Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

¿Coincidencia?

DISCLAIMER: Los personajes y lugares le pertenecen a Tatsuya Endo. Esta historia participa en el evento TwiYor Valentine Week 2023, organizado por TwiYor Base y va dedicada para Giu Zarpa y QuimeraAngie18.

* Día: 1.

* Palabra/Frase: Primer beso.

[...]

Trece, doce, once, diez. Sintió un objeto muy duro caer sobre su rostro, apenas cubierto con el sombrero delgado que se puso para tomar una siesta; y tan rápido como el dolor viajó hasta su cerebro y columna, se frotó el puente de su nariz con una terrible mueca, incapaz de prestarle atención a la mujer que se disculpaba por el accidente que provocó.

Nueve, ocho, siete, seis. Sus manos temblaron casi tanto como su cuerpo y abrumada por el shock, habló hasta el cansancio con el único fin de conseguir el perdón del pasajero, al extremo de olvidar que sus maletas todavía seguían en el piso del avión; aun así, todo aquello fue superado por su inconsciente coraje para arrodillarse y examinar al herido.

Cinco, cuatro, tres, dos, uno. El hombre percibió el roce de unos finos dedos sobre sus manos y trató de erguirse, algo recuperado de la incomodidad en su nariz. Su movimiento bastó para que la señorita le diera espacio... y cuando sus miradas se cruzaron, una sensación de electricidad los paralizó por un instante: un breve periodo que ambos consideraron una eternidad, hasta que la realidad los golpeó con el más inesperado descubrimiento.

─¡¿Usted?! ─exclamó el hombre, cuyo sueño y dolor se desvanecieron.

─¡Imposible! ─la joven retrocedió con una mezcla de susto, confusión y asombro, tras reconocer al hombre con el que se había cruzado hace más de nueve horas─ ¿Es el chico del taxi?

─¿Yor Briar? ─al recordar cómo se llamaba, sonrió.

─¡Loid Forger! ─también dijo su nombre completo.

─¡Oigan, silencio! ─gritó uno de los pasajeros─ ¡No sean tan ruidosos y siéntense, ya vamos a partir!

─¡Sí! ¿Por qué no guardan sus maletas de una vez? ─secundó una mujer.

─¡L-lo siento mucho! ─Yor alzó las manos, muy preocupada.

─¡Dense prisa, el avión tiene que despegar! ─gritaron otros más.

─Bien, bien, ya los oímos ─Loid se levantó de su lugar y cargó la primera maleta de la chica─. Vaya, parece que estoy destinado a ayudarla otra vez.

─Y yo, a causarle problemas ─algo aturdida, Yor acomodó su equipaje junto con él, luego metió el otro paquete y así cerró la cabina.

─Al contrario ─la miró─. ¿Se sentará aquí?

─Eh, sí ─recogió su bolso─, al lado de la ventana.

─Perfecto ─se hizo a un lado─. Pase, por favor.

Una cálida sonrisa adornó el rostro de Briar y ocupó su lugar al lado del joven Forger, aliviada al comprobar que todas sus pertenencias seguían dentro de su bolso; no obstante, su rostro denotaba los efectos del desvelo y el estrés de las últimas horas. Con un fuerte suspiro, se recostó a lo largo de su asiento.

Orgullo y Prejuicio ─de repente, oyó la suave risa de Loid mientras este observaba las dimensiones del libro que cayó en su rostro por error─. Es un milagro que no me haya roto la nariz...

─Ni lo diga ─tomó el ejemplar de más de trescientas páginas, muy avergonzada del suceso anterior─. No sabe cuánto lo siento, de verdad...

─Descuide, ya me siento mejor ─la calmó con una sonrisa─. ¿Le gustan las obras de misterio?

─No sabría decirle, recién lo voy a comenzar ─declaró─. Mi hermano me retó a leer cien novelas en un año para no perder el hábito de la lectura, aunque no sé si funcionará...

─O tal vez sí ─la alentó─. Entonces, ¿pasará Año Nuevo fuera de Berlint?

─B-bueno, esa es la idea ─titubeó, al darse cuenta de que le revelaba demasiadas cosas a alguien que recién conocía, por lo que cambió de tema─. ¿Y cuáles son sus planes, señor...?

─Por favor, solo dime Loid ─le indicó─. Me siento viejo cuando alguien me trata de «usted».

─Perdón, eh... Loid ─rio, tímida─. En ese caso, puedes llamarme Yor.

─Yor ─repitió con cierta alegría y la miró en silencio.

─¿Qué? ─parpadeó, intrigada.

─N-nada ─reaccionó─, me parece un nombre muy bonito...

─«A todos los pasajeros del Vuelo 2730, les avisamos que faltan diez minutos para partir. Recuerden que se hará una escala en la frontera de Ostania con Westalis y después continuaremos nuestro viaje hasta Luwen» ─los interrumpió el anuncio del capitán a través de la bocina─. «Por favor, apaguen cualquier aparato electrónico durante el despegue y abróchense los cinturones. En caso de que suceda cualquier emergencia, las mascarillas...».

─«Están arriba de cada asiento» ─repitió Loid, con la mirada fija en la escotilla, y después cogió la mochila sobre sus piernas para buscar algo.

─¿Todo bien? ─percibió cierta rareza en su expresión y tono de voz.

─Ah, sí ─respondió, no tan convencido─. Por todos los cielos, ¿qué les cuesta ahorrarse tanto drama antes del viaje?

─Es el protocolo de las aerolíneas ─razonó la joven, acostumbrada a las reglas de su trabajo─. Nunca está de más recordar las indicaciones.

─Pero no es necesario decir que puede ocurrir una desgracia ─su actitud delató una sutil desesperación, sobre todo al no hallar cierto objeto en su mochila─. Con tantas noticias sobre accidentes, lo que menos querría escuchar la gente es esa palabra... ¡genial, guardé las pastillas para el sueño en mi otra maleta! ¡Qué tonto soy, tonto, tonto! ─resopló, bastante inquieto─ En fin, hay personas muy asustadizas y las alarmas no las ayudan en nada. Además, leí que los vientos se intensificarían este mes, así que...

Yor no decía nada. Notó el temblor disimulado de las manos de Loid al ajustar su cinturón, así como el ligero sudor sobre su frente, y atenta a su largo discurso sobre las turbulencias, la inestabilidad del clima invernal y las cifras de los últimos siniestros aéreos, la chica se sintió irónicamente tranquila de compartir lugar con una persona igual de ansiosa que ella.

─¿Es tu primera vez viajando así? ─concluyó.

─Eeeh, no ─su pregunta detuvo sus enredos y por un momento, no supo qué decir─. Me veo patético, ¿verdad?

─¡No, no! ─se apresuró a responder, decidida a frenar su preocupación─ Tranquilo, apuesto a que no eres el único en temerle a los aviones.

─No es miedo, solo... ─esquivó la mirada─ mejor olvidemos el tema.

─Si quieres ─la incomodidad y el silencio se instaló entre ellos, por lo que Yor tomó su boleto como excusa para volver a hablar con él─. Aaah... ¿y sabes cuánto demora el viaje hasta Luwen?

─¿Luwen? ─volvió la vista hacia la chica─ ¿Te diriges allá?

─Pues... ─de repente, un pequeño remezón sacudió el avión, en señal de que la máquina iniciaba su desplazamiento por la pista; y al notar otra vez la misma expresión de susto en su compañero de viaje, continuó la charla para distraerlo─ ¡s-sí, así es! ¡Luwen es mi destino!

─C-conque Luwen, ¿eh? ─cuando la máquina se elevó en el aire, Loid se aferró a los brazos metálicos de su asiento─ ¿Y p-por qué elegiste esa ciudad?

─Fue la única ruta disponible a esta hora ─rio para aliviar su inquietud─. Jamás he ido a ese lugar y ya que no lo conozco...

─Mierda ─ahogó un grito por la turbulencia que agitó el avión y tragó saliva, muy nervioso y aterrado con las nubes oscuras que observaba desde la ventana─. ¿Q-qué quieres saber exactamente?

─No sé, si tiene lugares turísticos o algo por el estilo.

─¿Bromeas? ─trató de normalizar su respiración─ Luwen es el paraíso.

─Y te aseguro que me acordaré de ti cuando llegue a ese hermoso lugar...

No supo si fue la suavidad de su voz o el extraño brillo de sus ojos; pero cuando Loid miró a Yor, sintió que su corazón se agitaba menos y que el terror durante el despegue desaparecía por arte de magia, casi al mismo tiempo que el cielo se tornaba claro y la luz del sol brilló otra vez en la cabina, dejando ver su rostro bañado en sudor. Como hace unos minutos, el tiempo volvió a detenerse y solo reaccionaron al darse cuenta de que sus manos estaban entrelazadas.

─¡Perdón! ─Yor fue la primera en soltarlo.

─¡No, soy yo quien lo siente! ─Loid se limpió con un pañuelo, bastante avergonzado por la escena─ Discúlpame, he actuado como un gran cobarde...

─Ya no te preocupes por eso ─insistió─. Todos tenemos malos días.

─¿Malos días? ─su respuesta lo dejó más perplejo que antes─ ¿En serio no te asustó cómo reaccioné frente a ti?

─No ─le confesó─: aun con tus chillidos, sigues pareciéndome agradable.

─¡Ja! ─se sonrojó un poco─ Eres la primera pasajera que soporta mis crisis de ansiedad, ¿acaso caíste del cielo?

─No, a menos que se estrelle el avión...

─¡Oyeee! ─renegó Loid, aunque su queja no le duró mucho y solo pudo reír junto a Yor, seguros de que jamás olvidarían su reencuentro tan anecdótico.

Según el anuncio del capitán, el avión llegaría a Luwen en unas siete horas; sin embargo, el tiempo pasó bastante rápido para el par de desconocidos, entre charlas amenas y una que otra broma que hizo saltar a los pasajeros.

Más de una vez, Yor se percató de lo mucho que disfrutaba la compañía de Loid y recordando el sarcasmo de Camilla en el exterior del club, confirmó para sí que jamás había tenido tanto éxito en charlar con alguien ajeno a su familia, sobre todo si se trataba de un hombre... y fue tal novedad lo que le impidió reconocer el genuino interés del joven, quien se mostraba complacido de estar a su lado y hablar de cuantas cosas se les ocurriera, como si fueran amigos de toda la vida.

No comprendían el porqué de tanta familiaridad y tampoco se animaban a darle una explicación: en silencio, solo se dejaron llevar por el sutil juego de miradas y sonrisas que parecía intensificarse entre ambos, en virtud de aquella química inesperada.

─Así que estás de vacaciones ─dedujo Loid, mientras acomodaba la bandeja del desayuno que le trajo una aeromoza.

─Sí: en realidad, es la primera vez que salgo de Ostania... mmm, ¡qué delicia! ─Yor mascó un pedazo de pan y luego continuó─ Normalmente viajo a la casa de mis padres en Nielsber, pero no he tenido grandes novedades este año y antes de verlos de nuevo, quisiera contarles de mi futura visita a Westalis.

─Justo en invierno: elegiste la temporada perfecta.

─¿Perfecta? ─sintió curiosidad.

─Si te lo digo, arruinaré la sorpresa ─sonrió, tomando su taza de café─. ¿Cuánto tiempo planeas quedarte en Luwen?

─Tal vez una semana ─tomó un sorbo de leche─. ¿Por qué?

─Por nada en especial ─sacudió la cabeza, pensativo─. Espero que te diviertas mucho cuando llegues allá.

─Ese es el plan... ¿y qué hay de ti? ¿También viajarás allá?

─No, bajaré en la frontera ─acabó de comer su pan con huevo y tocino─. Un buen amigo me ayudará a llevar mis últimas pertenencias a Berlint.

─Oh, entiendo ─no pudo evitar sentir cierto pesar─. Bueno, sea donde estés, también deseo que te vaya muy bien, Loid.

─Gracias, Yor. Hubiera sido genial que conversáramos más, me caes de maravilla ─su sonrisa se amplió─. Y claro, estoy en deuda contigo por ayudarme en el despegue.

─Después de que mi libro cayera en tu cara, no lo creo ─bromeó.

─Con más razón, no podré olvidarte ─rio con ella, y fue su última palabra la que captó la total atención de Briar─. ¿Nos volveremos a ver? Realmente me encantaría visitarte cuando retorne a Berlint.

─¿Regresarás a la ciudad? ─no pudo evitar emocionarse, recordando lo que Forger le dijo en el taxi la noche anterior─ ¡Ah, cierto! Mencionaste que buscabas un mejor apartamento.

─Y también barato ─se encogió de hombros─. No es fácil vivir en una ciudad tan cara...

─Aunque no lo creas, hay lugares muy cómodos para turistas: solo tienes que buscar el adecuado ─sonó optimista─. Ánimo, Berlint puede sorprenderte.

─De eso no tengo dudas... ─asintió, mirándola.

Una sensación de calidez la invadió al oírlo hablar, su voz reposada elevó su rubor y su sonrisa no tardó en aparecer otra vez. Confundida por la extraña revolución de sus emociones, Yor concluyó que Loid era una persona bastante especial: fuera de su familia, nadie le había inspirado tanta tranquilidad y el aura risueña que despedían sus ojos azules la movió a cuestionarse si debía escalar a otro nivel de confianza con él, pese a que todavía eran un par de extraños. Realmente disfrutaba su compañía... pero su boca jamás lo pronunció y desvió la mirada con tal ternura que Loid terminó sonriendo al igual que ella.

─Te ves cansada ─habló el muchacho, mientras le entregaba las dos bandejas del desayuno a la aeromoza─, ¿por qué no reposas un poco?

─Desearía no hacerlo ─adormilada, se apoyó contra el respaldo de su asiento─. Si no, ¿cómo me despediré de ti?

─Aún falta para eso ─abrió la primera página de Orgullo y Prejuicio─. Hasta entonces, leeré un poco para ti...

─Buena idea ─suspiró─. Gracias por ser tan amable conmigo, Loid...

─No hay de qué, Yor ─agradeció─. Bueno, empecemos: «Es una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa. Sin embargo, poco se sabe de los sentimientos u opiniones de un hombre de tales condiciones...».

La voz del joven la arrulló cual canción de cuna por tres minutos, pero esta se hizo cada vez más lejana para ella y antes de cerrar sus ojos, vio cómo el libro se resbaló de sus dedos para yacer en su regazo. Sin darse cuenta, Yor y Loid se quedaron profundamente dormidos, ignorantes del paso del tiempo y cualquier otra preocupación a su alrededor... hasta que el reloj marcó las diez de la mañana y alguien tocó el hombro de Forger.

─Señor, disculpe: ya descendimos ─le habló una aeromoza─. ¿Señor?

─Hmm... ─Loid emitió un quejido.

─Despierte, por favor ─le avisó─. El avión acaba de llegar a la frontera.

─¿T-tan pronto? ─parpadeó, somnoliento.

─Sí, es protocolo que no haya pasajeros mientras acondicionamos el avión, pero podrán volver en media hora ─explicó con amabilidad─. Le sugiero que aguarde con su novia en el terminal.

─¿Novia? ─repitió, desconcertado.

Loid la vio marcharse a la zona delantera del avión y al girar su cabeza a la derecha, entendió a lo que se refería la aeromoza; no obstante, le fue más confuso procesar el cómo, cuándo y por qué su mano sostenía la de Yor, además de dormir apoyados contra el hombro del otro. El corazón de Forger se aceleró al contemplar el rostro apacible de su compañera; en silencio, recordó el primer día que la vio bajo la lluvia y también su inevitable separación en la zona de embarque. Por una razón inexplicable, lo embargó una sensación de culpa.

─Yor ─se alejó con delicadeza para no asustarla─, despierta...

─¿Q-qué...?

─Llegamos a la frontera de Ostania y Westalis. Debemos bajar.

─No puedo creerlo ─se estiró un poco─, ¿llegamos tan rápido?

─En realidad, pasaron cuatro horas ─sacó su mochila de la maletera─. No bajes tu equipaje, volverás cuando acaben el mantenimiento de la máquina.

─Claro ─guardó sus cosas en su bolso y se detuvo a su lado, expectante─, ¿q-quieres que te acompañe?

Forger asintió en respuesta y ofreciéndole la mano a Briar, descendieron juntos del avión para abastecerse de algunos implementos en la zona de embarque, mientras contemplaban el ir y venir de los demás pasajeros; más pensativos de lo normal, recorrieron el terminal del lugar a paso lento e intentaron hablar de cualquier tema que los distrajera de la cuenta regresiva. La media hora de espera estaba por cumplirse y aunque ninguno lo decía, les costaba aceptar que tomarían caminos distintos. Loid y Yor se miraron por última vez, justo cuando el altavoz autorizó la nueva partida del Vuelo 2730.

─Parece que ya es hora ─Forger observó la plataforma con una nostalgia inusual y tras dudar unos segundos, se armó de valor para tomarle la mano─. Ha sido un gran placer verte de nuevo, Yor.

─También lo fue para mí, Loid ─correspondió a su despedida, notando que no tenía la intención de soltarla─. B-buena suerte cuando vuelvas a Berlint.

─Regresarás en unos días, ¿verdad? ─se lo preguntó de nuevo.

─Por supuesto ─siguió aferrada a su mano─. ¿Recuerdas dónde vivo?

─Residencial Rosette, en la avenida Golbener ─sonrió─. Te esperaré.

─Me alegra saberlo ─su corazón empezó a latir más fuerte y como si se hubiera liberado de un hechizo, reaccionó al segundo llamado de la aerolínea─. L-lo siento, tengo que irme...

─Perdón ─la soltó, también retornando a la realidad─. Por favor, cuídate.

─Lo haré ─volvió a reír, esta vez corriendo a la fila de abordaje─ ¡Nos veremos muy pronto, Loid!

─¡Que te vaya muy bien! ─la siguió hasta el umbral de la plataforma y siguió agitando la mano─ ¡No te olvides de tomar fotografías! ¡Amarás Luwen!

La joven le sonrió por última vez y en pocos minutos, se acopló a los pasajeros que iban a subir al avión de hace unas horas; mientras tanto, Loid no se despegó del vidrio de la puerta incluso después de que Yor desapareciera de su vista y solo cuando un operario le pidió permiso para trapear el piso, Forger recién giró con una expresión que ni él mismo supo definir. Un suspiro lo abandonó al acomodarse sus mochilas en cada hombro y esta vez caminó por la zona de embarque para dejar el aeropuerto... no sin antes mirar el lugar donde estaba Yor, la mujer de la que se había prendado.

─¡Cierto, él dijo «antes del mediodía»! Ojalá su juguete capte la señal ─a pocos metros de la salida, recordó un asunto pendiente y se dirigió a una cabina telefónica, donde tecleó un número muy largo─. Vamos, contesta...

─«¡Loid! ─habló un hombre de voz chillona─ Finalmente respondes, hombre, ¿dónde rayos te habías metido?».

─¡Hola, Franky! Estoy bien, gracias. ¿Tú? También, ¡qué gusto! ─bromeó por la manera poco ortodoxa en que lo saludó─ Quién otro me pregunta.

─«No te burles, me tenías preocupado...».

─Me inquietaría más que tu teléfono recién fabricado no funcione... ─lo interrumpió, hasta que la última palabra dicha por su amigo resonó en su cabeza─ espera, ¿cómo que «preocupado»?

─«Como lo oyes. Estuve llamándote toda la noche para saber si vendrías y nada, pensé que te había pasado algo...».

─¿Toda la noche? ─su mención lo puso en alerta─ ¿De qué hablas, Franky? ¿En dónde estás ahora?

─«En Berlint, acabo de llegar ─explicó, atareado─. Nunca garantizaste tu viaje, así que traje el resto de tus maletas y los libros que olvidaste comprar, ¡casi pierdo el avión por tu culpa!».

─¿B-Berlint? ─Loid sintió que la tierra se abría bajo sus pies y se cogió el pecho, sintiendo a los pocos segundos que su shock se tornó en exasperación─ ¡¿Có-có-cómo que estás en Berlint?! ¡¿Es una maldita broma?!

─«¡Claro que no! Si me hubieras confirmado...».

─¡¿Confirmar qué?! ─golpeó la pared de la cabina telefónica, bastante alterado─ ¡Hace una semana prometí encontrarme contigo en la frontera y ahora que estoy aquí, resulta que te has ido! ¡¿Cómo quieres que reaccione?! ¡Ugh, por qué eres tan...!

─«¡Suficiente! No acabes la frase, que ya sé lo que dirás ─sonó muy asustado─. ¡Por todos los santos, Loid! ¿Por qué no me avisaste?».

─Me quedé sin luz en el apartamento y fui a la universidad para actualizar mis documentos ─se frotó el rostro, tratando de calmarse─. Aaay, Franky, Franky, Franky, ¿por qué siempre me metes en problemas?

─«Por favor, no me hagas sentir peor... perdóname, ¿sí? Soy un idiota».

─Hmm... ya somos dos ─suspiró resignado y chequeó su billetera─. Por suerte, traje mis ahorros; pero no creo que sea suficiente.

─«¿Ahora qué harás, Loid? ─preguntó, dolido por la situación que causó sin querer─ Luwen está cerca de la frontera, si vas donde tu madre...».

─Luwen... ─de repente, su mente se iluminó al oír el nombre de su ciudad natal y miró la plataforma del aeropuerto, donde un avión en particular ya estaba despegando─ ¡Luwen!

─«¿Loid? No me asustes, ¿qué pasó esta vez? ¡Loid...!» ─fue lo último que dijo Franky, en el momento que Forger soltó el auricular para correr de nuevo a la zona de abordaje.

Poseído por una gran desesperación, Loid corrió hacia la plataforma de despegue sin importarle a cuantas personas chocaba en el proceso... y fue tal actitud lo que llamó la atención de algunos policías, quienes lo siguieron por el habitual temor de algún atentado.

─¡Detengan ese avión! ¡No dejen que se vaya, por favor! ─exclamó frente al umbral que conectaba con la pista de aterrizaje; sin embargo, cuatro agentes se abalanzaron sobre él antes de que pudiera cruzarlo─ ¡Esperen, no...!

─¡Queda usted detenido por las fuerzas de Ostania, señor! Permanezca en silencio o todo lo que diga puede ser usado en su contra ─el jefe del grupo lo levantó con brusquedad─. Llamen al Escuadrón Antiterrorista...

─¡¿Qué?! ¡No, no, no, no es eso! ─Loid sintió un vuelco en el estómago e inventó lo primero que se le ocurrió─ ¡M-mi novia se llevó mi certificado de estudios por error y acaba de subir al Vuelo 2730! Por favor, suéltenme, les juro que digo la verdad: ella tiene 1.70 m., ojos rojos, cabello negro, piel bonita...

─Es cierto ─de pronto, habló el hombre que limpiaba el piso hace rato─. El muchacho parecía un tapón pegado al vidrio cuando vio partir a esa lindura, yo mismo tuve que avisarle que se retirara del ventanal.

─Eeeh... ¡s-sí, eso mismo! ─se sonrojó por la ocurrente ayuda del señor de la limpieza, conforme los policías lo soltaban─. ¿Ya ven?

─Lamentamos la confusión, señor ─uno de los agentes se disculpó y sacudió la suciedad de su chaqueta azul─. ¿A dónde iba a dirigirse?

─A Luwen... ─confirmó y luego miró hacia el oeste.

Las nubes se juntaron con la brisa de las once y el cielo se volvió gris en toda su plenitud, junto al lejano eco de las turbinas. Desde la plataforma, Loid exhaló apesadumbrado y sin más calidez que la que le ofrecía el sol invernal, sus ojos solo reflejaron la tristeza de no haber podido alcanzar a Yor en aquel avión.

[...]

El tiempo era esencial en el trabajo de Yor: tanto ella como sus colegas se regían bajo su irrefutable dominio, sabía que un minuto más o menos podía significar la ruptura del delicado esquema de itinerarios en el aeropuerto e incluso su propia vida había adquirido la robótica perfectibilidad de un cronómetro... pero como todo ser humano, también estaba sujeta a la naturaleza de sus emociones y por primera vez en sus veintidós años de existencia, la apatía la gobernó a tal punto que detestó el lentísimo ritmo del reloj.

Un extraño sonido proveniente del nuevo viajero a su lado se sumó a su hastío y su involuntaria reacción de asco la hizo rociar por tercera vez su mejor perfume, con el fin de reducir el impacto de la flatulencia en su asiento: jamás se había sentido tan incómoda. Torciendo la vista hacia la ventana, pensó en el tiempo que había pasado junto a Loid y solo así fue consciente de cuánto lo extrañaba desde su separación en la frontera, hace más de tres horas.

─Apuesto a que ya se reunió con su mejor amigo ─susurró, imaginando un sinfín de escenarios en los que Loid paseaba en la ciudad, divirtiéndose en compañía de otros hombres y mujeres─. ¿Hasta cuándo seguirá viajando este avión? Oh, wow...

─¡Argh! ─despertó el hombre maloliente, al sentir el leve rebote de la máquina y la sorpresa de los demás─ ¿Q-qué rayos está pasando?

─«A los pasajeros del Vuelo 2730, se les pide abrocharse los cinturones ─el piloto se dirigió a todos─: estamos a diez minutos de tocar tierra. Por favor, sigan las recomendaciones ya explicadas al inicio, es posible que sientan un poco de turbulencia por la nevada. Recuerden que las mascarillas de oxígeno...».

─Demonios, ¿por qué no se calla de una vez? ─Yor bufó aburrida y se sujetó a los brazos de su asiento, mientras contemplaba desde su ventana el panorama cada vez más amplio de la ciudad de Luwen.

Gracias a la pericia del piloto, el avión llegó a la pista de aterrizaje sin obstáculos y cerca de las dos de la tarde, Yor abandonó el aeropuerto de Luwen con todo su equipaje. No le costó distinguir la avenida principal, llena de viajeros, automóviles y vendedores que ofrecían cuantos servicios requirieran los recién llegados; y abrigada de pies a cabeza por la temporada invernal, volvió a sentirse ajena al mundo... esta vez con gran razón, pues su condición de turista le planteó más dificultades para elegir qué zonas visitar primero.

Presa del frío y la timidez, Yor echó a perder cuatro intentos de tomar un taxi y por un rato, contempló la idea de hospedarse frente al aeropuerto, hasta que un automóvil amarillo se estacionó no muy lejos de ella.

─¡Señorita! ─tocó el claxon de su vehículo y luego movió un brazo para llamarla─ ¿La llevo a alguna parte?

─¿Eh? Oh, claro que sí ─no lo pensó dos veces y puso su equipaje en el asiento trasero, para luego encerrarse en el auto y exhalar vaho en sus manos─. ¡Muchas gracias, señor! Ya estaba por congelarme allá afuera.

─No hay de qué ─un hombre rubio y corpulento la observó desde el retrovisor─. Una joven tan hermosa y delicada no debería estar sola...

─M-me halaga ─tratando de no sonrojarse, rebuscó su bolso con notable ansiedad y sacó un panfleto que consiguió en el aeropuerto.

─¿Y a dónde quiere ir? ─volvió a hablarle.

─P-pues ─titubeó─ la verdad es que no lo sé.

─¿Primera vez en Luwen? ─dedujo.

─Sí. Alguien me dijo que esta ciudad es el paraíso ─parafraseó a Loid.

─¡Ja! Seguro ─asintió, aunque su tono no logró convencerla del todo─. ¿Qué más le contó esa persona? Dudo que sea un buen guía.

─Lamentablemente, no mucho ─le extendió su afiche─, pero tengo esto. ¿Conoce la Plaza Mayor de Luwen?

─Mmm... por supuesto ─le devolvió el papel─. Son treinta dalcs.

─Hecho ─le pagó─. Ojalá encuentre hoteles muy cómodos en esa zona...

─Créame, hay mejores sitios en los alrededores... de hecho, conozco uno muy bueno para usted ─recomendó sin que se lo pidieran─. Si este es su primer viaje a Westalis, merece ocupar un hospedaje a su altura y encanto.

─Si insiste... ─con su asentir, cerró la charla.

El taxista no dejó de examinar a la joven en todo el camino y aprovechó cada ocasión para deleitarse con su esbelta figura, mientras Yor contemplaba el paisaje en movimiento a través de la ventana: perdida en sus pensamientos, recordó la noche en la que había conocido a Loid en un taxi parecido al que ocupaba, así como la forma en la que la salvó de un terrible dolor de pies bajo la lluvia, a causa de su tacón roto. Lo imaginó feliz a su lado y la visión de su rostro la llenó de una paz sin igual, una que se reflejó en su tenue sonrisa.

─¡Heeey! ─el taxista frenó de golpe antes de chocarse con una camioneta ancha y azul─ ¡Oye, fíjate por dónde andas, idiota! ─le increpó al otro conductor por la negligencia y luego miró a Yor─ Lo siento: es que hay gente tan inepta en las calles, es insoportable...

─Me imagino ─secundó a medias, con una mano en el pecho y viendo cómo el otro vehículo seguía su curso delante de ellos.

─Bueno, descuide, ya vamos a llegar ─le guiñó el ojo.

─Mejor... es más, le agradecería que me deje en el hotel que mencionó.

─¿Tan rápido? ─contuvo la risa─ Creí que querría ver la plaza.

─Señor, le dije...

─Winston Wheeler ─se presentó, ignorándola─. Además, está nevando y una taza de chocolate caliente le sentará muy bien. Yo invito, ¿sí?

─¿Q-qué? ─su arrojo la tomó por sorpresa─ ¡Pe-pe-pero...!

─Ja, ja, ja, qué tierna ─pisó el acelerador─. Sujétese, linda...

A falta de palabras y una buena dosis de coraje, Yor terminó cediendo a la iniciativa de Wheeler y dejó que obrara a su antojo, pese a que su instinto le gritaba tomar un camino diferente. Mientras el automóvil se desplazaba hasta una tienda en especial, la camioneta con la que casi chocaron ya se había estacionado en la Plaza Mayor de Luwen, donde un joven de cabellos rubios y contextura atlética bajaba con dos mochilas a toda prisa.

─¡Doscientos dalcs, chico! ─exclamó el conductor.

─¡¿Doscientos?! ─parpadeó, confundido.

─¿Qué esperaba? Gasté mucho combustible por seguir sus rutas y usted prometió que me pagaría bien.

─Bien, bien, como quiera ─sacó el monto de su billetera─. Le debo una, ha sido tan veloz como un avión.

─Pues debió tomar uno, para empezar... ─arrancó la camioneta─ en fin, buena suerte, ¡y ojalá se reúna con su novia!

─¡Q-que no es mi novia! ─corrigió, aunque el conductor ya no lo escuchó.

Sonrojado por el comentario, Loid sacudió la cabeza para enfocarse y por largos minutos, observó los alrededores de la plaza: casi todo lucía como la última vez que estuvo allí y una calidez reconfortante invadió su pecho, mientras su sonrisa expresaba lo mucho que amaba estar de nuevo en casa. Como si hubiera regresado a su infancia, sus ojos hallaron su segundo lugar favorito en Luwen y marchó a paso firme; después de todo, el hambre siempre lo vencía después de un largo viaje.

─Buenas tardes ─saludó, conforme una campanilla anunciaba su ingreso a una pastelería apenas ocupada por un cliente.

─Buenas tardes, joven ─lo recibió una señora mayor de cabello rizado y canoso─. Tenga, aquí puede elegir los postres y bebidas que guste...

─Veo que amplió bastante el espacio en su tienda, me gusta cómo quedó ─tomó la cartilla del menú; sin embargo, no la revisó─. Solo quisiera un vaso grande de leche y las croquetas de siempre, por favor.

─¿Oh? C-claro, pero ─su actitud la confundió─, ¿no va a ver el resto?

─Señora Townsend, me sorprende que no me reconozca, a menos que la llame Señora de las Croquetas ─mencionó, a la expectativa de que la mujer pudiera recordarlo.

Señora de las... ─en eso, soltó un eco de sorpresa─ ¿Loid? ¿Eres tú, Loid Forger? ¿El niño que siempre me compraba después de las clases?

─El mismo ─se acercó a abrazarla muy fuerte, para regocijo de ambos.

─¡Muchacho, qué gusto verte de nuevo! ─lagrimeó de felicidad y luego le tomó las manos para mirarlo de lejos─ Diez años... no puedo creerlo, la última vez que viniste eras un chiquillo, ¡y mírate, ya eres todo un hombre!

─Más o menos ─se apenó por tantos halagos y tomó asiento en la mesa más cercana al mostrador─. ¿Cómo va todo? ¿Mi madre está bien?

─Oh, sí, viene religiosamente a las ocho de la mañana para comprarme croquetas ─se sentó con él─. Tienes que contarme todo, Loid: ¿es cierto que ya es más fácil viajar a Ostania?

─Bueno, no he tenido inconvenientes hasta ahora ─agarró una de sus mochilas a la derecha─. Espere, le voy a enseñar algunas cosas...

─Por mientras, iré cortando el pie que me encargó el señor de la esquina. En un rato vuelvo con tu postre preferido ─la señora Townsend se dirigió a la cocina, más que emocionada por cumplir su trabajo.

Loid aprovechó la ocasión para buscar unos panfletos de su carrera y algunas ofertas de Aerolíneas Berlint dentro de su equipaje; mientras le daba la espalda al mostrador, una joven de largo cabello negro y abrigo guinda salió del baño con un evidente gesto de incomodidad, el cual creció más al llegar a su asiento, donde la esperaba un hombre rubio y de brazos fuertes.

─Ya trajeron el chocolate caliente y pedí pie de manzana ─Wheeler la observó por largo rato─. ¿Pasa algo, hermosa? La noto callada.

─Estoy cansada ─apenas respondió.

─Ya veo: el viaje fue muy largo ─sonrió, cambiándose de asiento para estar más cerca─, pero apuesto a que más tarde se sentirá mucho mejor...

Yor notó algo en la mirada del taxista y pese a su inexperiencia respecto a los hombres, aquella sensación y el tono sugerente que usó en su última frase disparó todas las alertas de peligro en su cuerpo. Al borde de la ansiedad, cogió su taza para tomar una buena cantidad de chocolate y agradeció que la bebida ardiera lo suficiente para hacerla reaccionar: ella no quería estar con ese tipo.

─Wow, sí que tiene sed ─rio por su actitud infantil─. Parece una niña.

─Señor Wheeler, yo... ─dejó su taza.

─Oh, se manchó un poco, linda ─sin consultarle, llevó una mano para quitarle un poco de espuma de chocolate en la comisura de sus labios.

─¡En realidad, tengo novio! ─apartó su mano, asustada─ ¡Su nombre es Loid y voy a reunirme con él!

Desde su lugar, Loid saltó al oír su nombre y volteó de inmediato, siendo testigo de la escena romántica... sin embargo, nada de eso le importó y sus ojos solo podían contemplar a quien era el ser más bello de la Tierra para él: Yor, la mujer que conoció bajo la lluvia y con la que pasó gratos momentos en el avión. ¡Finalmente la había encontrado!

─Je, je... ─Wheeler rio con cinismo─ ah, ¿sí? ¿Eso qué tiene?

─¿C-co-cómo que «qué tiene»? ─balbuceó, molesta─ ¡Debe respetarme!

─Si le importara a su novio, la habría recogido en el aeropuerto.

─Eso no le incumbe ─arrugó el ceño.

─Bueno, no va a dejarme aquí plantado.

─¿Q-qué quiere decir? ─sintió temor.

─Usted me entiende ─se apoyó en la mesa con claras intenciones de besarla, hasta que un tercero se interpuso.

─¡Cariño! ─Loid posó sus manos sobre los hombros de la joven─ ¿Sabes cuánto he esperado por ti?

Yor quedó perpleja al verlo detrás suyo, su shock le impidió hablar por el momento y poseída por un repentino arrebato de felicidad, esbozó su sonrisa más genuina, junto al acto que no había contemplado hacer en un futuro tan próximo. Por otro lado, Wheeler volvió a sentarse y parpadeó al presenciar que su casi nueva conquista saltaba a los brazos del hombre que llamó «Loid», confirmándole que ella le dijo la verdad... o al menos, una versión que logró salvarla de sus artimañas.

─¡Loid, estás aquí! ─exclamó mientras tocaba su pecho y hombros, muy sonrojada e incrédula de tenerlo a su lado─ P-pensé que...

─Te dije que nos veríamos muy pronto ─le guiñó un ojo por la actuación y le dio un beso en la cabeza, para luego mirar al taxista─. ¿Es un amigo tuyo?

─Algo así, me trajo del aeropuerto y me invitó chocolate ─Yor se aferró más a Loid─; pero ya se iba.

─Y-yo-yo... ─Wheeler no supo qué responder.

─Vaya, qué amable has sido con mi novia ─hizo hincapié en la frase, de tal modo que su voz le heló la sangre─. Permítame pagarle el favor...

─¡No, no se moleste! ─se levantó en un santiamén, canceló la comida y luego miró su taxi aparcado afuera─. S-sacaré el equipaje de la señorita...

Loid y Yor siguieron al hombre hasta el exterior de la pastelería para asegurarse de que les entregara las valijas y cuando Wheeler finalmente se marchó, ambos suspiraron de alivio, sin soltarse las manos.

─Creo que volví a salvarte.

─Y ya no sé cómo devolverte el favor ─lo miró, radiante─. Pero ¿cómo? Te habías quedado en el aeropuerto.

─Es una larga historia ─sonrió─. Solo sé que llegué en buen momento.

─Lo sé... ─en eso, un golpe de realidad la acometió, al extremo de ruborizarse mucho─ ¡rayos, eso significa que lo escuchaste todo! ¡Perdóname, Loid! ¡Te juro que nunca quise mentirle sobre que teníamos un noviazgo, pero no tuve elección, yo...!

─Ja, ja, ja, tranquila, lo entiendo ─acarició su mejilla─. De haber estado en tu lugar, habría hecho lo mismo...

Las palabras de Loid suavizaron los temores de Yor y por varios segundos eternos, se miraron con tal intensidad que en sus mentes rondaba un deseo extraño y casi desconocido, un anhelo que frenaron al pensar en la respuesta del otro si cruzaban el límite. Sin más propósito que demostrar su amistad y gratitud, Loid y Yor se abrazaron con más fuerza que antes y luego retornaron a la pastelería, ansiosos por comer las famosas croquetas de la señora Townsend.

[...]

N.A.:

¡Buenas tardes! Después de varios siglos (¿o milenios? :''v), logré seguir la actualización de este long-fic: en serio, ¡cómo amo escribir sobre ellos dos!

Creo que esa fue la razón por la que demoré: debía encontrar el tono especial para que Loid y Yor pudieran reencontrarse después de su viaje sin que se viera forzado, así que valió la pena tardar tanto :') como pueden notar, su reunión parece ya estar destinada (¡gracias, Franky, por meter la pata! XD) y ahora que los dos ya están en Westalis, ¿qué sorpresas les aguardan? 7u7

Lo verán muy pronto, espero que les haya gustado mucho este capítulo, ¡muchas gracias por sus lecturas y reviews, y que les vaya muy bien a todos! :D

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro