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Capítulo 13: "Retorno como Senior Year"

No recuerdo exactamente el contenido de mi sueño, todo lo que sabía era que había despertado a causa de un frío descomunal que estaba calando mis huesos. Con las manos congeladas tanteé a ciegas en busca de algo con lo cual cubrirme pero no hubo nada que pudiese servirme, lo que provocó que finalmente abriese los ojos con fastidio. Mis mantas habían desaparecido y la calefacción estaba apagada. Por alguna razón, no me sorprendí.

—¡Amanda O'Donnell! —La voz de mamá resonó por toda la casa.

Con solo decir mi nombre, supe perfectamente que estaba en problemas. No solo me preocupaba hacerla enojar —aunque sea peligroso—, en realidad, la idea de llegar tarde a la primera clase luego de la vacaciones de invierno, me resultaba un tanto desalentador. Observé la hora en la pantalla de mi celular: solo tenía quince minutos para prepararme y conseguir llegar a tiempo. Estaba realmente en aprietos. Tomé unos vaqueros que estaban sobre una silla, los alisé con un par de golpes e inhalé con fuerza para evitar gritar en cuanto sentí el frío de la tela tocar mi piel. Odiaba esa sensación. Busqué en mi armario alguna sudadera limpia y la primera que alcancé a ver fue la que compartía con Ryan, aquella que le había obsequiado en navidad, para ser más específica. Aunque doliese, esta vez iba a desistir de utilizarla. No quería ser el centro de atención del instituto en el primer día de clase.

El sonido de mi celular interrumpió mi búsqueda, así que atendí mientras rebuscaba un abrigo entre la pila desordenada de ropa.

—¿Hola?

—Buenos días, bebé —La voz grave de Ryan hizo que mi corazón diese un vuelco y me eche a reír de los nervios—, Touche.

—¿Touche? ¿A qué le atinaste?

—A tu reacción, sabía que te pondrías así de nerviosa, ¿o no bebé?

—¡Ya! —murmuré, agradeciendo que no podía verme sonrojar—, ¿estás en la escuela?

—Sí, desde hace cuarenta minutos —sonó desanimado.

—No me digas, el director Murray...

De alguna forma lo imaginé. Desde el momento en que me comentó que durante el primer día de clases debía asistir mucho más temprano que los demás para realizar unos trámites con el director de la escuela, supe que sería un proceso largo y tormentoso. De por sí, Ryan se había ausentado durante un largo período de tiempo a causa de la obtención de la beca deportiva, así que debía tramitar una re inserción escolar si es que no quería perder su último año de preparatoria, pero resulta que el director Murray era otra historia: digamos que su vocación no era dirigir una escuela. Es por eso, que era apodado 'el viejo tortuga', ya que todo lo realizaba de manera lenta y carente de motivación. En fin, no era como si alguien pudiese quejarse de eso... a no ser que quiera recibir una sanción, por supuesto.

—Deberías ver la expresión de impaciencia de mi madre —murmuró Ryan, aguantándose la risa—, en cualquier momento le arrebata los papeles y se los avienta en la cara.

—¿Está bien que hables por teléfono durante la reunión?

—Estoy en la sala de espera observando. La puerta de su oficina es de cristal así que puedo verlo todo.

—Deberías filmarlo, se haría viral y... —Mi puerta se abrió en un gran estruendo e interrumpió mi habla.

—¿Qué haces a medio vestir? —gritó mi madre hecha una furia—, ¡Tu amiga está en el porche esperando por ti!

—Ups... alguien está llegando tarde —sentenció Ryan en mi oído a través del tubo.

—¿De quién crees que es la culpa? —le regañé entre dientes.

—¿Disculpa? —susurró mi madre furiosa.

—¡No fue a ti! Le estoy hablando a Ryan... Teléfono... Aquí —dije poniéndolo en altavoz.

—¡Buenos días, señora O'Donnell! —saludó él, animosamente.

—Hola cielo, ¿cómo te encuentras? —Tomó mi teléfono de las manos, y con una mirada aterradora, me dijo—: será mejor que estés abajo en dos minutos o no me haré cargo de las consecuencias.

Sin darme oportunidad de responder, se marchó para continuar hablando con Ryan a través de mi celular. A veces me preguntaba si realmente lo quería más a él que a su propia hija... digo, conmigo era Hulk pero luego con mi novio se comportaba como un corderito. Con esos pensamientos en mente, tomé lo primero que encontré junto a mi mochila y salí corriendo escaleras abajo.

Mamá me tendió mi celular en la puerta de entrada y con una mirada asesina me dio el adiós. A ella no le gustaban mis actitudes... irresponsables por así decirlo, así que no había lugar para mis quejas. Solo me monté al asiento del copiloto y largué todo el aire contenido que tenía en los pulmones.

—Buenos días —dijo Gerty, sonriente en el asiento del conductor.

—Buenas —solo murmuré desarmándome lentamente en mi sitio.

Ella se limitó a reír y encendió el coche. Sabía perfectamente que necesitaba un respiro luego de correr bajo la terrorífica amenaza de mi madre. Esta había sido nuestra rutina en los últimos años, al menos desde que ella obtuvo su propio coche.

—Es el primer día...

—No lo digas —sentencié.

—¿No podías tan solo...?

—Basta.

—Si despertabas un poco más...

—Sh —fue lo que dije, y ella suspiró, sin dejar de mirar a la carretera con atención.

—Siempre igual, Amy O'Donnell, nunca cambias —Entonces aceleró.

*****

Literatura Británica me hacía dormir, y las acotaciones de la profesora Freeman intensificaban esta necesidad. Mientras sostenía su libro e inclinaba su rostro ligeramente hacia atrás para que sus anteojos no cayeran del puente de su nariz, revisaba que los estudiantes sentados en la clase no se quedaran dormidos o perdiesen la concentración. Es así que podía sentir su mirada tensa sobre mí, quien a cada rato atentaba a sucumbir bajo los efectos del sueño.

La profesora leía animadamente 'Otelo' de William Shakespeare, como si se tratase de un cuento infantil y sencillo de comprender pero por supuesto que, casi todos, estábamos a punto de partirnos la cabeza contra el escritorio con tal de dejar de oír aquellas palabras tan adormecedoras.

Oh bueno, excepto Gerty, quien parecía irradiar brillos por los ojos al ser capaz de oír sobre una obra de dicho autor. No la juzgaba, por el contrario, la envidiaba sanamente. Los libros clásicos eran su especialidad, aunque en realidad, era capaz de leer cualquier cosa que tuviese palabras en él. Ella sabía que pertenecía a este mundo, y por esa razón se anotó a 'Literatura Británica' con tanto entusiasmo, arrastrándome a mí en el proceso.

A diferencia de Gerty, mi futuro era incierto. Yo no tenía ni una mínima idea de lo que haría una vez que terminasen mis últimos meses de último año, así que solamente me anoté a aquellas clases ambiguas, que de seguro aparecerían en todas y cada una de las carreras habidas y por haber. Excepto 'Literatura Británica', solo estaba ahí porque Gerty me prometió que me pasaría todos sus apuntes durante lo que restaba de año con tal de que le hiciese compañía.

Mi teléfono celular me salvó de morir en el mundo de Morfeo. Estaba vibrando en mi bolsillo, rogando por obtener mi atención pero debía admitir que estaba en una situación difícil: la profesora no dejaba de escrutar con la mirada a todos y cada uno de los estudiantes, ¿cómo se suponía que revisaría mi teléfono de esa manera?

Con suavidad, pateé el asiento delantero y Gerty, quien comprendió el mensaje sin necesidad de palabras, se inclinó ligeramente hacia la izquierda, tapando perfectamente la visual. Con disimulo observé la pantalla de mi celular y abrí los mensajes recibidos.

[03/01 08:33] Piedrita: El director Murray me liberó al fin, todo ha salido medianamente bien.
[03/01 08:35] Amy: te liberaron QUE BIEN, hay un 'medianamente' QUE MAL... que sucedio???
[03/01 08:35] Piedrita: Aceptaran que me inserte en lo que resta de último año solo si paso unos exámenes nivelatorios para ubicarme al mismo nivel de quienes ya han asistido medio año, ya que yo me he ausentado mucho por estar enfocado en la beca.
[03/01 08:36] Amy: en serio??? eso es algo bueno o malo??
[03/01 08:36] Piedrita: Podría ser malo pero mientras entrenaba para la beca, he estado estudiando en mis tiempos libres. Varios profesores me enviaron el contenido de las materias en las que pretendía anotarme.

Despegué mis ojos de la pantalla solo para revisar que la profesora Freeman no me hubiese pescado, lo cual por suerte estaba saliendo bien, ya que se había tomado muy en serio una escena de 'Otelo' y lo estaba leyendo con tanta interpretación que Gerty había comenzado a lagrimear. Por ahora, no notaría que estaba con mi teléfono.

Por un momento, me quedé pensando en lo inteligente que era Ryan y los beneficios que había obtenido gracias a ello. Solo por ser un estudiante modelo que siempre destacaba por sus increíbles notas, había obtenido ayuda por parte de profesores que lo apreciaban. Deseé ser un poquito como él... en mi próxima vida, por supuesto.

[03/01 08:37] Amy: eso es genial.. cuando debes hacer esos examenes?
[03/01 08:37] Piedrita: La semana entrante.
[03/01 08:37] Amy: bien, voy a alludarte.
[03/01 08:37] Piedrita: Ayudarte*
[03/01 08:37] Piedrita: ¿Estás segura? No quiero que te molestes por mí.
[03/01 08:38] Amy: no te preocupes, no me molesta, yo voy a alludarte.
[03/01 08:38] Piedrita: Ayudarte*
[03/01 08:38] Amy: lo se, fue el autocorrector.
[03/01 08:38] Piedrita: Bien, me encantaría que me ayudes. Debo entrar a mi clase, así que nos vemos en el receso. Suerte, te quiero.
[03/01 08:39] Amy: igual tu, yo tambien.

—¡DESDÉMONA!

El grito de la profesora retumbó por toda la clase, de tal forma que quienes estaban medios dormidos habían abierto los ojos alarmados e hiperventilaban. Claro que yo, quien estaba completamente desorientada, me había asustado tanto que di un respingo y golpeé mi pierna contra el escritorio, haciendo un gran estruendo y recibiendo toda la atención.

—Oh, O'Donnell —murmuró la profesora, preparándome mentalmente para el regaño de mi vida—, creía que no estabas prestando atención pero veo que te has metido en la historia, ¿has podido sentirlo? La desesperación de Otelo al llamar desesperadamente a Desdémona.

El silencio total se instaló en el recinto y mi única preocupación era el saber si la profesora me estaba tomando el pelo o realmente lo decía en serio. Opté por la última, arriesgándome.

—Lo sé, esta masterpiece me pone los pelos de punta.

—¿Master... qué? —preguntó, con cautela.

—Obra maestra —Su sonrisa se ensanchó de orgullo al oír que se trató de un cumplido.

—Oh, por supuesto que sí querida, continuemos.

La profesora volvió a concentrar su energía en la interpretación de los personajes y yo suspiré fuerte, liberando los nervios contenidos. Personas a mí alrededor me otorgaban miradas cómplices y risitas divertidas. Yo no pude hacer más que festejar internamente de haberme salvado de la profesora Freeman.

Aun así, Gerty me pateó el escritorio y me dijo por segunda vez en el día: —Siempre igual, Amy O'Donnell, nunca cambias.






Miradas.

Todo el mundo me observaba. Bueno, no solo a mí, a Ryan también. Nuestras manos entrelazadas probablemente se estaban quemando por las miradas ajenas de quienes pasaban a nuestro lado y cuchicheaban entre sí.

Ryan parecía disfrutarlo, sin embargo, yo sufría. No había nada peor para mí que ser el centro de atención. Y sí, era consciente de que muchas veces mis acciones atraían aquello como consecuencia pero... ¿Disfrutarlo? Ni un poco.

—Son la parejita popular del instituto, por si no lo sabían —comentó Gerty, quien caminaba a la par nuestra por el pasillo—, bueno, tú no Amy... el único popular aquí es Ryan.

—Gracias —dijo él.

—Oye, deberías defenderme —murmuré—, acaba de llamarme impopular, ¿sabes?

Él solo me observó en un silencio atronador y agregó: —¿En qué se equivoca?

Solo le atesté un suave golpe en el hombro —como siempre—, e ignoré la risa ahogada de mis dos preciadas personas que solo parecían disfrutar de molestarme. Empujé las puertas de la cafetería con mi brazo libre, y un mar de suricatas se abalanzó sobre nosotros. Bueno, no tantas personas pero sí eran unas cuantas que venían a saludar a Ryan. Claramente, yo no conocía a nadie. Digamos que sí me resultaban familiares, quizá de verlos por los pasillos o de haber compartido una clase en años anteriores pero si debía ser honesta, no me salía ni una sola palabra. Un chico alto y moreno no dejaba de sonreír mientras le preguntaba qué tal había ido el entrenamiento, así que mientras Ryan contestaba animadamente, Gerty me hizo gestos para avisarme que se pondría a hacer la fila de la comida por mí, lo cual agradecí profundamente.

La conversación era animada y cordial. No era más de siete personas que solo le hacían preguntas amistosas, luciendo realmente emocionados por el hecho de que Ryan Cooper había vuelto a la escuela. Por mi parte, yo solo estaba allí de pie tomándole la mano y sorprendiéndome por el hecho de que ni uno de ellos hubiese notado mi presencia, siendo así que hasta hacía dos minutos, todos cuchicheaban sobre nosotros dos. De alguna forma, lo agradecí internamente. Con lentitud, intenté suavizar el agarre de mi mano para poder soltarme. Sentía que la situación se volvería incomoda si continuaba aferrada a él mientras hablaba con sus conocidos, pero eso se borró de mi mente en cuanto él notó mis ligeros tirones y entrelazó aún más sus dedos con los míos.

—Déjenme presentarles a mi novia —dijo Ryan, de repente—, ella es Amy O'Donnell. Amy, ellos son del equipo de Football americano de la escuela.

—Encantada —murmuré un tanto tímida.

—Ella juega Football americano, también —dijo él.

—¡Ryan! —murmuré avergonzada—, por supuesto que solo como pasatiempo, no podría compararme a jugadores como ustedes.

—Ya me caes bien —dijo uno de ellos, carismático.

—Hey, ni te atrevas —murmuró Ryan en tono de broma y pasando un brazo por mis hombros.

El clima que quizá al principio había resultado tenso, ahora se había dispersado. Ryan había conseguido que me integrase a la conversación con sus colegas en cuestión de segundos. Él me hacía sentir cómoda y segura, y eso provocaba que mi estómago se encogiese ante los rápidos latidos de mi pecho.

Nublada ante esos pensamientos, los chicos del equipo de football de la escuela se despidieron con la promesa de verse más tarde y se dirigieron a una de las mesas centrales de la cafetería. Ryan solo me observó sonriente y tiró de mí para ir en busca de Gerty, quien estaba en la fila de la cafetería. No podía dejar de observar en lo feliz que lucía y lo difícil que habían sido estos últimos meses para él, lejos de su familia, sus compañeros, de mí y con riesgos de perder su último año de escuela. Afortunadamente, todo había valido la pena, y aquí estaba, disfrutando de lo que tanto había extrañado y sintiéndose probablemente en su sitio.

—¿Así que vas a ayudarle a estudiar? —preguntó Gerty una vez que nos sentamos en una mesa vacía cerca de la ventana.

—Sí, se ha estado esforzando demasiado por su cuenta, así que quiero ser capaz de al menos ayudarlo con algo y aligerar sus preocupaciones.

—Amy.

—¿Qué?

—Por un momento me dio la sensación de que hubieses madurado, me asusté —Puse mi mejor cara de pocos amigos y sorbí de mi jugo—, de todas formas, te deseo suerte.

—¿Por qué lo dices?

—Vamos, todos sabemos en qué terminan esas sesiones de estudio.

El jugo de naranja quedó atragantado en mi garganta y creí que esta vez, sí sería mi final. Tosí como pude y Gerty no pudo aguantar la risa contenida, llamando la atención de Ryan que estaba a unas mesas de distancia hablando con otros conocidos que le habían detenido en el camino. Él, curioso, finalmente se sentó en nuestra mesa.

—¿Estás bien, Amy? Pareciera como que te estás muriendo... —murmuró preocupado.

Intenté hablar pero solo salió una tos aún más ahogada, lo cual hizo que Ryan comience a golpear con suavidad mi espalda para que se me quite lo atorado. Que vergüenza, definitivamente no era mi día de suerte bajo ningún punto. De todas formas, el jugo consiguió transitar por el camino correcto y todo volvió a la normalidad. Decidí que ya no tenía ganas de seguir tomando ninguna clase de bebidas, solo me dispuse a matar con la mirada a mi mejor amiga por haber hecho esas insinuaciones repentinas e innecesarias. No era como que la insinuación me preocupase, sino más bien que me había tomado totalmente por sorpresa.

—Ah, casi lo olvido por la casi muerte de Amy... —dijo Ryan—, los chicos del club de ajedrez han planeado una fiesta de bienvenida en mi honor para este sábado en la noche. Luego me pasaran los detalles, así que pueden venir si están libres.

—¡Por supuesto que sí! —dijo Gerty entusiasmada.

—¿En serio? ¿El club de ajedrez? —pregunté, un poco sorprendida.

—Vamos, ¿realmente crees que los sábados por la noche solo se reúnen a jugar a juegos de mesa mientras oyen Mozart? Son conocidos por hacer fiestas ocasionales y para nada aburridas.

—Oh, ya veo —mencioné.

—En fin, tomo eso como que asistirán, ¿está bien? —ambas asentimos justo en cuanto el timbre sonó, así que cuando estuve a punto de levantarme con mi bandeja, Ryan se acercó a mi oído y murmuró—: te espero esta tarde en mi casa.

Y fue en ese preciso instante en el que mi corazón dio un vuelco y creí que moriría por segunda vez en el día. Este chico eventualmente iba a matarme con sus susurros asesinos.

Sin dudas.

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