Primera parte
Eran cerca de las dos de la tarde en París, la ciudad del amor donde una bella joven de cabello rubio y ojos verdes estaba terminando de ser arreglada por un estilista ya que hoy sería el día de su boda.
Emma Agreste Dupain uniría su vida con su novio de la universidad, ambos jóvenes con las ganas de comerse el mundo juntos, hoy serían marido y mujer.
Emma estaba muy emocionada y lo único que quería era tener a sus padres en este día tan especial.
Sintió que golpeaban la puerta y le hizo una seña al joven que la arreglaba que continuaban después.
La puerta se abrió dejando a la vista un chico alto y guapo de cabello azabache y gemas esmeraldas con un traje enfundado a la medida.
-Te ves preciosa.- dijo al entrar y la rubia se puso de pie yendo a abrazarlo.
-Gracias Hugo.- contuvo las ganas de ponerse a llorar en los brazos de su hermano.
-Hey, si lloras se te correrá el maquillaje y no queremos eso, ¿verdad?.- secó una fina lágrima que se había escurrido por la mejilla de su hermana.
Ella asintió con una sonrisa separándose ligeramente de él.
-¿Papá ya está aquí?.- preguntó por lo bajo sintiendo una completa ola de nervios invadirla.
-Sabes que él no faltaría por nada del mundo.- respondió el pelinegro.- además si tuviera una forma de detener la boda...
Ambos soltaron una carcajada por aquello. Su padre sin duda era muy sobreprotector con ella, ya que era su única hija mujer y la primera.
-Aún recuerdo su cara cuando le dije que me casaría.
-Ni lo menciones, estuvo como una semana llorando encerrado en el despacho.- ambos soltaron otra risa
-¿Y mamá?.- preguntó formando una fina línea en sus labios.- ¿ya está aquí?.
-Es la primera que llegó.- le sonrió.
-¿Crees que estén bien?.- sintió tristeza en su pecho por haber reunido a sus padres luego de tantos años que no se vieran.
Por un lado la hacia inmensamente feliz que estuvieran todos juntos como familia otra vez y sobretodo un día como este, pero la separación de sus padres no fue la mejor de todas... decidiendo no verse ni en cumpleaños de ella, Hugo o Louis.
-Estarán bien pequeña, no te preocupes.- besó la frente de la chica envolviéndola en otro cálido abrazo.- en algún momento debían verse nuevamente, solo espero que no hagan una escena o mejor dicho...
-Que papá haga una escena.- ambos se vieron a los ojos riendo.- ¿Y Louis?, ¿por qué no ha venido a verme?.
-Pues... digamos que los celos de hermano le han ganado por ahora e incluso ha pensado en comerse todo el banquete para que se cancele la boda.
-Ay dios.- Emma tomó su frente negando con la cabeza.- ¿es que todos los Agreste son celosos acaso?.
-Bueno no te negaré que yo también lo estoy, pero me cae bien Roberto.- la rubia frunció el ceño hacia su hermano y se cruzó de brazos.
-No se llama Roberto.
-¿A no?.- sonrió incómodo.- sólo bromeo... Carlos me cae bien.
-¡Hugo!.- recriminó ella picandole su costado con sus dedos.- ¡se llama Claude!.
-Claro, claro... Claudio.-musitó ganándose otra mirada asesina de sus hermana.
Sintieron que golpeaban la puerta nuevamente y dieron por zanjada aquella disputa.
-Adelante.- dijo Hugo volteandose a ver quien se adentraría en la habitación.
-Mi pequeña Emma.- una voz familiar se hizo presente al igual que un hombre de canas y gafas, con un aire sofisticado que lo caracterizaba tomó de las manos a la ojiverde contemplando su esplendor.- te ves hermosa mi niña, sin duda ese vestido fue hecho para ti.- acarició su mejilla.
-Este vestido se ve así porque literalmente fue hecho para mi, abuelo.- hizo un puchero de lo más divertido sacándole una pequeña risa al Agreste mayor.- me peleé fuertemente con tu madre para ser yo quien lo diseñara.
-Lo se, aun lo recuerdo.- contuvo una risa.- si hasta te lanzó un florero.
-Sin duda una mujer muy enérgica, pero de buen corazón, mismo por el cual no se pudo negar a las dolencias de un viejo como yo. Mi hijo fue un idiota al dejarla ir...
-¿Yo que padre?.- una voz más se hizo presente y todos voltearon encontrándose al elegante ex modelo de la compañía Gabriel's.
-Que fuiste un idiota.- repitió de lo más normal y sereno.- bien, yo iré a ver que todo esté en orden.- tomó el mentón de su nieta regalandole una leve sonrisa y salió del lugar.
-Bueno yo creo que... iré a vigilar a Louis.- se excusó el pelinegro saliendo del lugar no sin antes darle una palmada a su padre con un medio abrazo.- no seas tan tosco.- susurró antes de irse definitivamente.
Emma y Adrien se quedaron mirando, chocando esmeraldas con esmeraldas sin saber que decir, hasta que él decidió hablar primero.
-Te ves hermosa... .- susurró rascando su nuca con clara muestra de su tic nervioso presente.
-Gracias.- respondió por lo bajo juntando sus manos delante de ella.
Adrien veía cada facción de su pequeña sintiendo el pasar de los años de golpe en su pecho transportandose mentalmente cuando fue la primera vez que se enteró que su ex esposa estaba embarazada.
Sin duda para él era completamente difícil entregar a su hija a otro hombre y más aún si era para matrimonio, lo que menos quería era que sufriera y para no verse débil ante ella solo fingía estar serio.
-Papá yo...
-Lo siento hija, perdóname.- se acercó a ella abrazandola con fuerza.- lamento si me porté mal contigo, no quiero que estemos distanciados, eres mi pequeña.- la joven no pudo contener más las lágrimas y lloró sobre el pecho de su padre.
-Eso quiere decir...
-Yo te entregaré en la iglesia mi niña hermosa.- besó constantemente su frente tomándola de ambas mejillas.
Adrien se había negado rotundamente a entregarla en el altar siendo Gabriel quien supuestamente lo haría tras su negación, pero después de mucho tiempo meditandolo, no podía negar hacer un acto que solo le correspondía a él como su padre.- te ves igual que tu madre.- susurró y ella sonrió ante sus palabras.
-Pero a mamá no le vendría el rubio.- ambos rieron en sincronía.
-No... ella está bien así... .- limpió las lágrimas de su hija con un pañuelo que sacó de su bolsillo.
-¿Sabes dónde está?.
-Louis me dijo que prefería esperar en la iglesia porque sino no dejaría de llorar al verte vestida así.
-Papá por favor no hagas una escena.- terminó de secar las lágrimas viéndolo seriamente.
-No se de que me hablas, ¿que escena podría hacer yo?.- respondió indignado.
-Por favor no derrames nada sobre Luka.
-No prometo nada.- le guiñó el ojo alejándose hacia la puerta, pero antes de salir se detuvo viendo el closet.
Estaban en su antigua habitación en la mansión Agreste y una bufanda color celeste captó su atención mientras intentaba huir. Se acercó lentamente con los ojos de su hija siguiendo su acción, hasta que tomó aquella prenda en sus manos.
-Esto... .- musitó sin apartar la vista de aquel objeto tan significativo para él.
-¿Qué es eso?.- preguntó la rubia acercándose a su padre.- es muy bonita.
-Esto me lo regaló tu madre... .- apretó la prenda en sus manos intentando sentir la calidez de las manos que la hicieron.- cuando íbamos al instituto.
Emma lo miró con tristeza y el carraspeo volviendo se guardar el objeto donde estaba llenándose de nostalgia al ver fotografías pegadas en las puertas del closet, fotografías de él junto a Nino, también habían con Alya y por supuesto Marinette.
-No tardes.- bajó el rostro levemente soltandose un poco la corbata.- no quieres hacer a Roberto esperar.
-Papá.- entrecerro los ojos viéndolo con las mejillas infladas, causándo que más recuerdos acudieran a su mente al ver ese gesto tan característico de su ex esposa.
-Está bien, lo siento. Pero es difícil aprenderse el nombre de Ramiro.
-No tienen remedio.- alegó la joven cruzando sus brazos y negando con la cabeza.- todos ustedes Agreste.
-Conste que usted señorita, también es una Agreste.- tocó su nariz levemente y salió por la puerta.
Cuando todo estaba arreglado, la novia, el banquete, la iglesia y los invitados en la misma. Adrien salió antes de la casa y Hugo sería el encargado de llevar a su hermana en el auto, ya que ella no quería una limusina por más que su abuelo le insistiera.
Era una mujer sencilla y no le importaba tener esa clase de lujos en lo más mínimo.
Cuando llegaron en la puerta de la iglesia, Adrien la esperaba afuera intentando mantener la compostura cuando enrealidad sólo quería soltarse a llorar de la emoción que sentía al ver que su pequeña se casaría.
Hugo ayudó a bajar a su hermana del auto guiandola con su mano a los brazos de su padre.
-Bien, yo iré a sentarme. Papá por favor ni se te ocurra salir corriendo de aquí.
-Tranquilo, hijo. No haré nada para dañar el día de tu hermana.- lo abrazó un momento antes de que entrara.
Por la mente del ex modelo pasó cuando su hijo fuera el siguiente en casarse, estaba tan grande, alto y fuerte que pareciera haber sido ayer cuando lo subía sobre sus hombros y jugaban en el jardín de la mansión.
-Papá, me estas apretando.- dijo el azabache con dificultad.
-Claro, discúlpame.- acarició su cabeza y le dio un leve empujón para que se adentrara en la iglesia.
-¿Te encuentras bien?.- la dulce voz de su pequeña lo despertó de su ensoñación e hizo que lo tomara del brazo entrelazando sus dedos mientras depositaba un beso en su mano.
-Si, descuida. Solo estoy algo nervioso.
-La nerviosa debería ser yo.- soltaron un pequeña risa.
-¿Lista?.
-Lista.- Adrien bajó el velo cubriendo sus dorados cabellos y esos hipnóticos ojos que había heredado de él.
Las grandes puertas se abrieron y la música comenzó a sonar a la par que ellos se adentraban con lentitud por el largo pasillo adornado con una alfombra roja.
Todas las miradas de los presentes se centraron en la hermosa chica vestida de un bello vestido blanco diseñado por el mismísimo Gabriel Agreste.
Emma podía identificar los rostros de sus amigos, compañeros de universidad, compañeros de trabajo, su familia y en el pie del altar al castaño de ojos azulados que seria su esposo luego de unas horas más.
Adrien cuidaba sus pasos para no tropezar evitando las ganas de sacar a su hija corriendo de ahí sobre su hombro.
Y no es que él no quisiera que ella fuera feliz, es solo que era su mas preciado tesoro, su pequeña, su princesa, su hija. Un regalo de lo más hermoso que le concedió la vida y fruto del amor que tuvo con su ex mujer.
Mientras mas avanzaban Adrien reconocía los rostros de sus antiguos compañeros de instituto, divisando a lo lejos la pareja de morenos. Alya grabando todo lo que acontecía y Nino dirigiendo aquella música que hacía lucir aún más hermosa a su pequeña.
Al lado derecho de los asientos conectó miradas con su amiga de la infancia Chloe Bourgeois, quien sin dudarlo se encargó de adornar todo el lugar junto a su esposo Nathaniel. Estos le sonrieron dándole ánimos de continuar con el andar.
Y cuando ya estaban a unos cuantos pasos de llegar al altar la vio... vio a esa dulce azabache que lo habia enamorado como un loco en su adolescencia y que a pesar de los años no había cambiado en lo más mínimo a sus ojos.
Portaba un hermoso vestido rojo vino que se adhería perfectamente a su silueta, su cabello recogido en sus sencillo peinado dejando algunos mechones sueltos.
Ese azul... Ese azul cielo tan magnetico que lo enamoró hace varios años atrás estaba intacto. Ese azul que a pesar de ser un color fresco y frío, le regalaba una calidez única que nunca ha podido igualar.
Sabía que ambos se miraban mutuamente, años de no verse habían contribuido al asombro de ambos.
Marinette le sonrió levemente y él sabía perfectamente que le estaba dando animos de no flaquear frente a su hija y mantener la compostura, lo conocía muy bien y a pesar de todo siempre lo apoyaba indirectamente.
Marinette desvió la mirada girando su cuerpo para quedar al frente y por ese pequeño cambio las piernas del Agreste fallaron un momento pero se compuso enseguida.
Vio al acompañante de su ex mujer a su costado, un pelinegro de ojos azules quien sujetaba con delicadeza la mano de aquella bella y grandiosa mujer que tuvo la dicha de llamarla su esposa en algún momento de su vida.
Llegaron al lugar y Adrien unió las manos de Emma con Claude acercándose al oído de este.
-Si le haces daño a mi hija no dudaré en desaparecerte del mapa, nadie lo sabrá.- sonrió amablemente cuando se alejo y el castaño se estremeció por sus palabras.
Marinette vio la pequeña escena y rio por lo bajo imaginando que pudo decirle su ex esposo al prometido de su hija.
Adrien tomó asiento al lado de su su novia, una azabache de corta cabellera y ojos almendra.
-Se ve preciosa.- susurró Kagami tomando la mano del rubio.
-Si, lo se.- respondió él sin apartar la vista de la que portaba el vestido blanco.
Louis... un azabache que compartia el mismo color de ojos y cabello que su madre estaba sentado al lado de Kagami con los brazos cruzados y el ceño fruncido, no quería que su hermana mayor se casara.
Para sus quince años, era un chico muy celoso con respecto a quien se acercaba a su bella hermana, aunque era mayor que él definitivamente tenía claro que debía protegerla, al igual que a su madre, esos eran los valores que siempre le enseñó su padre desde pequeño, a él y a su hermano mayor. Y ahora que Emma se casaría sentía que le sería arrebatada, pero sin duda eso no quitaba el que se sintiera enormemente feliz por ella.
Hugo por otro lado estaba sentado junto a su madre sujetando su mano derecha ya que la izquierda era ocupada por él guitarrista Couffaine.
Marinette sentía más inminentes las ganas de llorar, su hija se casaría y le dolía reconocer que ella ya no era una niña.
Una mezcla de sentimientos estaba envolviéndola por completo al recordar como había sido la niñez de su princesa de cabellos dorados y ojos verdes como su padre.
¤¤¤
Ya concluida la ceremonia, los abrazos, las fotografías, los votos y las firmas de los respectivos padrinos, se dirigieron donde sería la fiesta en nada más y nada menos que la mansión Agreste.
Todos sobre sus respectivos vehículos y comparados de sus parejas se dirigieron allá.
Adrien, Kagami y Louis fueron los primeros en llegar junto a Nathaniel, Chloe y su hija Annie.
Por otro lado Luka, Marinette y Hugo llegaron poco después junto a Nino y Alya.
Los novios serían los últimos en aparecer para hacer el brindis con todos los invitados presentes.
La mansión estaba llena de luces y de mesas elegantes tanto dentro como fuera de la propiedad.
Gabriel estaba en un rincón junto a Sabine y Tom, degustando de unas copas de el más fino vino de todo París. Conversaban amenamente sobre sus hijos y sus nietos con sonrisas.
Chloe y Nathaniel se unieron a Luka y Marinette para charlar un poco, poniéndose al día de lo que han sido sus vidas.
-Entonces... ¿no se casarán?.- preguntó la Bourgeois a la azabache quien casi se traganta con el bocadillo que estaba degustando.
-¿Ca-casarnos?.- cuestionó tragando grueso.
-Bueno eso aún es muy pronto para responder, pero no digo que no esté en nuestros planes.- respondió Luka posando su mano en la espalda de su novia.
Marinette se quedó en silencio, si bien llevaba un año siendo pareja de Luka jamás se planteó en volverse a casar.
-Ya veo... pues los años pasan Marinette y no te darás ni cuenta cuando Hugo se este casando también al igual que Louis entrando a la universidad.- agregó la rubia de ojo a azules.
-De todos modos lo mejor es que los disfrutes, nosotros estamos combatiendo la adolescencia rebelde de Annie.- dijo el pelirojo soltando un suspiro.- y parece que fuera ayer cuando nos peleabamos en el instituto.- besó levemente la mejilla de Chloe haciendo que se sonrojara formando una tierna sonrisa en sus labios.
-Es que eras un molesto.- protestó frunciendo levemente el ceño.
-Hey, tu rompías mis dibujos.- alegó él.
-Porque quería que me dibujaras a mi.- hizo un puchero.
-Para que dibujarte si puedo tenerte, señora Kurtezberg.- la apegó a él desde su cintura haciendo que soltara una pequeña risa posando las manos sobre su pecho.
Marinette los veía enternecida recordando aquellos años donde no podían ni verse a la cara.
La pareja Kurtzberg se alejó en breve quedando Luka y Marinette a solas.
-¿Quieres bailar?.- preguntó el pelinegro regalandole una sonrisa a su novia y esta aceptó gustosa.
Luka rodeo su cintura con ambas manos y ella posó las suyas sobre sus hombros haciendo un suave balanceo al ritmo de la música.
Bailaron en silencio hasta que oyeron como la música paraba y el sonido de una copa resonaba en todo el lugar captando la atención de los invitados.
Marinette se volteó para ver al protagonista de aquella acción encontrándose al rubio de ojos verdes con una sonrisa en sus labios.
-Como bien es obvio.- comenzó a hablar y la azabache se sorprendió de que Adrien se atreviera a decir algo en esos momentos.- es el matrimonio de mi pequeña Emma... esto es más difícil de lo que pensaba.- dijo por lo bajo parándose unos escalones más arriba para darse altura, todos soltaron una risa.- bueno, si algo me caracteriza como padre es ser muy protector con mi pequeña y no encuentro las palabras adecuadas para decir lo que siento en estos momentos.- dirigió su mirada a la rubia junto al castaño quienes oían atentos sus palabras.- sin duda al principio no quería saber nada sobre su boda, he de admitirlo.- tocó su pecho con una mano expresandose.- tan solo pensar que la luz de mis ojos fuera a irse con otro hombre me destrozaba el alma enormemente.- todos se enternecieron al oír aquello.
-¡Lo que pasa es que eres un celoso, Agreste!.- agregó Nino y todos soltaron una carcajada, Adrien lo miró mal haciéndole una seña de que hablaría luego con él.
-Gracias Nino por tu interrupción.- aclaró su garganta.- lo que intento decir es que Emma... .- conectó miradas con su hija.- siempre serás mi pequeña, no importa si te cases o no te cases, no importa si tienes hijos o no, no importa si yo este viejo... Siempre seras mi niña y y-yo... quería aprovechar de dar las gracias a Marinette, ¿dónde estás Mari?.- buscó en el público a la azabache y esta sorprendida dio un paso adelante con un tenue rubor en sus mejillas.- ahí estás.- sonrió al verla.- ¡¿no se ve preciosa esta mujer?!.- preguntó el público el cual comenzó a silbar y aplaudir.- en realidad siempre ha sido hermosa, pero bueno.- sacó una pequeña risa de la Dupain viéndola fijamente.- quería agradecer a esta hermosa dama por darme el regalo mas preciado de mi vida... mi hija Emma, nuestra hija Emma y sin dudarlo también a Hugo y Louis que están aquí presentes acompañando a su hermana. Dios... .- suspiró.- aún recuerdo cuando me dijo que estaba embarazada, comencé a correr por la mansión como loco, ¿lo recuerdas?.-preguntó divertido y ella asintió limpiando las lágrimas que se habían desbordado de sus ojos.- papá casi me mata.- soltó una carcajada elevando la copa de champage hacia su progenitor el cual asintió con una sonrisa.- creo que si no fuera porque se mantenía bien le hubiera dado un infarto ahí mismo al viejo.- todos se pudieron a reír.- recuerdo haber pensado... Una hija... estoy seguro que será una niña.- miró nuevamente a la novia la cual se limpiaba las lágrimas apoyándose en su ahora esposo.
Marinette lo contemplaba con una sonrisa secando sus lágrimas con una servilleta al recordar aquellos años donde fue muy feliz al lado de aquel hombre de cabellos dorados.
-Lo único que quería era que fuera igual a Marinette.- soltó una risa.- con su cabello negro y ojos azules, pero como el destino casi siempre se burla de mi, salió rubia y de ojos verdes.- los invitados volvieron a reír.- mi Emma tiene mi mismo cabello y ojos... Pero sin duda sacó el corazón noble y dulce de su madre.- ahora miró a la azabache perdiéndose un momento en sus cielos luego centrando su atención nuevamente en el público.- ¿Recuerdas su primera palabra?.- preguntó juguetón a la ojiceleste y esta asintió con una risa diciendo al mismo tiempo que él.- Croissants .- las carcajadas de todos no se hicieron esperar.- Mari lloró todo el día porque quería que le dijera mamá, pero nuestra Emma no dijo nada mas en casi una semana... bueno creo que esto lo he alargado mucho, Claude.- se dirigió al castaño.- cuida a mi hija como si tu vida dependiera de ello o no veras la luz del sol nunca más.- soltaron una carcajada, pero Adrien lo decía muy en serio y tanto Marinette, Emma, Hugo, Louis y el mismo Claude lo tenían claro.
Todos aplaudieron y por ultimo el ex modelo alzó la copa para hacer el brindis y todos imitaron su acción.
-Por mi princesita Emma y el ogro Claude.- se soltaron a reír haciendo el brindis entre todos.
El rubio posó sus ojos en Marinette y se acercó para saludarla.
-Ha sido muy lindo lo que has dicho de nuestra hija.- dijo ella cuando estaban frente a frente.
No podían dejar de mirarse, tantos años sin haberlo hecho había sido una completa tortura invisible ante su razón.
-Eso no es nada con todo lo que realmente siento.- respondió con una sonrisa.
-Marinette te traje una copa.- llegó el pelinegro por detrás e inevitablemente el rubio desvió la mirada.
-Marinette no bebe, ella prefiere el jugo de frutilla.- se entrometió captando más la atención de su ex mujer, le sonrió falsamente al guitarrista y este le extendió la mano.
-Gusto verte, Agreste.- Adrien lo quedó mirando pero finalmente estrechó su saludo, no sería descortés y mucho menos un día tan especial como aquel.
-Si... Un gusto también, Luciano.- apretó su agarre.
-Luka.- corrigió el pelinegro.- es Luka.
-Casi lo mismo.- se encogió de hombros y soltaron sus manos bruscamente.
Luka rodeó la cintura de la azabache apegandola a él de un costado y Adrien observó receloso aquella acción más no dijo nada.
-Muy conmovedor tu discurso.- soltó Luka sonriendo sinceramente.
-Gracias.- dijo viajando sus ojos a los de Marinette y luego al Couffaine.
-Adrien.- una voz reconocible se hizo presente, era Kagami quien tomó el brazo del rubio con una sonrisa.- Oh, disculpen. No quisiera interrumpir su charla, pero quería invitar a mi novio a bailar.- Adrien sonrió levemente y se despidió de la pareja de azabaches yéndose con la japonesa a la pista.
Marinette los observó desaparecer entre la gente sintiéndose algo pequeña ante aquella chica que ahora era pareja de su ex esposo.
-¿Mari?, ¿todo bien?.- preguntó Luka ladeando el rostro y ella parpadeó varias veces asintiendo.
-S-si, claro... iré a charlar con Alya un momento, no hemos hablado mucho durante la ceremonia.- El guitarrista asintió yendo hacia una de las mesas donde se encontraba su hermana Juleka.
Marinette se dirigió esquivando la gente que bailaba hacia la pareja de morenos quienes sonrieron al verla.
-Te ves muy linda pequeña Mari.- aduló Nino haciendo que diera una vuelta tomando su mano.
-No exageres, Nino.- lo empujó levemente la azabache y este soltó una risa.
-No exagero, Nino Lahiffe jamás exagera.- hizo una a pose graciosa.- bien, las dejo. Iré a saludar a mi ahijada que hoy... s-se ha casado.
-¿Nino, estas llorando?.- preguntó Marinette y este negó pasando las manos por sus mejillas.
-N-no, claro que no, solo fueron las cebollas...
-Pero si aquí no hay cebol...
-¡Fueron las cebollas dije!.- Alya y Marinette se soltaron a reír y el Dj se dirigió donde estaba Emma para hablar con ella.
-¿Y cómo has estado Mari?.- preguntó la morena con una sonrisa afable en sus rasgos.
-Bien. Ya sabes... trabajando, reuniones, Louis, la boda de Emma.
-¿Y con Luka?.
-Normal... .- respondió sin saber realmente que decir.
-Y con... Adrien.- la ojiceleste abrió un poco las sus ojos sintiendo un nudo en su garganta.
-¿A-a que te refieres?.- preguntó con una sonrisa falsa.
-Ya sabes... Hace años no se veían y no se, pensé que quizás algo haya despertado en ti.- se fueron a un lugar más apartado para poder oír mejor por las música alta.
-Adrien está... bien... Se ve bien como siempre, q-quiero decir que está guapo, me refiero a que se ve normal.- se golpeó la frente y la morena soltó una risa apoyando su mano sobre el hombro de su mejor amiga.
-Nunca cambiarás y eso que ya estuvieron casados.- la azabache bajó un poco el rostro sintiendo algo de pena.- oye... lo siento, yo...
-Está bien, eso es parte del pasado. Ahora debemos estar feliz por nuestra hija que se ha casado.- cambió su expresión por una mas alegre, pero Alya no se convenció ni un poco.- además el está con Kagami y yo con Luka.
-Marinette quiero que me veas a los ojos y no te atrevas a mentirme.- la tomó de los hombros frunciendo levemente el ceño.
-¿Qué?.
-¿Aún estas enamorada de Adrien?.
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