía que iba a liquidarla.
-Aja -dije, esperando a que nos matara a todos, pero no fue así.
-Ya no viene al caso, es imposible.
-¿Imposible? No existe eso, créeme cuando te lo digo –dije con mucha razón de experiencia. Rió.
-Es una histérica y terca, han pasado cosas, sí, pero no entiendo a las mujeres y nunca las entenderé.
-Quizá necesites un poco de ayuda –dijo Alisson sonriente.
-A lo sumo se lo pediría a Amy, no a ti –respondió él en broma.
-Ya... -dijo ella, dándole un golpecito en su hombro.
Antes de que pudiese preguntar por Alisson, los tres platos rebosantes de comida llegaron a nuestra mesa, dejando la charla para más adelante. El tiempo pasó sin que pudiésemos notarlo.
11:34 am.
Ya era hora de comunicarme con Ryan.
Por la mañana habíamos quedado en juntarnos a almorzar con toda la familia, así que yo ya tenía en mente llevarlos a Alisson y Brian para sorprenderlos. Sin embargo, cada vez que veía hacia el exterior, notaba que la nieve se acumulaba más y más. Era una obviedad que la maquina quita nieve no iba a poder limpiar el estadio todo el tiempo, era interrumpir constantemente el partido, y si no lo hacía, no podrían jugar.
Fue entonces que saqué mi teléfono y casi muero infartada.
17 llamadas perdidas y 15 mensajes de texto nuevos.
El 90% eran de Ryan. Claro que no podía ser posible que no las haya oído, así que revise todo hasta darme cuenta que mi teléfono estaba en silencio.
Diablos.
Alisson y Brian me observaban expectantes, ya que había cortado repentinamente la conversación que mantenía con ellos.
-¿Qué sucede? –preguntó Brian, preocupado.
-Me ha estado llamando Ryan y mis padres, no sé qué ha sucedido, tenía el teléfono en silencio y no he notado las llamadas.
-¿Quieres usar el mío?
-Será evidente y todo se echará a perder –dije apenada.
-Está bien, pero dinos si necesitas algo.
-Solo denme unos minutos.
Dejé el dinero sobre la mesa para pagar el desayuno y salí a la calle. Allí había más señal. Ni siquiera me fije en los mensajes, directamente llamé a Ryan.
Y para mi mala suerte, me mandó directo a la casilla de mensajes.
Bien, tenía a dos personas que arrastré hasta aquí porque querían ver a Ryan y viceversa, pero había pasado algo de lo cual no sabía nada, habían intentado comunicarse conmigo y yo como una tonta había mantenido mi teléfono en silencio sin darme cuenta.
Grave problemita tenía...
Solo me quedaba llamar a mis padres.
-¿Hola?
-Mamá, óyeme...
-¡AMY POR EL AMOR DE DIOS! ¿Dónde rayos te has metido? –okay, algo estaba sucediendo.
-Mamá, estaba caminando por el parque y me detuve a comer algo. Mi teléfono estaba en silencio y no registré los llamados, ¿Qué pasa?
-Ay no, a veces juro que tengo que recordarme que eres mi hija, porque a mí no saliste ni por error.
Un silencio atronador.
-¿Te estás refiriendo a mí? –preguntó mi padre de fondo, claramente tocado.
-Olvídalo. Amy, óyeme atentamente... Nosotros ya no estamos en Manhattan...
-¿QUÉ? –pregunté. ¿Cómo que ya no estaban aquí?
-Déjame explicarte. Las nevadas se han cortado en Brooklyn, así que han mandado a todos a jugar allí. Nosotros tuvimos que marcharnos porque ya no podíamos comunicarnos contigo.
-Esperen, ¿Me están diciendo que el partido ya no se jugará aquí y que todo el mundo ya se ha ido?
-Sí.
-Y eso significa que...
-Como ya tienes edad, tendrás que irte por tu propia cuenta hasta Brooklyn.
Oh dios mío, definitivamente mis planes se estaban yendo al diablo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro