Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO TREINTA Y SEIS



LEAH

Quien haya creado las batas de hospital, apesta. Estuve más que feliz cuando me permitieron volver a mi ropa normal. Papá llegó al cuarto con la buena noticia de mi orden de alta y una encantadora silla de ruedas.

—No voy a subirme a eso. —protesté de inmediato.

—Lo harás. —Efren dijo. —Es eso o que te cargue en brazos hasta el auto.

Así que aquí estoy en la silla de ruedas. Es cómoda. Mis padres caminan por delante de todos nosotros, sus manos tomadas, dándome sonrisas por encima de sus hombros. Los amo. Solo puedo pensar en eso cuando los miro. Es un peso que se suma a mi espalda el pensar el susto que les hice pasar. Todo esto resultó mal en tantos niveles que ni siquiera puedo pensar en todos ellos.

Mandy, mucho más compuesta que hace una hora atrás, arrastra mi silla a través de los pasillos hacia el exterior.

—¿En qué piensas? —pregunta en un susurro.

—Nada en particular. —evado. Me dieron unos sedantes considerablemente fuertes para llegar a casa. —¿Por qué susurras?

—Espío algo de la charla de Efren y Trevor, simplemente son tan infantiles que me tuve que alejar. Ellos vienen detrás de nosotros, mantén tu voz baja.

—¿De qué hablan?

—Escucha por ti misma.

Ojeo hacia atrás. Efren lleva las manos en los bolsillos. Se ve distraído, mirando al piso con Trev gesticulando a su lado.

—¿Por qué estás tan feliz, de todas maneras?

—Amanda me dejo abrazarla allá adentro. —Trevor explica alegremente.

Efren resopla.

—Ganaste la guerra, hombre.

—Oh no, eso solo fue una pequeña batalla. Queda mucho camino por recorrer antes de cantar victoria.

Mandy se niega a mirar en mi dirección, interesándose en cambio en el piso de baldosas. Sus mejillas están sonrojadas.

Después del abrazo de consolación, ella y Trev se separaron como si nada y se unieron a la conversación del momento. No me perdí el hecho de que no volvieron a hacer contacto visual o de como él le susurró algo al oído mientras se separaban que hizo a Mandy sonreír.

Interesante que lo comente. ¿Tanto significó para él?

Ambos han correteando detrás del otro por tanto que no me había puesto a pensar que Trev estuviera realmente pendiente de sus encuentros no ofensivos. ¿Tú también estás curiosa por lo que pasó entre ellos? Es decir, nadie tiene tanta enemistad sin antes haber sentido otro gran sentimiento.

—Ustedes dos son tan extraños.

—Lo sé.

Efren suelta una carcajada completamente relajada y mi cuerpo se estremece. ¿Siempre va a ser así en cuanto a él?

—Algún día vas a tener que contarme que es lo que le hiciste a Mandy para que te odie —Asumí que el resoplido esta vez provino de Trev. —Y no te molestes en negarlo porque te conozco, solo digamos eso. Decir que tú no la jodiste, es como decir que yo no fui un imbécil respecto a Leah.

Mandy al fin me mira, sus mejillas arreboladas y sonriente.

—Algún día, entonces.

En el estacionamiento, nos detuvimos frente a la camioneta de mis padres. Efren da un paso al frente directo en el espacio personal de papá.

—Me gustaría que Leah viniera a casa conmigo —anuncia.

—¿Qué? —exclamamos sorprendidas mamá y yo.

Escucho una risa disimulada a mis espaldas que supuse es de Trevor y dos suspiros audibles desde las chicas. Por el rabillo de mi ojo, veo a Rick levantar ambas cejas sonriente. Al parecer, esto nos toma con la guardia baja a todos, así que, ¿qué está pensando Efren?

—De ninguna manera, Leah necesita descansar y que alguien esté al pendiente de sus medicamentos por las siguientes horas. No. —niega papá. Mi estómago da un bandazo en protesta. Estoy cansada, sí. Solo quiero llegar a casa y poder meterme muy profundo entre las sabanas, pero ahora que Efren lo sugiere, estar con él como mi enfermero suena mucho más atractivo.

¡Mil veces mejor, sí!

—¿No debo decidir eso yo? —pregunté, viendo que Efren se prepara para lo que de seguro va a ser una acalorada charla para convencer a mi padre. Si algo me dice la mirada de cualquiera de ellos, es que ninguno piensa salir perdedor y no va a ser algo agradable de ver. Mi padre me mira mordaz, indicando que guarde silencio.

—Burt, estoy haciendo esto meramente por respeto. Porque te vi completamente asustado con lo que le sucedió a Leah y porque eres su padre y la amas con locura. —Efren explica claramente. Traslada atención a mí, sonriendo como un niño bueno. —Pero Leah tiene razón, la decisión es de ella y me gustaría que ella escuché las cosas que tengo para decir. Principalmente que la amo y me puedo hacer cargo de ella.

Mi corazón se siente feliz y grande de nuevo en mi pecho y ahora sin el holter conectado a mí, lo dejo tener todo su momento aleteando arrebatado.

Mi padre frunce el cejo para nada complacido y a la vez, batallando con lo que acaba de escuchar. ¿Es la elección de palabras correctas para papá? Porque para mí lo son. Creo que hasta el efecto del sedante se ha ido.

—Esperen un minuto. —Mamá interrumpe. —Dennos un momento. —Con su ayuda, me puse de pie. Me lleva a un costado. Mis amigos se hacen a un lado también, disimuladamente alejándose de la zona de posible explosión. —No estoy segura de esto Leah, y lo más probable es que me arrepienta cada vez que quiera comprobarte, pero creo que deberías tomarlo de todas maneras. —Ella va directamente al grano. Efren y papá siguen hablando. —Sea lo que sea, aquello que Efren ha planeado, creo que debes ir con él.

Mamá me guiña.

Está bien. Esto está entrando en la dimensión desconocida justo ahora.

—¿Estás apoyándolo en esto? ¿Cediendo por voluntad propia a que me marche después de lo que ha pasado? —Levanto mis manos. —No es que quiera que te opongas, digo sí quiero ir con Efren, pero de pronto tu...

Ella coloca una de sus manos en mi rostro y me mira con una sonrisa.

—Eres adulta Leah, me demostraste allá adentro que puedes manejar las situaciones más complejas de un modo muy sereno y ya va siendo hora de que tu padre y yo nos demos cuenta de eso y mucho más. Además, el chico parece tener una misión. —Ella hace correr sus dedos por mi mejilla menos dolorida. —Creo que les debes a ambos la oportunidad de escuchar lo que tiene que decir.

Sí, no hay duda de que amo a mamá.

Un coro de risitas llega a mis espaldas. Efren se acerca hasta nosotras con mi padre luciendo derrotado y divertido a su lado. Eso son buenas noticias, ¿no? Mi chico me da su patentada sonrisa ladeada. Orgullosamente arrogante.

—Eso fue rápido. —digo mirando entre ambos.

—Efren posee un par de trucos bajo la manga que no me esperaba. Puedes ir donde quieras, mi dulce —Papá me atrae para un abrazo, cubriendo con su mano mi maltratada cabeza. No importa qué edad tenga, recibir abrazos de papá siempre me hará sentir pequeña y protegida y siempre los voy a atesorar. —Vuelve a casa para charlar sobre algunas cosas, ¿de acuerdo? —Él se echa atrás para mirarme a los ojos, por lo que, cabeceo de inmediato. Él es serio y no voy a comportarme como una chiquilla si me está dando su voto de confianza. Luego se dobla, para estar a la altura de mi oído. —Bien, ahora dale una oportunidad.

—Está bien. Qué clase de chica sería si no escucho a mis padres, ¿no?

Una pequeña sonrisa se dibuja en su rostro.

—Correcto.

Aturdida y sin entender del todo lo que ha pasado, dejo a mis padres marchar. Mucho más tranquilos de lo que hubiese imaginado en toda mi vida. Soy su única hija, ellos son sobreprotectores por lo mínimo y he sido recientemente atacada, pero ellos parecen pensar que está bien si no me encuentro bajo su radar por un tiempo mientras que tomo mis propias decisiones. Tomaré eso. Porque definitivamente es momento de hacer las cosas bien.

Efren, quien se ve extrañamente nervioso ahora que la cosa está de su lado de la cancha, se despide torpemente de nuestros amigos. Ninguno es bueno ocultando su diversión. Él se hace a un lado, Rick se acerca a besar mi mejilla.

—Estoy muy feliz de que esto no fuese más allá. —Mira a su hermano y de vuelta a mí. —Por los dos, amo al pequeño idiota y su felicidad depende mucho de cómo te encuentres Leah, llámenme si surge algo.

Me envuelve contra él, sus brazos grandes y fuertes, sin apretar ni un poco. Tengo que parpadear para alejar las lágrimas.

Trev lleva las manos a los bolsillos. Por primera vez, él luce serio y sin rastro de bromas en sus ojos. Lo que es raro y adecuado.

—No soy bueno con las palabras chica, así que solo diré que me alegra no tener que matar a nadie por hacerme perder a una de mis únicas y mejores amigas. —Me tironea para un abrazo de medio lado. Me quejo contra su costado.

—Eso es lo más lindo que me has dicho nunca, Trev.

Me regala un guiño con picardía.

Las chicas me abordan juntas. Sus ojos húmedos y las sonrisas cálidas. Me atrapan al estilo sándwich.

—Te queremos. —Hablan al unísono. Me las arreglo para besarlas a ambas en las mejillas.

Tengo al mejor grupo de amigos en el mundo entero.

—Es una lástima que vayas a tener a Efren de enfermero y no puedas tener nada de sexo. En verdad, una lástima. —Eso viene solo de Mandy, por supuesto.

Después de una última ronda de abrazos y de prometerles a todos que no dudaré en llamarlos por la más mínima cosa, los chicos se dividen en dos y se alejan también. Alice promete avisarle a Eddie lo acontecido, dado que él está inubicable. Eso me deja tranquila. Eddie me llamará y recibiré mi cuota de abrazos y lindas palabras de su parte.

Me vuelvo hacia Efren que ha estado silencioso mirando todo.

—¿Lista para ir a casa? —Me extiende su mano con la palma hacia arriba.

—¿Por qué quieres que vaya a casa contigo? —Acepto su mano y lo dejo llevarme hasta su carro.

Efren toma aire.

—Bueno, míralo desde mi punto de vista. Cuando mi padre murió, tú estuviste ahí para cuidarme aquí —Señala con su sien. —Y nunca te devolví el favor, así que esta es mi oportunidad.

Mi respiración pierde el ritmo.

—Bueno, eso es...

Me abre la puerta del auto y me ayuda a subir como todo un caballero. Me reclino contra el asiento del copiloto intentando no forzar mi cadera.

—Ouch, todo en mi duele.

Efren suaviza sus dedos por encima del borde de mi pantalón, provocando que mi piel se ponga de gallina. Mandy tiene razón, tener a Efren cuidando de mí va a ser una tortura. Sus dedos toman mi barbilla y la alza. Y sus emociones se desbordan sobre mí; cálidas, abrumadoras, dejándome sin quejas, sin lugar al que mirar más que directamente a él.

—Nunca he estado tan asustado como cuando te vi en esa maldita camilla —dice en voz baja. Vulnerable. —no soporto la idea de no tenerte entre mis brazos esta noche. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro