Kidd estaba apoyado contra el cuartel de la fortaleza que acababan de capturar, mirando hacia el océano abierto ante él. El viento había tomado impulso y llevó el sonido de las botas de Kenway a otra dirección, lo que le dio ventaja para acercarse al muchacho sin ser escuchado. Sonrió a los dos pies de Kidd y extendió sus dos manos colocándolas en las caderas de este, apretando su cuerpo contra el de él por detrás. –Chicos jóvenes bonitos como tú no deberían vagar solos.- Dijo humilde, mientras sus labios apretados eran apoyados contra el esbelto cuello de Kidd.

En un segundo, Kidd gritó el agarre de Kenway, agarrando la parte delantera de su atuendo y lanzándolo contra la pared.

-¡Woah! ¡Hey, Kidd, soy yo!- Gritó Edward en cuanto perdió el equilibrio, casi traspasando los ladrillos.

Kidd gruñó y tiró a Edward a sus pies. -¡¿Qué carajo te pasa?!

-Sólo juego contigo, Kidd.- Rió Edward, incapaz de mantener cara seria mientras observaba al niño. –Deberías verte a ti mismo.

-Deberías ver lo que le sucede a los hombres que me tocan sin mi permiso. –Espetó Kidd sacando su pistola.

Kenway levantó las manos. –Espera, Kidd, yo...

Su sentencia fue interrumpida cuando Kidd lo golpeó en la cara con la pistola, abriendo una herida larga en su mejilla. Kenway respiró fuertemente, intentando ocultar el dolor por un momento. Pero sólo un momento. Cuando la sangre caliente comenzó a correr por su cara, el dolor atravesó su cuerpo e hizo una mueca antes de mirar a Kidd.

Kenway nunca lo había visto tan enojado.

-¡Que te haya chupado el pito no significa una invitación a tomar lo que quieras cuando quieras! No me tocas sin mi permiso, Kenway, y obviamente no donde otros puedan ver como acá, estúpido. La próxima vez que lo hagas, usaré la pistola de manera adecuada, ¿escuchaste?

No esperó una respuesta por parte de Kenway y simplemente se marchó, dejando al pirata ligeramente conmocionado. Kenway comenzaba a tener un problema serio con esta relación.