CAPÍTULO DIECIOCHO
LEAH
oh love
won't you rain on me tonight
oh life
oh life
please don't pass me by
Gruño.
don't stop when the red lights flash
oh ride
free ride
won't you take me close to you
La voz rasposa de Efren cantando unos de mis covers favoritos me saca de mi sueño cuando la alarma de mi celular comienza a sonar. Me pongo una almohada sobre la cabeza porque estoy muerta de sueño.
No es justo, apenas me dormí hace un par de horas. No podía conciliar el sueño. Estaba aún muy asustada por el episodio con mi jefe y la pena atenazante de mi pelea con Efren. Bajo cualquier otra circunstancia hubiese podido llamarlo a él para charlar y quitarme el peso del susto de los hombros, pero no esta noche.
far away
far away
waste away tonight
i'm wearing my heart on the noose
Silencio el maldito aparato cuando la ironía de las palabras en la canción me trae lagrimas a los ojos.
Debo de estar en mi fecha de días sensibles, porque no encuentro otro motivo por el cual ir toda sensible sobre las cosas. Es solo una pelea, me digo mientras arrastro mi cuerpo destruido fuera de las mantas hasta el baño para comenzar a arreglarme; es una pelea fuerte sí, pero Efren y yo tenemos que salir de esta. Somos mejores amigos y esto es lo que los mejores amigos hacen.
Pero la creencia de eso no quita de mí el apretón desagradable en mi estómago cada vez que me freno de mandarle un mensaje o llamarlo. Si vamos a hablar, tenemos que hacerlo cara a cara para poder ver sus ojos y en fin, abrazarlo cuando todo esté bien.
No soy capaz de soportar el desayuno cuando salgo de mi habitación, pero, aunque mi madre me da una mirada desaprobadora, no hay comentarios. Ella vio mi rostro la pasada noche.
Me encuentro aún más descompuesta cuando llego a las oficinas Melvin. No quiero encontrarme bajo ningún motivo con Aarón. Evitando toda posibilidad posible de verlo por allí, uso las escaleras para llegar hasta mi piso y una vez en mi oficina aseguro la puerta. Logro trabajar algo a lo largo de la mañana, pero me encuentro cada cierto tiempo con la mirada perdida mirando por la ventana.
¿Qué estará haciendo Efren? He checado mi teléfono cada par de minutos y no recibo nada de él. Me siento muy tentada a solo mandarle algún emoticón o hasta un punto. Necesito saber de él. Si está tan dolido por ayer como yo o si solo fingirá que no sucedió.
Entre todas las vueltas en la cama que me di anoche persiguiendo el sueño, llegué a la conclusión de que Efren está siendo tan mentiroso como yo lo he sido. Que está efectivamente muerto de celos como bien me corroboró y peor aún, está también muerto de miedo de tener una relación.
Por como lo vi, es evidente lo fuera de su elemento que se encuentra. Lo vi mal y triste y enojado y esas no son las reacciones de alguien a quien no le importa lo que ha sucedido tras una pelea con palabras idiotas de por medio. Así que tengo que tranquilizarme. Hay esperanzas para nosotros. Si solo confiamos en el otro y no huimos tras la primera complicación.
Solo deseo saber si es que Efren al menos nos iba a dar la posibilidad de tener un ahora sobre el cual empezar a soñar.
Conforme el fin de semana vino y se fue, prácticamente trabajo cabeza gacha tanto la oficina como en el bar. Las remodelaciones lograron estar listas para la fecha acordada. Se veía diferente, colorido y con más gente que nunca.
—Suck it! Apestó ayer —Carl comenta a mi alrededor. Detengo mi mano de la jarra que estoy limpiando. —Creo que nunca había visto una presentación tan débil de la banda.
—¿Qué sucedió?
—Efren se negó a cantar cuando el público lo pidió y Eddie tuvo que hablar por él, disculpándolo y alegando un supuesto resfriado.
Eso apesta. La música es el motor de vida de Efren. Él sigue sin hablarme y los chicos bordean los temas con extrema delicadeza, mensajeándose solo lo estrictamente necesario.
Tomo mi teléfono del cinto, llegando a mi punto limite.
20:35 pm. Para Efren:
Pensé que los ratones te habían comido la lengua solo en lo referente a mí. Ya veo que es con todo el mundo también. Es un alivio ver que no tienes nada en mi contra. De todos modos, ¿cómo estás?
Es patético, lo sé. No tengo nada mejor. Es mi bandera blanca en su dirección. Espero por alguna respuesta de su parte, pero esta nunca llega.
Como por eso del día martes, ya casi se me ha hecho un hábito evitar los ascensores, pasillos o hasta la sala del café en donde puedo coincidir con Aarón y gracias al cielo, no se han presentado más reuniones que requieran de mi presencia. Pero como dije, hasta eso del día martes.
Soy citada antes del almuerzo, por lo que mi estómago cae y un puedo ingerir nada. Subo hasta la sala de conferencias con mi laptop bajo el brazo y es un alivio el ver que Ana se encuentra también allí.
Aarón no mira en mi dirección, centrando en la firma de abogados que desea expandir sus contactos si Melvin Enterprises pasa a ser de sus clientes oficiales. Él no se ve particularmente interesado. Hace escasas preguntas y luego se deja caer contra la silla en una postura relajada que curiosamente intranquiliza al resto de la sala. Tal vez todo el mundo sabe ya que él es algo así como un lunático.
Mientras hace una pregunta a uno de los cinco ejecutivos de traje que tiene el pelo muy engominado —algo que ya no se usa—, me tomo un momento para mirar su perfil. No me he topado con él hace días ni he sabido nada referente a que esté medio salido de casillas de nuevo. Es más, parece que estuviera en un nuevo balance.
—Ha sonreído como un condenado toda la semana —Ana comenta a mi lado. —No sé qué está sucediendo con él. Es aterrador.
Sonrío sin saber qué decir.
Mi celular vibra.
13:44 pm. De Aarón:
No me voy a rendir tan fácilmente, si eso es lo que has pensado.
Doy un suspiro mental.
Dios, no.
Miro en su dirección pero él ni siquiera me presta atención. Tiene el móvil entre sus dedos y la vista al frente. Le escribo una rápida y sincera respuesta.
15:47 pm. Para Aarón:
Amistad. Es todo lo que puedo ofrecerte.
No me entusiasma mucho la idea de pasar demasiado tiempo con él, sobre todo porque cada vez que recuerdo el episodio en su carro días atrás, se me crea un mal sabor de boca.
Con Aarón hay que andarse con cuidado.
Tengo miedo de verlo alterado otra vez y he notado que cuando me comporto más sumisa con él, parece calmarlo. Si solo fuera tan fácil ceder a lo que él quiere. Pero yo no soy así. No estoy simplemente hecha para obedecer a otra persona o dejarme llevar por sus deseos por encima de los míos.
Aarón es un tipo con muchas caras, además, y me mantiene en ascuas a todo momento, pendiente de cuál será su próxima movida. O su próximo arrebato, para ser más clara.
La reunión termina sin concretar el trato, tal como pensé. Estoy bajando hacia mi oficina cuando mi celular vibra de nuevo.
16:20 pm. De Aarón:
No es eso lo que quiero.
Siento la urgencia de hablar del tema con alguien, es solo que me encuentro con las chicas teniendo sus días copados. Y a pesar de que hablo con Ana y comemos el almuerzo juntas, no siento la confianza para tocar el tema.
Mandy se la ha pasado con Clarisse dejando todo listo para la boda, antes de partir a Boston para una visita oficial de la instalación que será su nuevo trabajo y una presentación de quienes tendrá a cargo. Apenas la vi un par de horas ayer y fue casi todo corriendo. Extraño la época en la que podíamos hablar por horas, pero supongo que ya no somos adolescentes y no disponemos de todo el tiempo del mundo para no hacer nada.
Tampoco me animé a contarle lo que había pasado con Aarón cuando pujó por saber más. Solo lo atribuí a que extraño mucho a Efren y como no es una mentira en sí, no me costó convencerla a pesar de que me mirara con ojos de halcón.
No sé cómo describirle la situación de que mi jefe, el tipo que se mostró completamente avasallador en un principio, es de pronto un hombre que raya en lo desquiciado con sus intenciones detrás de mí.
Mandy ya tiene suficientes preocupaciones en la cabeza, como para sumarle nada más. Y a Alice, bendita ella, no puedo dejarle caer tamaña bomba. Ella se preocuparía demasiado, se asustaría y estaría al pendiente de cómo se desarrollara todo.
No, no puedo hablarlo con nadie. Así que solo me lo guardo.
Me trago el par de ocasiones que siguieron en las que me llamó a su oficina. Aarón insiste en sus invitaciones. Una cena, una salida no cita; lo que fuese para estar tiempo juntos y para cuando yo me niego, él se enfada. No ha vuelto a tocarme otra vez. Pero hay tal brillo en sus ojos que me hace dar un paso atrás. Por no mencionar las disculpas, casi echando abajo el buzón de mensajes de mi celular con una y mil excusas románticas acerca de que como no puede resistirse a verme por las oficinas sin saber que soy suya.
Está comenzando a aterrorizarme al respecto.
Quiero tomarlo como un tipo despechado y mal enamorado. Uno contra el que puedo por mi misma, a pesar de todo lo peliagudo que se ve.
EFREN
—Si no fueras mi mejor amigo, estaría moliéndote a palos.
—Estoy despechado Eddie, no invalido. Y sólo así podrías ganarme a las trompadas.
Él refunfuña mientras que entramos en mi departamento. Arrojo las llaves contra un recipiente en la mesa del recibidor y al parecer van con demasiada fuerza, porque suerte la mía, este se rompe quedando las llaves entre pedazos de loza.
Perfecto, solo eso me faltaba.
Trev les da una mirada, levanta una de sus cejas en mi dirección, sabiamente dejándolo pasar. Escuchar su voz excesivamente feliz de estos días me ha producido un nuevo dolor de cabeza al que constantemente no quiere abandonarme.
Él no está realmente enfadado por el último show, a diferencia de Eddie. Estuvimos a tiempo de salvarlo y no es un obsesionado a pesar de que la jodí. Esta fue otra de las noches en las que no quise interactuar con el público. Apenas tenía ganas de estar de pie en el escenario sosteniendo el bajo. Mi cuerpo no está en condiciones para lo que se dice cooperar esta última semana y tan simple como suena, me superó el griterío aplastante en mis oídos.
Aquello mismo que siempre me encantaba, me parece ahora vano y molesto.
Francamente, no sé qué es lo que está sucediendo conmigo.
Trevor se deja caer en un sofá y agarra inmediatamente el mando de la TV, Eddie sigue regañándome.
—Lo digo en serio, como hayas arruinado la presentación de hoy...
—¡Oh, vamos! Que ha quedado todo en nada, la gente no se ha molestado. Deja de llorar por ello —Está comenzando a sacarme de quicio. Me siento realmente destrozado, de seguro que voy a coger la gripe o algo por el estilo. No tengo ganas de iniciar una pelea, porque la verdad es que no estoy para ello. Así que prefiero darle una mirada significativa a mi amigo. —De verdad, lo siento Eddie, pero no fue nada. Ya pasó y la gente disfrutó igual que siempre que nos ve. Solo apiádate de mí, te lo pido.
No se ve como que quiera dejar la lucha. Con un vistazo detenido en mí, sin embargo, lo descarta. Luzco penoso. Estoy más allá de lo hastiado. Los días tras la pelea con Leah, han sido realmente difíciles para mí y no me he molestado en demostrar lo contrario. No he sabido nada de ella, ni una señal y me siento como la mierda. No puedo creer que los días sigan pasando sin que ella necesite de mí, cuando yo no he dejado de pensar en ella a cada minuto.
—Lo dejaré estar —dice Eddie yendo a la cocina. —Solo porque no quiero que te pongas a llorar.
Me dejo caer en el sofá de tres cuerpos, atravesando mi cuerpo en él.
Definitivamente tengo la gripe o cáncer o el ébola... la que sea más terrible como para que me haga sentir así. Como si fuese a volver el estómago constantemente y mi cuerpo se fuese a desprender de mis amadas extremidades. Llevo así casi una semana, de seguro estoy incubando un virus letal.
Esta noche, le hemos dado una despedida a Mandy como corresponde. Ella solo se va por un día a Boston a probar su nuevo trabajo. Lo que no es para menos. Teníamos que desearle la buena suerte. Eso es lo que hacemos los amigos, o eso pensé, cuando Leah no se presentó.
—Ella ha estado muy rara —Mandy dijo cuando me llevó a un lado. —No quiere hablarlo, alega que tiene mucho trabajo y le creo. Pero también sé que hay algo más. Le estoy dando espacio para cuando esté lista.
Creo que asentí o algo por el estilo para dejarla tranquila.
—Cuando tenga tiempo de verla con calma, prometo atraparla y sacarle toda la información. No estaría de más si tu presionas un poco.
—Por supuesto.
Mandy besó mi mejilla y se retiró junto con Alice, ambas dándome una mirada de compasión. Sé que el deber de las chicas es estar en silencio en lo que se refiere a su mejor amiga, aunque a veces, solo deseo que se ablanden un poco por mí.
Todos estos días en lo que he estado actuando como un autómata que asiste al trabajo y luego se dirige derecho a su casa a beber frente a la televisión, me han servido para pensar demasiado. Y no lo digo como algo bueno. Me he sumergido en la miseria. Me siento triste. Si yo fuese el chico de solo unas semanas atrás, estaría riéndome a carcajadas de mi actual situación; no obstante, ya no lo soy.
No estoy seguro, exactamente de qué es lo que ha cambiado dentro de mí. Pero sin duda alguna de que ya no me siento el mismo de antes.
Hace solo unas horas tenía un bar lleno de chicas hermosas frente a mí. Todas mostrando piel y con las intenciones brillando en sus ojos cada que me miraban y sin embargo, yo no sentía nada. Estaba entumecido. Solo eran unos cuerpos más, muy bellos algunos, eso no lo iba a negar, pero ninguno lo suficiente como para tentarme.
Me he repetido que solo es algo pasajero. Que en cuanto encuentre la forma de volver a mi rutina de antes, todo volverá a la normalidad.
Extrañar a Leah es horrible.
No puedo creer que esté sobreviviendo sin mi mejor amiga.
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