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Capítulo 5



Kristen

El molesto despertador comenzó a sonar y estiré la mano hasta la mesita de noche para apagarlo. Abrí los ojos lentamente, tenía mucho sueño y los malditos rayos de sol se filtraban por la persiana como flechas, molestando mi dulce sueño.

Me levanté de la cama para ir al baño y el espejo fue el primero que vio mi rostro. El rostro de una chica extraña, con el maquillaje corrido y unas ojeras impresionantes.

Anoche después de la carrera había llegado a casa un poco triste y me había metido rápido en la cama.
Echaba de menos a mi madre y mi hermano y me sentía muy sola sin ellos.

No sé que me había pasado anoche, normalmente yo no era tan atrevida. Prácticamente le había ordenado a ese chico a que se quite la ropa y lo extraño era que había disfrutado.
El chico consiguió excitarme y ponerme caliente solo con unos cuantas palabras. Era algo nuevo y atrevido para mí.

Me quité el maquillaje y me lavé la cara, pasándo una mano por el pelo. Necesitaba descansar, pero tenía clases de baile y necesitaba prepararme para salir. El pijama salió volando y en menos de diez minutos conseguí vestirme y arreglarme.

Llegué al estudio un poco tarde y cuando me bajo del coche, encuentré a mis alumnos esperándome ansiosos y revoltosos para empezar la clase.

—Hola gamberros. ¿Listos para la clase? —Abrí la puerta y entraron corriendo.

(...)

Los niños se fueron y aproveché el silencio para organizar los cuadros para la exposición benéfica. Quería recaudar dinero para los niños enfermos de leucemia del hospital Santa Maria.

Estaba muy contenta con mi pequeño estudio. Mi hermano me lo había regalado por mi cumpleaños.

—¿Te gusta? Lo compré para ti. Veo que disfrutas mucho cuando dibujas y necesitas un espacio tuyo para hacerlo.
Es perfecto, justo lo que yo necesito. Hay espacio para dar clases de baile también. Gracias, te quiero mucho.
Yo también. Te ayudaré a pintarlo decorarlo.

Habían pasado unos cinco años desde entonces, pero siempre recordaba ese día con mucho cariño.

Terminé de organizar los cuadros y abandoné el estudio. Tenía que llegar al restaurante, había quedado con los chicos para comer.

No tardé en llegar y cuando entré dentro los busqué con la mirada. Me encaminé hacia la mesa, intentando llamarles la atención.

—Hola —dije alegremente—. ¿Qué pasa con estas caras? Se nota que os habéis emborrachado.

—No grites enana —murmuró James.

—Lo siento chicos —suspiré y me senté—. ¿Alguien quiere contarme qué pasó? —Miré fijamente a Katya.

—No recuerdo mucho. —Cerró los ojos—. Me desperté en mi cama con la ropa que llevaba puesta anoche. Y eso está bien... Pero no recuerdo cómo llegué a casa. ¿Y tu? —Abrió los ojos—. ¿Ganaste?

—Sí, pero... —Se quedaron mirándome intrigados—. Tendré que llenar mi armario con ropa de hombre.

—No lo entiendo —susurró Katya sin parpadear.

—A ver como les cuento. Gané una carrera, pero él chico se molestó y me dio miedo quitarle la moto. Le pedí a cambio su ropa. —Mordí mis labios, esperando una respuesta por parte de ellos.

—¿Qué? —gritó Katya—. La proxima vez vengo contigo. ¿Estaba guapo el chico? —James gruñó y ella e sacó la lengua.

—Espera Kristen —dijo él con voz ronca—. ¿Qué hiciste?

—Mira James, no estabas allí...

—Por lo que veo debería haber estado. No quiero que te metas en problemas. —Su mirada se volvió seria.

—Venga James —dijo Hugo riendo—. Esto es divertido.

—Tú cállate —dijo seriamente James.

—Llévame contigo —pidió Katya—. Esto, tengo que verlo. Ese tío está loco. Debe de querer  mucho su moto para aceder a semejante estupidez.

—¿Como demonios conseguiste que un chico se quite la ropa delante de todos? No me quiero meter contigo. Eres peligrosa —rió Robert.

—Yo también iré contigo —dijo James—. No dejaré que vatas sola a ese lugar.

—Quiero más detalles —susurró Katya—. ¿El chico hizo stripteasse? —Su hermano puso los ojos en blanco y golpeó la mesa con el puño.

—¡Suficiente!—gritó él.

—Yo también quiero saberlo —murmuró Hugo y me guiñó un ojo.

—Pues lo hizo bastante sensual... —Katya chilló.

—¿Te gustó? —Tiró de mi brazo—. ¿Vas a salir con él?

—Es un idiota —dije asqueada.

—Pues, déjamelo a mí. —Se relamió los labios.

—Hermana —gruñó James—. Compórtate. No quiero escuchar tus tonterías.

—Soy mayor de edad y puedo hacer y decir lo que me da la gana. Un brindis por la aventura que se avecina. —Levantó su copa en el aire.

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