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Capítulo 1: "Una noche en Nueva York "

Santa madre que Nueva York era fantástico. Me imaginé que si verlo dentro de un taxi era una maravilla, ir caminando por sus calles iba a ser aun mejor. A mi lado, mis padres no podían evitar tener su momento de recuerdos. De un instante a otro, me enteré de que fui concebida en uno de sus viajes a Nueva York, cosa que no era necesario saber, pero que me dejaba que pensar. Ser concebida en una ciudad impresionante, y luego haber nacido en medio de una heladería horripilante.

Sin palabras.

Las luces centellaban en la ventanilla, como en  las películas y podía notar que algunas aún no estaban completamente encendidas, pues era como las cinco y algo de la mañana en un día de semana. Hacía bastante frío, pues estábamos a muy pocos días de navidad y todos los adornos navideños colgaban por todas partes. De repente, desee quedarme aquí por más tiempo. Rebusqué por mi cartera y tomé mi teléfono para poder tomar una bonita fotografía, de aquellas que iban a quedar para siempre, además para enviársela a Gerty, porque de caso contrario, chillaría luego.

El auto se detuvo cuando mi padre se lo indicó al conductor. Mi madre y yo quedamos en estado de estupefacción pero de todas formas, quietas.

-A partir de aquí caminaremos, estamos a pocos metros del hotel.

Tuve el impulso de abrazar a mi padre en agradecimiento hasta que recordé donde estábamos, sin embargo, me bajé del coche con una sonrisa extrema, observando el extenso vapor que salía de mi boca. El frío invernal me heló la sangre, pero eso no me detuvo. Busqué mi maleta y comencé a caminar por el parque con un poco de vergüenza, ya que aun contenía los Stickers de Barbie que le había pegado de niña. Maldigo el día en que mi padre la encontró antes de viajar.

El parque era alucinante. Los arboles me recordaban un poco a la reserva Roshmore, con la diferencia de que estos no contenían hojas y parecían en estado de Invernación. Mis padres se colocaron a mi lado y comenzaron a tomar fotografías.

-¿Por qué no esperan a que amanezca?

-Oh, mira Amy, allí -dijo mi madre, señalando entre dos edificios.

No fue necesario preguntar, solo tenía que taparme los ojos un poco para poder notarlo. Oculté un poco más mi boca con la bufanda y sonreí sin notarlo. El sol se asomaba entre los dos edificios, lanzando rayos por doquier, iluminando su paso con un poco de calor, en este espacio tan frío.

Emoción, eso fue lo que sentí.

Nueva York era fantástico, ¿Lo he dicho ya?

No tardamos demasiado en encontrar nuestro hotel y adentrarnos en él. Un hombre apareció para darnos la bienvenida y llamó a otro para que tomara nuestras maletas. Las colocó en esa cosa con rueditas dorada que en lo particular me encantaba. Siempre había tenido la necesidad de patinar sobre ellos, desde que lo había visto en Zack y cody: Gemelos en acción... Sí, ¿Qué?

Aparté esos pensamientos ocultos y acompañé a mis padres a hacer el check-in, papeleo para poder hospedarnos en el hotel y verificar que nosotros habíamos reservado la habitación. Todo fue estupendamente, y mientras esperábamos el elevador, curiosee por la planta baja. Todo era dorado o platinado, y eso que no era un hotel de lujo. Mármol por doquier y brillos. También encontré una que otra escultura. Nada mal para ser un hotel normalito. Antes de que mis padres me llamaran y pasara un momento bochornoso, fui por mi propia cuenta, adentrándome al elevador junto a ellos y la gran cosa dorada porta maletas. El corazón comenzó a latirme y cerré los ojos. Sentí que alguien se movió a mi lado.

-Quietos -dije medio gritando.

-Quiero verme al espejo, Amy -replicó mi madre.

-Solo, no te muevas.

Mi temor al elevador era irreversible. No sufría de claustrofobía, pero sí los elevadores me ponían de los nervios. Todo sucedió hace un par de años cuando visité a mi abuela a su departamento y tuve que subirme a uno de ellos completamente sola. En ese entonces no les tenía miedo, pero cuando presioné el botón del piso al que quería ir y se tambaleó con ferocidad, me bajé rápidamente antes de que la cosa cayera o ve a saber qué, de todas formas, solo se quedó allí y opté las escaleras con el corazón latiéndome a pura velocidad. Nunca supe que sucedió, supuse que habíamos presionado al mismo tiempo con otra persona un botón y el elevador siguió las dos instrucciones, solo tambaleándose, por no poder cumplir ambas. El punto es que el terror me quedó y en ese mismo momento, en el elevador del hotel, estaba aterrorizada.

Piso diez, para colmo.

Me mantuve como estatua y mis padres lo comprendieron, así que se quedaron quietos. Sin embargo, no podía evitar pensar en cuanto extrañaba a Ryan. Sí, solo un par de horas sin él, pero lo necesitaba. Vaya, que estúpidos nos hace el amor, pero estaba feliz de ser estúpida por él. Pensar en ello hizo que el tiempo se pasara y que las puertas se abrieran al instante. Prácticamente me lancé hacia fuera, quedando en un pasillo silencioso y con aroma a hotel. Me encantaba ese olor a limpio y desconocido. El pasillo tenía un alfombrado marrón claro y las lamparas alumbraban todo el lugar. Sin embargo, no me atrevería a cruzarlo por la noche solitariamente. En silencio, mi padre empujó la cosa dorada porta maletas mientras mi madre tomaba la tarjeta magnética y buscaba la habitación. Yo los seguí sacando mi teléfono.

"Ya estamos en el hotel, muy bonito por cierto. ¿Tus padres ya han llegado?"

Envié el mensaje a Ryan y guardé mi teléfono no sin antes observar la hora.

06:17 am.

Genial, lo único que debía hacer era dormir.

Mi madre se detuvo e introdujo la tarjeta en una ranura de la puerta. Cuando la luz prendió a verde, pudimos abrir la puerta. Tecnología, dulce tecnología. 

La habitación era gigante y contenía dos camas, una matrimonial y una individual, para mí. Tuve la necesidad de saltar sobre ella, pero como toda chica madura, ayude a mis padres a bajar las maletas, para luego perder mi madurez, andar en esa cosa plateada porta maletas, chocarme contra una pared y ser regañada. Aunque sea lo hice y fue divertido.

Cuando volví a la habitación me recosté en caída sobre mi cama y saqué mi teléfono del bolsillo. Un mensaje de Ryan.

"Sí, estamos en el taxi camino a su hotel, ¿Qué andas haciendo? Deberías dormir"

"Recién he llegado a mi habitación, es que me entretuve jugando con el porta maletas y bueno... Me estrellé"

"¿Por qué no me sorprende? ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño?"

"Estoy bien jaja"

"Ten cuidado Amy, tienes que estar ilesa para verme esta noche, ¿Bien?"

"¡Claro! ¿Adonde iremos?"

"Sorpresa, ahora ve a dormir así estas descansada para nuestra cita"

Cita... Cita... ¿Cita? Wow... Hemos tenido citas antes, claro, pero esta iba a ser una completamente formal, así que al instante me puse nerviosa al responder.

"Bien, adiós, te quiero"

"Yo igual"

Dejé el teléfono en la mesita de noche y como estaba, me dormí del cansancio sin siquiera notarlo, pensando en que pronto tendríamos una cita formal.

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Estaba sonando mi teléfono celular, reconocía el ringtong pero no tenía la fuerza suficiente para levantarme, así que me tapé con la frazada hasta la cabeza. Volví a despertar cuando no conseguía reunir oxígeno, así que salí de debajo de las frazadas y examiné mi alrededor. ¿Donde rayos estaba?

Hotel. Nueva York. Partido. Ryan. Noche. Cita.

Oh.

Me fui adaptando al lugar y tomé mi teléfono con un deje de sueño. Nueve llamadas perdidas de mamá.

Se me fue el corazón al suelo.

La llamé sin dudarlo dos veces, desesperada, pues no encontraba a mis padres en la habitación.

-¿Amy?

-Mamá, ¿Qué sucedió con la cantidad de llamados? ¿Todo está bien?

-¿No has leído la nota a un lado de tu celular?

-¿Qué not-?

Allí estaba en el suelo. Se había volado y no la había visto. La abrí con el teléfono en mano y la leí: "Amy, iremos a pasear por la ciudad, no queremos despertarte, así que si continuas dormida, te llamaremos para que despiertes dentro de un rato"

-¿Despertarme? ¿Para qué?

-Intentamos hacer de despertador, llamarte para que despiertes y te prepares para tu cita, pero no hubo caso -detrás sentía los coches pasar y a mi padre hablando con quien sabe.

Observé de manera frenética la hora, y luego de agradecerle a mi madre, corté. Un mensaje de Ryan.

"Dentro de una hora paso a recogerte"

El mensaje había sido enviado hace mitad de hora. Por lo tanto, solo me quedaban treinta minutos para prepararme. Estuve a punto de desvanecerme.

Corrí por doquier, preguntando por teléfono a Gerty que ponerme y qué hacer. Claro que tuve que contarle todo el viaje y lo ocurrido.

-¿Será un lugar caro o normal?

-Espero que normal.

-Entonces una falda, amiga.

-¿Estás loca? Está nevando afuera.

-El amor nos hace estúpidos Amy, has una estupidez por él...

-No quiero enfermarme.

-Oh vamos, piensa en todo lo que podrías sacar de una falda... Tienes frío y él te pasa su chaqueta, te abraza y bla bla bla... Además es más fácil de quitar.

-Quitar... ¡¿Quitar?!

-No me digas que luego de la cita cada uno se irá a su hotel.

Me quedé en un silencio absoluto.

-Oh, vamos, ¡Es Nueva York! Deberían hacerlo allí.

-G-Gerty, primero, no hables tan natural sobre ello, me pone de nervios y segundo, ya hablamos ambos de eso, y nos tomaremos nuestro tiempo.

-Disculpa, pero se han tomado prácticamente casi cinco meses desde que están juntos.

-No estamos preparados aún.

-Querrás decir que tú no estás preparada.

Lo sabía, yo era el problema, no él, pero sabía que me daba mi tiempo, así que no me preocupaba demasiado en el tema.

-La ropa, volvamos a eso, solo tengo veinte minutos.

-Bien, usa falda y ponte pantimedias, no tendrás mucho frío con ellas. Arriba ponte una blusa combinable, por el amor de Dios te pido que elijas bien porque tu gusto con la ropa es un asco, y en los pies puedes ponerte algo cómodo, no es necesaria tanta formalidad.

Por dentro quise matarla, pero una parte de mí sabía cuanto la quería por sus consejos y fiel amistad.

-Bien, muchas gracias Gerty -dije, sincera.

-No hay problema, puedes llamar a Gerty911 cuando quieras -reí.

-Gracias amiga, adiós.

-Adiós... Ah, y usa protección.

Apenas oí eso y corté salvajemente. No aventé el celular porque el pobre no tenía la culpa. Intenté hacerle caso omiso a lo que habíamos hablado para buscar la ropa y terminar por prepararme. Me coloqué una falda negra suelta y unas pantimedias del mismo color. Encima me puse una blusa que combinaba tal como me lo había pedido Gerty para luego buscar un saco rojo hasta por encima de las rodillas. Un atuendo invernal y entre lo formal e informal. Me gustaba. Me retoqué el cabello y apliqué un poco de maquillaje. 

Estaba muy bien, hacía bastante que no me arreglaba de esta forma tan minuciosa. Observé el reloj y me di cuenta de que probablemente Ryan estaría esperándome abajo, así que tomé mis cosas y escribí una nota, dejándola sobre la mesita de noche para mis padres.

Salí de la habitación con suma felicidad, hasta que caí en la realidad.

El elevador.

Me quedé de pie, allí, observando la plataforma platinada con espejos en su alrededor. Me vi a mi misma reflejada, aterrorizada. Vamos, era un maldito elevador... que no podía bajar. Escaleras, las busqué a lo largo del pasillo, pero estaba cerrada la puerta de emergencia hacia ellas, ¿Quién las cerraba? Debía notificarlo en la recepción. Entre en pánico y me decidí de una vez por todas en que de alguna u otra forma debía bajar. Respirando lentamente, caminé hacia dentro y toqué el botón de planta baja. Las puertas se cerraron frente a mí y comencé a ponerme más nerviosa.

Fueron los minutos más interminables de mi vida.

La puerta se abrió y alguien dio un paso para entrar, hasta que se detuvo inmediatamente. Levanté la mirada y allí estaba él, con la sorpresa marcada en su rostro.

-Amy... Estás pre... -la puerta volvió a cerrarse, interrumpiéndolo y él las detuvo torpemente, sonriendo-. Vamos.

Reí y me tranquilicé al instante. Mi atuendo definitivamente le había gustado. Gracias Gerty911. Ryan me tomó de la mano y cerró sus dedos alrededor de los míos. Su calidez me corrió las venas y desee abrazarle, pero me contuve hasta salir del hotel. Lo cruzamos en silencio hasta caminar por las calles y llegar a la plaza en la que estuve con mis padres por la madrugada. El frío era abrazador, y las pantimedias no ayudaban, así que temblé un poco.

-¿Estás bien? Hace frío -murmuró, pasándome un brazo por los hombros y acercándome para compartir el calor.

-Gracias -respondí, feliz.

-No debes agradecerme, es claro que no voy a dejar pasar frío a mi chica.

Wow, mi chica. Me sonrojé aún más, a pesar de tener casi medio año de relación. Podía ser vergonzosa.

-¿A donde iremos? -pregunté en un intento de cambiar de tema.

-Ya verás.

Pues claro que lo vi. Al cabo de un rato estábamos sentados frente a frente en una lujosa mesa de un atractivo restaurante. Se me fue la boca al piso.

-No era necesario tanto lujo...

-Se que si fuera por ambos, preferiríamos ir a un puesto de comida, pero me han dado unos vales gratis para dos personas de parte de mi equipo, así que... -enarcó las cejas, esperando a que yo adivinara que se traía entre manos. Caí en menos de un milisegundo.

-Oh, no... Ryan, dime que no...

-Sí... Podremos comer todo lo que queramos, tenemos cuenta paga.

Una sonrisa se extendió por mi rostro, probablemente parecía el gato de Alicia en el país de las maravillas. Bueno... ¿Quién no se pondría feliz por esto? Ryan me acompañó en el sentimiento, pues su expresión era igual que la mía. Sí, definitivamente no eramos normales.

-Ryan, estoy feliz, pero ¿Te he dicho que estaba comenzando una dieta?

-Muy bien dicho Amy, ya hablas en pasado.

Pensé en sus palabras e inmediatamente caí en la cuenta... Oh, ya había dado por hecho que mi dieta estaba completamente rota. Buena resistencia, Amy...

-Luego de esto, me entrenarás hasta terminar sudando como cerdo -le dije. Aunque no tenía idea de si los cerdos sudaban.

-No lo dudes -respondió guiñando un ojo. No supe si había una doble intensión, así que oculté mi rostro detrás del menú y olvidé lo sucedido.

Rápidamente elegimos nuestros platos y se los dijimos al elegante mozo. Cuando se marchó, admiré un poco nuestro alrededor. Los manteles eran de un color marrón oscuro y no tenían ni una sola mancha. Teníamos una fina copa y varios cubiertos, sin mencionar la elegante servilleta de tela doblada de forma especial. Alrededor nuestro, unas personas encajadas en sus prendas de bien vestir comían con gusto y me daban la certeza de que nuestra comida iba a ser apetitosa. El lugar era un lujo, y aún no podía creer que estuviese sentada allí. Ryan llamó mi atención, y lo más lujoso y hermoso de todo el restaurante, comenzó a hablarme.

-¿Y bien? Hace dos meses que práctimente no hablamos, realmente lo siento por eso, pero el maldito de Trabeck me liquidó, ya sabes...

-No te preocupes, te entiendo -dije sonriente. Esperaba que no notara que mi sonrisa era falsa.

-¿Tú como has estado?

Y aquí estaba yo, sintiendo esa distancia arremolinada separándonos, como si la relación fuera reciente, cuando en realidad llevaba casi medio año. De todas formas, respondí.

-Bien, corriendo durante este año ajetreado, ya sabes, exámenes y bla bla, pero bien -sin agregar "Extrañándole como loca"

-Sabía que lograrías pasar ese período.

Pues pasarlo fue una tortura. Ahora estábamos en vacaciones de invierno, y a principios de enero se retomarían las clases, pero por suerte, los últimos exámenes me habían ido bastante bien.

-¿Y tú como te encuentras? -pregunté.

-Bastante bien, es complicado, pero no es nada que no pueda sobrellevarse.

-¿Cómo te sientes ahora? -pregunté preocupándome.

-Un poco dolorido, hemos estado entrenando toda la tarde -observó su plato y supe que estaba cansado.

-Ya terminará, mañana se definirá todo.

-Y tengo miedo -admitió, levantando la mirada instantáneamente, sabiendo que era algo que no podía ocultarme.

-¿A qué? -pregunté.

-¿Y qué si tanto esfuerzo para nada? ¿Si ningún entrenador me elige?

-No voy a decirte que lo harán, pues no tengo la bola de cristal ni te ilusionaré, pero confío en ti y que lo darás todo. Si no te eligen, al menos sabrás que lo intentaste y ya sabrás que errores arreglar para una próxima vez -asintió sonriente.

-Gracias -musitó.

-No debes agradecerme, es claro que no voy a dejar que tenga miedo mi chico -dije, repitiendo su frase. 

Al parecer lo noto, porque se rió y extendió su mano por la mesa, para que yo la tomara desde mi lugar. No lo dudé y su toque me proporcionó un choque de electricidad. Lo necesitaba tanto que me parecía irreal.

-Te extrañé muchísimo -dije.

-Lo siento -murmuró él.

-¿Por qué?

-Por todo esto, no merecías estar sola durante todo este tiempo y...

Oh no, no iba a dejar que se sintiera culpable por esto.

-Ryan, tu felicidad es la mía, así que por favor, no digas eso, yo estaba bien sabiendo que tú lo dabas todo -si tuviese un detector de mentiras, daría por sentado que la mitad de lo que decía era una farsa. Si estaba feliz por él, pero no estaba bien conmigo misma.

-Lo sé pero... Olvídalo, en fin, lo siento.

Asentí sin remedio. El ambiente se había puesto un poco deprimente, así que el mesero apareció con los platos para alegrarnos con la comida. No iba a dejar que luego de estar cuatro meses separados y dos sin poder comunicarnos, se arruinara nuestro reencuentro.

-A comer se ha dicho.

Oh, déjenme decirles que los platillos eran una delicia, no quería dejar de comer nunca y Ryan tampoco. Los dos devorábamos como si hubiésemos vivido en pleno distrito doce... ¿Ya les había dicho que había comenzado en el mundo de la lectura? Lo siento, estoy en esa etapa en la que relaciono todo con el libro leído.

Una vez que no pudimos comer más nada, pues nuestros estómagos estaban llenos, decidimos que debíamos marcharnos. Tomados de la mano, comenzamos a caminar por la plaza en medio de la atractiva noche. Las luces parpadeaban por doquier y todos los adornos navideños nos indicaban que pronto sería navidad. Lo recordé.

-¿Este año que harás para las fiestas?

-Pasarlo contigo, por supuesto.

-¿En serio? -realmente creí debía entrenar o algo.

-Claro, ¿Por qué no?

-Creí que no podrías -me abracé más a él y continuamos caminando, admirando los primeros copos de nieve que volvían a caer luego de haberse detenido hacía un rato.

-Gracias por venir, creo que si no lo hubieras hecho se habría convertido en algo más difícil para mí.

Me detuve y le observé, como su cabello se iba llenando de copos de nieve, ¿Realmente estaba diciendo algo como eso? Reí y me miró fijo, luego a los labios, así que me puse de puntillas y comencé a besarle. Esta vez no estaban ni mis padres ni nadie, así que no nos privamos de nada. Le abracé por el cuello y una de sus manos pasaron por mi espalda mientras que la otra acariciaba mi mejilla con dulzura. Luego de estar casi cuatro meses sin estar juntos, todo se concentró en ese momento. Con suavidad mordió mi labio inferior y el beso se profundizo. Nuestras bocas se movían al compás, con hambre de más. Maldición, cuanto amaba a este chico. Olvidé hasta del frío abrazador. 

Al cabo de unos cuantos minutos en los cuales habíamos tomado pausas, nos separamos. Respirábamos entre cortado pero de todas formas sonreíamos como dos tontos. Pase mis brazos por su espalda, y el continuó abrazándome para seguir nuestro camino. Necesitaba de estos momentos durante todos los días para poder recuperar nuestro tiempo perdido y para colmo no me era suficiente. Caminamos de la mano, ya casi cerca del hotel hasta que nos sentamos en una banca del parque, mientras nevaba. Me dijo que pase las piernas sobre su regazo, de esa forma las calentaría, y mentalmente le di la razón a Gerty. Hice lo que me pidió y apoyé mi cabeza en su hombro mientras ambos mirábamos el resto del parque, con la nieve cayendo sobre nosotros. Era un momento perfecto, el cual me hubiese encantado congelar. Pasó un rato largo en silencio contemplando el lugar. 

-¿Tú que crees que sucederá mañana? -preguntó.

-Alguien te echará el ojo, estoy segura... Y espero que no sean chicas, aunque eso es lo mismo que pedirme a mí que deje de comer.

Rió y negó con la cabeza.

-Te amo, ¿Has oído? Jamás te separes de mí -el corazón me dio un vuelco y lentamente fui derritiéndome.

-Yo te amo a ti también, Ryan -dije, besando su nariz.

-Vamos al hotel, ya hace frío.

El corazón me dio un latido fuerte y me puse roja ante el comentario. Sabía que Ryan no lo estaba diciendo de esa forma, pero entre tanta charla con Gerty, el tema me había quedado sensible. Al parecer Ryan pudo ver la forma en la que mi rostro se puso rojo, pues enarcó una ceja y yo observé al suelo. Saqué mis piernas en un intento de naturalidad y me levanté un poco nerviosa. 

-¿Vamos? -pregunté.

Comencé a caminar y no supe en ese momento con certeza si lo que había oído era la risa de Ryan o qué. Simplemente seguí caminando hasta que se posicionó a mi lado y tomó mi mano. Aunque no hablamos en todo el trayecto, estaba pensando constantemente en lo que podría llegar a pasar y en sí yo lo iba a aceptar. Aún no podía, no por algo en especial, sino que... No lo sé, era bastante tímida e iba a ser la primera vez que haría algo así, si ya saben a que me refiero. Necesitaba tiempo, aunque no se hasta cuando.

No me había dado cuenta, pero ya estábamos en las puertas del hotel. Iba a despedirme de él, pero inesperadamente se adelantó a entrar hacia el hotel. Quedé de piedra. Casi no habían personas en la entrada, solo el personal, pues para la gente que dormía, era tarde y para las personas que salían, era temprano volver. Lo seguí hasta el elevador y me quedé allí, esperando a su lado para que las puertas se abrieran. Mi corazón continuó latiendo.

-¿Estás bien?

-S-Sí -tartamudee. En mi interior se debatía la duda, ¿Realmente iba a pasar?

No había venido preparada mentalmente para ello, además no podría negarme, pero... Él probablemente me lo hubiese advertido, además de ya lo habíamos hablado, ¿No? ¿Por qué de repente se me ha secado la garganta?

El ascensor se abrió, así que tuvimos que entrar. No quería preguntarle el por qué subía conmigo, quizá pensaría que no tenía en mente aquello. Así que en silencio el elevador comenzó a subir y mi estómago se contrajo del terror. 

-¿Estás bien? ¿Segura?

-Claro, ¿Por qué preguntas?

-Pues por tu temor a elevadores, ¿Por qué más? -dijo como si fuera obvio... Y entonces me sentí muy estúpida y comencé a reír como idiota entre el pánico.

-Ah, sí, estoy aterrorizada, pero contigo a mi lado me siento segura -dije. Era real.

Sonrió, entonces el elevador se detuvo y abrió sus puertas. Ya era la hora de marcharme al igual que él. Salimos del ascensor y ambos quedamos de pie en medio del pasillo. Mi habitación no estaba a más de unas cuantas puertas, así que los nervios, a pesar de todo, seguían estando.

-Escúchame -se acercó un paso y mi corazón latió-. Ya se lo que se te está cruzando por la cabeza, te conozco Amy...

-¿Ah, sí?

-Sí, y tranquila, no pasará nada aún, si es que no lo deseas.

Toda la calma apareció y paso su mano por mi cadera, atrayéndome a él.

-Lo siento -dije, sin querer.

-No lo hagas, está bien -murmuró contra mi oído-. Además no puedo, ya sabes, el entrenador lo ha prohíbido "No tengan relaciones un día antes del partido, sin excepciones" Así que...

Reí y me tapé la boca, no quería despertar a todos los hospedantes. Me besó una vez más y luego apoyó la frente sobre la mía.

-Me tengo que ir, te espero mañana en el estadio, ¿Bien?

-Bien -repetí sonriente.

Tocó el botón del elevador y estuvimos de la mano hasta que se abrieron las puertas. Nuevamente me dio un suave beso de despedida y entró. En el momento recordé algo.

-¡Ryan!

-¿Sí?

-Gracias por hoy, lo he pasado de maravilla.

-También yo, te quiero -murmuró.

Lo saludé hasta que las puertas se cerraron con una gran sonrisa, y me quedé estática, sonriendo como una idiota. Como amaba a este chico, santa madre. Muy feliz me adentré a mi habitación, donde mis padres dormían en la cama matrimonial. Pues claro, ¡Qué tonta! Estaban mis padres también... No podría haber pasado nada.

Me coloqué mi pijama y me adentré a mi cama, no sin antes enviar un buenas noches por mensaje a Ryan para que él luego lo respondiera. Desde que lo había visto, sabía que no iba a poder despegarme.

Esta noche había sido perfecta e inolvidable, y mañana lo sería aún más, con ese gran partido que definiría el futuro de Ryan, mi chico cara de piedra.

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¡Hola! Buenas diablit@s :D

Aquí el primer capítulo de "Siempre serás tú...", muchas gracias por sus comentarios y bonitas palabras en el prólogo y por Inbox, me alegra muchísimo que les haya agradado la idea, aunque aún falta para desarrollarse jaja

Ryan y Amy... Ajam... Bueno, tampoco podían estar como están toda la vida, algún día tendrá que pasar, no? Jejeje Espero que les haya gustado esta cita melosa entre ambos, yo estaba tipo: "Ayyy, que tiernos" incluso borré escenas, pues estaba tan melosa mientras escribía que era pegajoso, pero prometo que... No, no spolearé *Se esconde para que no le tiren con cosas*

En fin, quería decirles por si no lo sabían aún, que "Tenías que ser tú..." ha salido finalista de los premios Watty 2014 así que espero su apoyo :3

Los quiero mucho, saludos :D

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