Caprichos del parto
Un rubio entraba corriendo por la puerta principal de la Corporación Kaiba dirigiéndose a la oficina del presidente. Antes de poder entrar en la oficina, encontró a la secretaria.
- Sheila, ¿dónde está Seto? – dijo agitado por haber corrido tanto.
- El señor Kaiba se encuentra en una reunión.
- ¿CÓMO...? – el grito se oyó en todo el edificio.
Joey se dirigió a la sala de reuniones con el ceño fruncido y pisando fuerte el suelo, pero Sheila al darse cuenta, corrió y le cogió del brazo intentando detenerlo, aunque Joey la arrastraba con él.
- Nooo... por favor no entre si no me reñirá a mi ¿por qué no lo espera mejor en su despacho?, él acabará enseguida – rogó mientras era arrastrada.
Joey se detuvo y fue al despacho malhumorado y sin responder a Sheila que suspiraba aliviada. Cuando vio que Joey ya había entrado cogió su carpeta y entró en la reunión, para susurrar al oído de Seto lo que sucedía.
- Señor Kaiba, Joey ha venido y se encuentra en su despacho... bastante enfadado y no creo que aguante demasiado en el despacho porque ha estado a punto de interrumpir la reunión – susurró para luego dirigirse a todos los presentes – con permiso – y se marchó de la reunión.
Seto se mantuvo en la reunión sin prestarles ya atención a los idiotas que lo halagaban e intentaban obtener su empresa.
- "Dios, que le pasará ahora, estas tres últimas semanas me tiene, entre las comidas extrañas que me pide, y las sesiones de sexo me dejan sin energía. Y por si no fuera poco mañana llega Mokuba y tendré que explicarle todo lo ocurrido en el tiempo que estuvo fuera. Será mejor acabar con la reunión antes de que Joey eche la puerta abajo y destroce la cara de estos tontos" – se quedó pensando en lo que dijo de los de la junta – "Aunque no sería mala idea, ja, ja, ja" – rió mentalmente – Señores creo que será mejor que acabemos con la junta, ya que tengo que resolver unos asuntos.
Aunque dentro estaba nervioso e impaciente por saber que le sucedía al cachorro, su voz fue tan fría que los de la junta terminaron todo en cinco minutos, lo que hizo que Seto diera las gracias a dios por no hacerle tardar mas para ir con un cachorro que de seguro estaba que mordía (Mimivily: ¬_¬ Y no veas como muerde xD / Joey: Date prisa Neko / Seto: ya voy). Antes de entrar en la oficina fue a preguntar como le había ido a Sheila con el rubio.
- ¿Sigue enfadado?
- Si, tuvo tres intentos de entrar en la reunión, pero conseguí retenerlo – Sheila lo miró extrañada – Señor, Joey siempre está por aquí pidiendo una cosa, otra, como comidas súper raras, y usted siempre le da lo que pide. ¿Por qué no se niega?
Seto sonrió cálidamente sorprendiendo a la secretaria que nunca pensó que una simple sonrisa de Kaiba fuera tan hermosa.
- Supongo que lo quiero demasiado y jamás me pidió algo, así que como prometí durante estos meses lo consentiré en todo lo que me pida – entró en el despacho con esa cálida sonrisa que no se había borrado de su rostro.
La secretaria no se podía creer lo que acababa de ver cosa que la dejó totalmente sonrojada.
- Pero que demonios estoy pensando, que diría mi novio Josh – y siguió con su trabajo pensando en su querido novio.
- MIENTRAS EN EL DESPACHO -
Seto entraba sonriendo todavía en su despacho sin ver a su cachorro. Escuchó la puerta cerrarse con suavidad mientras él se sentaba en su sillón detrás de la mesa mirando al rubio que se acercaba algo enfadado.
- ¿Qué pasa ahora? – dijo esperando la riña que estaba seguro que llegaría.
- ¿Por qué te fuiste sin despedirte? – dijo con las manos en el escritorio.
Seto no se podía creer que su enfado fuera por eso y dejó mostrar su sorpresa en su rostro teniendo los ojos abiertos como platos y la boca abierta.
- Pero estabas durmiendo, ni siquiera te levantaste para desayunar y eso que lo intenté como unas mil veces – dijo masajeándose la sien – además debes estar cansado de la sesión de sexo de anoche – miró a un Joey que tenía un leve sonrojo - ¿o acaso todavía tienes ganas? – dijo algo cansado, pero al ver la cara de su cachorro se ponía toda roja, comprendió lo que pasaba y lo que quería – no me dirás que todavía tienes ganas.
Joey solo asintió con la cabeza y se acercó a Seto para sentarse en su regazo y besarlo con una pasión desbordante.
- ¿Cómo puedes tener ganas de hacerlo? Si ayer lo hicimos dos veces por la mañana, cuatro veces por la tarde y cinco veces por la noche, me tienes agotado y exprimido – dio dejándose besar el cuello mientras se recostaba en el sillón.
- Estás hablando como un viejo – dijo acercándose a la oreja – no eras tu el que me tenía obediente y haciéndome todo lo que querías con mi cuerpo – mordió la oreja del castaño que ahogó un gemido en la garganta.
Seto no se pudo controlar, Joey sabía donde tocarle para que perdiera el control y estuviera a sus pies. Lo besó venerando esos labios que le encantaban con un demandante beso. Apartó lo que se encontraba en ese momento en el escritorio para hacerle sentarse en él y comenzar a desabrocharle la ropa dejándolo en poco tiempo como dios lo trajo al mundo, excitado y jadeante mientras lo miraba con los ojos entrecerrados y la boca abierta buscando el tan necesitado aire.
- Eres hermoso – le susurró a Joey al lado de su oído.
- Cállate mi amor – abrazó a Seto y besándolo a dirigiéndose a su oreja torturándola como siempre hacia desde que lo descubriera.
Seto le acarició con mimo y cariño tal y como al cachorro le gustaba. Llevaba consintiéndole desde que supo de su paternidad, estaba tan contento, pero nunca pensó que un embarazo fuese así, había leído que los embarazados tenían más ganas de hacerlo de lo acostumbrado, pero esto ya es exagerado, lo tenía más que agotado y él parecía que no lo hacía en años, ¿cómo podía tener tanta energía? Con todo esto su hijo sería un pervertido. Joey le quitó la camisa al castaño dejando al descubierto el perfecto pecho lleno de chupetones y suaves mordiscos que él había dejado hay. Sonrió para sus adentros.
- ¿Te hace gracia todos estos chupetones y mordiscos?
- Si
- Y luego quieres que no te llame cachorro... con todo lo que muerdes – recibió un mordisco que de seguro dejaría marca por varios meses.
La puerta se abrió dejando ver a Sheila.
- Señor Kaiba, dentro de una hora... - vio la imagen de Seto sobre Joey y la dejó paralizada – lo siento – y se fue como si le persiguiera el propio diablo.
Joey se puso totalmente rojo y se levantó de la mesa para vestirse.
- Seto, ¿puedes venir conmigo a ver a mis amigos?
- Ni hablar
- Ohhh... venga, además quiero contarles sobre mi embarazo.
- No
El rubio golpeó la mesa sonriendo como mil soles para luego dar pequeños golpes en su otra mano advirtiendo al castaño el cual tragaba duro.
- Setito, ¿vienes?
- "Setito, Setito siempre que me llama así no solo mi cara corre peligro". Pues claro que voy – agarró la mano de Joey y salió de la oficina.
Se montaron en el auto del castaño dirigiéndose a casa del tricolor. Joey le había dicho que todos sus amigos se encontraba en esa cada para dar una pequeña fiesta entre amigos y lo habían invitado. Dejó a Joey en la puerta mientras el fue a aparcar su coche. Joey picó el timbre dejando ver al pequeño dueño de la casa.
- ¡¡Joey!! – se abrazó al rubio.
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