Cuando Kenway vio a James en la mañana siguiente trató de atraparlo para hablar con él, explicarse. Si pudiera tratar de hacerse entender, tal vez Kidd podría perdonarlo o quizás fingir que no sucedió. Cualquiera de los dos estaría bien. Por desgracia, cuando Kidd lo vio venir, el joven se metió en un callejón, evitándolo, borrándolo por completo, ni siquiera le dio un gruñido suave a Kenway. Era desconcertante.

-¡Hey Kidd! – Llamó Edward ahora más fuerte, alcanzando al hombre más joven. –Quiero una palabra.

-Vete a la mierda.- Dijo Kidd con calma. –No tengo tiempo.

-Esto no tomará más de unos segundos, vamos.- Dijo Kenway. –Mira, sólo...¡Joder, Kidd, escúchame!

Extendió la mano para agarrar el brazo de Kidd y en un segundo de agarre, Kidd se zafó y con la parte posterior de su mano, golpeó a Edward en la cara con astucia. – ¡No me toques, pervertido!- Espetó Kidd.

-Yo no soy un pervertido...- Dijo Edward con severidad, sobando su propia mejilla por el golpe. -...Estaba borracho.

-Eso no es excusa.

-No intento excusarme, se que lo que hice estuvo mal. Sólo quería pedir disculpas.

-¡No fuiste decente!- Dijo Kidd, sus ojos ardían en furia con fuerza. Confianza, amigos, confianza y luego vas y haces algo como eso.

-¡Lo sé! –Dijo Edward. –Lo siento. Eso estuvo mal de mí.

Él no le apartó la mirada de los ojos a Kidd, con ganas de demostrar que realmente estaba siendo sincero.Kidd devolvió la mirada.

–Tú no me conoces lo suficiente, y así me quieres en tu cama, Kenway. Yo podría confiar más en ti como en mis barcos... Pero oh mierda que estas lejos de llegar a eso.

Kenway frunció el ceño. –Te conozco, Kidd. Mejor que la mayoría.

-Eso crees, pero tú no sabes nada.

Kidd se volvió para irse, pero Kenway lo detuvo. –Si tienes más secretos ocultos de mi, muchacho, es mejor que me los digas ahora antes de que causes más problemas con otras personas. Secretos que yo puedo guardar.

Kidd se volvió a Edward, enfurecido, estrechando sus ojos, mirándolo con cierto odio. –Guardo mis secretos para protegerme, es todo. Y si te preocupa tanto, amigo, déjame en paz entonces.- Empujó del hombro de Kenway fuera del camino y salió del callejón. Edward quedó sólo y más confuso que antes. El muchacho de verdad era extraño.